ASIGNATURA: Historia de Honduras. CATEDRATICO: Lic. Melvin Cantarero. PRESENTADO POR: Shannah Rivera 51651002 CAMPUS CEUTEC LA CEIBA (Modalidad Virtual)
Utila Islas de la Bahía Septiembre 2017
Introducción En este documento se hace énfasis en las Guerra del Futbol o La Guerra de 100 horas que fue conflicto armado que se dio del 14 al 18 de julio de 1969 entre El Salvador y Honduras lo cual genero una deportación masiva de salvadoreños que vivían en Honduras en busca de una mejor oportunidad, que fueron deportados a su país de origen. En meses previos a la denominada guerra surgió un escuadrón clandestino hondureño llamado la “Mancha Brava”, para aterrorizar a más de 300 mil salvadoreños que se habían afincado en los años 60 en Honduras para trabajar en plantaciones bananeras y establecer negocios en ese país estos asesinaron y detuvieron a una gran cantidad de salvadoreños en la zona fronteriza lo que agudizo aún más la situación entre los 2 países. Esta guerras se le ha nombrado de dos formas diferentes, La Guerra de las 100 horas, por su duración y también se le puede conocer como la Guerra del Futbol por la coincidencia en que en ese tiempo también se dieron unas disputas entre los dos países para ver quien llegaba a las eliminatorias de México en 1970, cabe mencionar que el futbol no fue un papel de gran impacto en esta guerra, ya que el nombre se dio por un reportero de esa época por la coincidencia de las eliminatorias futbolistas. La verdadera razón de este guerra descansa en la densidad poblacional del Salvador , el escuadrón de la Marcha Brava y el secuestro de los 45 soldados por Parte de Honduras, relataremos cuales fueras las verdaderas causas, las numerosas consecuencias y el desarrollo de este suceso en el trascurso de esas horas.
P
ara poder entender los orígenes de este conflicto, es necesario remontarse a principios del siglo 20, cuando las compañías americanas United Fruit y su rival la Standard Fruit
Company, operaban en la región, y más específicamente en Honduras. Ambas compañías transnacionales se dedicaron a la plantación y cosecha de bananos, usando para este propósito las grandes áreas de tierra fértil que podrían encontrarse en Honduras. Con el paso del tiempo se hizo necesario importar obreros extranjeros, ya que los hondureños involucrados en estas actividades se volvieron insuficientes en número. Para este propósito, se contrataron los servicios de campesinos salvadoreños que vivían en la región fronteriza; estas regiones fronterizas, estaban mal definidas y eran objeto de interminables demandas territoriales por ambos países. El gobierno hondureño miro con buenos ojos la presencia de los campesinos, y en general tolero su falta de estatuto legal, debido a que este no era un requisito para volverse ciudadanos hondureños. Durante el mismo período de tiempo, a principios de 1960, las naciones centroamericanas estaban buscando la liberalización del comercio de la región, enmarcado en un Mercado Común centroamericano (Mercomun) el cual fue establecido precisamente en 1960. Sin embargo, poco después de su creación, se hizo evidente que el país más beneficiado con el tratado sería El Salvador, ya que sus exportaciones aumentarían en seis veces, mientras aquéllas de Honduras, el país más afectado, sólo crecerían en un 50% y, por lo tanto, quedaría relegado a la categoría de nación satélite. Este hecho provoco que empezara a crecer un resentimiento entre los sectores económicos hondureños y disparo la denuncia hondureña de los acuerdos comerciales firmados entre los dos países, ya que sentían que sus colegas salvadoreños estaban haciéndose ricos a sus