Uso e interpretación del MMPI-2 en español
DRA. EMILIA LUCIO GÓMEZ-MAQUEO
Facultad de Psicología UNAM
DRA. MARÍA IVONNE LEÓN GUZMÁN
Facultad de Psicología UNAM Editora responsable: Psic. Ma. Magdalena Ramos Tejeda Editorial El Manual Moderno
E d ito r ia lE lm a n u a lm o d e r n o méxico, D.F. - Santafé de Bogotá
Contenido
Prólogo
ix
De las autoras .j.
xui
Agradecimientos
xv
Ca pí tu l o 1. Eva l ua c i ó n de la personalidad por medio del MM P I y MMPI - 2
1
Antecedentes del uso del M M P I en Mé xi co La revisión del M M P I Diferencias entre el M M P I y M M P I - 2
Bibliografía
4 8 11
12
Capí tul o 2. Estudios de no rmal i za ci ón , confía bil ida d y validez del MMPI- 2 en Mé x i c o Normas para estudiantes Las normas de la po bl ac ión general mexic ana Estructura factorial del instrumento Estudios de co nf ía bi li da d y vali dez de la prueba Desarrollo de la Infrecuencia psiquiátrica para Mé xi co Bibliografía
17 17 22 28 35 38 41
Ca pít ulo 3. Ap lic ac ión y calific ación del MMPI-2 Apl ic ac ió n de la prueba
43 43
Aspectos éticos en la aplicación e interpretación del MMP I- 2 Mate rial es del M M P I - 2
50 50
Elaboración del perfil y obtención de la clave en el M M P I - 2
51
Bibliografía
57 V
VIO Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Contenido)
C a pí t u l o 4. I nt e rp re t a c i ó n de los indicadores de validez Pu nt ua ci ón No puedo decir (?) Escal a L
61 62 63
Escal a F Escal a K Nuevos in dicadores de validez en el M M P I - 2 :
65 68
Fp, IN VAR , IN VE R
69
Otros ín di ce s de inval idez de la prueba Con fig ura ci ón de las escalas de vali dez Si mu laci ón en los inventarios de autorreporte Bibliografía
Escal Capítulo as cl í ni ca5.s Aspectos generales de la interpretación de las escalas cl ín ic as Escal a 1 (Hipocondriasis, Hs) Escala 2 (De pre sió n, D) Escal a 3 (Histeria conversiva, Hi ) Escala 4 (Desv iaci ón psico páti ca, Dp) Escal a 5 (Masculinidad-femineidad, Mf ) Escala 6 (Paranoia, Pa) Esc al a 7 (Psicastenia, Pt) Esc ala 8 (Esquizofren ia, Es) Escala 9 (Hi pom aní a, Ma) Escal a 0 (In tro ve rsi ón social , Is) Bibliografía
C a p í t u l o 6. Escalas de contenido del MMP I - 2 Aspectos generales de la interpretación de las escalas de cont enido Escalas de sínt om as internos Escala s de tendencias agresivas externas Es ca la de autoconcepto negativo Escalas del ár ea de problemas generales Caso ilustrativo Bibliografía
C a p í t u l o 7. Escalas suplementarias Ansie dad (A) Rep res ió n (R) Fuerza del yo (Fyo) Alcoholismo de MacAndr ew-Rev isada ( A - M A C ) Host ili dad reprimida (H R) Domi nanc ia (Do)
72 72 77 85
87 87 89 91 94 96 98 101 103 105 107 110 114
119 119 123 126 129 129 132 135
137 138 140 142 145 146 147
Contenido 7 VII
Respons abil idad soci al (Rs) Desajuste profesional (Dpr) Gé ne ro masculin o (G M ) Gén e r o femenino (G F) Desorden de est rés po st ra um át i co de Keane ( E P K) Desorden de es tr és po st ra um át i co de Schlenger (EP S) Pr ed i sp os i ci ón a problemas con las adiccion es (P PA ) Recon ocimi ento de las adicciones ( R A ) Des ada pta ció n matrimonial (D M) Reacti vos significat ivos. Caso ilustrativo Bibliografía
pí t ul o 8. Tipos de c ó d i g o Antecedentes del uso de esta estrategia de i nt erp re t ac i ón Có di g os de dos escalas Descriptores de tipo de có di go de tres escalas Aspectos adicionales sobre la configuración d é l o s perfiles Bibliografía C a pí t u l o 9. Uso del MMPI - 2 en la e v a l u a c i ó n del alcoholismo Antecedentes Tipo s de perf il de los pacientes al co hó licos Escalas de alcoh olis mo desarrolladas en el M M P I Escalas de abuso de sustancias en Mé x i c o Puntuaciones de corte para la po bl ación mexi can a Otros análisis estadísticos con las escalas de abuso de sustancias en la po bl aci ón mexi cana Casos ilustrat ivos Bibliografía Ca pí t u l o 10. I nt e g ra c i ó n del reporte del MMPI -2 Preguntas sugeridas para las interpretaciones del MM PI - 2
Formatos de entrevista Gu í a para la el ab or ac i ón de un informe en el áre a laboral El uso del reporte del M M P I - 2 en psicoterapia Epílogo Bibliografía
148 149 150 150 151 152 153 153 153 154 158 164
167 167 171 186 189 190
193 193 194 199 206 208 209 212 219
223 224
226 237 250 263 263
Prólogo
El libro "Uso e interpretación del MMPI-2 en español", que nos ofrecen las doctoras Emilia Lucio Gómez-Maqueo e Ivonne León, viene a llena r un hueco importante sobre la co n s t r uc c i ó n, manejo e interpretación de la escala de evaluación de la personalidad sin duda má s usada en el mundo, el M M P I - 2 . Se trata de un instrumento que ha pasado las pruebas: a) del tiempoy, por tanto, de los avances del conocimiento sobre la psi c ol og í a humana y su ev a l ua c i ón , fue elaborado en 1939 y se sigue usando; b) de las revisiones, en 1982 la pri mer a versión deL MMP I fue revisada en forma sustancial, se buscaba modernizar los reactivos e inc lui r nuevas escalas para evaluar problemas no incor¬ porados en la primera versión, se modificaron alrededor de una quinta parte de los reactivo s srcinales pero la prueba co n s e r v ó su estructura básic a convi rti éndos e en el M M P I - 2 ; c) de la cultura, se ha empleado en muchos pa í ses del mundo, en culturas tan dife¬ rentes a la estadounidense —de donde surge—, como la China en donde se us ó una t ra du cc i ón del i nstrumento y en la el ab or ac ió n de un inventario pro pio ut il iz ar on parte de los reactivos de la v er¬ si ón ori gi na l; d) de la s grandes tra nsic ione s sociales como la revo l uc i ón sexual que mo dif i có sustancialmente la forma de conceptuar el homosexuali smo y los role s de g é n e r o , a pesar de las modific a¬ ciones introd ucidas en la r evi sión de 1982 es probablemente la escala más controvertida y menos consistente, aún así ha mostra¬ do utilidad para describir las diferencias de lo que se espera de hombres y mujeres en diferentes culturas. Su co n st r uc c i ón , a partir de c onductas observables en diferen¬ tes grupos de enfermos y de rescatar lo que los pacientes tenían IX
X3 Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Prólogo)
que decir de sí mismos, trascendiendo así el diagnóstico basado solamente en el dictamen autorizado del especialista, y su validación a partir de mostrar valor predictivo para diferenciar a enfermos y sanos y entre diagnósticos, lo hacen un instrumento poco comprometido con una escala definida y, por tanto, útil para muchas ori entaciones. A pesar de estas virtudes, también se trata de un instrumento que en manos poco ilustradas resulta peligroso: un usuario poco experimentado en el trabajo clí¬ nico y con pocos antecedentes sobre las limitaciones de la interpretación de los puntajes, en culturas diferentes a la estadounidense y aún dentro de ésta, pueden decidir el futuro de un trabajador sobre bases poco válidas. La doctora Lucio Gómez-Maqueo entendió el potencial de esta escala y la necesidad de adaptarla y va li da rl a a M é x i c o , y se impus o el reto de realiza r la in¬ vestigación necesaria para superar los problemas de validez y de desarrollar las normas para su interpretación. El texto que nos ofrece la do ctora L u c i o en c ol a bo r a c i ón co n una de sus alu mnas, Ivonne Le ó n, previene e ste mal uso. Junto con el Ma nu a l public ado por el la en 1995 se rá n una herramienta invaluable pa ra la adecuada a pl i ca c i ón , ca li fi ca ci ón e interpretación.
El li bro recoge la i nv es ti ga ci ón realizada en Mé xi c o por la autora del texto y de diferentes investigadores, e ntre ell os, los docto res A m a d a Am p u d i a , Isabel Reyes, Roberto Navarro, Ofelia Rivera, Ignacio Núñez, por mencionar sólo a algunos y de mú l t i pl es tes is sobre el tema, la ma yo r í a de ellas realiza das bajo la di re cc ió n de la doctora
Lucio.
Ofrece, en su primer ca pí tu lo , un paseo por la historia del M M P I , desde su concepción hasta la elaboración de su segunda versión. En el segundo capítulo incluye l os estudios sobre la nor mal iz ac ió n, la confiabilidad y validez d el M M P I - 2 en Méx ico . Su ap li ca ci ón y cal if ic aci ón son objeto del tercer ca pí tul o; la interpre tación de los indicadores de validez del perfil se abordan en un capítulo completo. La calificación actuarial mediante códigos es también considerada en un capítulo espec ial, ofreciendo al aplica dor una pos ib il id ad adic ion al para cal if ic ar e interpre¬ tar la combinación de calificaciones.
El texto aborda las características e interpretación de las scalas clínicas, las escalas de contenido y las escalas suplementarias en respecti vos ca pí t u l os , el terce¬ ro de éstos permite al lector tomar la decisión de incluir en su diagnóstico y reporte las escalas adicionales, de acuerdo con las necesidades del caso. La s autoras ofrecen un ca pí tu lo completo para el an ál is is de un probl ema singu lar, el alco holi smo, en el q ue describen los resultados de una in ve st ig ac ió n realizada en M é x i c o usando una de las escalas suplementarias. Ilustran as í los posibles usos de escalas co mo é sta para profundiza r en el estudio de los temas posibles a evaluar. A
Concluy en el libro co n un cap ítul o sobre la integr aci ón del reporte del M M P I -
2 y la r e t r oa l i me nt a c i ón a la persona que responde en inventario. Pone especi al cui dad o en alertar a los lectores sob re los aspectos ét i c os de su uso y el cui dado que debe observarse en su in t e r pr e t a c i ón y reporte, especialme nte cuando el resul tado se usa com o base para la s el e c c i ón de personal .
Prólogo O XI Los capítulos se ilustran con resultados de diferentes estudios pertinentes a cada tema abordado, provenientes tanto de la literatura internacional como de los resultados de in ve st ig ac ió n realizad os en M é x i c o , poniendo especial cuidado en ofrecer al lector la evidencia existente sobre los alcances y las limitaciones en la in te rp r et ac ió n de resultados cuando se trata de po bl a ci ón mexica na. El aplicador que sig a con cuid ado las recomend aciones de las a utoras es t a r á en posib ili dades de hacer un uso exitoso de la prueba. Se r á sin d uda un texto obligado de ps i c ól og o s dedica dos a la cl ín ic a, a la edu¬ cación y al área laboralAtara alumnos, maestros e investigadores que ven en el MMPI-2 un instrumento útil para el diagnóstico clínico y la evaluación de las ca racterísticas de la personalidad.
DRA. MARÍA ELENA MEDINA-MORA Jefe del Departamento de Investigaciones Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Mi em br o del Panel de Expertos Asesores de la O M S , de la Academ ia Mexicana de C iencias y de la Academia Nacional de Medicina
De las autoras
D r a . Em ilia Lu cio Góme z-M aqu eo La Dr a. L u c i o es profesor de tiempo completo del P osgrado de la Fac ul tad de Ps i co l og ía ; su experien cia profesional c ubre diversas ár ea s como ev al ua ci ón de la personalidad y tratamiento a ni ñ o s , adolescentes y adul¬ tos. Ha obtenido los tí tu lo s de Licenci atur a, Mae s tr í a y Docto rado en Psicología en la UNAM y tiene estudios de especialización en Psico aná lisis . Fue estudiante especial en la Maes tr ía en Psic olo gía en la U n i
versidad de Queens en Ontario Canadá. Ha realizado in ve st ig ac ió n dentro del área de Ad ap ta ci ón y Estanda ri zac ió n de pruebas psi co ló gi ca s, así como en el campo de ev al ua ci ón de tratamientos psi co te ra pé ut ic os . Ha im partido t am bi én nu merosos cursos y conferencias de act ua li za ci ón . Entre su s publicacion es se cuen¬ tan el Manua l para la apl ic aci ón y calif icac ión del In ventario Mul ti fás ico de la Personalid ad-2 y el Ma nu al par a la apl ic ac ió n y cali fi cac ió n del M M P I - A en su vers ión en español.
Es autora de los libros Psicodiagnóstico clínico del niño e Integración de estudios psicológicos. Algunos de sus trabajos han sido publicados en el extranjero, como a lgunos ca pí tu lo s en lib ros. Ta mb i é n es autora de diversos trabajos presentados en congresos nacionales e internaciona¬ les. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y ha coordinado diversos e studios en el áre a cl ín ic a.
XIII
XIV • Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Dra. María
(De las autoras)
Ivonne León Guzmán
Ivonne León es do ctora en Psi co lo gí a por la Univers idad Naci ona l Au t ón om a de México, profesora de la Universidad de las Américas. Ha participado en diversos congresos internacionales y colaborado en publicaciones en revistas especializa¬ das nacionales e internacionales, como Revista de Psicopatología, Salud Mental, Journal of Cl i n i c a l Psychology. Es colaboradora en la inve st ig aci ón acerca de la adaptación y estandarización del Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota 2 y del Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota para Adolescentes. Po see experie ncia en la ev al ua ci ón de la personalidad a ni ve l clí ni co y de selección de personal.
Agradecimientos
L a s autoras queremos agradecer el apoyo brindado por algunas perso¬ nas e instituciones, sin el cual no se hubieran logrado los resultados de in ves ti gac ión que se presentan en esta obra. En especial el C O N A C Y T , la Divisió n de Posgrado d e la Facu ltad de Psicología
de l a U N A M ,
al
Dr. Ju an José Sánch ez S osa, la Dra. M a . Elena Medina -Mora , al Dr .
James N. Butcher, Dr. Yoseff S. Ben-Porath, y al Dr. John R. Graham. Asimismo, agradecemos la colaboración de algunas instituciones para poder llevar a cabo la recolección de los datos, como el Centro de Ay ud a al Al c oh ó l i co y sus Familiares del Instituto Na ci on al de Psiquia¬ tr ía Ram ó n de la Fuente, Centro De r ma t o l óg i c o Pascua, Centros de Re¬ ad apt aci ón Soc ia l, Siste ma de Transporte Cole cti vo Metro, Univer sidad Au tó no ma de Tabasco, Universidad
Au tó no ma de Yucatán,
Hospital Fray
Bernardino Alvarez y todas aquellas otras que permitieron el acceso a poblaciones que forman parte de la muestra normativa general. No podemos dejar de mencionar la decidida participación en las investigaciones que se reportan en este trabajo,de maestros y alumnos de la Facultad de Psicología, como la Mtra. Consuelo Duran, Mtro. Luis Mo nz ón , Dra. Amada Ampu dia, M tr a. Blanca
Barc elata,
Mtr a. Lourd es
Gallegos, Mtra. María Cristina Heredia, Mtra. Georgina Loza, así como
aquellos otros alumnos cuyos resultados de tesis se presentan en esta obra o que han colaborado en los diversos proyectos de investigación que condujeron a la publicación de este libro.
XV
XVI O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Agradecimientos)
Queremos reconocer, también, la colaboración de la Mtra. Bertha GómezMaqueo, cuyo trabajo profesional no es del área de la Psicología, pero que sin su apoyo losderesultados de este proyecto hubieran Lo mismo en el caso la L i c . Magdalena Ramos, no editora en psi podido co lo gí aconcretarse. de Manua l Moderno, cuyo interés en la publicación de esta obra es invaluable. Finalmente, agradecemos el apoyo y aliento incondicional que nos brindaron nuestros familiares y amigos, así como su paciencia por las horas de atención no brindadas por estar dedicadas a este libro.
