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Una de las múltiples obras de Lanza del Vasto que trata de los más diversos temas espirituales. Lanza del Vasto (nacido Giuseppe Giovanni Luigi Enrico Lanza di Trabia en San Vito dei Norma…Descripción completa
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DE LOS SEIS DEMONIOS DEL CUERPO es el título de uno de los capítulos del libro de LANZA DEL VASTO titulado en francés APPROCHES DE LA VIE INTÉRIEURE y en español UMBRAL DE LA VIDA INTERIOR. …Descripción completa
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UMBRAL DE LA VIDA INTERIOR. LANZA DEL VASTO. CONTENIDO. Advertencia.
El ojo simple. De la verdad. Del error original. Dos amigos sobre un puente. De la indiferencia, de la distracción y de la llamada. Del personaje y de la persona. De los cuatro círculos del conocimiento y del punto. Del camino de la conciencia. Conocimiento, posesión y don. De las dos manos y los diez dedos. Mantente erguido. De la distensión que libera y apacigua. Del aliento dominador y vivificante. De la sumisión del cuerpo o ascesis. De los seis demonios del cuerpo. Del pecado original. De los siete amos. De la belleza del compromiso. Ganar el tiempo perdido. Preguntas y respuestas en torno a la no violencia. De la libertad.
Del arrebato o caída en lo exterior. Belcebú o la caída en la nada. De la servidumbre mental. Del arrebato de la palabra. De la maledicencia. Los errores de los demás no nos justifican. Del arrebato de la ira. De la prisa. De las preocupaciones. De la no-violencia activa. No-violencia y defensa legítima. El juicio de la colmena. No-violencia y caridad. De la no-violencia pasiva. De la política. Moral de la compra. Demasiado amable. Del sentimiento. De la imaginación y la representación. Búsqueda del alma. De la meditación. El gran miedo.
Advertencia No se aprende a bailar en un libro. Tampoco a meditar.
Por eso es honesto prevenir, en la medida de lo posible, las ilusiones, las decepciones y los malentendidos: para recibir la enseñanza de vida a que este libro de refiere, no basta con leerlo. Es menester también la presencia, la vigilancia, el aliento o la contención moderadora, la elección del momento, la solicitud respetuosa por la originalidad de cada uno y el calor de la amistad. No son cosas que se puedan decir y menos escribir; solo pueden transmitirse mostrándolas o, mejor aún, incitando al buscador de verdad a descubrirlas él mismo en sí mismo. Por otra parte, el verdadero tema de todo este discurso es el silencio. Las cosas dichas en estas páginas fueron dirigidas a los compañeros y compañeras de una comunidad a quienes vinculaban ciertos votos y una regla de vida; o a grupos de amigos que vivían en la ciudad la vida d e todo el mundo; o a unos y otros reunidos para la celebración de las fiestas o en campamentos de verano; por último, a visitantes inquietos que llegaban allí para preguntar qué harían con su vida. Fueron anotadas y conservadas durante años; circularon entre grupos cerrados por medio de un boletín llamado Noticias del Arca. No sin escrúpulos las entregamos ahora a los azares de la publicación. Tenemos sin embargo la esperanza de que aun el lector no preparado encuentre aquí algo de verdadero, bueno y fuerte; y de que s e despertará en él la inquietud por saber más y sobre todo por ponerlo en práctica; por amar mejor y servir mejor a la verdad, la justicia y la paz. Si siente esa llamada, siempre podrá entrar en nuestros grupos de la ciudad, participar en nuestros encuentros, en nuestras fiestas y en nuestros campamentos. Y acaso alistarse en nuestras campañas no violentas y en nuestras obras de servicio a los demás. Esta colección de apuntes está lejos de construir una exposición sistemática, metódica y completa d e la enseñanza. De los dos ejercicios principales, el ayuno y la vigilia, solo se h abla por alusión. También forman parte de esta disciplina los Principios y preceptos del retorno a la evidencia , el Comentario del evangelio (colección de apuntes como estos) y Las Las cuatro plagas , estudio sobre la naturaleza y el destino de las civilizaciones y sobre los deberes cívicos del hombre interior. Esta enseñanza no es propiamente religiosa. No se opone ni sustituye a ninguna enseñanza religiosa. No nos colocamos por encima, ni contra, ni al lado, sino por debajo. Nuestra tarea es <>. Las verdades reveladas no pueden germinar