expensas. Para empeorar las cosas, los cambios políticos en Honduras terminarían trayendo un considerable enfriamiento a las relaciones con El Salvador, y esto tendría que ver directamente con el tratamiento de los hondureños hacia los campesinos salvadoreños viviendo en su país, volviéndose más y más hostil. Como resultado, tuvo lugar la expulsión violenta de algunas familias salvadoreñas en las áreas fronterizas, y también agregado a estola negación a los servicios de salud y educación para aquéllos que permanecieran en el país. En medio de actos esporádicos de violencia contra los campesinos inmigrantes, los dos gobiernos comenzaron negociaciones encaminadas a resolver el problema, y firmaron tres acuerdos de inmigración, el primero de ellos en 1962 seguido por otro en 1965, y el último en 1968. Sin embargo, mientras los dos gobiernos estaban negociando, en Honduras se
formaron grupos armados extra-oficiales con el propósito de hostigar y controlar a los salvadoreños que vivían en el país. Esta situación se empeoró por un golpe de estado que puso en la presidencia al General hondureño Oswaldo López Arellano quien tenía un punto de vista muy diferente al de su antecesor con respecto a la situación de los inmigrantes. El número de salvadoreños expulsados aumento, como también la intensidad de la violencia de las expulsiones y expropiaciones. La gota que derramo el vaso tendría lugar en junio de 1969, cuando el Gobierno hondureño instituyó una Reforma Agraria que no tomo en consideración a los campesinos salvadoreños, y para hacerlas cosas peores, tomó sus tierras para dárselas a los campesinos hondureños. Las actividades de los grupos armados, ahora tácitamente apoyados por el gobierno, se incrementaron mientras tenía lugar la primera expulsión oficial de campesinos en gran escala, y durante la cual, más de cien familias fueron violentamente expulsadas del país. Con este delicado trasfondo político, estaban empezando las rondas eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol Jules Rimet a celebrarse en México el próximo año (1970), y durante éstas, los equipos nacionales de El Salvador y Honduras se enfrentarían para obtener su clasificación. El primer juego tuvo lugar en Tegucigalpa, Honduras, y fue ganado por el equipo local. A pesar de la victoria a favor de Honduras, hubo peleas entre los fanáticos de cada país, resultando lesionados aquellos que se vieron involucrados. El segundo juego tuvo lugar en San Salvador, y fue ganado por el equipo salvadoreño. Sin embargo, durante las horas anteriores al juego, los aficionados locales habían hecho sus mejores esfuerzos para hostigar a los jugadores hondureños, demostrando una conducta claramente hostil. Durante el juego, los aficionados hondureños también se volverían víctimas de agresiones lo que terminó en fuertes luchas callejeras. Mientras esto estaba teniendo lugar, hubo también problemas en Honduras, ya que algunas casas y negocios pertenecientes a salvadoreños, eran incendiados, mientras sus dueños eran objeto de humillación y ataques por la chusma. Después de que el juego termino, la violencia contra los inmigrantes salvadoreños en Honduras aumentó, causando fuertes protestas del gobierno salvadoreño. Finalmente, el 27 de junio de 1969, se agravaron las relaciones diplomáticas entre los dos países, mientras al mismo tiempo, grandes números de inmigrantes salvadoreños retornaban a El Salvador después de ser expulsados de Honduras. Historias de terror narradas por estos empezaron a circular entre la población salvadoreña, disparando el sentido de patriotismo y causando un extendido rechazo para los hondureños.