Evaluación de la personalidad por medio del MMPI y MMPI-2 En la actualidad existe un gran interés por evaluar diferentes as¬ pectos de los individuos. La necesidad de demostrar la eficacia de los tratamientos psicológicos que se proporcionan a las personas es una de las razones que ha contribuido a un incremento en el desarrollo y va li da ci ón de instru mentos. Una prueba psicológica puede definirse como una serie de reac¬ tivos que miden características de los seres humanos que determi¬ nan su conducta (Kap la n y Sacuzzo, 1997). Dado que existen mu¬ chos tipos de conductas, existen también muchos tipos de pruebas ps i co l óg ic as : de habilidades, de a ptitudes, de intereses, de inteli¬ gencia, de personalidad, entre otras. Un poco antes de la Segunda Guerra Mundial, las pruebas de la personalidad empezaron a experimentar un auge importante. Mientra s que las pruebas de inteligencia pr et en dí an medir habili ¬ dades o potencial, las pruebas de la personalidad intentaban medir características estables o rasgos. Los rasgos pueden ser definidos como disposiciones relativamente estables y duraderas, como ten¬ dencias a actuar, a pensar o a sentir que distinguen a una persona de otra. Las primeras pruebas de personalidad que se construyeron fueron de papel y lápiz, ya fuera de selección múltiple o de elec¬ ción forzada de falso-verdadero y, dado que estas pruebas tienen una estructura definida, son conocidas como pruebas objetivas estructuradas de personalidad. Las pruebas estructuradas de la personalidad pretenden eva¬ luar rasgos de personalidad, tipos de personalidad, estados de la personalidad y otros aspectos como la autoestima. De éstas, los inventarios de la personalidad son las más populares puesto que 1
2 O Uso e interpretación delMMPl-2 en español
(Capítulo I)
permiten evaluar diferentes aspectos de las diferentes facetas de un individuo y la. relaciónxualitativa de sus diversos rasgos. Una de las pruebas estructuradas de la personalid ad mas ampliamente uti liz ada es el Inven tario Mu lt if ás ic o de la Per so¬ nalidad Minnesota (MMPI). De acuerdo con Butche r y Wi l l i a m s (1992), en 1939 Starke Hathaway y J. C. McKinley (1940), guiados por la simple frustración en su práctica clínica cotidia na, empezaron a investigar acerca de instrumentos útiles para trabajar con sus_pacientes lo que. con el tiempo, re su lt ó en la pub li ca ci ón del M M P I (Hathaway, 1965). Dic hos autores desarrollaro n el M M P I como una ayuda en la tarea cotidiana de evaluar y diagnosticar a pacientes con trastornos mentales en los hospitales de la Universidad de Minnesota. Los inventarios —supuestamente objetivos— que se util izaba n en esa é po c a estaban demasiado sujetos a te or ía s ps i co l ó gi ca s de la es¬ tructura de la personalidad y se habían desarrollado con estudiantes universitarios, o medían variables no relacionadas con la psicopatología; por lo que resultaban poco úti le s para el trabajo de Hathaw ay en el se rvi cio ps i qu iá tr ic o para adultos. A pesar de sus orí ge ne s en un sencillo servicio ps iq ui át ri co en Minneso ta, el M M P I ll egó a ser el inventario de personalidad objetivo más ampliamente uti li za do e investig ado en el mundo (L ub in , e l al., 1984; Lubin, el ai. 1985; Pi ot ro wsk i y Lu b i n , 1990). Al poco tiem po de haberse desarrollado, su uso se ex t e nd i ó m á s all á de los hospitales de la Universidad de Minnesota a clí ni ca s psi qu iá tr ic as y hospita les de todo E U A em p l e á n d o s e con pacientes en diversos escenarios: medi cina ge¬ neral, con estudiantes, adolescentes internos de correccionales, personas en unida¬ des de tratamiento por problemas de drogadicción y alcoholismo, e incluso en la ev al ua ci ón de pe rsonal militar. Se apl ic ó ta mb ié n en escenarios laborales con indi¬ viduos que aspiraban a algún puesto específico, a mayores responsabilidades o a actividades estresantes como las de piloto aviador, oficial de policía u operador de plantas de ener gí a nuclear. El M M P I l legó a ser ta mbi én la medida de psi cop at ol ogí a má s ampliamente usada en estudios psi co ló gi co s y ps iq ui át ri co s, as í como en in¬ vestigaciones m éd ic as . A fines del decenio de 1940-49 e i ni ci o del de 1950-59, el M M P I cr u zó los límites nacionales estadounidenses. Las primeras traducciones del inventario se desarroll aron en Italia, Al em ania y Puerto R i c o (Butcher, 1985) y en 1976 se dis po ní a ya de má s de 50 traducciones a lenguas extranjeras (Butcher y Pan che ri, 1976). Cheung (1985) y Cheung y Song (1989), en su trabajo sobre la versión china del M M P I , desc ribieron las ventajas de usar el M M P I en lugares como Hong Ko ng o Beijing, donde existían pocos instrumentos chinos estandarizados para ayudar a los ps i có l og os cl ín ic os en su labor profesional, argumentando que qu iz á re su lt ar ía menos costoso adaptar un instrumento que desarrollar uno nuevo cuando los recur¬ sos, tanto profesionales como monetarios, eran restringidos. La ad op ci ón y ad ap ta ci ón de un instrumento bien fundamentado como el M M P I , fue posible por la existencia de trabajos teóricos anteriores e investigaciones sobre las propiedades p s i c o mé t r i c as de la prueba. Dad o que otras traducciones del M M P I ha bí an pasado el escrutinio me t o d o l ó g i c o transcu ltural (Butcher y Pancheri , 1976), Cheung (1985) se ñal ó que la adapt aci ón y vali daci ón del M M P I resultaba tam bi én
Evaluación de la perso nalidad.. . O3 m á s eficiente que la co ns t r uc c i ón de huevos in strumentos nacionales. En alg unos otros lugares se encontró lo mismo que en China, por lo que actualmente se cono cen más de 140 traducciones del M M P I en 46 pa ís es . A un en Ch ina , donde se cuenta ahora se contomaron un instrreactivo umento sdedel mM ed M i c iPónI como de la personalidad et ai, 1996), parte del mispropio mo. (Cheun g, Tales antecedentes llevan lógicamente a formular la pregunta ¿a qué se debe el éx it o notorio y la permanencia del M M P I ? Una de las respuestas obvias es que el M M P I provee de una téc ni ca útil y práctica en la evaluación de individuos que reportan problemas y síntomas de en¬ fermedad mental. Pro bablemente t a mb i é n, el gran nú m e r o de investigac iones que documentan la val id ez y con fi abi li dad del M M P I es un elemento importante para su éxi to . Debido a q ue la prueba suministra in for mac ión útil en la pr ed ic ci ón de problemas y conductas de las personas de manera eficiente y relativamente poco costosa, los cl ín ic os desean cooperar en proyectos de inv es ti ga ci ón con el M M P I : de hecho, frecuentemente contribuyen a la literatura sobre investigaciones con este instrumento. Starke Hathaway (1965) e nu me r ó varias car ac te rí st ic as estructurales del M M P I que, desde su punto de vista, agregadas a su validez, habían influido en su popula¬ ridad como los dispositivos para detectar algún tipo debidos de respuestas indeseables o invalidadas, la detección de puntajes poco confiables a problemas de lec¬ tura, el uso de lenguaje simple, la sencillez de sus procedimientos de administra¬ ción y calificación y. finalmente, la familiaridad clínica general con las variables de los perfile s. De hecho, en la actuali dad se piensa que una de las mayores vir tu¬ des del M M P I es contar con las escalas de val id ez , mismas que hacen posible evaluar la credibilidad del autorreporte de una persona. Otras cualidad es contribuyeron al prestigio del M M P I como un instrumento valioso de evaluación psicológica; por ejemplo, el hecho de que proveía evaluacio¬ nes confiables (es decir, que los puntajes resultaban ser consistentes a través de diferentes aplicaciones). Otra característica importante era que los puntajes de una persona en una escala del M M P I p od í an interpretarse dentro de un marc o normati¬ vo, es decir, el in di vi duo en c o ns i de r a c i ón po d í a ser comparado con otras personas para determinar si sus puntajes eran bajos o altos, extremos comparados con las normas o si estaban dentro del patrón de un grupo conocido —como aquellos con trastornos depresivos o esquizofrénicos, normas con las que la mayoría de los inventarios de la época no contaban. El M M P I tuvo t a mb i én una ac ep ta ci ón importante dentro de la perspectiva del estudio transcultu ral de la ps i c op at ol og í a , dado que el estudiar con s ól o un grupo de criterios las alteraciones que se presentan en diferentes culturas, contribuyó a confirmar qu e hay alt eraciones mayores —com o la de pr es i ón y la esquizofr enia— que se presentan universalmente. aunque la cultura influye en la tasa, las manifes¬ taciones y el desar roll o de los de s ó r de n e s mentales. En lo que se refiere a inve sti ga ci ón tra nscultural acerc a de la ps ic op at ol og í a. en un pr inc ipi o, és ta estuvo basada en pruebas proyectivas, pero más adelante aumentó el interés por investigar con pruebas objetivas de personalidad. La investigación transcultural con pruebas de
4 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
person alidad ha demostrado que las pruebas de papel y láp iz, co mo el M M P I , pue¬ den proporcionar datos importantes si el contenido de los reactivos y los constructos medidos son aprop iados o relevantes para la cultura estudiada. Lo s inventarios M M P I y M M P I - 2 son út iles , entre otras cosas, porque son de autorreporte y en la evalua¬ ción clínica de problemas es importante incorporar el punto de vista de la persona acerca de la ev al ua ci ón de su personalidad y sí n t o ma s (Butcher, 1996).
ANTECEDENTES DEL USO DEL MMPI EN MEXICO
Al fin al del decenio de 1960-69, cuando los investigadores en E U A ya critica ban la versió n original de l inv entario, el Dr. Rafa el Núñe z publi có el M M P I en español para la po bl ac ió n mexicana. El Dr. N úñ e z co ns tr uy ó esta ve rs ió n a partir de una primera versión de las frases del inventario realizada en Cuba por los doctores A. Bernal y E. Fe rn án de z. El Dr. Abelar do Mena, egresado de la Universidad de Yucat án también colaboró con el Dr. Núñez para desarrollar la versión en español. Al mis¬ mo tiempo que la popularidad del instrumento aumentaba, los profesionales seña¬ laron también que había serios problemas lingüísticos y deficiencias culturales en la traducción mexicana, lo que produjo distorsiones y problemas en su interpreta¬ ción. Si n embargo, el M M P I contin uó util izánd ose en la práct ica clínica y laboral pues no se consideraba que existiera otro instrumento que pudiera sustituirlo, pues¬ to que el M M P I proporcionaba una in for ma ci ón integral y mult ifa cét ica sobre la persona, por lo que co ns t it uí a una herramienta val ios a para el clí ni co y t a mb i én en el campo educativo y para la sel ec ci ón de personal. Da do que si st em át ic am en te se usaron las normas estadounidenses para la e va l u ac i ó n e in t er pr et ac ió n del inventa¬ rio, por lo general los estudios efectuados en México mostraron que los mexicanos puntuaban significativamente m á s alto que los estadounidenses en las escalas 2 (D ) y 8 (Es) (Navarro 1971, Nú ñe z, 1987; River a y Amp ud ia , 1976; Riv er a 1991). La s estudiantes mexicanas universitarias obtenían puntuaciones elevadas en la escala de Masculinidad-femineidad (5) (Avila, et ai, 1970; Casabal , C. y Wengerman, A. 1974; Am pu di a, et al. 1977; Lu c i o y Labast ida , 1993), y las muestras normales frecuentemente produjeron índices psicopatológicos en las escalas clínicas (Ampudia, etal., 1977; Cá rden as 1987; Lu cio 1976; Navarro 1971; Nú ñez 1987). Debido a que el psicólogo clínico experimentado sabía que estas elevaciones no eran realmente exactas interpretaba la prueba haciendo una corrección automᬠti ca a tales puntuaciones. Si n embargo, quienes ten ían poca experi enci a o tomaban rígidamente las puntuaciones, tomaron decisiones equivocadas con respecto a las personas que valoraron. Al gu no s estudios, inc lus o, in dicaban ma rcados ín di ce s de psicopatología en las poblaciones normalesmexicanas ( Ampudia, et al., 1977, Cá rd en as , 1987; Lu ci o, 1976, Navarro, 1971; Nú ñe z, 1987). El Dr . Nú ñ e z obtuvo algunas normas locales pero no de la po bl ac i ón ler al. A d e m á s estas normas no se o btuvieron sig uiend o una me t od o l og í a lo SL ente-
Evaluación de la persona lidad.. . O5 \ mente estricta ya que, por ejemplo, las personas no contestaron en forma anónima como e n E U A , por lo que no fue posible utilizarlas si st em át ic am en te con lo s diver¬ sos tipos de grupos de la po bl ac i ón mexicana. En el Departamento de Ps iq ui at rí a y e la Facultad de Medicina d e la UNAM se desarrollaron normas Salud Mental d para la población de estudiantes, pero se usaban sólo para investigación comparati¬ va entre diversos grupos y no al evaluar individualmente a las personas. Algunas de las dificultades para obtener normas se deben a la falta de apoyo, tanto financiero como de las instituciones, para investigar con instrumentos de eva¬ luación clínica; existen casos en donde algunas instituciones a cambio de facilitar el acceso a algunas personas que puedan contestar el inventario solicitan los resul¬ tados de las pruebas, lo cual modifica los datos obtenidos, pues la única forma de estar seguros que el participante contestará de manera espontánea —y, por tanto, sin simular— es que pueda contestar si n que los resultados le afecten. Por otra parte, también hubo investigaciones valiosas que nunca se publicaron, lo que difi¬ culta evaluar cuidadosamente la validez y confiabilidad del inventario srcinal en la po bl ac i ón mexicana. Ex is te, por ejemplo, una in ve st ig ac ió n sobre estudiantes de preparatoria en la que se obtuvieron normas amplias pero que nunca se publicaron (Avila, et al., 1970). Cons ideramos importante señ al ar que la ma yo r í a de la inves¬ tigación realizada con este instrumento se limitó a tesis de licenciatura, algunas de las cuales proporcionaron datos valiosos que no pudieron ser conocidos, ni com¬ partidos por los usuarios del inventario en diferentes ámbitos. Los datos de otras tesis, en cambio, resultaron deficientes, dadas las limitaciones señaladas, debido principalmente a falta de los recursos necesarios en México para investigar con instrumentos de evaluación de la personalidad. Algunas de las limitaciones advertidas con el uso del inventario en la pobla¬ ció n mexicana ta mb ié n se observaron en la po bl ac ió n hispana de E U A . Hol la nd y Ni ch ol s (1964) y Ma c Creary y Pad il la (en Nú ñ e z , 1987) realizaron investigacio¬ nes en estudiantes mexico-estadounidenses en internados, encontrando puntuaciones significativamente bajas en las escalas de Histeri a (3), De s vi ac i ón ps i co pá ti ca (4), § Mas cul ini dad -f emi nei dad (5) y Paranoia (6), as í como puntuaciones mas elevadas en la escala L, al igual que las investigaciones realizadas en México. Aunque el M M P I fue creado por Hathaway con una finalidad bás ic am en te cl ín ic a, en Mé x i c o su ce di ó lo mismo q ue en otros lugares del mundo, el in ventario í e m p e z ó a utili zarse con objetivos distintos, como se le cc ión de estudiantes y de per¬ » sonal. Es to, aunque por una parte lle vó a un aumento de in fo rm ac ió n acerca de lo I que el instrumento med ía, ta mb ién condujo a abusos en el uso del mism o, pues | e m p e z ó a util izars e en forma ind is cri min ada , aun cuando no fuera adecuado para la población estudiada ya que, por ejemplo, se empleó con personas que no tenían el nivel de comprensión de lectura necesario para proporcionar datos útiles. Además de lo anterior, no era necesario util iz ar una prueba tan complej a como el M M P I - 2 B para puestos que no imp li caban mayores responsabilidades. Es importante mencionar también que, dados los problemas lingüísticos que se presentaban con la versión en español del instrumento y la dificultad de lectura que evidenciaba una buena parte de la po bl ac ió n se uti li zó , en la ma y or í a de los casos.
6 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
ICapítulo I)
solamente una forma corta que incluía 370 reactivos. Lo anterior no permitió inte¬ grar en el trabajo realizado con el inst rumento en M é x i c o toda la in ve st ig ac i ón que se hi zo en E U A acerca de las escalas suplementarias que fueron surgiend o a lo largo del tiempo. Esta omisión no permite hacer comparaciones entre algunas es¬ calas suplementarias que resultaron bastante útiles en otros países, como la de Mac An dr ew y la nueva ve r si ón de és ta que existe ahora en la nueva ve rs i ón del inst ru¬ mento. De bi do a ell o se conside ra ahora muy importante, toda vez que sea pos ibl e, utilizar la versi ón
completa del M M P I - 2 , lo que pe rmi tir á establecer con may or
detalle y fineza la vali dez y conf iab il ida d del inst rumento en Mé x i c o . Aunqu e es difí cil combi nar las necesidades pr á ct i ca s con la inv es t ig ac i ón , debe buscarse este objetivo, pues ello nos permitirá tomar decisiones más adecuadas sobre las perso¬ nas a las que se aplica el instrumento ya que, dado que trabajamos con seres huma¬ nos, ni ng ún esfuerzo puede considerarse excesivo. A d e m á s , muchas de las o casio¬ nes en las que se omitían los restantesreactivos del MMPI, se utilizaban otras pruebas que no aportaron una in fo rm ac ió n má s signi fica tiva que uti liz ar el Minnesot a en su versión completa. En el trabajo de ad ap ta ci ón del M M P I - 2 a la po bl ac ió n mexicana se tomaron en cuenta tanto las recomendaciones con respecto al uso del instrumento, la meto¬ do l og ía utili zada p ara su co ns tr uc ci ón y re vi si ón , así como la importante base de in ve st ig ac ió n llevada a cabo en E U A y la revi sió n de la l iteratura publicada en México acerca del inventario.
CONSTRUCCIÓN DEL INSTRUMENTO El M M P I se con str uy ó con un enfoque em pí ri co , por medio del cual se pr eten día
obtener grupos de escalas que diferenciaran entre diferentes grupos de pacientes. Este enfoque, que r e qu er í a determinar e m p í r i c a m e n t e reactivo s que diferenciaran entre grupos diversos, es muy c o mú n ahora, pero co ns ti tu ía una i nn ov a ci ó n impor¬ tante en la época en que el instrumento fue construido. Hathaway y M c K i n l e y recopi laron un conjunto amp li o de posibles r eactivos (alrededor de 1000). que eran en su mayoría, indicadores de síntomas de trastornos mentales o de otros problemas tratados en su servi cio p si qu i át r i co . No te ní an no¬ ción preconcebida de si un reactivo particular estaba relacionado con el constructo de in te r és —por ejemplo, con la esquizofrenia—. En cam bio, compararo n em pí ri ¬ camente las respuestas de los individuos normales con las de los grupos de pacien¬ tes bien clasifi cados, a fin de determinar c uá l es reactivos ser ía n incl uid os en una escala particular. Su enfoque objetivo ha sido referido como "cieg o o empi ri smo de desecho", ya que se desechaban aquellos reactivos que no diferenciaban entre los diver sos grupos. Sin embargo, algo que a menudo es pasado por alto y que es necesario tener en cuenta, es que Hathaway y Mc K i n l e y tuvieron gran cuidado en la redacción inicial y la selección final de los reactivos, así como en la elección de
los grupos crite rio, por lo que estos aspectos del procedimient o de co ns t r u c c i ó n del inventario no pueden ser considerados "ciegos".
Evaluación
de
la personalidad
...