en el alquitrán de las morales y las filosofías corrientes. Venimos a romper el asfalto. Labor mucho más humilde, pero indispensable, universal y a menudo descuidada. Esta doctrina nada tiene de personal. Su valor no guarda proporción con los méritos o deméritos de quien la trae. No es algo suyo que él entrega a sus semejantes; antes bien, es él quien se ha entregado a ella y llama a otros a entregársele y a vivirla. ¿Qué hemos hecho? Plantar y regar. <> (1 Corintios 3, 7). Se reparará que estas páginas están llenas de citas del evangelio y de alusiones bíblicas. Podría haber muchas más. Si se quisiera poner de relieve las referencias escriturarias que confirman cada artículo de la enseñanza y singularmente los más paradójicos, se podría fácilmente llenar un volumen igual que este. También se encontrarán citas de sabios que no pertenecen a nuestra tradición. No hay que concluir de ello que se trata de una sincrética antología de máximas, recetas y consejos, sacados de aquí y de allá. Existe un fondo común a todas las tradiciones cuyas evidencias puede encontrar cada cual en sí mismo, a condición de que se someta a una preparación adecuada. El motivo dominante de la doctrina es la unidad de vida, y su carácter fundamental el de formar una unidad viviente. Es un todo viviente que concierne a todos los planos de la vida. Alcanza su expresión más completa en la vida de una comunidad viviente, no en un libro. Por eso no se puede aceptar un aspecto y rechazar otro, sin desmembrarlo y quitarle la vida. ¿Por qué signo reconoceréis que estáis llamados a esta enseñanza antes que a otra? Si al leer estas páginas pensáis: << ¡Bah! ¡Ya sé todo eso!>>, tendréis razón, pues son cosas simples, claras y de toda evidencia; y a cada uno le asiste la razón cuando cree que las sabe. Y también os asistirá la razón si pensáis que debéis buscar en otra parte. Si por el contrario decís: <>, no diréis bastante. Decid más bien: << ¡Es escandaloso, esto da por tierra con todo!>> Sea como fuere, no es para vosotros. Pero si al leer estas páginas os parece seguir vuestro propio pensamiento, si este libro os habla con vuestra propia voz interior, si no solamente comprendéis estas cosas, sino que las reconocéis como vuestro bien, y sin embargo os sorprenden como algo totalmente nuevo, si no solamente os proporcionan un sentimiento de novedad, sino además el de encontraros completamente renovados vosotros mismos, entonces ahí está el signo y es una llamada. ¡Venid, tomad, dad y haced!
El ojo simple Habréis advertido que tenemos una cabeza. Confío en que lo hayáis advertido; y un pecho y un vientre.
Alentados por esta aprobación, vamos a proseguir el curso de nuestros asombrosos hallazgos. hallazgos. Advertimos además el lugar que ocupan estas tres cosas: la cabeza está arriba, el pecho en el medio y el vientre abajo. Obtendremos de ello la siguiente conclusión, de grandísima importancia: que la cabeza debe estar arriba, el corazón en el medio y el vientre abajo. Por más que digáis que todo el mundo lo sabe, hay todavía mucha gente que todavía no lo ha advertido. Por ejemplo, los que ponen el vientre arriba. Los que emplean su inteligencia para llenarse el vientre. Los que razonan con su vientre y cuya inteligencia solo está para servir al vientre. No son excepciones, ni monstruos, ni locos; no son necesariamente brutos. Es la mayoría de la gente. Incluso gente muy buena que gusta de las cosas buenas, que hace buenos negocios y, ocasionalmente, buenas acciones. Su única desdicha es encontrarse con el vientre suspendido en el aire y la cabeza abajo. Podríais creer que la posición es incómoda; pero, para compensar su desdicha, tienen todavía otra: la de no percibirlo. Si les mostráis que es una posición de caída, se sienten ofendidos; si les dais un tirón para enderezarlos, se enfadan. ¡Vamos!