Al día siguiente de la ruptura de relaciones diplomáticas, los equipos de fútbol de ambos países se enfrentarían de nuevo. Este juego tendría lugar en México, D.F., y sería el juego definitivo para la clasificación a la Copa Mundial. Poco después que el juego termino, y que fue ganado por el equipo salvadoreño, la chusma se desenfreno de nuevo en Honduras, atacando casas y negocios salvadoreños, y dejando como resultado, varias personas heridas. Durante los días siguientes, el gobierno hondureño empezó una campaña de desarme en la población civil, y esto rápidamente degeneró en acciones contra salvadoreños que todavía vivían en las áreas fronterizas. Esta acción causó que el gobierno salvadoreño buscara la intervención de la Organización de Estados Americanos como mediador para resolver el conflicto, pero estos esfuerzos fueron infructuosos. Poco después, ambos países empezaron la movilización de tropas hacia su frontera común, principalmente junto al Río Goascorán, en un área cerca del Golfo de Fonseca. Los incidentes fronterizos no estaban lejanos, y quizás el más serio de ellos fue el que tuvo lugar el 3 de julio, cuando un DC-3 perteneciente a SAHSA (Servicio Aéreo de Honduras S.A.) fue atacado por el fuego de la artillería antiaérea salvadoreña, mientras estaba ganado altitud después de despegar del campo de aviación de Nueva Ocotepeque, a ocho kilómetros de la frontera con El Salvador. Después de alejarse del área, los pilotos del DC-3 reportaron el incidente a la Fuerza Aérea Hondureña e inmediatamente se enviaron dos T-28 desde el Aeropuerto Internacional de Toncontin - en Tegucigalpa - con el objetivo de encontrar de dónde había provenido el ataque. A su llegada, ambos aviones fueron recibidos de nuevo con AAA, pero estos no devolvieron el fuego ya que no tenían órdenes de hacerlo. Los pilotos hondureños se limitaron a marcar el área en sus mapas y entonces regresaron a Toncontin. El mismo día, los T-28 de la Fuerza Aérea Hondureña se mandarían de nuevo, después de que un avión no identificado se detectara volando sobre los pueblos de Gualcince y Candelaria, muy cercanos de la frontera salvadoreña. El avión, un Piper PA-28 Cherokee identificado con registro salvadoreño YS-234P, fue interceptado y se le ordenó aterrizar en el campo de aviación más cercano. El piloto del avión, sin embargo, se negó a obedecer las órdenes de los pilotos hondureños y escapó hacia El Salvador a alta de velocidad. Los pilotos de los T-28, Coronel José Serra y Subteniente Roberto Mendoza, después de verificar que el intruso había huido, retornaron a su base en Tegucigalpa.
La presencia del Cherokee en Honduras era parte de una operación avanzada salvadoreña para obtener información cartográfica y de inteligencia, en vista de la posibilidad de tener que entrar en combate con esta nación. Para este propósito los salvadoreños habían estado empleando un Cessna 310 perteneciente al Instituto de Cartografía Nacional, así como varios aviones civiles, entre ellos el Cherokee ya mencionando, los que habían estado volando misiones de reconocimiento desde fines de junio de 1969, sobre diferentes áreas de Honduras, pero más frecuentemente sobre Tegucigalpa, San Pedro Sula y las áreas fronterizas cerca del Golfo de Fonseca. Finalmente, 12 de julio la Fuerza Aérea hondureña entro en estado de alerta, estableciendo dos comandos operacionales, con maniobras correspondientes a la necesidad de efectuar una dispersión táctica de fuerzas, al igual que la salvadoreña. Estando la escena finalmente preparada para lo que sería una corta pero intensa confrontación. Lo que El Salvador intentó era efectuar un movimiento distribuido en múltiples frentes, permitiendo la toma de territorio hondureño y la captura de los principales pueblos fronterizos y entonces, solicitar la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) para obligar a una solución negociada del problema. El plan, sin embargo, no descartaba algunos avances de oportunidad más allá de esos pueblos, con tal lo permitieran los suministros de las tropas. De esta manera, las principales acciones de la campaña terrestre del Ejército