.17
s Lo s reactiv os se formularon a partir de las historias cl ín i ca s de los pac ientes del hospital psiquiátrico de Minnesota, así como de lo que los mismos pacientes decían acerca de sí mismos y de sus síntomas, ya que los autores de la prueba consideraban que d esde el punto de vis ta cl í ni c o la mejor manera de saber lo que le sucede a una persona es pr e g u n t á r s e l o , aunque ta mb i é n es necesario considerar los síntomas que los demás observan en ellos. También utilizaron reactivos provenien¬ tes de otras escalas previamente publicadas, que se referían a actitudes personales y soci ales, y de algunos li br os de texto. Al final tuvi eron un grupo de 1000 reactivos de entre los que seleccionaron 504 que consideraron ser realmente independientes uno del otro. Lo anterior im pl ic a que Hathaway y M c K i n l e y desarrollaron el M M P I sobre la base de la validez de reactivos y de escalas, esto es, que requirieron que cada uno de los reactivos fuera asignado a una escala sólo si objetivamente distinguía entre un grupo criteri o (p. ej., pacien tes con d e pr e s i ó n y la muestra normativa constitui¬ da por visitantes supuestamente saludables de los hospitales de la Universidad de Minnesot a). Dentro de la m uestra normativa se in cl uy ó ta mb ié n a perso nal del hospital como médicos, enfermeras y a grupos de estudiantes universitarios. La muestra clínica estuvo constituida por pacientes que presentaban las patologías mayores, di vi di do s en subgrupos crit erio de acuerdo con el di a g nó s t i c o que ha bí an re cib ido ; en los casos en que hubo dudas di ag nó s t i c as o que se les as i gn ó má s de un d i a gn ó s t i c o , el paciente no era in cl ui do en el estudio. Es importante mencionar q ue este enfoque está basado en considerar variables categóricas, más que variables continuas en la c o ns t r uc c i ón de la escala, pu es un grupo crit erio es el qu e tiene una patología, mientras que un grupo normal es aquel que no la tiene. Los autores de la prueba eligieron para el inventario afirmaciones con las que el participante podría estar de acuerdo o en desacuerdo, de manera que se pudieran usar las respuestas "Verdadero" o "Falso". Este enfoque involucró una evidente tarea de au t oa pl i c a c i ó n de manera que el inven tario po d í a ser contestado por i nd i viduos con un niv el a c a dé m i c o no muy elevado (6 grado) y en poco tiempo (gene ralmente una hora y media) . Hathawa y y M c K i n l e y pensaban que los pacientes que o
resp ond ían al M M P I a los síntoma s o reactivos s imilare s, tendrían un diagn
ós tico
semejante. Por ejemplo, un individuo que marcaba muchos síntomas en relación con la depresión, probablemente se asemejaba más a los grupos de pacientes depri midos que a otros grupos cl ín i co s. As i mi s mo , se de bí a considerar como indi viduos con mayo res problem as a quienes marcaban m á s s í nt om a s de un tipo particul ar que aquellos que reportaban menos síntomas. Los autores consideraron que el formato de respuesta Falso o Verdadero facilitaba a la persona responder al inventario, lo cual debe tenerse en cuenta considerando que se trataba de un inventario que debía ser contestado por personas con alteraciones emocionales. A fin de cuantificar la rel ac ió n entre la canti dad de sí nt om as ps i co ló gi co s y la sim il it ud del di ag nó st i co , desa rrollar on escalas por medio d e las cuales los in di vi ¬ duos podrían ser comparados con variables particulares. Un grupo de reactivos contestados en una di r e cc i ón def inida, constitu ye una escala. As í , las escalas del M M P I fueron concebidas como d imensiones cuantificables q ue reflejan problemas
8 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
particula res como la de pr e s i ón o la hipocondria sis. De acue rdo con Graham (2 000) se est ab le ci ó t a mb i é n la vali dez cruza da de cada escala cl ín ic a (p. ej., la escala de de pr e s i ón ) , para lo cual se ap l i có la escala a nuevos grupos de indivi duos norm ales, a pacientes con ese di a gn ós t i c o clí ni co y a personas con otros dia gn ós t i co s. Cuando se encontraban diferencias significativas entre los puntajes del grupo normal, el grupo cl ín ic o esp ec íf ic o y los sujetos de otros grupos cl ín ico s, la escala se considera ba con adecuada va li de z cruzada y, por tanto, li st a para ser empleada en el di ag nó s¬ tico difer encia l de nuevos pacientes cuyo di a g nó s t i c o fuera desconoci do. Poste¬ riorm ente, Ha thaway y M c K i n l e y desarro llaron ta mb i én cuatro escalas denom ina das "de val id ez ", c uyo pr o pó s i t o era detectar actitudes con las c uales el in di vi du o intentaba distorsionar sus respuestas al contestar el inventario.
LA REV IS IÓ N DEL MMPI A pesar de que el M M P I hab ía sido el inventario má s utilizado en la práct ic a clí ni ca, no ca re cí a de problemas tanto en E U A como en Mé x i c o y en otros pa ís es pues, como Hathaway (1965, p. 462) señaló, podría ser criticado por "su perpetuación de la nos ol og ía di ag nó st ic a derivada de Kraepel in". Esto s problemas se hicieron má s evidentes con l os camb ios en el di ag nó st ic o psi qu iá tr ic o, parti cularmente con l as transformaciones en el Man ua l di a gn ós t i c o y es t ad í s t i co de los trastornos mentales ( D S M ; Ame ri ca n Psy cho lo gi cal Ass oci at io n, 1952; 1968; 1980; 1987). Este mis¬ mo autor (1965) también indicó que había algunos problemas con el método de se le cc ió n de re activos para las escalas, pero no hizo ninguna ac la ra ci ón adi cion al. Co n el tiempo, otras personas se ña la ro n problemas en el M M P I srci nal . Butcher (1972), junto c on otros autores com o Telle gen (But cher y Tel le gen , 1966) y Owe n (Butc her y Owe n, 1978), con cl uye ron que muchos reactivos del inventar io eran obsoletos o poco convenientes, y recomendaron que el instrumento fuera revisado para el imi nar estos reactivo s y ampli ar el conjunto inc luye ndo temas c o n t e m p o r á neos. Ta mb i én se c ue st i on ó el uso de las normas srcinales. Butcher (1 972) señ al ó que la muestra normativa sobre la que se basaron las escalas del instrumento srci¬ nal no era apropiada para muchas de las comparacion es c o n t e m p o r á n e a s , ya que se co mp on í a esencialmente de individuos ca uc ás i co s, campesinos de Minnesota, mien tras que el instrumento se usaba en todo E U A con una amp li a variedad de in d i v i duos. Tanto Colligan y colaboradores (1983) como Parkinson y Fishburne (1984) realizaron estudios que demostraban que las normas srcinales eran inapropiadas para uti liz ars e en el decenio de 1980-89. Si bien en E U A exis tí a esta serie de dificultades, en otros paí se s como Mé xi c o los problemas eran m ayores, pues si para E U A las normas eran inadecuadas, lo eran toda vía má s para Méx ic o se acentuaba la inc onv eni enc ia de algunos de los reactivos, a lo que se agregaba el problema ya señalado del lenguaje. Otro de los contratiempos era el uso de las normas para los adolescentes, pues si las normas no A
Evaluación de laperso nalidad.. . £79 resultaban lo adecuado que se esperaría para la población mexicana en general, este problema se agudizaba en los adolescentes mexicanos. De hecho, hubo varios investigadores que en E U A desarroll aron normas es pe cí fi ca s para adolescentes. Sin embargo, dado que el inventario funcionaba razonablemente bien, espe¬ cialmente en el área clínica y que no había otro instrumento que lo sustituyera, el M M P I si gu ió sien do el c uesti onari o de per sonalidad má s ampliamente utiliza do tanto en la cl ín ic a como en la in ve st ig ac ió n. No obstante, por los problem as se ñ al ad os , en 1982 la edito rial de la Un i ve rs i dad de Mi nn es ot a representada por Bev er ly Kaemm er. se dio a la tarea de revisar el instrumento; para lo cual co ns ti tu yó un Co mi té de re es ta nd ar iz ac ió n en el que par ticip aron James N. Butcher de la Univ er si da d de Min nes ota y W. Grant Dahlstr Om de la Universidad de Carolina del Norte, quienes iniciaron esta tarea ese mismo añ o. En 1983 se les unió John R. Gra ham de la Uni ve rs id ad del Estado de Kent y posteriormente, en 1986. Au ke Tellegen de la Uni ver si dad de Minnes ota t a mb i é n se in co rp or ó al proye cto. La tarea del Proyec to de re es ta nd ar iz ac ió n era modificar el folleto de la prueba srcinal y conducir las investigaciones para desarrollar nue¬ vas normas para el instrumento. Los fondos para el proyecto fueron proporciona¬ dos por la editorial de la Universidad de Minnesota con los ingresos de la venta tanto de En los el materiales delreestandarización M M P I como dehabía los servicios de cal ifuna ic acconservadora ió n e interpre tación. comité de dos posiciones, que buscaba cierta continuidad entre el instrumento srcinal y el nuevo, y otra más rad ica l, que p r et en dí a modifi car totalmente el inventario. Dado que uno de los usos más frecuentes del instrumento era, como ya se men¬ ci on ó, co n adolescentes, en el prime r año del proye cto el co mi té d ec id ió desarro llar dos folletos experimentales por separado para usarlos en la recolección de datos, uno para adultos (Forma A E X ) y otro para adolescentes (Forma Ad o l E X ) . Cada folleto experimental inc lu ía todos los reactivos del M M P I , algunos con una ligera mejo rí a en la re da cc ió n (Butcher et al., 1989; Butcher y Wi l l i a ms , 1992). A ambos folletos experimentales se añ adier on reactivos que me d ía n nuevos contenidos (p. ej., conduc¬ tas suicidas, di sp os ic ió n al tratamiento, conductas Tip o A. problemas en re la ci ón a l uso del alcohol y otras sustancias). Además, se agregaron los reactivos apropiados al desarroll o de cada uno de los fol letos (p. ej., ada pt ac ió n laboral a la For ma A E X , y reactivos de ad ap t ac ió n escol ar a la For ma A d o l E X ) . James Butcher, Grant Dahlstrom y John Graham, con as es or ía de otros expertos en el M M P I , redactaron los nuevos reactivos para la Forma A E X . A sim is mo , estos autores invitaron a Ca ro ly n Williams, experimentada en el trabajo con adolescentes, a participar con ellos en la re dac ci ón de reactivos para el folle to de la Forma A d o l E X . De acuerdo con Butcher y Will ia ms (1992), el Co mi té de ree st an da ri za ci ón del M M P I , esta ble ció varios objetivos principales: • . Revis ar y modernizar l os react ivos del M M P I eliminando los q ue eran controvertibles, no funcionales u obsoletos, remplazándolos por aquellos di rigidos a pr oblemas clín ic os y aplicaciones co nt em po rá ne as , incluyendo los de las escalas cl íni ca s y de vali dez srci nales en la primera p arte del folleto.
10 a Uso e interpretación del MMPI-2 en español •
•
(Capítulo I)
Asegurar la conti nuidad del instrumento or ig in al , manteniendo virtualmente intactas las escalas de validez normativas y algunas suplementarias. Los estudios demuestran que las versiones del M M P I - 2 de estas escalas son comparables a las versiones del M M P I ori gi na l y, por tanto, pueden ser consideradas como equivalentes (Ben-Porath y Butcher, 1989a; 1989b). Des ar ro ll ar nuevas escalas di ri gi da s a problem as que no estaban cubiertos en el M M P I ori ginal .
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•
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Reco le ct ar nuevas muestras de adultos y adolescentes, representativas de la po bl ac ió n de E U A , selec cionadas al azar, para desarroll ar normas apro¬ piadas a la épo c a. Desar roll ar una nueva di st r ib uc ió n normativa para las escalas de adultos y adolescentes, que pudiera refle jar mejor los problemas cl í ni c os y resolver el punto de la falta de uniformidad en la clasificación percentil que ocurría con las escalas del M M P I original (p. ej., las puntuaciones T de un valor dado no eran equivalentes en los percentiles a través de las escalas). Reco lec tar un amp li o rango de datos c l í ni c os para evaluar los cambio s que se d e b í a n hacer en las es calas srci nales y val ida r las nuevas escalas .
Estos objetiv os del proyecto d e re es t an da r iz ac i ón de la prueba se consiguieron a través de una posición intermedia en la que se tomó en cuenta la visión conservadora de la modificación del instrumento, pero también la visión innovadora del comité. L os dife rentes grupos que se inc luy er on en E U A para obtener la nueva ve rs ió n del M M P I - 2 fueron los siguientes: • • • • • • •• • •
La muestra nor mat iva que i n c l uy ó 260 0 personas, de las cuales 1138 fue¬ ron hombres y 1462 mujeres. Un grupo de 901 mil ita res . 251 marinos. Un grupo de 220 personas de la Fue rz a A é r e a . Estudiantes unive rsi tar ios , de los cuales 797 eran mujeres y 515 hombres. 271 candidatos a pi lo to aviador . 423 pacientes ps iq ui át ri co s. 502 pacientes con dolor crónico, de los cuales 268 eran hombres y 234 mujeres. 1174 a l c oh ó l i c os y co n a di c ci ón a sustancias, de los cuales 832 eran hom¬ bres y 342 eran mujeres.
La composición racial de la muestra normativa estadounidense fue la siguiente: 8 1% ca uc á s i c o s ; 12% afroamericanos; 3% hispan os; 3% indio s norteam erican os; 1 % estadounidenses de ori gen as i á t i c o. La edad de los participant es iba de 18 a 85 años (Media [M] = 41.04; desviación estándar
[DE] =15.29), la educación formal
iba de 3 a 20 años (M= 14.72; DE =2.60). La m a y o r í a de los hombres (61.6 %) y mujeres (61.2%) de la muestra estaban casados. Aproximadamente 32% de los hombres y 2 1 % de las mujeres te ní an una pos i c i ón profesional o de gerencia, y un 12% y 5% de hombres y mujeres eran trabajadores, respectivamente. El ingreso fa-
Evaluación de la personalidad^ 11
mi liar prom edio i ba de $ 30 000 a $ 35 000 ( E U A ) para los varones y de $ 25 000 a $ 30 000 ( E U A ) para las mujeres. Aproximad ament e 3% de los hombres y 6% de las mujeres de la muestra normativa estaban recibiendo tratamiento por problemas de salud mental al tiempo de su pa rt icipa ción en el estudio. Se i nt en tó hacer esta mues¬ tra equiparable a los datos del Cens o de 1980, en algunas variables es pe cí fi ca s.
DIFERENCIAS ENTRE EL MMPI Y MMPI-2 Co mo resultado de este proceso de re e s t a nd a r i z a c i ón —que, como es evidente, no sól o tuvo objetivos muy amplio s en lo que se refiere a los pr op ós i t o s sino t a mb i é n a los diferentes grupos utilizados— se obtuvo un instrumento mejorado en algunos niveles y bastante diferente en otros. El trabajo de este grupo tuvo una duración aproximada de 7 años.
Aunque las escalas básicas se mantuvieron más o menos intactas, hubo cam¬ bios importantes en el ni ve l de los reactivos que se resumen en el cuadro 1-1; como se observa, alrededor de 100 de los reactivos de la s escalas bá s i c a s sufrieron modi¬ ficaciones, lo cual indica que aunque exista continuidad entre las escalas básicas del M M P I ori gina l y la nueva ve rs ió n, de cualquier m anera el ins trumento difi ere en muchos aspectos en las escalas tradi ciona les. Estas modif ica cio nes hacen que el instrumento sea m á s f ác il me nt e comprensible y actuali zan el lenguaje empleado. En el cuadro 1-2 se señalan algunas de las semejanzas y diferencias entre la ver sión o riginal del M M P I y el M M P I - 2 . Es importante considerar que el instru¬
mento se ha mejorado considerablemente en diferentes aspectos; por ejemplo, el contar con un grupo normativo tan extenso y de diferentes regiones del país hace que las normas puedan ser má s útil es no sólo en E U A , sino tam bi én en otros pa í se s, pues esta muestra normativa estadounidense incluyó grupos étnicos muy diversos, cosa que no se lo gr ó con el inst rumento or ig in al . Otra de las innovaciones significativas es la cali fi cación de las escalas bás icas y de contenido por medio de las T uniformes, que permite hacer una comparación más equitativa entredelasprocedimientos diversas escalasestadísticos que formanmucho un perfi l. Estas calificaciones T unifor¬ mes requieren más complicados que el cálculo de las calificaciones T lineales. Fueron Tellegen y Ben-Porath quienes introdujeron este procedimiento nove doso, que permite t am bi én obtener tipos de có di go m á s exactos.
VENTAJAS DEL MMPI-2 Dadas las diferencias mencionadas entre ambas versiones de la prueba, es claro que el M M P I - 2 constituye un mejor instrumento y m á s adecuado para detectar problemas emocionales en las personas. Además, permite evaluar otras áreas que no se in cl uí an en el M M P I or ig in al . Po r otra parte las mejoras al lenguaje hacen
12 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
CUADRO
1-1.
Cambios y omisiones de reactivos y sus efectos en las escalas básicas
bá sic
as
Núm er o de Reactivos Omisión
Escala
(Capitula 11
L F
4
K
Tipos de cambios
Sin cambios
Con cambio
15
2
1
1
60
12
1
5
30
1
Hs
1
32
5
D
3
57
2
A
B
c
D
6
1 1
1
3
1
1
Hi
60
9
4
2
3
Dp Mf
50
4
1
56
6
1
2 2
1
1 2
Pa
40
2
1
Pt
48
2
1
1
Es
78
13
7
5
4
1 1
1 Ma 46 7 4 2 69 1 6 3 2 1 Is 16 Ninguna en alguna 3 3 3 escala básica Nota: A = eliminación de posible lenguaje sexista; B • modernización del idioma y su uso; C = clarificación gramatical (tiempo, vo z, a diciones y omisiones menore s); D = simplificaciones. Reproducido con au toriza ción de a Facultad de Psicologí a d e la UNAM y Editorial El Manual M oderno de l Inven tario M ultifásico de la Personalidad M innesota-2 (MM PI-2), D. R. © 1995.
que la aplicación sea más fluida. El hecho de haber incluido las escalas suplemen¬ tarias en un per fil permite un uso que se a de c úa mejoren ambas medidas. En E U A existen diferentes formatos, como pasta gruesa, pasta delgada, cintas grabadas y versiones en computadora que facilitan la aplicación del instrumento. En la actua¬ lidad se está desarrollando en México una versión en audiocasetes que puede ser muy útil en la evaluación de poblaciones que tienen algunos problemas en el nivel de com pr en si ón de lectura como, por ejemplo, los pacientes psi qu iá tr ic os .