_ exclaman _. ¿Y el sentido común? ¡Usted no tiene sentido de la realidad! ¡Sentido de la historia! ¿Acaso ¿A caso no sabe que la economía lo gobierna todo?... Por otra parte, observemos a las arañas. También ellas penden vientre al aire y cabeza abajo. ¡Qué bellas telas hacen, y cómo se pegan las moscas! Las arañas y las civilizaciones hacen hermosas labores al revés. ¡Admiremos las torres Eiffel, los rascacielos, los cohetes cósmicos, vertiginosa altura! ¡Vértigo, sí; altura, no! Creen construir y levantarse, pero en realidad desintegran y se hunden. Y si no lo advertís, ¡cuidado! ¡Estáis mirando cabeza abajo! Pero volvamos a la evidencia de nuestras primeras observaciones: pongámonos cabeza arriba y comencemos por ella. Buda dice: <>. <>, oj o>>, dice el evangelio, <>. El ojo está hecho para la luz y la inteligencia está hecha para la verdad. Si la recibe y la expresa, cumple con su función y nada más. Pero si permanece en la negrura y en el error, se ciega a sí misma o se deja deslumbrar por falsas luces. La verdad es inaccesible, dice la gente. Creo más bien que es inevitable. Por más que mientas, yerres o delires, no puedes evitar que cada uno de los elementos de tu mentira, de tu error o de tu ensueño, sea; y por ende, sea verdadero en cierto grado. Ser o no ser no es la cuestión. Arriba, abajo, adentro, afuera; esa es la cuestión. <>. Atención a la traducción: simple . Nos enseña esto: que la verdad v erdad es cosa simple. Pues así como el ojo está hecho para la luz, asimismo la inteligencia para la verdad. ¿Dices que buscas la verdad? ¿Cómo? ¿Acumulando nociones, calculando, combinando, puliendo argumentos complicados? Alza la cabeza y abre el ojo a la evidencia de la luz. ¿Ves la luz? ¿O solamente las cosas y la gente? Si tienes la m irada constantemente puesta en la presa o el obstáculo, solo ves las cosas y la gente y no ves la luz por la cual las ves. No olvides tampoco tu sombra, no pierdas tu sombra, el escondido, el más escondido de todos, el que se esconde detrás de tus ojos; tú mismo. ¿Cómo? ¿Cómo te verás? No, ciertamente, con los dos ojos de la carne y a la luz del día. Cuando te ves, lo haces con tu ojo único, tu ojo simple. ¿Quién? El que no puede ser percibido por nadie más, el único, el que con una simple mirada conoce el ojo interior fijo en el exacto equidistante de todo. ¿Escondido dónde? Dentro. Detrás. Debajo. Lo único que conoces desde adentro. La única introducción a lo de adentro, al misterio, a la sustancia. Lo único que te hace conocer el adentro de todas las cosas de afuera. Tú mismo: la evidencia del ser, el testigo de la verdad. Esa verdad no se te puede escapar, si la buscas. La tienes, la eres. Aquí muestra su plenitud la palabra del evangelio: busca y encontrarás; pide y te será dado; llama y te abrirán. Si no sabes nada de ti mismo, no sabes nada de nada ni de nadie, pues por ti, solo por ti, conoces otra cosa. Si no sabes nada de ti mismo, nada tiene para ti ningún sentido; tu vida no tiene ningún sentido, tu inteligencia, ningún sentido; eres un insensato . Eres un insensato por tu culpa. Cuando tu ojo simple haya descubierto el yo-mismo, te mostrará la realidad del otro, del prójimo: verás ese otro yo . Sí, otro y un yo a la vez. Al verlo como otro , tu ojo simple te enseñará la evidencia matemática del respeto y de la justicia. Al verlo como yo , pues es un yo como tú eres un yo, como Dios es un yo que nos contiene a todos, tendrás la evidencia del amor. Pero los otros, di, ¿ves que son otros o crees que están ahí para que los uses en tu provecho o a tu placer? ¿Comprendes que existen para sí mismos y para Dios? Ni siquiera tu esposa está ahí para ti, t i, ¡oh esposo! Ni tu hijo para ti, ¡oh padre! Ni tu madre para ti, ¡oh hijo! Ni tu amigo, ¡oh amigo! << ¿Por qué hice el cocodrilo y el asno salvaje? >> pregunta Dios a Job. Si ves en todos los seres tu uso, tu provecho o tu placer, los otros permanecerán ocultos para ti y siempre ignorarás el respeto r espeto y la justicia. Si los consideras bienes a poseer u obstáculos a sortear, nunca los verá como un yo y siempre ignorarás el amor. Estas tres verdades, la de la luz, la del yo y la del tú, son nada más que una, con tres dimensiones: <> dice San Pablo. El ojo simple lo capta con una mirada. Todo lo demás es falso, vano, maligno. Cualquier otro conocimiento: nociones, definiciones, cálculos, comprobaciones, recetas, combinaciones, descubrimientos, sistemas, doctrinas, o son modos de descender al detalle de esa verdad, o son falsos, vanos y malignos. Malignos, ser por un modo de distraerse de la verdad y perderla. Esa verdad debe recordarse sin cesar como primera, como condición de toda verdad. Las otras verdades deben estar comprendidas y ordenadas por esa mirada simple que es verdad por sí misma. Puesta esa mirada, todas las demás tendrán su lugar: hasta la más humilde. Pero si falta esa mirada, hasta la más grande y más exacta no tendrá razón de ser, ni sustancia, ni dirección.