salvadoreño tomarían lugar casi simultáneamente en tres frentes, siendo éstos el Teatro de Operaciones Norte, Chalatenango y Oriente. De hecho, el Ejército hondureño era el más pequeño en tamaño de Centroamérica y carecía de capacidades ofensivas. Al principio de la guerra con El Salvador, el Ejército hondureño estaba conformado por tres batallones de Infantería, seis batallones ligeros, un batallón de Ingeniera y dos baterías de obuses de 75mm. Procediendo analizar el primer día de la guerra: 14 de Julio de 1969. La acción inicial seria emprendida por la Fuerza Aérea salvadoreña y sería un bombardeo al Aeropuerto de Toncontin en Tegucigalpa, sede del cuartel general de la Fuerza Aérea hondureña (FAH). Ataques simultáneos se lanzarían contra los pueblos de Catacamas, San Pedro Sula, Valladolid, Nueva Ocotepeque, San Marcos de Ocotepeque, Santa Rosa de Copán, Nacaome, Amapala, Quipure, Yoro, Guarita, Jinigual, La Labor y la Virtud. Los aviones salvadoreños empezaron a despegar del Aeropuerto Internacional de Ilopango en San Salvador - sede del Cuartel General de la Fuerza Aérea - antes delas 17:00 horas, para que pudieran
atacar sus blancos asignados mientras todavía había suficiente luz solar, y a su vez pudieran escapar bajo la cobertura de la oscuridad después de completar su misión. La Hora "H" había sido fijada para las18:10, tiempo en el cual los primeros aviones deberían estar sobre sus blancos asignados. El C-47 FAS-104 piloteado por el Mayor Jorge Domínguez y Fidel Fernández, apoyados por los sargentos Miguel Tónchez y Miguel Jiménez, llegó a Toncontin con 9 minutos de retraso, y seguidamente comenzó a dejar caer su carga explosiva sobre el aeropuerto. Las bombas de 100 libras resbalan, una por una, sobre los rieles fijados en el piso del avión hacia la puerta de carga, en dónde uno de los sargentos las empuja hacia afuera. Al oírse las primeras explosiones, se apagaron las luces en Tegucigalpa. Hay fuego antiaéreo que intenta derribar el C-47 que vuela a 8,000 pies, pero en la oscuridad, el avión se las arregla para evadir el fuego. Las escoltas del FAS104, dos Cavalier Mustangs armados con bombas, habían despegado de Ilopango unos minutos detrás del C-47 pero debido a razones desconocidas, no llegaron a Toncontin, y decidieron dejar caer sus bombas sobre los pueblos de Jalteva, El Suyatal y Guaimaca. Similarmente, otro C-47 que había sido enviado a bombardear Toncontin, bombardeo en cambio, Catacamas. En la base de la Mesa en San Pedro Sula, las noticias del ataque a Tegucigalpa se extendieron como reguero de pólvora. Se alertan los pilotos y poco después, cuatro F4U y un T-28 despegan en busca de aviones salvadoreños que podrían estar aproximándose a la base. La búsqueda, sin embargo, que se había extendido al área de El Cañaveral, es infructuosa. Los cinco FG-1D salvadoreños asignados para atacar La Mesa, inexplicablemente dejaron caer sus bombas sobre Santa Rosa de Copan y Nueva Ocotepeque, retornando posteriormente a territorio salvadoreño. Mientras esto estaba pasando, los otros aviones civiles salvadoreños atacaron sus blancos asignados, regresando a su país sin incidentes mayores. Debe señalarse que, aparte de los Cavalier Mustangs, todos los aviones salvadoreños retornarían a sus aeródromos de dispersión en lugar de regresar a Ilopango. Como era de esperarse, el ataque de la aviación salvadoreña tomo a los hondureños completamente por sorpresa. Además de un reporte del avistamiento de dos Cavalier Mustangs enfilando hacia Tegucigalpa, tardíamente enviado desde Marcala, la FAH no se dio cuenta que los salvadoreños estaban empezando su ataque, sino hasta que se escucharon sobre Toncontin las explosiones de las primeras bombas dejadas caer por el C-47 FAS-104, que se emprendieron las primeras medidas defensivas. Esto debido básicamente al hecho que a pesar del estado de cosas entre los dos países