— BIBLIOGRAFÍA Stilman, M . , Villanueva, E. (1977) Tendencia a la sotnatización en estu diantes de matemáticas (estudio com parati vo entre est udiantes de matemáticas y MMPI). Tesis de licenciaturano publicada. Uni¬ medicina utilizandola prueba del
Ampudia, A . ,
versidad Nacional Autónoma de México. Avila M . Y.. Izaguirre.H . C . Sánchez. Q. C . (1970)Normas decalificación en ado les centes en la E.N.E.P. de la a.N.A.M. Tesis delicenciaturano publicada. Universi¬ dad Nacional Autónoma de México.
Evaluación de lapersonalidada
CUAD RO
13
-2 . Com parac ión ent re el MM PI or igi na l y el MM PI- 2
MM PI ORIGINAL
MM PI- 2
Incluye 566 reactivos Contiene 16 reactivos repetidos
Incluye 567 reactivos No tiene reactivos repetidos
Incluye varias áreas de contenido inconveniente: preferencia sexual, religión, funcionamiento intes tinal o urinario. El estilo del lenguaje de algunos reactivos es anticuado
Se eliminaron los reactivos inconvenientes y anti¬ cuados. Se mod e rn iz ó el l eng uaje de alr ededor de 14% de los reactivos
Numerosos reactivos no se puntuaban ni se utili zaban
Se e liminaron a quellos reactivos que no se utiliza¬ ban. Se sustituyeron con nuevos reactivos que se refieren a temas como suicidio, abuso de drogas y alcohol, la condu cta ' Tipo A y la dis po sic ión al tratamiento
Contien e 4 escalas de valide z: ?, L, F, K
Contiene las 10 escalas básicas: Hs, D, Hi, Dp, Mf, Pa, Pt, Es, Ma e Is
Contie ne 7 escalas de valide z: ?, L, F, K, Fp y 2 escalas de Con sistencia de las respuestas IN VAR eINVER Contiene 10 escalas básicas casi idénticas a las del MMPI srcinal: Hs, D, Hi, Dp, Mf, Pa, Pt, Es, Ma econtenido Is. La diferencia es que algunos reactivos con poco conveniente fueron elimina¬ dos de las escalas F, Hs, D, M f e Is
La co rr e cci ón K se debe agr egar a las es calas Hi, Dp, Pt, Es y Ma
La co rr e cc ió n K se agrega a las esc alas Hs, Dp, Pt, Es y Ma
El rango de edad para la muestra normativa fue de 16 a 65 años
El rango de edad para la muestra normativa fue de 18 a 84 años
Evalúa problemas con relación al consumo de al cohol y drogas. Contiene la escala Mac, de 49 reactivos
Evalúa problemas con relación al consumo de al¬ cohol y drogas. Contiene la escala Mac revisada, de 49 reactivos. Se eliminaron 4 reactivos incon¬ venientes, que fueron sustituidos por 4 reactivos nuevos, los cuales diferencian empíricamente entr e paci entes al co hóli co s y otros pac ient es psi quiátricos. Se desarrollaron dos nuevos indica¬ dores de abuso de sustancias: la PPA (Propen¬ sió n a problemas con las adicciones) y la RA ( es cala de Reconocimiento de adicción)
Cuando se analizan las 13emergen escalas 4 de Val idez y Est ándfactorialmente ar , por lo general factores: A, R, Mf, Is
CuandoyseBásicas analizandelfactorialmente las escalas de Validez MMPI-2, emergen los mis¬ mos 4 f actores y en igual magnitud: A, R, Mf, Is
Se dispone de las subescalas Harris-Lingoes, las cuales aportan hipótesis basadas en el contenido de los reactivos para la interpretación de las es calas clínicas
Se dispone de las subescalas Harris -Lingoes para el M MPI-2
Se dispone de las Subescalas Serkownek para la escala Si, las cuales sirven para de sarrollar hipó¬ tesis basadas en el contenido de los reactivos
Se dispone de nuevas subescalas para formular hipótesis acerca del contenido de los reactivos para la e scala Is
En el MMPI se dispone de frases significativas obtenidas empíricamente por Koss y Butcher
Las frases signifi cativas de Koss-Butcher se con¬ servan práctica men te intac tas en el M MPI-2. Ade-
14 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo I)
1 (Continuación) MMPI ORIGINAL
MMPI -2
más a dos grupos de reactivos (Depresión-Sui¬ cidio y Alcohol-Crisis) se les agregaron 4 reacti¬ vos a cada uno, con base en nuevos análisis em píricos Las es calas de Con tenido de Wiggins consti tuyen una medida psicométricamente sólida del conte nido de las respuestas de los sujetos
Un nuevo grupo de 15 escalas de Contenido se desarrolló para evaluar las principales dimensio¬ nes de contenido de los reactivos en el MMPI-2. Estas escalas construidas con una base lógica y estadística poseen indicadores altamente confiables y válidos de las principales áreas de contenido en el MMPI-2
Las normas del MMPI srcinal estuvieron basadas en 724 visitantes del hospital de la Universidad de Minnesota y algunos grupos espec iales como, por ejemplo, los trabajadores del hospital de Minnesota
La muestra normativa del MMPI-2 fue obtenida aleatori amente de varios E stado s: C alifornia, Minnesota, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Washington. Fueron incluidos un total de 1138 hombres y I462 mujeres
El nivel educativo la muestra srci en nal era del octavo promedio grado (2 de año de secundaria la población mexicana)
El nivel educativo lar a los dat os del promedio censo d fue e E de UA13deaños, 1980simi
La omisión de reactivos era permitida y, de he cho, promovida en la recolección de los datos del M MPI srcinal, l o cual pro du cía punt ajes ele¬ vados de 'no puedo decir'. Esto provocaba puntajes promedio menores en el grupo norma¬ tivo srcinal, comparados con las m uestras más recientes, en las cuales se promueve no dejar reacti vos sin responder
En el MMPI-2 se promueve que el participante responda a todos los reactivos. Los perfiles me¬ dios son menos afectados por la omisión de reactivos
Los puntajes T srcinales para el MMPI fueron puntaj es T li nea les. No se hiciero n esfuerzos para tener puntajes T equivalentes entre las escalas
Los puntajes T del MMPI-2 para las 8 escalas clí nicas y las 15 escalas de contenido son puntajes T unifor mes bas ados en la d istri buc ión de punta jes en una única escala compuesta. Un determinado nivel de T es eq uivalent e en té rm in os de rang o percentilar a lo largo de las escalas clínicas bási¬ cas y de las de contenid o
Los rangos percentilares a lo largo de las escalas vanan par a una determ inada ele vac ión del pun taje T
El rango percentilar para un determinado puntaje T es unifor me a lo larg o de las 8 esc alas clínic as srci nales y las 15 escalas de conten ido
No se obtuvieron datos normativo del MMPI srcinal
Se dispon e de datos test-retestde una semana para una submuestra del grupo normativo del MMPI-2 (N = 82 hombres y 111 mujeres). La confiabilidad varió de .58 a .91. La mayoría de las escalas tuvieron una confiabilidad mayor a .75
o
test-retestpara
el grupo
Sólo se registraron los datos de edadty sexo de los individuos que conformaron la muestra nor¬ mativa srcinal
Se obtuvo extensa información biográfica y de sucesos de vida para la muestra normativa esta¬ dounidense del MM PI- 2
Evaluación de lapersonalidad a ¡5
CUADRO 1-2. (Continuación) MMPI-2
MMPI ORIGINAL
La muestra del MM PI-2 fue má s diversa en térmi La muestra srcinal estu vo comp uesta prin cipal nos del nivel s o c i o e c o nó mi c o , la pertenencia a mente por om h bres y m ujeres ca uc á s i c o s , resi grupos ét ni c os y el luga r de res ide ncia de lo s par dentes en una zona rural Minnesota de ticipantes
Las claves de cali fi caci ón e s t á n disponibles para
Las cl aves de cal ificación est án di sponibles pa ra la cal ificación a man o de las esca las del MM PIlos usu ario s delMMPI2
Se disp one de una vers i ón del MMPI con m anual, Se dispone de una versión del MMPI-2 con ma hojas de respu esta, per files de escalas ic bás asnu yal, hojas de lectora ópti ca para calif ic ac ió n ma nual y de com putadora, per filespara las esca las
plantillas
clínicas básicas, de contenido y suplementarias, así com o plantillas para los tres tipos escalas de
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Estudios de normalización, contabilidad y validez del MMPI-2 en México
2
fin de poder util iza r cualquier pr u« ba —y especialmente una tan compleja como el M M P I — en una pobl ació n diferente a aquella con la que se el ab or ó y e st a nd a r i z ó, se requ iere de un proceso de ad ap ta ci ón asimismo complic ado. Al gu nos autores (Butcher, 1996) sugieren quepara el proceso de ad el apinventario, tación , dado el niv el de lectura que se requiere comprender puede iniciarse con estu¬ diantes universitari os, que ad e m á s son bastantes sinceros y e spont á neos al contestar el invent ario. Es por ell o que en M é x i c o la prueba se ap l icó inici alme nte a un grupo de 1920 estudiantes de la Unive r¬ sidad Nacional Autóno
ma de Méxi co ( U N A M ; Luci o y Re yes, 1994).
NORMAS PARA ESTUDIANTES Se s el ec ci on ó una muestra representativa de la pob la ci ón universita¬ ria, de las diversas carreras que ofrece la UNAM. L a muestra se obtuvo al azar, para lo cual resultaron sorteadas las facultades de Artes plásticas, Contaduría y Administración y Ciencias como re
presentativas de dicha po bl a c i ón . Originalme nte se seleccionaron 2246 estudiantes, equivalentes a 10% de la pob l a ci ón de ni ve l lic en ciatura de la U N A M al t iempo en que se realizó la inves tigació n. Se
excluyó a algunos participantes por diversas razones, como el que su edad no cayera en el rango de entre 17 y 36 añ os , el que los datos de id en ti fi ca ci ón del protocolo f ueran incompletos, el no marcar el sexo o la edad, así com o no cu mp li r con los criter ios de val id ez del
17
18 O Uso e interpretación delMMP1-2 en español ESCALAS
Sglas y nombres en español e inglés, correspondientes al emp leo teór ico-pr áctico de las es calas del MM PI-2 ? No puedo decir ? Cannot Say L F K
Escalas de validez Mentira Infrecuencia Correcci ón
Validity Scale s Lie Infrecuency Correclion
L F K
MMPI-2
HR Do Rs Dpr GM
GF Additional Adicionales BakF Infrecuencia Fp EPK posterior VRIN Variable ResponINVAR Inconsistencia en las respuestas se inconsistency EPS variables INVER Inconsistencia TRIN True Response en lasrespues Inconsistency tas verdaderas Escalas clínica s Hs Hipocondriasis D Depresión Hi Histeria
4 Dp Desviación psicopática 5 Mf Masculinidadfemineidad 6 Pa Paranoia 7 Pt Psicastena 8 Es Esquizofrenia 9 Ma Hipomanía 0 Is Introversión social Escalas suplementarias Tradicionales A Ansiedad Represión R Fyo Fuerza del yo A-MAC Alcoholismo de MacAndrewrevisada
1 2 3 4
Escalas clínica s Hs Hypocondriasis D Depression Hy Conversión Hysteria Pd Psychopathic Deviate Mf MasculinityFeminity Pa Paranoia Pt Psychastenia Se Schizofrenia Ma Hypomania Si Social A
5 6 7 8 9 0
Introversión Supplementary Scales A R Es MAC*
Traditional Anxiety Repression Ego Strenght MacAndrew Alcoholism Scae-Revised
(Capítulo 2)
ANS MIE OBS |DEP SAU DEL ENJ CIN PAS PTA BAE ISO FAM DTR RTR
Adicionales Hostilidad O-H reprimida Dominancia Do Responsab ilidad Re social Desajuste Mt profesional Géne ro masculino GM Gén er o femenino
GF
Desorden de es trés postraumáti co de Keane Desorden de es trés p ostraumatico de Schlenger
PK
alas de contenido Ansiedad Miedos Obesividad Depresión Preocupación por la salud Pensamiento deli rante Enojo Cinismo Practicas antiso ciales Personalidad tipo A Baja autoestima Incomo dd ad social Problemas familiares Dificultad en el trabajo Rechazo al tratamiento
PS
Additional Overco ntro lled Hostility Dominance Social Responsability College Maladjustment Gender-Role Scaes Gen de r-Role Scaes Post Traumatic Stress Disorder Scales Post Traum atic Stress Disorder Scales
Content Scales ANX Anxiety FRS Fears OBS Obsessiveness DEP Depression HEA Health Concerns BIZ ANG CYN ASP TPA LSE SOD FAM WRK TRT
Bizarre Mentation Anger Cynicism Antisocial Practices Type A Low Self-Esteem Social Discomfort Famly Problems Wor k Interference Negative Treatment Indicators
N. de la E.: Debido a que gnai parte de la bbfcgrafia de consola sobre el MMPI2 se enajLnb'a endi míanigés, proponicna^os ^•s nombres y sigas co >n es|* H xtiei «es^unrto con la traducánal españolque usted ountrará en este Mliíti
Reproducdo con auorizaoón de la Faciiad de Psidlga de a UNAM y Editora El Mliunl moderno SA de C.V., del Sivrtario Mutfcrico de la Personal Mtaieota2 MMPI-2) DR © 1995.
Esludios de normalización,
confiabilidad19
protocolo. L os criterios de val idez que se consideraron fueron los sugeridos por Butcher y Williams (1992) y modificados por Lucio (1995), que son los siguientes: • ín di ce de Gou gh hasta 9. • • • • • • •
"Ci er to s" hasta 454 (80%). "Fa ls os " hasta 454 (80%). Sin respuesta hasta 29. I N V E R (Inconsistenci a en las respuestas verdaderas) hasta 13. I N V A R (Inconsistenci a en las respuestas variables) menor a 5 o mayo r a 13. Fp (Infrecuencia posterior) hasta 11. F (Infrecuencia) hasta 20.
De la muestra seleccionada srcinalmente se eliminó a 254 individuos que no cum¬ plieron con alguno o varios de estos criterios, quedando ésta finalmente constituida por 1920 participantes: 813 de sexo mas cul ino y 1107 de sexo femenino. En los cuadros 2-1,2-2 y 2-3 pueden observarse la distribución de frecuencias de la muestra de estudiantes mexicanos por sexo, edatl turno, carrera y semestre. Para obtener la ve rs ió n mexicana en esp añ ol del M M P I - 2 se sig ui ó una metodolo¬ gía estricta en la que se tomaron en cuenta aspectos semánticos, gramaticales y A
culturales. Se tuvo especial cuidado con las expresiones om át i ca s se quetrató son difíc i les de traducir dado' que son peculiares a cada cultura idi y, por tanto, de en¬ contrar expresiones que tuvieran significados similares en las dos culturas. El procedimiento seguido fue el siguiente: 1) Se hizo u na primera tr adu cci ón en cuya ver si ón colabor aron cuatro ps ic ól og os . Un o de ellos era de origen estadounidense y los otros tres mexicanos. Se tradu¬ je ro n todos los reactivos del M M P I - 2 , haciendo caso omis o de la tr aducción anterior al e spa ñol del M M P I srcinal.
2) Esta versión fue afinada por las responsables del proyecto en unión a un tra¬ ductor experto, vigiland o los aspectos s em án ti co s , si nt ác ti co s, a sí como la re¬ levancia cultural y cl ín ic a de la tr ad uc ci ón . De esta manera se obtuvo u na nue¬ va versión en español.
El traductor experto no sólo era bilingüe, sino
Distribución por edad y sexo de la muestra mexicana
ta mbi én bicultural, pu es había
vivido en
EUA
por más de 5 años.
3) La ve rs ió n así obtenida fue sometida a valida¬ ci ón por jueces extemos, expertos en el M M P I ,
obteniéndose acuerdos superiores a 90%. 4) Lo s comentarios y anᬠli si s productos de la va-
Edad
Hombre s
17-20 21-24 25-2 8 29 -32 33-3 6
343 393 60 9 8
Mu jeres 563 500 35 8 1
Total 906 893 95
17 9
47.00 46.00 6.00 0.98 0.02
Reproducido con autorización de a Facultad de Psicología de la UNAM y Editorial El Manual Moderno S.A de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995.
20 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Distribu ción de mexicana Turno
fre cu enc ias p or tu rn o escolar
Hom bres
Matutino Vespertino Total
(Cdpítiilo 2)
Total
Mujeres
415
709
398
398
813
de la mues tra
1124 796
110 7
1920
Reproducido con autorización de la Facultad de Psicología de a UNAM y Editorial El Manual Moderno SA de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995. lidación fuero n considerados or p el grupo e d trabajo y se produjo la ver sión final
del
instrum ento.
5) Se tradujo la versión en español ahoraal inglés por untraductor especializado que desconocía el instrumento. Aloteja c rse las dos versiones en in glés se ob tu¬ vo de nuevo una alta correspondencia.
La aplicación del instrum ento a los estu diantes mexicanos s e llevó a cab o en forma grupal. El promedio de tiempo em pleado para contestar prueba la fue de d os horas.
Distribución de frec uenc ias po r car rer a y sem estr e de la mu estra de estudiantes mex icanos \ ,
Hombres
Mujeres
Total
-
SemestreHombres
Mujeres
Total
Artes plásticas
Artes visuales Diseño gráfico Comunicación gráfica Total
17 62
16 a
17 96
96 38 15 0
33
1
158
2
55
3
o
66
63
129
Biología Física
36
69
105
30
6
Matemáticas
49
21
181
159
Contaduría
36
340
315 169
476 240
231
240
225
4
2 18 3
o
4
6
7
o
8
o
70
Total
166
5
o
Actuarla
Contador público Administración pública Informática Total
o
246
Ciencias
Total
o
397
o
130 2 85
10°
1 813
465 2
309 2 248 1 89
492 6 378 3 17 4
2
3
11 07
1920
791 409
52
82
13 4
53 6
79 8
1334
Reproducido con a uto riza ción de la Facultad de Psicología de la UNAM y Editorial E l M anual Moderno S. A de C.V., del Inventario Multifásico de la Personalidad Minnesota-2 (MMPI-2), D.R. © 1995.