para finales de junio - principios de julio, el Gobierno hondureño nunca pensó que fuese posible que El Salvador los asaltara y por esta razón no había ordenado una alerta, que para la FAH significaba estar lista para despegar en menos de 5 minutos. Durante varios días, los F4U y T-28 hondureños habían estado patrullando a lo largo de la frontera con El Salvador, pero por la tarde de 14 julio, los aviones habían aterrizado, y para hacer las cosas peores, esa misma tarde el Comandante de la FAH, Coronel Enrique Soto Cano había autorizado que sus pilotos fueran a casa para cambiar la ropa y visitar a sus familias después de haber estado lejos durante varios días. En cualquier caso, después del bombardeo del C-47 salvadoreño a Toncontin, cuatro F4U hondureños despegaron en su búsqueda, pero la oscuridad les impidió localizarlo. Durante su regreso a la base, uno de los F4U casi se salió de la pista en el aterrizaje, mientras otro sufrió daños en su hélice después de un aterrizaje forzoso. Debe señalarse que, durante ese tiempo, Toncontin no tenía dispositivos de iluminación en la pista de aterrizaje, y por esta razón las operaciones nocturnas no estaban autorizadas. Poco después, tras una inspección en la base y el aeropuerto de Toncontin, se determinó que las bombas salvadoreñas habían errado completamente sus blancos, con algunas bombas caídas en una montaña despoblada al sur del aeropuerto, otras cerca de la colonia San José en Comayagüela, y con las últimas bombas cerca de la colonia 15 de septiembre. En resumen, no se reportó ningún daño material al aeropuerto. Reportes similares se recibieron de todas las áreas bombardeadas. Finalmente, el masivo ataque salvadoreño había tenido más un valor psicológico que un valor táctico, a pesar de la excelente planificación, objetivos que cualquier otra fuerza aérea habría atacado fueron obviados, en este caso particular, la refinería de petróleo de Puerto Cortés y las instalaciones de almacenamiento de combustible de aviación en Toncontin; sin mencionar, el 40% de los aviones de la FAH en La Mesa, San Pedro Sula. Por tan increíble que parezca, la FAS prefirió atacar once centros poblacionales - entre ellos, tres pueblos - sin ningún valor estratégico o táctico, dónde se produjeron daños insignificantes y que, en el gran esquema de las acciones, fueron completamente irrelevantes. También es incomprensible porqué el ataque a Toncontin fue tan débil y malísimamente ejecutado. El Ejército salvadoreño por su parte, también entro en acción después del sorpresivo ataque de la FAS a Honduras, y el primer Teatro de Operaciones en activarse, fue el Oriental - TOO – localizado en el área de El Amatillo, muy cerca del Golfo de Fonseca. La misión de las tropas del
TOO era cruzar el Río Goascorán, avanzar y capturar Nacaome, en el departamento hondureño de Choluteca. Para este propósito, los batallones IV, V y XI, apoyados por piezas de artillería comenzaron a atacar las posiciones del Agrupamiento Táctico Apolo 1 del Ejército de Honduras. Este Grupo Táctico estaba conformado por el 11 Batallón de Infantería La Trinidad y el 1 Batallón de Infantería, desplegados entre los pueblos de Amapala, San Lorenzo, Alianza, Goascorán, Aramecina y Caridad, con su Centro de Comando en Nacaome. Contrastando con esta actividad, las tropas salvadoreñas de los Teatros de Operaciones Norte y Chalatenango – TON y TOCH respectivamente – no atacarían ese día, pero deberían moverse a sus posiciones asignadas previo a su avance hacia sus objetivos en Honduras, en este caso Nueva Ocotepeque, cuidad que sería capturada por las tropas del TON, y el territorio al norte de Chalatenango que se ocuparía por el TOCH. Para estas operaciones, estaban involucradas las tropas de los Batallones de Infantería I, VIII y la Fuerza Expedicionaria de La Guardia Nacional. Enfrentando estas formaciones salvadoreñas, el Alto Mando hondureño asignó al10 Batallón de Infantería Coronel José Joaquín Rivera en Marcala, con sus unidades desplegadas en San Antonio el del Norte, Mercedes de Oriente, San Sebastián Estancia y Sabanetas. También estaban desplegándose otras columnas del Ejército hondureño a la zona de Nueva Ocotepeque, oponiéndose directamente a las tropas salvadoreñas del TON. Tuvo que pasar algún tiempo en Tegucigalpa, para que Alto Mando hondureño saliera de su estupor y empezar a organizar la represalia después del sorpresivo ataque aéreo. La autorización para atacar El Salvador vendría del Presidente López Arellano, alrededor de las 23:00 horas. Había tomado mucho trabajo para el Coronel Enrique Soto Cano, Comandante de la Fuerza Aérea Hondureña, convencer al presidente y al Estado Mayor del Ejército sobre la necesidad de devolver el golpe, al mismo corazón de El Salvador. Desde el punto de vista del Coronel Soto Cano, era de capital importancia atacar fuertemente las bases de la FAS y destruir sus aviones en tierra, esto con el objetivo de lograr desde las primeras fases, la superioridad aérea. Él también consideraba que los depósitos de combustible salvadoreños debían atacarse y destruirse para limitar las acciones de Ejército salvadoreño. Por increíble que parezca, el Presidente López Arellano y su Estado Mayor, compuesto casi completamente por Oficiales de Infantería, pensaron que era una simple incursión aérea, y por esta misma razón, no valía la pena una respuesta hondureña. Ellos pensaban que, si llevaban a cabo fuertes ataques en El Salvador, la FAH podría comprometer sus recursos, que en cualquier caso
deberían usarse para apoyar las tropas en los diferentes frentes de combate. El Ministro hondureño de Relaciones Exteriores, Sr. Virgilio Carias, también se opuso a un ataque aéreo contra El Salvador, proponiendo en cambio que las Fuerzas Armadas debían limitarse a rechazar una posible invasión al territorio hondureño, todo esto, con el propósito de solicitar por los canales diplomáticos un cese de hostilidades y buscar que la OEA declarara a El Salvador, como el agresor. De hecho, durante una reciente entrevista dirigida por los miembros de la Fundación del Museo del Aire de Honduras, el propio Coronel Soto Cano confesó que él fue al extremo de discutir - en voz alta - con el Presidente y el Alto Mando, sobre la conveniencia de efectuar ataques estratégicos dentro de El Salvador para detener cualquier posible invasión. En resumen, el 14 de julio de 1969, un pelotón del ejército hondureño ametralló la guarnición militar fronteriza de “El Poy” en Chalatenago, y con ello el ejército salvadoreño (más numeroso que el hondureño) lanzó un ataque contra suelo de Honduras y su aviación bombardeó el aeropuerto de Toncontin en Tegucigalpa, inmovilizando el 80% de la flota aérea hondureña. Ganado el dominio de los cielos, el ejército salvadoreño avanzó en territorio de Honduras (con más tropas y mejor equipado), invadiendo la población de Nuevo Ocotepeque, y penetrando hasta ocho kilómetros más allá de la frontera para la tarde del 15 de julio, acercándose peligrosamente a la propia Tegucigalpa. Al día siguiente las tropas hondureñas se lanzaron a la contraofensiva, pero sin éxito, aunque su aviación logró interrumpir la cadena de suministros y logística de sus enemigos. Hubo una paralización de la FAS el 16 de julio, el contraataque hondureño, considerado como el más intenso durante todo el conflicto, obligaría a las tropas salvadoreñas a consolidar sus posiciones en Alianza, Goascorán, Aramecina, Caridad y Langue, al punto que las operaciones ofensivas del Ejército salvadoreño se reducirían a sólo unas pocas y meticulosas patrullas, abandonando completamente cualquier idea de continuar avanzando en profundidad dentro del territorio hondureño, y volviendo su atención a la defensa de sus posiciones. Con estas acciones el Alto Mando hondureño estaba intentando resolver la complicada situación de sus tropas en Nueva Ocotepeque tratando de desviar la atención del Alto Mando salvadoreño al frente de El Amatillo, mientras intentaban reforzar las tropas asediadas en otro teatro de operaciones y detener el avance que claramente, apuntaba a alcanzar la ciudad de Santa Rosa de Copan. La razón para la escasa actividad ofensiva por parte de la FAS ese día continúa siendo poco menos que un misterio. Según los historiadores hondureños, la pausa fue causada por la falta de