Esludios de normalización,
contabilidO21
Un a vez obtenidos los puntajes de cada alumno, por reactivo y por escala, se pr oc edi ó a sacar las medias y frecuencias de cada escala para, finalmente, obtener las normas. En esta in vest ig ació n se encontraron diferencias significativas est ad ís ti ca ment e entre los estudiantes la población estadounidense, pero menores las que sey encontraban conmexicanos el MMPI ysrcinal. L a mayoría de estasdiferencias sonapequeñas poco relevantes, pues en ninguna de las escalas cl íni ca s la pob lac ión mexica na llega a presentar medias por arriba de T 55, ni mucho menos dentro de ni - veles ps ic op at ol óg ic os , como suce dí a con la primera vers ió n del instrumento, como fue seña la do por diversos autores. Esto fue cierto tanto en lo que se refiere a las escalas básicas, como a las de contenido y a las suplementarias. En lo referente a las escalas bá sicas en los hombres, las mayores diferencias entre mexicanos y estadounidenses se encontraron en las esca¬ las L (Mentira) y 8 (Esquizofrenia). En las mujeres las diferencias más amplias se encontraron t amb ién en la escala L y en la 5 (Mascu lini dad-fe meinid ad). En las escalas de contenido, las mayores diferencias se encuentran en los hom¬ bres en la escala de M i ed os en donde los mexicanos p un t úa n má s alto, en ta nto que las mujeres mexicanas pu nt úa n má s bajo en la escala dAOb se si vid ad (O BS ) y m á s alto en las de Miedos (MI E) y Pers onalidad tipo A ( P T A ) . En las escalas suplementarias las diferencias más amplias se encontraron en el grupo masculino en la sdiferencias escalas de Re pr e si ón y Hos ti li dad repri En el grupo femenino las mayores se encontraron en Represión (R)mida. y Desajuste pro¬ fesional (D pr) ( Am pu di a y L u c i o , 1994). La semejanza entre los tres tipos de perfiles de mexicanos y estadounidenses es mayor en los hombres que en las mujeres. Un hallazgo importante de este primer estudio fue que los perfiles de los estu¬ diantes mexicanos obt enidos con el M M P I - 2 tienden marcadamente a la no rm al i dad, lo que no sucede en los obtenidos con el M M P I or ig in al , lo cua l se debe tanto a la rev is ió n del in strumento realizad o en E U A , como a que el mé t od o de traduc¬ ción y adaptación seguido en este estudio fue realmente estricto. Los estudios de validez desarrollados posteriormente (Duran, et ai, 1993) in¬ dican que la estructura factorial de las escalas básicas es semejante en los estudian¬ tes mexicanos y estadounidenses. En las escalas de contenido la semejanza parece menor (P áez , 1995) (Ap énd ic e A ) . Los coeficientes de confiabilidad alfa de Cronbach resultaron bastante altos en este grupo de la po b l a c i ó n mexica na estudiada tanto en las escalas bá si ca s como en las de contenido y suplementarias. Ampudia y colaboradores (1995) encontraron que en este grupo de estudiantes mexicanos las escalas tienen una aceptable con¬ siste ncia interna, tan to en hombres como en m ujeres, con una elevada conf ia bi li da d en algunas de las escalas. Estas autoras concluyen que las escalas suplementarias tienen una adecuada con fi abi li dad en la po bl a c i ó n mexicana , resultados que corro¬ boran estudios realizados en E U A (cuadros A - l , A - 2 y A - 3 , en el Ap én di ce A) A s i m i s m o , el instrum ento di s c r i mi nó en forma a decuada entre los estudiantes y una muestra de pacientes psiquiátricos (Lucio, et al., 1999). Los datos de testretest indican también una confiabilidad adecuada (Apéndice A ) . L a mayoría de los datos reportados en estos estudios puede consultarse en el Manual de la prueba, publicado por Editorial El Manual Moderno.
22 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capitulo 2)
Es importante enfatizar que los resultados obtenidos en este primer estudio indicaron que el M M P I - 2 era más adecuado que el M M P I ori ginal para evaluar a la po bl a c i ón mexi cana, por lo m enos a aquell a que te ní a un ni ve l de escolari dad de, al menos, preparatoria terminada. Como un paso posterior se consideró entonces ne cesario aplicar el M M P I - 2 a una muestra representativa de la po bl ac i ón mexicana general y lograr as í una mejor ad ap t ac i ón de l instru mento.
LAS NORMAS DE LA POBLACIÓN GENERAL MEXICANA Aun que las normas para estudiantes i ndic aban que era m á s adecuado emplear el instrumento revisado MM P I - 2 en la po bl ac ió n mexicana que el ori gina l, no se con¬ sideraba terminado el proceso de adaptación del instrumento hasta tener normas para la po bl ac ió n general, p or lo que se lle vó a cabo un estudio de nor ma l i za c ió n con la ver si ón en es pa ñ ol para M é x i c o del instrumento en el grupo m á s ampl io que se pudo obtener de la población general, de diferentes regiones del país. Para realizar e ste estudio se ll ev ó a cabo un muestreo de tipo pr ob a bi l í st i co , mu lti et áp ic o, estratificado. Se em pl eó este mé t o do debido a que se cl asi fi có a los ele¬ mentos de la po bl ac ió n en funci ón de algunas ca ra ct er ís ti ca s de tipo cualitativo, de acuerdo con las diferentes regiones de Mé x i c o donde po día aplicarse la prueba y el tipo de población al que puede administrarse el instrumento. Las variables consideradas fueron sexo, edad y escolaridad. Dadas las car ac terí stic as del instrumento y del paí s, la aplicación del instrumento se restringió a población urbana económicamente activa. Se ap licó el instrumento a 2077 indi vid uos , de los cuales fueron exclu idos 330 (15.9%) de acuerdo con fot.criterios d e in cl us ió n adaptados para Mé x i c o por L u c i o (1995). La muestra normativa fina l in cluyó a 1744 adultos voluntari os (860 hombres y 884 mujeres), de
19 a 80 añ os ; con una media de 31.4 año s y una de sv ia ció n están da r
de 13.1 para el grupo de hombres, una media de 31.6 añ os y una de sv ia ci ón e st án da r de 14.0 para el grupo de mujeres. El nivel de educación de hombres y mujeres fue: secundaria 15.1 y 9.8%, bachil ler ato 30.9 y 44.6%, prof esional 47.4 y 39.2%, y posgrado 4.7 y 4.5%, respectivamente. De manera que se consideró esta muestra representativa de la pobl ación general de acuerdo con los datos del Ce nso de 1990. Lo s participantes pr ov en ía n de diferentes regiones de la Rep úb l i ca Mex ic an a. En este estudio fue seguido cuidadosamente el procedimiento utilizado para estan¬ darizar el MM P I - 2 en E U A (Butcher, J. N . , et al., 1989), pero hubo algunasdiferencias metodol ógicas, como el hecho de que a los participantes estadounidenses se les dio una remuneración, en tanto que esto no se hizo con los mexicanos, no sólo por falta de recursos sino porque no se co ns ide ró conveniente dada la sit ua ci ón social del pa ís. Es importante señalar que en el proceso de obtener las normas no es posible aplicarse el inventario a personas a las cuales pudiera afectarles el resultado, por ejemplo, no deben obtenerse normas con individuos que se encuentran en situacio¬ nes de sel ecci ón de personal o educativa. Ad emá s , la persona sól o es tar á s ra de que los resultados de la prueba no le afectarán si la contesta en forma Í. .ima.
Estudios de normalización, confiabilidad... Esto dificultó el acceso a algunas poblaciones, pues quienes estaban dispuestos a dar acceso a una in sti tución sol ici tab an que se les dieran los resultado s de cada uno de los participa ntes, lo cual af ec ta rí a el procedimi ento. S in embargo, en muchos de estos grupos queyse hizo fuededar la in n un perfil grupal —li pio o—; cual ilomante¬ pl i có mayo r tielo mpo recursos lo aque sesthait bucí aiópensado en un pr i nc rior es algo que debe tomarse en cuenta en este tipo de estudios, pues debe r et ri bu í rs el e algo al sujeto y a la in st i tu ci ón . Po r otra parte, dadas las condi cione s s o c i o e c o n ó m i c a s del pa ís (esto es. con un desempleo que iba en aumento) algunas personas no se sentían suficientemente seguras de que los resultados no iban a afectarles aú n contestando en forma a n ó n i m a . Otro aspecto importante a considerar en este tipo de estudios es el tiempo del que se dispone y las condiciones de aplicación pues, en ocasiones, ya fuera alguna persona o el grupo en general , no que r í a o no po dí a dedicar el tie mpo suficiente y la ap l i c ac i ón , a fin de obtener las normas, d ebe ser en una sola se si ón . Hubo diferencias importantes en cuanto al procedimiento de obtener las nor¬ mas de la población mexicana y las normas de la población estadounidense, por ejemplo, en E U A se c on ta ct ó a las personas por ví a te le fó ni ca y se les pagaba $10 ( E U A ) por partici par en el estudio, m ientras que en Mé x i c o era menos apropiado hacer el contacto porfalta vía telefónica y no era pagar a los en el estudio, no sólo por de presupuesto sinoposible también porque el participantes manejo del dinero tiene una connotación diferente. Se desarrollaron programas de cómputo especiales para calificar la prueba y obtener las puntuaciones T unifo rmes que son utilizadas con el M M P I - 2 . En los cuadros 2- 4,2 -5, 2-6 ,2- 7 y 2-8, se presentan las ca ra ct er ís ti ca s so ci od em ogr áf ic as de la muestra normat iva de la p ob l a c i ón general. Se obtuvieron las medias y desviaciones estándar para la muestra normativa mexi cana de la po bl a c i ón general. Para obtener las normas se calc ular on las pun¬ tuaciones T uniformes del M M P I - 2 de la po bl ac ión mexicana siguiendo el procedi¬ miento uti li zad o por Tell egen y Ben-P ora th (1992) en la ob t e n c i ó n de las normas para el M M P I - 2 de l a po bl aci ón estadounidense. Se compararon a de má s los puntajes de la po bl ac ión normativa mexicana con la estadounidense. „ . _ _ _ „. . CU AD RO 2^4. T
Datos de edad de la muestra normativa mexicana de la po bl a c i ó n ,
general
Hom bres
Edad F
%
Mujeres
Censo
%
F
Censo
19-29
478
56
30.1
506
57.2
30.7
30-44
266
31
20.3
240
27.1
20.6
45-59
46
6
11.6
51
5.8
60-80
70
7
8.6
87
12.2 9 .9
9.3
O 23
24 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español En el cuadro 2-9 se presentan las medias,
CUADRO
2 -5.
(Capítulo 2)
Composición p o r sexo de la mu normativa mexicana de la población
estra
general desviaciones estándar y la prueba t de las esca¬ Sexo F Censo % las de validez y clínicas 860 42.3 47.6 del grupo de hombres, las Hombres diferencias má s notables Mujeres 884 50.7 52.4 se dieron en las escalas de Mentira (L), Hipocondriasis (Hs) y Masculinidad-femineidad (Mf)- En Mentira e Hipocondriasis, los hom¬ bres mexicanos pu nt úa n má s alto, mientras los estadounidenses lo hacen en Ma sc ulinidad-fe mineidad. La s mayores diferencias son en Ment ir a y Mas cul ini dad -f emi neidad. En el cuadro 2-10 se mu estran las medias, desviaciones es tánd ar y la prueba t de las escalas de validez y clínicas del grupo de mujeres, las mayores diferencias entre ambos grupos son en las escalas Mascul ini dad-femi nei dad, Men ti ra , Infrecuencia —o de los problemas— (F ), Hi poc ond ri as is y Esquiz ofr eni a (Es ). En todas las esca¬ las las mexicanas puntúan más alto. Es notorio que hay mayores diferencias entre las
mujeres que entre los varones. Las mayores diferencias están en las escalas de vali¬ dez Me nt ir a e Infrecuencia, así como en Mascul inida d-fe mineid ad. El cuadro 2-11 presenta las medias, desvia ciones e s t á ndar y prueba t de las escalas de contenido del grupo de hombres mexicanos en comparación con los estadounidenses. Los resultados obtenidos indican mayores diferencias en las es¬ calas Cinismo (CIN), Miedos y Dificultad en el trabajo (DTR); en las dos primeras los mexicanos obtienen una pu nt uac i ón may or y menor en la tercera. El cuadro 2-12 muestra las medias, desviaciones estándar y la prueba t de las escalas de contenido del grupo de mujeres mexicanas, donde las mayores diferencias se encontraron en las escalas de Prá ct ic as antiso ciale s ( PA S) , Mi ed os y Cin i sm o. En las tres escalas, las mexicanas obtienen una pu nt ua c i ó n mayor. El cuadro 2-13 presenta las medias, desviaciones estándar y la prueba t de las escalas suplementarias del grupo de hombres mexicanos, las diferencias más signifi¬ cativas se observan en las escalas Host il id ad repri mida ( HR ) y Rep r es ió n. En ambas escalas los mexicanos obtienen puntuaciones más elevadas. Las medias, desviacio¬ nes estándar y la prueba t de las escalas suplementarias para el grupo de mujeres mexicanas se observan en el cuadro 2-14. Las diferencias más significativas se
CUADRO
2-6.
Datos de la región de procedencia de la muestra normativa mexicana de la población general
Sureste
D . F.
Frecuencia %
Hombres
625
Mujeres
606
73 69
Frecuencia % 60 34
Costa del Pacífico
Golfo
7 4
Frecuencia %
Total
Frecuencia %
33
4
142
84
9
160
16 18
860 884
Estudios
de normalización,
confiabilida25
CUADRO 2-7. 1 Escolaridad de la muestra normativa mexicana de la po b l a c i ó n general Mujeres
Hombres
Nivel F
Primaria
%
Censo
F
%
10 98
1.1 11.1
39.8 20.9
Censo
16
1.9
36.7
Secundaria
129
15.1
18.9
Bachillerato
270
31.2
9.2
265
44.3
6o
Profesional
405
33 .7
9.3
472
39 .0
6.0
Posgrado
40
4.7
1.0
39
4.5
.6
encuentran en las escalas Hos ti li da d repr imid a, Re pr e si ón e Infrec uencia posterior (F p) , escalas en las que las mexicana s obtienen puntuaciones m á s elevadas. L o s resultados anteriores in di ca n que aunque las normas de ambas pobla cion es tienen semejanzas importantes t a m b i é n muestran diferencias q ue po dr í a n llevar , al utilizarse con un individuo en particular, a presentar un perfil elevado que no indi ca r ía una el ev ac i ón real con res pecto a su grupo . En el cua dro A - l (en el Ap é n di c e A) s e presentan los c oeficie ntes alfa de Cr on ba ch para las escalas bá s i c a s , de las m uestras mex ic ana y estadounidense. Se observan coeficientes mayores a .70 en la mayoría de las escalas de la muestra mexicana comparados con los coeficientes obtenidos para la muestra estadouni¬ dense, los valores alfa fu eron de .36 a .86 para las escalas bá s i c a s . El cuadro A - 2 muestra los coeficientes al fa de Cro nb ac h de las escalas de cont enid o; en este gru¬ po de escalas los coeficientes obtenidos estuvieron entre .67 y .85. En el cuadro A - 3 se observan los datos de consistencia interna de las escalas suplementarias; estos resultados ind ic an una ade cuada consiste ncia interna en la ma y o r í a de las es calas
CUADRO 2-8. 1 Estado civil de la muestra normativa de la p o b l a c i ó n general Hombres
Mujeres
Nivel F
%
Censo
F
Soltero
415
48.2
30.8
486
Casado
% 55.0
Censo
27.9
389
45.3
32.7
278
31.4
32.5
Unión libre
30
3.5
4.7
29
3.3
4.9
Divorciado
14
1.6
.4
27
3.1
1.2
Separado
7
.8
.5
23
2.6
1.6
5
.6
11
41
4.6
4.9
Viudo
26 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
CUADRO
2-9.
Esca la s de validez y t para l as mu estras
¡Capítulo 2)
clínicas: m edias , desviacion es están dar y prue ba norm ativas mexicana y estad oun idense d e
hombres
Escala
Mexicanos (n = 860) Media
DE
Estadounidense (n = 1138) Media
f DE
L
6.75
2.80
3.53
2.28
28.31*
F
5.47
3.53
4.53
3.24
6.18*
K
16.87
4.84
15.30
4.76
7.25*
Hs
14.89
4.33
12.78
3.86
11.48* a f.o' o.0
n
?n
n
A
Aft
A
20.87
4.37 4.73
4.30
22.65
4.67
4.0U
u
¿U. II
Hi
21.10
4.93
Dp
23.41
I
O.Oí.