combustible de aviación causada por los ataques a los puertos de Acajutla y Cutuco. Hemos visto, sin embargo, que hay pruebas de que el gobierno salvadoreño había adquirido suficientes suministros de combustible en las dos semanas anteriores al conflicto, de tal manera que todas las gasolineras del país, así como los tanques de reserva de combustible de aviación en Ilopango, y los campos de aviación de dispersión, habían sido provistos y se mantuvieron convenientemente abastecidos. De esa forma, lograron evitar cualquier escasez de combustible no solo para la FAS y el Ejército salvadoreño, como también para uso público. Otra razón que ha sido mencionada - quizás la más probable - es la disminución de la moral combativa por parte de los pilotos salvadoreños. El día más largo el 17 de julio, La exitosa emboscada de su ejército en el occidente y las victorias aéreas del capitán Soto Henríquez el 17 de julio elevaron indudablemente la moral de los hondureños en las horas previas al cese del fuego. Las victorias aéreas de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) confirmaron la superioridad sobre su adversario e impactaría seriamente la moral de los aviadores de la FAS que, prácticamente, permaneció paralizada durante las restantes horas del conflicto. Cese al fuego 18 de Julio. Temprano ese día, los representantes de la Organización de Estados Americanos -OEA - habían empezado una segunda ronda de negociaciones con los gobiernos de Honduras y El Salvador con el objetivo de alcanzar un cese al fuego y el retiro delas tropas salvadoreñas. Desde el 16 de julio, estos representantes habían visitado ambos países, pero sin poder alcanzar algún acuerdo ya que el gobierno salvadoreño insistía que el gobierno hondureño debía pagar por la destrucción delas propiedades de salvadoreños que vivían en ese país, y también garantizar la seguridad de los ciudadanos que aún permanecían en Honduras. Obviamente, el gobierno hondureño rechazó estas demandas, mientras la OEA amenazaba con sanciones económicas contra El Salvador si no obedecía el cese al fuego y ordenaba el retiro de las tropas. Como se mencionó anteriormente, la FAH continuó sus ataques en ambos frentes. Al mismo tiempo, el líder del escuadrón recibe instrucciones por radio para atacar una colina claramente bajo control hondureño - y las ignora. Después, se descubriría que había transmisiones de radio salvadoreñas que intentaban confundir a los pilotos hondureños, dirigiéndolos a atacar sus propias tropas. A finales de la tarde, el Alto Mando hondureño ordenó al Segundo Batallón de Infantería avanzar y capturar el eje Arambala - Perquin, al noroeste de El Amatillo, claramente dentro del territorio
salvadoreño. El Segundo Batallón logro alcanzarlas afueras de Arambala sin encontrar mucha resistencia de las tropas salvadoreñas, pero a las 9:30PM recibe la orden de retirarse a territorio hondureño, debido a que la OEA había logrado establecer un acuerdo de cese al fuego efectivo a las 10:00PM. El acuerdo ordenaba a las tropas de ambos países, regresar a las posiciones que ocupaban antes del comienzo de la guerra. En la mañana del 19 de julio, los siete Mustangs que el gobierno de El Salvador había adquirido empezaron a llegar a Ilopango, y el duro trabajo paramilitarizarlos, comenzó. En los frentes de batalla, y a pesar de la orden de cese al fuego, todavía seguían realizándose intensos combates. No sería hasta el día 20, que el cese al fuego tendría efecto, cuando las reservas de armas y municiones de ambos países, habían alcanzado niveles críticos. La Organización de Estados Americanos negoció un alto al fuego en la noche del 18 de julio que entró en vigor el 20 de julio y con esto acabaría la guerra de las 100 horas. El gobierno salvadoreño exigió que cesara la persecución de sus compatriotas, pero la OEA le exigió antes desalojar suelo hondureño. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto. Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima (Perú) el 30 de octubre de 1980, por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia. Esto dio paso a la solución negociada del litigio fronterizo por el control de unos 450 kilómetros cuadrados, conocido como Los Bolsones, los cuales pasaron a formar parte del territorio hondureño desde 1992, en detrimento del territorio salvadoreño.