¿
U>6
3.73*
Mf
23.75
4.12
26.01
5.08
Pa
9.21
3.09
10.10
2.87
Pt
27.37
4.69
26.43
5.00
Es
28.51
588
26.40
5.92
7.91*
Ma
21.57
4.02
19.93
4.29
8.69*
Is
25.22
24.74
8.84
1.28
7.59
10.66* 6>.64 *
4.27*
' f > 309 p=0 01
Abreviaturas: D, Depresión; Dp, Desviación psicopática; Es, Esquzofrena; F, Infrecuencia; Hi, Histeria conversivaHs, Hipocondriasis; Is. Introversión social; K. Corrección; L, Mentira-, Ma, Hlpomanía; Mf, Masculinidad-feminei dad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastwja.
del M M P I - 2 . La consistencia interna de la prueba en la pobl ac ió n mexicana es inc lu so may or en muchas de las es calas en r el ac i ón c on la que presenta la prueba en la población estadounidense. L o s resultados de este estudio en referencia a la p o b l a c i ó n general ind ic an que existen algunas diferencias entre los mexicanos y los estadounidenses, pero la ma¬
yoría de ellas subyacen en la actitud de los mexicanos frente al inventario, pues las puntuaciones de la población mexicana no indican índices de psicopatología ma¬ yores que en la po b l a c i ón estadounidense. Otras de las dive rgenc ias parecen deber¬ se a factores culturales. Las diferencias más significativas se encuentran en las escalas de validez, que indican que los mexicanos, tanto hombres como mujeres, contestan el i nvent ari o en form a má s defen siva, que lo s estadounidenses a pesar de que respondiero n a la prueba en forma a n ó n i m a y voluntar ia. Por ejemp lo, los hombres y mujeres mexicanos están más interesados en dar una buena imagen, pues admiten en una meno r pr op o r c i ó n que los estad ounidenses que " E n ocasione s siento deseos de mal de ci r" y que " N o me agradan todas las personas que co no zc o" . La difere ncia en la s escalas de gé n e r o entre la p o b l a c i ó n mex ica na y la estado¬ unidense ind ic a t a m b i é n diferencia s culturales en c uanto a lo que es considerado
Esludios de normalización, confiabilidad27 Escalas de validez y clínicas: medias, desviación estándar y prueba tpara las muestras normati vas mexic ana y estadounidense de mujeres
Escala
Mexicanos (n = 88 4)
Media
DE
L
6.06
2.58
F
5.54
3.54
f
DE
Media
2.08
3.56
25 .72*
3.66
2 .91
13.95*
15.03
4.58
K
16.2 1
Hs
16.15
4.51
13.69
4.05
13 .6-5*
D
22.38
4.84
20.14
4.97
10.68*
Hi
22.57
5.11
22.08
4.72
2.36
Dp
23.30
4.39
22.21
4.5 3
5.71*
Mf
30.21
3.71
Pa
9.87
3.14
Pt
28.50
Es
29.37
604
Ma
21.04
3.82
Is
27.32
4.70
Estadounidense (n = 1462)
4.99
8.24
35 .94
4.08 , A
5.99*
34.09 *
2.97
2.78
27.70
5.10
.371*
26.25
5.97
12.21*
.23 10
19.09 26.90
4.26 4.96
11 .16* 1.09
* f > 3.09p=.00 1
Abreviaturas: D, De pre sión ; Dp, De sviaci ón psicop ática; Es, Esquizofrenia; F, Infrecuenca; Hi, Hster ia conversiva; Hs, Hipocondriasis; Is, Intr ove rsión social; K, Co rr ec ció n; L, Mentira; Ma , Hipomanfa; Mf, Masculinidad-feminei dad ; Pa, Paranoa; Pt, Ps castena.
como mascul ino y fem enino en cad a cultura. La po bl a c i ón femenin a mexicana se aleja más del rol tradicional femenino, mientras que los hombres mexicanos se ajustan m á s al ro l tradic ional ma sculi no (el cual enfatiza la fuerza fís ica , as í como la rudeza) que los estadounidenses, lo que indica que tienen una mayor tendencia hac ia las actitu des considerad as tradici onalmente cercana s al mac his mo. Las diferencias encontradas en las escalas de contenido y suplementarias tam¬ bién hacen referencia más a aspectos culturales y situaciones ambientales que a ps ico pa tol og ía ya que, por ejemplo, la el ev ac ió n en la escala de Mie do s puede deber¬ se a las amenazas de situaciones de desastre muy comunes en la pobl a c i ón mexi can a —p. ej. , las amenazas constantes de terremotos—. La el eva ci ón en la escala de P r á c ticas antisociales en la pob l ación mex ican a parece indic ar que hay diferencias cultu¬ rales en cuanto a lo que se considera antisocial entre ambos grupos. Los resultados obtenidos en este estudio indican que al utilizar las normas estadounidenses, algunas escalas se elevan probablemente debido a diferencias cult urale s. En espe cia l en el grupo de las mujeres se elevan algunas escalas rela cio¬ nadas con la ps i c op a t o l og í a , lo que ind ic a que al uti li za r las normas estad ouniden ses algunos perfiles individuales podrían indicar una psicopatología que no es real
(Capítulo 2)
28 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
CUADRO
Esca las de validez y clínicas: medias, desvia ciones e stándar y pru eba 2-11. f para las muestras normativas mexicana y estadounidense de hombres Mexicano s (n = 860)
Escala
Media
DE
ANS
6.07
4.27
MIE
5.31
3.63
Estadouni dense(n = 1138 )
Media 5.53 3.80
t
DE
4.1 7
2.84
2.96
10.23*
OBS
4.56
3.07
4.9 3
3.06
2.67
DEP
5.4 2
3.90
4.79
4.62
3.22*
SAU
6.63
4.50
DEL
2.96
ENJ
4.90
CIN
12.32
PAS
9.40
2.65 3.23 5.28
5.29
3.91
7.10*
2.30
2.50
5.71*
5.63
3.31
4.93*
5.35
11.73*
9.50
3.87
7.91
3.65
8.08
4.19
8.13*
PTA
8.50
BAE
4.21
3.33
ISO
6.9 4
401
FAM
5.15
3.83
5.32
3.52
1.03
DTR
5.82
4.60
7.3 0
4.98
6.80*
RTR
4.42
3.44
4.25 7.65
4.70
3.68
2.53
3.69
0.25
4.77
3.71
3.52*
1.72
* í > 3.09 p=.001
Abreviaturas: ANS, Ansiedad; BAE. Baja autoestima; CIN, Cinismo; DEL, Pensamiento delirante; DEP, Depresión; DTR, Dificultad en el trabajo; ENJ, Enojo; FAM, Problemas familiares; ISO. Incomodidad social; MIE, Miedos; OBS. Obsestvidad; PAS. Prácticas anfsodaes; PTA, Personalidad tipo A; RTR, Rechazo al tratamento; SAU. Preocupa ción por la salud.
en relación con la población mexicana. Debido a ello reco mendamos utilizar las
normas de la población mexicanaque aparecen en el Apéndice B.
ESTRUCTURA FACTORIAL DEL INSTRUMENTO Otra form a de validar la posi bilidad de uti lizar un instrum ento de evaluación en
una cultura diferente a aquella a pra laque se const r uyó es corroborar si en a l nueva cultura conserva suestructura factorial. Muchos autores han discutido el ol r del análisis factorial en la investigación de lapersonalidaden general, yen los estudios transcu lturalesde lapersonalidad en particular. Aunque st ee no es el únic o mét odo
Estudios de normalización, confiabilidad...
CU
AD
RO
2-12
Escala
para
Esca la s de con ten ido : me dias , de svia cion es estánd ar y prue ba las mu estra s norm ativas mex icana y esta dou nide nse de mujeres
Mexicanos (n = 884) DE Media
Estadounidense (n = 1462) DE Media
7.25
4.54
6.53
4.51
3.74
MIE
8.70
4.60
6.59
3.60
12.30*
3.30*
OBS
5.04
3.02
5.50
3.32
DEP
6.49
4.15
5.86
5.02
3.14*
SAU
7.86
4.78
6.16
4.47
8.69*
DEL
2.86
2.57
2.21
2.49
3.93*
ENJ
5.30
2.90
5.68
3.08
2.93
CIN
11.57
5.12
8.73
5.16
12.96*
PAS
8.39
3.53
6.17
3.70
14.33*
PTA
8.38
3.30
7.41
3.34
6.85*
BAE
4.65
ISO
7.04
5.16
4.24
3.13*
4.14
7.53
4.80
2.52
3.50
FAM
6.32
3.99
6.14
DTR
7.26
4.94
8.51
5.45
RTR
4.90
5.02
3.98
3.68
3.77
t
f
ANS
A
O 29
1.10
5.57* 0.73
*f> 3.09 p = .001 Abreviaturas: ANS, Ansiedad; BAE, Baa autoestima; CIN, Cinismo; DEL, Pensamiento delirante; DEP, Depresión; DTR, Dificultad en el trabajo; ENJ, Enojo; FAM , Problemas familares; ISO, Incomodidad social; MIE, Miedos; OB S, Obsesividad; PAS, Prácticas antisociales; PTA, Personalidad tipo A; RTR, Rechazo al tratamiento; SAU, Preocupa¬ ción por la salud.
para evaluar la invariabilidad de las medidas transculturales, indudablemente ha sido el m é t o d o de preferencia. Brislin y colaboradores (1973) recomiendan la aplicación de los métodos confir matori os m á s prometedores de an ál isi s fact orial en los estudios trasculturales; Buss y Royce (1975) señalaron que las comunalidades (denominación técnica que recibe la varianza que comparten los factores) contra las diferencias transculturales pueden ser detectadas por medio del a ná li si s factorial . E l l o s conside ran esto cr uci al para establecer los lím it es de la invar iab il ida d factor ial, solamente si la in va ri ab il idad estructural fuera demostrada, es me t o d o l ó g i c a m e n t e adecuado hacer las com¬ paraciones transculturales de los niveles factoriales. Butcher y Be mi s (1984) sostienen que una ap r o xi ma c i ón para val ida r un ins¬ trumento de medición para ser adaptado en una nueva cultura, es su validación factorial, para asegurar que los reactivos y las escalas mantengan generalmente el
30 ¡y Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
Esc al as su ple m en taria s: m edias , desv iacione s estánd ar y pru eba f para l as muestras n orm ativas mexicana y estad ou nide nse de hombres
Escala
Mexicanos (n = 860)
Estadounidense (n = 1138)
Media
DE
Media
A
9.19
7.09
10.02
R
17.23
Fyo
36.77
A-MAC
HR
f DE
7.10
2.59
15.18
4.53
10.13*
4.63
37.34
4.46
2.78
21.86
3.97
20.81
4.37
5.53
15.20
3.03
12.51
2.94
19.98*
Do
15.68
291
16.62
2.95
7.09*
Rs
20.89
3.81
20.09
3.89
4.59*
Dpr
11.74
592
11.30
GM GF
35.57
4.89 3.80
37.87
27.82
27.93
6.44 4.87 4.72
1.57 10.43 0.56
EPK
7.74
6.10
8.01
5.99
0.99
EPS
10.51
831
10.49
7.98
0.05
1.86
2.44
8.15*
FP
2.82
281
*í> 3.09 p=.001 Abrev iatura: A, A nsiedad; A -MA C. Alcoholismo de MacAndrew-revisada; D o, Dominancia-, Dpr, Desajuste profe sional; EPK, Desorden de e strés postrau má tico de Keane; EPS, Desorden de estrés postrau mátic o de Schelenger; Fp, Infrecuencia posterior; Fyo>Fuerza del yoGF, Género femenino; GM, Género masculino; HR, Hostilidad reprimida; R, Rep res ión ; Rs, Responsabildad ' social. ;
mismo sentido psi co ló gi co en la nueva cultura. Discutie ndo la apl ic ac ió n transnacional de los testspsicológicos, But cher y García (1978) enfatizan q ue la equi val enc ia factorial transcultural no puede darse por sentada, debiendo más bien ser demos¬ trada por este an ál is is . Lo s resultados de investigaciones realizadas con dos matrices de in te rc or re la ci ón de las escalas bási cas del M M P I , con respecto a análisis factoriales de componentes princ ipales llevados a cabo en dif erentes culturas com o It alia y Ja pón, son bastante consistentes con los estudios previamente reportados en E U A (Dahl str om, et al., 1975). Estos análisis han establecido dos factores mayores en el M M P I : Ideac ión psicótica y Preocupaciones neuróticas, y dos factores menores: Identificación de rol de género y De s ó r d e n e s de personalidad. S in embarg o, hay algunas diferencias considerables entre factores para hombres y mujeres, sugiriendo que algunos de los patrones del M M P I deben tener diferentes significados interpretativos para cada género. A fin de corroborar la estructura del instrumento en México se realizó el análi¬ sis factoria l de la mu estra compuesta por los 1920 estudiantes universita rios. D i ¬ cho an ál i si s se re al i z ó tomando las escalas que componen el ins trumento.
Estudios de normalización, confiabilidad>1
Esca las su ple me nta ria s: medi as, desviaciones estándar y prueb a test-retestpara las muestras normativas mexicana y estadouni dense de mujeres Mexicano s (n = 88 4)
Escala A
Media
DE
1147
7.27
R
18 .76
3.97
Fyo
34.17
52 1
A-MAC
20.11
Estadouni dense (n = 11 462)
Media 11 .64
15.35
2.93
Rs
21.95
3.33
Dor
13.76
6.10
r
3.81
14.67*
4.90
0.94
18 .85
3.69
13 53
? 74
15.25*
2.89
7.43*
3.36
6.52*
.13* 8
J.\JO
16.27 21.02 12 31
i
A
6.99
5.10*
1 ¿O 1
GM
29.49
5.80
GF
35.39
3.30
EPK
8.86
EPS
12.83
Fp *
0.52
16.34
1
Do
7.90
34.37
3.55
HR
t
DE
3.33
28.83
6.51
6.27
37.68 8.5 2
3.88 6.56
8.55
11 .82
2.90
1 .94
8.96 2.58
2.48
14.64* 1.24 2.69 12.06
f>3.09 p=.00 1
Abreviaturas: A, Ansiedad; A-MAC, Alcoholismo de MacAndrewrevsada Do, Dominancia; Dpr, Desajuste profe sional; EPK, Desorden de estrés postrau mático d e Keane; EPS, Desorden de estrés postrau mático de Schelernger; Fp, Infrecuencia posterior; Fyo, Fuerza del yo GF, Género femenino; GM, Género masculino; HR, Hostilidad reprimida; R, Represión; Rs, Responsabilidad social. ;
-4 se presentan los valores yeigen En el cuad ro A los orcentajes p de vari anza
§
4 fac explicada para cadauno de los tores resultantes del an á l i s i s factor ial realizado
|
con el M M P I - 2 en la muestra total de estudiantes universitarios exicanos, m y que
¡ |
son similaresa los estab lecidospor Butcher y colaboradores (1989).En total estos explican70.7%de lavarianza. A
El cuadro Aa m uestra las cargas factorial es de las escala s en el factor que I resultaron significativas. En el factorI (denominado I d e a c i ó n p s i c ó t i c a por Butcher |
|
en 1989)se agruparon lasescalas: Infrecuencia (F), Hip ocondriasis (Hs), D epre-
s i ó n (D), Histeria conversiva (Hi), De s v i a c i ó n ps i c o pá t i c a (Dp), Paranoia (Pa),
I Psicasteni a (Pt)y Esquizofrenia Es) ( . En el factor II (Preocupaciones ne u r ó t i c a s ) I
I ¡s |
§
cargaronlas escalasMentira (Ly) Correc ci ó n —o de en frentamiento de problemas—
(K), a d e má s de Histeria que es tá t a mb i é n en el factor I. En el factor III (D e s ó r d e ne s de personali dad) las escalasde Hipomanía (Ma),Introversión Soci al (Is )y Depresión, estaúltima compart ida con el factor 1 . Finalmente en el factor (Identificación IV con el ro l y el género) se sitúan las escalas de Masculinidad-femineidad (Mf) y Paranoia (Pa), la cual es comparti da por el factorI.
32 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
Como en todos los casos en quese utiliza elMMPI separada a los dos sexos, se presentan a continuación
los
se consi dera e n forma
análisis
factoriales corres
pondientes. En el cua dro A - 5 se presenta n los valores eigen los y porcen tajes de varianza explicada para cada no u de os l tres factores resultantes del an á l i s i s f actorial realizado con el M M P I - 2 en la m uestra de hombres. Estos explican 63 .5% de la varianza. El cuadro A5 a muestra la s carg as factoria les de las sca e las en el actor f que
a)
re sultaron
significati vas.
En el factorI se encuen tran la s escalas Infrecuencia, Hip ocondriasis, Depre
si ó n, Hist eria conversiva, D e s v i a c i ó n p s i c op át i c a, Masculinidad-femineidad, Paranoia, Psicastenia y Esquizofrenia, mismas que c o n f o r m a r í a n el factor de I d e a c i ó n ps i c ó t i c a . Este factor incluye, en los mexicanos, a d e má s de las esca¬ las esperadas, las de Dep r e s i ó n e Histeria, a s í como la de Psicastenia, lo que
podría
indicar que en México
estas escalaspuedenestar asociadas con pertur
baciones sev eras. Sorprende qu e aparezc a escala de Masculinidad-feminei \a
dad, lo que p o d r í a indicar que el rol masculino en Mé x i c o e s t á relacionado con perturbaciones de personalidad. b)
En el factor II, las escalas fueron Mentira, Co r r e c c i ó n e I n t r o v e r s i ó n social. Dicho fac tor se identificacomo Preocupaciones n e u r ó t i c a s . A q u í no aparecen D e p r e s i ó n e Histeria con versiva, dado que se hallan asociadas con el fact or I. La escala de Hi p o m a n í a cargaen formanegativa, lo cual q u i z á indique que el retraimiento e i n t r o v e r s i ó n pueden estar asociados con aspectos ne u r ó t i c o s de
la p o b l a c i ó n masculina mexicana. c)
En el factorIII se agrupan H i p o m a n í a , que se presenta en forma negativa, y D e p r e s i ó n , compartido con el factor I en forma positiva, lo que le da confiabilidad ala es*Oala. Este facto r es identificad o como D e s ó r d e n e s de per¬ sonalidad. De nuevo la de p r e s i ó n seasocia ahora con d e s ó r d e n e s depersonali¬ dad lo que, vistaclínico, desde el punto de
indicaría
qu e la
depresión
puede
llevar a l mexicano aconductas untanto ex t r a ñ a s . Sin embargo, paraestablecer
cuáles
son los reacti vos deesta escalaasociadoscon estefactorhabría
que
hacer un an á l i s i s de reactivos. d)
El factor IV, no aparece en la p o b l a c i ó n masculinamexicanaporque la escala de Masculindad-femineidad e s t á relacion ada con el facto r I.
El cuadro A- 6 muestra la e structu ra factorial del MM P I - 2 en varo nes estadouni¬ denses, la cual e s t á conformada por cuatro fa ctores. (Recuerde el lector que los varones mexica nos só l o produjeron tr es facto res).
a)
E l factor I, denom inado for mado por las escalas Ideaciones psicóticas, está Infrecuencia, Hipocondriasis, De s v i a c i ó n ps i c o pá t i c a , Paranoia y Esquizofrenia, como en el caso de los mexicanos. Destaca el hech o de que H i p o m a n í a no apareceen el factor de los mexi canos, a pesarde que es te es bastante ampl io
puestoque incluye además
las escalasde Depresión,
Histeria conversiva, Mas-
culinidad-feminidad yPsicaste nia. Tal diferenciaq u i z á se deba al hecho de la
Estudios de normalización, confiabilida33
cultura y ciertos problem as ne u r ó t i c o s en los mexicanos, con respecto al rol masculino, e s p e c í f i c a me n t e identificado como "machismo".
b)
El factor II, Preocupaciones n e u r ó t i c a s , conformado por De p r e s i ó n , Psicastenia e I n t r o v e r s i ó n social co n carganegativa, mismo que resulta muy diferente en c o m p a r a c i ó n con lo s mexicanos debidoa que el factor II de los mexicanos es semejan te al factor III de losestadou nidenses. L a s escalas que apar ecen en los
mexicanos son Mentira, C o r r e c c i ó n , In t r o v e rs i ó n social en forma negativa e Histeria conversiva, la cual se com partecon elfactorI. Esto po d r í a indicar que en los mexicanos los d e s ó r d e n e s de person alidad ap arecen como un factorm á s
importante del M MP I en c o mp a r a c i ó n con las preocupaciones ne u ró t i c a s , y que los factores de preocupaciones ne u r ó t i c a s y d e s ó r d e n e s de personalidad no e s t á n bien delimitadosen la cultura mexicana. c)
El factor III, D e s ó r d e n e s de personalidad,constituido por las escalas Mentir a, C o r r e c c i ó n e Histeria conv ersiva , resulta diferente del de lo s mexicanos, puesto que
para
est os
últimos
el factor III incluye Hipomanía
y
Depresión, presentán¬
dose én cargas contrarias,lo que repr esenta mayor vali dez de la escala. Esto indica qu e la dep r e s i ó n puede constituirun sí n t o r k a determinante tanto en per sonalidades ne u r ó t i c a s como en d e s ó r d e n e s de personalidad, como ocurre con estos los estadou nidenses, se decir, que el factor II deúltimos III de los mexicanos.
d)
equivale al factor
El factor IV, la I d e nt i f i c a c i ó n con el rol y el gé n e r o , formado por la escala de Masculini dad-feminei dad, difiere el d grupo demexicanos, porque en esta po¬
blación
desaparece, ubicándose
estaescalaen el factorI. Esto indica que el rol
masculi no de los hombres difiere marcadam ente deuna cultura a la otra.
En el cuad ro A - 7 se presen tan losvalores eigen y losorcen p tajes devari anza expli¬ cada par a cada uno de los 4 facto res en a l muestra demujeres mexicanas, los cuales explican 70.3% de la varianza. El cuadroA - 7 a muestra as l carg as factor iales de las escalas en el factor que resultaronsignificativas.
a)
Ideación psicótica, escalasInfrecu E l factorI, conti ene las encia,Hipocondriasis, Depresión, Histeria conversiva, Desviación psicopática, Paranoia, Psicastenia y Esquizofrenia. Este facto r es el que incluye má s escalas del MM P I en las mujeres, de acuerdo con encontr lo ado en otros estudios. Apar ece asociada
también
en estefactor la esca la de Psicastenia,lo que podría
indicar que los
rasgos obsesivos en las mexicanas es t á n t a m b i é n vinculadoscon perturbacio¬ nes má s serias.
b)
El factor II, Preocupaciones n e u r ó t i c a s , incluye Mentira, Co r r e c c i ó n e Intro v e r s i ó n social, a d e má s de Infrecuencia, la cual comparte con el factor I. L la ma la at e n c i ó n que en las mujeres mexicanas no aparecen las escalas de De p r e s i ó n y Psicastenia co mo com ponentes de te es factor.
c)
El factor III, De s ó r d e n e s de personalidad, e s t á formado por las escalas de
Hipomanía, Introversión social y Depresión, las dos últimas compartidas con el factor I.Esto i mpli ca que en la s mujeres mexicana s —al igual que en sus
34 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2l
contrapa rtes varo nes— la de p r e s i ó n es un factor d eterm inante tanto de las pre
ocupaciones ne u ró t i c a s como de los d e s ó r d e n e s de personalidad, d) El factor IV, Id e n t i f i c a c i ó n con el rol y el gé n e r o , se encuentra conformado por las escalas de Masculinidad-femineidad y por la de Paranoia,que comparte
con el factor I. Llama la atención que en las mexicanas la identificación con el rol y el gé n e r o pudiera t ener que ver con la desconfianza, lo q ue q u i z á se deba al rol tradicional de la mujer exicana m de ser relegadao devaluada.
El cuadro A- 8 incluye las ca rgas factoriales de las esca las en el factor que r esulta ¬ ron significativas, en a l muestra de m ujeres estad ounidenses.
a)
E l factor I,Ideación psicótica, formado porlasescalasHipocondriasis, Depre¬ s i ó n, Histe ria conversiva. D e s v i a c i ó n ps i c op át i c a. Paranoia y Esquizofrenia, r e s u l t ó ser muy similar al del grupo de las mexicanas. S in embargo, xiste e n esteúltimo algunas diferencia s por ser más amplipara o
grupo, enquienes
incluye t a m b i é n las escalas Infrecuen cia y Psicastenia ; las cuales se relaciona n con ansiedad, obsesividad, inseguridad y malestar interno, c a r a c t e r í s t i c a s con
las que po d rí a asociarse la id e a c i ó n p s i c ó t i c a en las mujeres mexicanas. b) El factor II, Preocupaciones n e u r ó t i c a s , e s t á integrado por C o r r e c c i ó n , Intro¬ v e r s i ó n social y Psicastenia es muy semejante t a m b i é n con respecto al grupo de mexicanas, puesto queen ambos grupos se mantie nen las dos pri meras se¬ calas. Dif ieren en do s escala s, pu es para el grupo de m exicana s incluye Menti ra y
para
las estadounidenses Psicastenia. oL anterior quizá
indique que en estas
ú l t i m a s las preocupaciones n e u r ó t i c a s se relacionan con inseguridad, en tanto que en las mujeres mexicanasse as o c i a r í a n con lanecesida d de dar un a buena imagen ant e los otr os, lo cual impli ca facto res culturales. c)
El factor III. De s ó r d e n e s de personalidad, es t á constituido por la escala de
Hipomanía, factor es
este al igual que en el grupo de s la mexicanas; sin embargo,
diferente
en
las
estadou nidenses
debidoa que
incluye
una
escala
m á s , la de Mentir a. Sin embargo, en las mexicanas la escala de Hi p o m a n í a carga e n sentid o negativo , lo que i n d i c a r í a que en las es tadounidenses los d e s ó r d e n e s de personalidad se vinculan con hiperactividad y dificultad de a c e p t a c i ó n de las normas sociales, en tanto que en las mexicanas e s t á n má s
d)
relacionados con apatía. El factor IV, I d e nt i f i c a c i ó n con el rol y el gé n e r o , lo conforma la escala de Masculinidad-fe mineidad, factor que fue similar en ambos grupos. En las mexicanas parece ser un fact or con peso un todavía
mayor.
En c o n c l u s i ó n , con respecto al an á l i s i s factorial, se puede decir que el MMP I - 2 muestra facto res semejantes en la po b l a c i ó n mexicana y esta dounidense, lo q ue indica, por una p arte, quees una pruebav á l i d a para evalua r la personalidad e d la
po bl a c i ó n mexicana y, por otra, que la t ra d u c c i ó n al es pa ñ o l realizada en Mé x i c o es adecuada. Las difere ncias encontradas en la co n f o r m a c i ó n de los factores pare¬ cen deber se a fa ctore s cultural es.
Estudios de normalización,
confiabilida45
ESTUDIOS DE C ONFIABI LIDAD
Y VALIDEZ DE LA PRUEBA
Se re al iz ó un estudio para determinar la conf iab ili dad test-retestd el M M P I - 2 ver si ón al es p añ ol para Mé x i c o en una muestra de estudiantes universitarios (L uc i o, et al., 1997). L o s participantes de este estudio fueron 106 mujeres y 146 hombres de una universidad privada de la Ciudad de México. Se obtuvieron frecuencias, me dias y desviaciones estándar para las escalas básicas, de contenido y suplementa rias. Se calcul aron , el coeficiente de cor r el ac i ón de Pearson (r), y alfa de Cronbac h para probar la consistencia interna de las escalas. En E U A existen estudios con el M M P I - 2 , como los de Per singe r (1991) y Whitley y colaboradores (1991), quienes obtuvieron datos que indican que el ins trumento es confiab le. Otro e studio de confiabilidad del M M P I - 2 con el mé t od o test-retest,fue la inv es ti ga ci ón realizada por Butcher y colabora dores, (19 89) en un grupo de 193 adultos (82 hombres, 111 mujeres); stos autores reportan que los coeficientes del retestm á s elevados se encontraron en la escala In tr ov er si ón so ci al , A
tanto en hombres (.92) como en mujeres (.91). En las escalas de contenido, las má s elevadas en los hombres son Ans ied ad ( A N S ) y Dif ic ul ta d en el trabajo (D T R ) , ambas con .91. En las escalas suplementarias la más elevada es Desorden de estrés po s tr au má t ic o de Schle nger (EP S; con .9 2) en los hombres y Ansi eda d (A) (. 91) en las mujeres. Los resultados obtenidos mostraron un alto nivel de confiabilidad del instrumento. La confiabilidad test-retest del M M P I - 2 se cor ro bor ó tambi én t ransculturalmente en lenguas tan alejadas del inglés como la flamenca; un ejemplo es el estudio de Slore y colaboradores (1996), quienes realizaron una investigación con 83 hombres y 62 mujeres holandeses y encontraron altos coeficientes de | co nf ia bi li da d en casi todas las escalas b á s i c a s y de contenido . El coeficiente § de co rr el ac ió n má s alto co rr es po nd ió a la escala de Esquizofrenia en el grupo de c mujeres (.88) y el má s bajo a la Paranoia en los varones (.43). Estos autores 1 t a m b i é n obtuvi eron la consi stenci a interna del inst rumento a tr av és del alfa de I Cr on ba ch y encontraron que la m a y o r í a de los valores de su estudio son de la
•I mi sm a magni tud que los estadounidenses. El principal objetivo de este estudio de test-retest efectuado en México fue B establecer pa r ám et ro s de confi abil idad de la nueva ve rs ió n de la prueba, en un | grupo de 252 estudiantes universit arios: 146 hombres y 106 mujeres de la Ci uda d 1 de Mé xi co . Se ca lc ul ó la media y desv ia ci ón es tá nd ar para cada una de las aplicaI cion es, el coeficiente de retest y el error estándar de medida para cada una de las | escalas. Ta mb i én se obtuvo la prueba t de Stu dent y se a na li zó la consistencia inter¡B na del instrumento a tr av és del al fa de Cronba ch de las escalas clí ni ca s bá s i ca s , de | va li de z, contenido y suplementarias. Finalmen te, se obtuvi eron los perfiles de las I escalas bá s i ca s para establecer las diferencias de las puntuaciones de la medi a, 0
entre el
test-retest.
36 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
Lo s resultados obtenidos indica n que en las escalas cl ín ic as b ás i c a s y de vali ¬ dez, el grupo de los hombres obtuvo coeficientes de correlación entre ambas apli¬ caciones de entre .79 y .90, siendo las más altas para las escalas de Mentira y 2 De pr e si ón , mientras que las m á s bajas se encontraron en las escalas 5 Ma s c u l i n i dad-fem ineidad y 7 Psicastenia (cu adro A - 9 ) . En relación a las escalas de contenido en el grupo de los hombres se observan correlaciones que van de .74 hasta .92. Los puntajes de las correlaciones mostraron que el puntaje más alto lo obtuvo la escala de Depresión y el más bajo fue Persona¬ lidad tipo A (cuadro A - 9 ) . A l obtener el coeficiente de correlación del test-retest, para el grupo masculino de las escalas suplementarias (cuadro A - 1 0 ) , se obtuvi eron corre laciones de entre .63 y .93 en donde la más elevada corresponde a las escalas de Ansiedad; Desorden de estrés postraumático de Keane (EPK) y Desorden de estrés postraumático de Schlenger (EPS) y la más baja fue para Fuerza del yo (Fyo). En las mujeres (cuadro A - l 1), los coe ficiente s de cor r el a ci ón de las esca¬ las clínicas fueron más bajos que en el grupo de los hombres ya que se encon¬ y el retest.L a correlació n traron correlaciones de entre.60 y .82. entreel test más alta para este grupo corresponde a Corrección, en tanto que la más baja a Paranoia. A l obtener el coeficiente de correlación del test-retest, para el grupo femenino con respecto a las escalas de contenido, se observa que fueron altas y significativas, e nc on t r á nd os e entre .72 y .86. Las escalas que obtuvieron la co rr el ac i ón más ele va¬ da fueron las de Mie do s, Dep re si ón ( DE P) , Prá ct ic as antis ociales y Baja autoestima ( B A E ) ; el puntaje m á s bajo en las correlaciones f ue en Pr e oc u pa c i ón por la salud ( S A U) (cuadro A- 11 ) . j En las escalas suplementarias (cuadro A -1 2), el grupo femenino obtuvo puntajes más bajos que el grupo de los hombres, obteniendo correlaciones entre .58 y .89 en donde la más elevada corresponde a la escala de Ansiedad (A) y la más baja fue para Gén er o femenino (GF ). Co mo segundo an ál is is se obtuvo la consis tenci a interna del instrumento a tra¬ vés de la aplicación test-re test,se utilizó l a prueba alfa de Cronbach para saber si l a prueba tenía consistencia en cada una de las aplicaciones en el diseño test-retest, y así poder sustentar que los datos obtenidos en este estudio son válidos. En relación con la estimación de la consistencia interna (coeficiente alfa de Cronbach) del M M P I - 2 en las escalas cl ín ic as bás i ca s y de validez en hombres (cuadro A - l 3 ) , se ob se r vó que el puntaje má s bajo co r r es po nd i ó a la escala de Men ti ra , mientras que el má s alto co r r es po nd i ó a In tr ove rs ió n socia l. Las escalas que obtuvieron puntajes mayores a .80, lo cual es un indicativo de confiabilidad elevada, fueron Infrecuencia, Paranoia, Psicastenia, Esquiz ofre nia e In tr ov er si ón soc ial . L as puntuaciones obtenidas para las escalas cl í ni ca s bá si ca s y de val ide z en estudiantes universitarios de sexo masculino son estadísticamente significativas. En el grupo femenino se observó que el menor puntaje correspondió a Mentira, mientras que el puntaje mayor fue paraEsquizofrenia, en el test-retest. Además, se en co nt ró que Infrecuencia, Psicastenia, Esquizofrenia e Int ro ve rs ió n social r ebasa-
lida
ron un puntaje alfa m ayor de .80 , con lo cual es posi ble corroborar la consistencia interna d el instrum ento (Cronbach, 1970) y sustenta la estabilidad delM M P I - 2 . • En el a n á l i s i s de la e s t i ma c i ó n de la consistencia interna (coeficiente alfa de Cronbach) de la s escalas de contenidodel grupo m asculino, el puntaje m á s bajo corresponde a la escala P r e o c u p a c i ó n por la salud, mientras que el más elevado fue el de la escala Dificultad en el trabajo. Se e n c o n t r ó que Miedos, Obsesividad, De p r e s i ó n , Pensamiento delirante (D E L ) , Cin is mo, Personalidad tipo A, Baja autoestima, Problemas fam iliares (F A M ) , Dificultad en el trabajo y Rechazo al trata miento (R T R ) , rebasaron el pu ntaje alfa de 0 .8 , lo que confirma la co nsistencia interna del nstru i mento (cuadro A - l 3 ) . En las m ujere s el menor pu ntaje co rrespon¬ d i ó a P r e o c u p a c i ó n por la salud y el mayora Ci ni smo. Las e scalas que rebasaron el .80 fueron Pe nsamiento delirante, Ci ni smo, Baj a autoestim a, Di fi cultad en el tr a¬ bajo y la escala e d Rechazo al tratam iento; por lo que se pu ede inferir que la s escalas de contenido enla muestra estudiada son onfiabl c es. Las escalas que cons istentem ente m ostraron coeficientes ám s elevad os tantoen hombres como en mujeres son P ensam iento delirante, Ci ni s mo, Baja autoestim a, Dificultades en el trabajo y Rechaz o al tratam iento. Y laescala qu e se mantien e con el alfa má s baja es la esc ala de preocupaciones por la salud (cua dro A- l 3 ) . Al obtener la e s t i m a c i ó n de laconsistenciainterna(coeficiente alfa de Cronbach) las escalas suplementarias de hombresy mujeresdel test-retest (cuadro
para
A- 14), se observaque en la m uestra dehombres el pun taje má s bajo corresponde a Hostili dad reprimida y el pu ntaje má s alto lo obtu vo Ansiedad. Las esc alas que obtuvieron un coeficiente e d alfa mayor a .8 0 fueron Ansi edad, Fuerza del yo,
Alcoholismo de MacAndrew-revisa da ( A - MA C ) , G é ne ro masculino ( GM), Gé ne ro femenino, Desorden de e s t ré s po s t r a u má t i c o de Keane, Desorden de e s t ré s p o s t r a u m á t i c o de Schelenger e Infrecuencia posterior. Estos resultados confirma n la consistenciainterna de l instrum ento. A l hacer el a n á ü s i s para las m ujeres se observaque el pun taje más bajo correspo nde a la esca la Hosti li dad reprimida y el m á s alto se hal la en Infrecuencia poste rior. Las escalas que ob tienen pu ntuacione s igual o mayor a .80 fueron Ans i ed ad , Fuerza del yo. Desorden de e s t r é s p o s t r a u m á t i c o de Schelenger e Infrecuencia posterior, resultados que confirm an la consistencia interna del instrum ento. Lo anterior perm ite inferir que los coe ficien¬
escalassuplementa¬ tes de alfade Cronbach del retest para el sexo femenino en las rias son confiables.