Causas
La Migración de salvadoreños a Honduras en 1920.
La Implementación de la Reforma Agraria, pero dándose la exclusión de migrantes salvadoreños en Honduras.
La captura de 45 soldados salvadoreños con dos camiones cargados de armamento (supuestamente destinados a un movimiento contrario al del presidente de Honduras, el Coronel. Osvaldo Arellano 1957)
Por un límite fronterizo mal definido en el Golfo de Fonseca y los Bolsones en Morazán.
Tras la implementación de la Reforma Agraria en Honduras, se desalojó a los salvadoreños de sus tierras y así el presidente de El Salvador, Fidel Sánchez Hernández, acuso de Honduras de violar los Derechos Humanos.
Consecuencias
Entre 4.000 y 6.000 civiles murieron, y más de 15.000 resultaron heridos, incluyendo civiles y militares.
Entre 60.000 y 130.000 de los 300.000 salvadoreños indocumentados que vivían en Honduras fueron forzados a regresar a su país.
El fin del esfuerzo de integración comercial regional conocido como Mercado Común Centroamericano, (Modelo Económico ISI o Modelo Cepalino).
El refuerzo del papel político de los militares en ambos países. En El Salvador, en las elecciones legislativas que siguieron, la mayoría de los candidatos del Partido de Conciliación Nacional (PCN) de El Salvador, en esa fecha en el gobierno, salidos del Ejército, hicieron una enorme apología de su papel en el conflicto y, por consiguiente, resultaron victoriosos en las elecciones de diputados y alcaldes.
El agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica, lo que no logró satisfacer adecuadamente. Esto aumentó la presión social que derivó en la guerra civil que viviría posteriormente El Salvador.
Papel del futbol en los acontecimientos. El único papel del futbol fue porque Coincidió con los encuentros futbolísticos de las eliminatorias del mundial de 1970, donde El Salvador clasificó derrotando a Honduras.
El 6 de junio de 1969, en Tegucigalpa, Honduras derrotó uno por cero a El Salvador.
El 15 de junio de 1969, en San Salvador, El Salvador derrotó tres por cero a Honduras, lo que obligaba a jugar un encuentro extra para desempatar.
El desempate se jugó el 27 de junio de 1969, en México, donde El Salvador derrotó 3-2 a Honduras y con ello lograría clasificar a su primer mundial.
Conclusión La guerra del futbol también conocida como la guerra de 100 horas, por la duración de la misma, fue una guerra entre dos países centro americanos se dio a causa de que el país vecino y mucho más pequeño que es el Salvador , estaba pasando por una densidad poblacional y Honduras siendo un país más grande con mayor oportunidad de empleo, dio origen a que muchos salvadoreños emigrar a las tierras de Honduras, notamos que el nombre guerra de futbol fue prácticamente innecesario ya que el futbol no tuvo mucho efecto en las razones por las cuales se dio esta guerra. Como observamos no fue muy extenso pero si hubieron consecuencias muy fatales para ambos países pero se logró la paz gracias a que La Organización de Estados Americanos negoció un alto al fuego en la noche del 18 de julio que entró en vigor el 20 de julio y con esto acabaría la guerra de las 100 horas.
Bibliografía
INTERNET [ ENLACE] : http://franciscohistoria7a.blogspot.com/2010/09/causas-queoriginaron-la-guerra-de-el.html INTERNET [ENLACE] : http://www.elsalvadormipais.com/guerra-de-las-100-horasresumen UNITEC. Lectura Honduras “La guerra de las 100 horas” [Mario E. Overall] recuperado de enlace: https://unitec.blackboard.com/webapps/blackboard/content/listContent.jsp?course_id=_1 5400_1&content_id=_1046659_1