Los resultados muestran que la v e rs i ó n en e s pa ñ o l del MMPI - 2 para Mé x i c o es una medi da establey confiabl e para los es tudiante s universit arios mexicanos . Sin embargo, aquellas scalas e que
obtuvier on
coeficiente s de confiabilidad
m enores
—como Hostilidad reprim ida, Pr e o c u p a c i ó n por la salud y Men ti ra— deben inter pretarse con mayorcautelay la i n t e r p r e t a c i ó n de b e r í a descansar con mayor con¬ fianza en aq uellas esca las qu e obtuvi eron un ni vel de consi stencia mayor como la escala "Infrecuen cia" (F). Lo anteriores cierto, aunquela consistencia interna no es el ún i c o factor q ue debe to marseen cuenta para dar una mayor o menor im por¬ tancia a una escala, pue s es preci so considerar otr os factores, como la estruct ura factorial y la validez discriminante.
38 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 2)
DESARROLLO DE LA INFRECUENCIA PSIQUIÁTRICA PARA MÉXICO Se realizó un estudio exploratorio con una muestra de 216 pacientes psiquiátricos a los que se les ap li có el M M P I - 2 para evaluar si esta po bl ac ió n res po nd er ía a las escalas Infrecuencia (F) e Infrecuencia posterior (Fp) tal como era de esperarse, en el sentido de que menos de 10% de ellos d eb er ía responder en la di re cc ión cr ít ic a a los reactivos de estas escalas (Graham, 1990). Algunos de los problemas con el M M P I srcinal persisten con el M M P I - 2 , uno de ellos es que las escalas Infrecuencia e Infrecuencia posterior por ser heterogéneas no discriminan con exactitud entre la población normal que finge ps ic op at ol og ía y quienes sufren realmente de una ps ic op at ol og ía grave (A rb is i y Ben- Po ra th 1994). Est o se debe a que los react ivos de Infre cuencia es tán relacionados con psicopatología severa, por lo que pueden elevarse tanto en personas que realmente tienen una psicopatología como en aquellos que simu lan los síntomas.
A fin de lid iar con este problema, en E U A se des ar ro ll ó una escala especial para aquellos individuos con una psicopatología seria. El primer paso en este estu¬ dio fue entonces observar si la escala de Psicopatología (Fpsi) desarrollada por A r b i s i y Ben-Porath ser ví a para distinguir a los pacientes psi qu iá tr ic os de aquellos pacientes que fingía n una ps ic op at ol og ía grave ( Lu ci o, e t al, 1996). La muestra psiquiátrica utilizada en México fueron los 216 pacientes que par¬ ticiparo n para determinar si el inst rumento dis ti ng uí a a los pacientes ps iq ui át ri co s de poblaciones normales. Estos pacientes estaban internos en diversas institucio¬ nes de salud mental del Di st ri to Federal, 112 varones y 104 mujeres. El grupo normal fue conformado por el grupo de estudiantes ya mencionado que se utilizó para desarrollar las normas de estudiantes (Lucio, 1995). Para el grupo de pacientes psiquiátricos se utilizaron los siguientes criterios de inclusión:
1. Lo s ind ivid uos de be rí an ser pacientes de la in st it uc ió n en el momento en que se les aplicara el inventario. 2. Los individuos debe rí an haber recibido un di ag nó st ic o por el personal psi qui á trico de la ins tit ució n. 3. Lo s pacientes deb er ía n saber leer y escribir. 4. Lo s pacientes de ber ían tener contr ol m éd i c o y no estar gravemente deprimidos o agitados durante la aplicación del inventario. Los criterios de invalidez para estos pacientes fueron los siguientes: No haber dejado má s de 15 reactivos sin contestar, una cali fi ca ci ón de Inconsistencia en las respuestas verdaderas ( I N V E R ) no menor de 9 ni mayor de 13. Lo s criterio s de inc lu si ón para los estudiantes ya se mencionaron en este capítulo.
Estudios de normalización, confiabilidad...
CJ39
Al comparar los resultados de las frecuencias de respuestas observadas en las escalas Infrecuencia e Infrecuencia posterior, se encontró que muchos de los reactivos eran contestados por más de 20% de los pacientes, por lo que la escala Infrecuencia no di sc ri mi na correctamente a los pacientes p s i q ui á t r i c os de la po
bla ció n no rmal.
Se pr obó ta mb ién s i la escala Fp si de sarr ollada en E U A fun cio
naba adecuadamente con los pacientes mexicanos y no fue así, por lo que se de c i d i ó elabo rar una escala d iferente para Mé x i c o que incl uye 20 reactivo s que se presentan a co nt in ua ci ón ( j con los reactivos aparece el porcentaje de respuesta en dirección crítica para hombres y mujeres en dos muestras, MP = muestra p s i q u i á t r i c a [112 hombres y 104 mujeres], MN = muestra nor mat iva mexicana): unto
F Tengo buen apetito.
1.2
M . P. M . hombres (F) 6.3% mujeres (F) 13.5% 2.
6
F
N .
f
4.9% 9.6%
Mi padre es un hombre bue no, o (si su padre hafallecido)fue
un hombre bueno.
hombres (F) mujeres (F) 3.
36
V
13 .4 % 10.6%
Cas i siempreteng o tos.
hombres ( V) 17.9% mujeres ( V) 16.3% 4.
75
F
6.
102
F
120
6.3 % 12.6%
6. 1% 6.8%
Quiero a mi padre, o (si su padre ha fallecido) Quise a mi padre. hombres (F) 11.6% 7.6% mujeres (F) 10.6% 2. 7%
F Algunas veces me enojo.
hombres (F) mujeres (F) 7.
6.3 % 5.7%
General mente siento que la vida vale la pena.
hombres (F) mujeres (F) 5. 90
10.6% 9.6%
F
12.5% 15.4%
4. 4% 2. 7%
C o n frecuencia ien s to la necesidad de luchar por lo que creo justo.
hombres (F) mujeres (F)
11.6% 5.8%
3.3% 3.1
40 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español 8.
192
F
Mi madre es una buena mujer, o (si su madre ha fallecido) Mi madre lite una buena mujer. hombres (F) mujeres (F)
9.
210
F
F
8.0% 6.7%
1.8% 1.8%
Me gustavisitar lugaresdondenunca he estado.
hombres (F ) mujeres (F) 10. 26 9
(Capítulo 2)
15.8% 8.7%
2. 6% 1.4%
Cuando las personas se hallan en apuros, lo mejor que pueden hacer esponerse de acuerdo sobre lo que vaneci a rdy mante nerse firme s en lo que acuerd en.
hombres (F ) mujeres (F ) 11. 276
F
13. 294
V
V
8.9% 6.7%
F
C o n frecu enciame salen mancha s rojas en el cuello.
16.371
12.5 %
F Me gustan los n i ñ o s . hombres (F ) 15. 3% mujeres (F ) 10.6% V
F
3. 5%
17 .1 % 13.0%
He desea do frecuentemente ser una persona delsexo opuesto.
hombres ( V ) 19.6% mujeres ( V) 17. 3% 17. 43 9
2.9% 2. 3%
Po r lo general espero tener é x i t o en lo que hago. hombres (F ) 13. 5% 3.6% mujeres (F )
15. 343
1.8% 2. 8%
Me han dicho que camino cuando estoy dormido. hombres ( V ) 18.0% 6.4% mujeres ( V) 11. 5% 6.2 % hombres ( V ) 7. 1% mujeres ( V) 12.5 %
14.318
9. 1% 7.8%
Quiero a mi madre, o (si su madre ha fallecido) quise a mi madre.hombres (F ) mujeres (F )
12.282
17.9% 10.6%
3.4% 7.5 %
Me convierto r á p i d a me n t e en partidario de una buena idea. hombres (F) 15 .2 % 14.9% mujeres (F) 11. 5% 14 .1 %
Estudios de normalización, confiabilidad41
18 .
4 78
Odio a toda mi familia.
V
hombres(V)12.6% mujeres ( V) 14.4% 19 .
4 93
Encuentro alivio cu ando compa rto mis problem as con alguien.
F
homb re s( F) mujeres (F) 20.
01 5
F
2.3% 1.3%
18.8% 8.7%
12.6% 8.7%
Hab l ar con alguiensobre problem y aspreocupaciones es mu
cho m ejor quetomar drogas medicinas o .
hombr es( F) mujeres (F)
17.1% 15.4%
BIBLIOGRAFÍA
7.3% 4.1%
f
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42 C3 Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Cap ítulo 2)
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Aplicación y calificación del MMPI-2
3
APLICACIÓN DE LA PRUEBA El M M P I - 2 es un invent ario de papel y lá piz , por lo que su aplica ción es relativamente sencilla, sin embargo, hay aspectos que deben considerarse para que los datos que se obtengan a través de este instrumento resulten vál ido s. El usuario de la prueba debe fa mil ia ri zarse con estos factores y tomar en co nsi der a ci ón las siguientes re¬ comendaciones cada vez que se aplique el inventario, ya sea que las evaluaciones se util ic en para in ve st ig ac ió n, entrenamiento o en la prá ct ic a clíni ca. La apli cac ión adecuada de la prueba es bás ic a para obtener datos confiables del inventar io. Es conveniente que la prue¬ ba sólo sea aplicada por psicólogos o estudiantes de psicología, dado que es un instrumento que explora aspectos profundos de la perso nalidad y de la ps ic op at ol og ía y, por tanto, provoca reacciones emo¬ cionales en las personas a quienes se les aplica. Algunas de las consideraciones se refieren a que puede haber algunas variantes de acuerdo con el escenario en el cual se aplica la prueba —pues no es lo mismo aplicar el inventario a alguien que acude voluntariamente a un consultori o, que a una persona que acu¬ de a sol ici tar empleo a una empre sa—, otras se re lacio nan con algu¬ nas variables sociodemográficas, que deben tomarse en cuenta y algunas más tienen que ver con diferencias culturales con respecto a la actitud de las personas al responder a este tipo de inventarios. P or ejemplo, se ha encontrado que en México las personas desconfían má s de este ti po de inventarios que en E U A , donde la gente es tá má s fa mili ar iz ada y dispuesta a contestar estos instrumentos. De hecho. 43
44 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 3)
algunos aspectos culturales se consideraron en el diseño de la hoja de respuestas para Mé x i c o , en la cual los n úm e r o s de los reactivos aparecen por ambos lados y no en un solo lado, como en E U A . Ant es de r eali zar la prueba es aco nsejable exp li ca r a la persona las razones por las que se ap li ca el M M P I - 2 . L as personas a las que simplemente se les e ntrega el folleto y se les dice que respondan a los reactivos, pued en interpretar e r r ón e a m e n t e el p r op ós i t o de la pru eba y comprom eter la val ide z del aut orreporte. El M M P I - 2 es una prueba costosa en cuanto a in ve rs ió n de recursos humanos, tanto de quien se somete a ella como de quien la aplica, por lo que es importante obtener datos confiables y válidos a través de ella, para lo cual es importante ser cuida dosos en la apl ic ac ió n de la misma . Si la prueba se a pl ic a indi vidual mente , aunque es una prueba autoadministrada, es conveniente vigilar, en especial en la primera parte de la aplicación, que el indivi¬ duo esté contestando de manera adecuada. Es pertinente cerciorarse de que la perso¬ na ha leído correctamente las instrucciones; a modo de asegurarse de ello puede ser útil leer las instrucciones con ella, pues en la población mexicana se ha observado una tendencia a empezar a contestar r ápi dament e sin leer las instrucciones. Un a vez leídas las instrucciones deben hacerse algunas aclaraciones, por ejemplo, que el par¬ ticipante debe intentar ser espontáneo y no pensar demasiado la respuesta, pues se trata de un inventario largo, que lleva bastante tiempo contestar; asimismo, es impor¬ tante subrayar que debe leer cuidadosamente cada una de las frases. Es necesario aclarar al participante que sólo puede dejar sin contestar la frase cuan do se trate de algo desconocido o que no se apüque a su caso, pero que esto es muy raro, pues en general se trata de actividades cotidianas que aplican a casi toda persona. E sta ac larac ión es relevante pues se ha observado una tendencia en algunos grupos a dejar de contestar más reactivos de los debidos cuando no se hace este señalamiento. Debe verificarse t ambi én que la persona esté cuidando qu e el n ú m e r o de su respuesta corres¬ ponda al núm e r o del reactivo en el cuadernill o, pues en ocasiones las personas omiten números. Es conveniente asegurarse que las respuestas no sean todas contestadas como Fal so, una tendencia en la po bl ación mexi cana, especialmente cuando el inventario se apl ic a en se le cc ió n de personal; t amb i én debe confirmarse que la persona entienda de manera correcta los reactivos, en particular aquellos que contienen dobles negativos. Es deseable verificar p er iód ica me nt e durante la ap li ca ci ón estos detalles a fin de que todo el inventario produzca resultados adecuados. De ningu na manera debe permiti rse al participante q ue se lle ve el cuad ern ill o a su casa, pues as í se p e d e r í a el cont rol sobre la forma en que la persona est á contes¬ tando y la situación de prueba deja de ser estandarizada, lo cual es perjudicial no sól o para la apl ic ac i ón del ins trumento para ese indi vid uo, sino que a de má s po dr í a resultar en que se p ierda la val ide z posterior del m is mo, pues qu i z á el partic ipante comente la prueba con otras personas a quienes de s pu é s se les aplique el M M P I - 2 . Cua ndo el participante ll ega a la úl t i ma parte del inv entar io, debe tenerse espe¬ cial cuidado en que conteste de manera adecuada, pues por cansancio o fastidio puede empezar a contestar con descuido o al azar, aunque en un principio haya contestado apropiadamente.
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 45
La prueba está diseñada para aplicarse en una sesión, pero si una persona se siente dep ri mid a o cansada puede aplicarse en un m á x i m o de dos sesiones, si n que transcurra más de una semana entre ambas. En el caso de que no se haya aplicado en sola debe anotarse y considerarse esto como un factor que puede in fluna ui r en lossesión, resu ltados.
APLICACIÓNEN GRUPO Cuando el M M P I - 2 se apli ca en forma grupal es preciso ejercer un cuidado e spe cial. En primer lugar, si el grupo es de 50 personas o más, es conveniente que al menos haya dos aplicadores por cada 25 personas. Deb en tomarse en cuenta todos los detalles ya mencionados, aunque resultan más difíciles de cuidar cuando se trata con un grupo en vez de con un solo individuo. Es indispensable, por ejemplo, para asegurarse que las personas no estén con¬ testando a todos los reactivos en Falso o al azar, observar que la hoja de respuestas no se haya contestado por hile ras; t a mb i é n es necesario cerciorarse que no se de jen reactivos sin contestar, pues muchos autores recomiendan que no son de utilidad los proto colos en los que falta la respuesta de m á s de 20 reacti vos. Al gu na s perso¬ nas en lugar de dejar reactivos sin contestar, contestan Verdadero y Falso al mismo tiempo, lo cual t a m bi é n tiene el efecto de inv ali dar el protoc olo. En los casos en que la prueba se aplica en grupo deben leerse las instrucciones en voz alta, si es un grupo grande y las condic iones lo permiten debe utili zarse un mi c r ó f on o . L os psi¬ cólogos que aplican las pruebas deben estar especialmente pendientes en la prime¬ ra y úl t i m a fase de la ap li c ac i ón , que es cuando pueden surgir m á s dificultades. Cuando se aplica el instrumento en escenarios de selección de personal o en cualquier otra circunstancia en la que se sepa que el participante pudiera tener reticencias, quizá sea apropiado explicarle que la prueba tiene forma de detectar si se ha mentido y que, por tanto, es mejor contestarla con ho nestidad; t a m b i é n puede decirse al i nd ivi du o que es mejor que se le ev al úe de acuerdo con su pro pi a perso¬ nalidad y no con una personalidad fict ici a producto de mentir d urante la ap li c ac i ón del protocolo. Por otra parte, en los casos en que esto sea posible, se les puede decir que en caso de que se detecte que han mentido, la prueba quizá se repita y esto im pl ic a mucho má s tiem po para ellos. Se debe procurar un ambiente cómodo, con privacía y supervisado, para las personas a quienes se aplican las pruebas y, aunque haya algunas limitaciones en cuanto a las condiciones de trabajo que pueden restringir o modificar los procedi¬ mientos, los participantes deberán tener el espacio de trabajo suficiente como para sentir que realizan sus respuestas en privado. Esto es especialmente importante si la prueba se contesta en grupo. En un esfuerzo por obtener actitudes más cooperativas en situaciones como las de sel ección de personal, Fi nk y Butcher (1972, en Butcher y Wil liam s, 1992) reali zaron un estudio con estudiantes universit arios aplic ando el M M P I en situaciones similares pero alterando las instrucciones de la prueba de la siguiente manera:
46 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 3)
El siguiente inventario de personalidad se compone de muchas frases; usted debe decidir si esas frases, aplicadas a usted, son mayormente verda deras o mayormente falsas, y luego marcar el espacio apropiado en su hoja de respuestas. Al realizar la prueba, algunas personas se preocupan por ciertas cosas como, por ejemplo, qué tan honestos deben ser al responder a los reactivos. Por tanto, en el desarrollo del inven¬ tario se construyeron varias escalas que permiten al examinador evaluar las actitudes del examinado; en otras palabras, se detecta fácilmente a las que ofrecen una imagen más virtuosa de ellos mismos o a las personas que tratan de aparentar mayor pertur¬ bación psicológica de la que realmente tienen. En estos casos sus protocolos de prue¬ ba son invalidados y tienen que ser descartados. También es importante tomar en cuenta que este inventario fue desarrollado como una forma para medir rasgos de personalidad individual, y no precisamente para detectar si una persona es mentalme nte sana o no. Todos sabemos que cada ser humano es diferente, es decir, que su personalidad es única y que debido a esto es más adecuada para realizar ciertas actividades. Esta prueba ayuda al psicólogo a com¬ prender la personalidad del individuo, con lo cual puede aconsejarle y ayudarle de manera más eficiente. Puede parecerle que algunas frases no tienen relación alguna con su personali¬ dad y que otros reactivos son muy íntimos, así que le explicaremos cómo fueron escogidas las frases: el proceso se inició dando una larga lista de frases a un grupo de personas normales y a otro grupo de personas que teman muchos tipos de problemas de personalidad. A continuación estas frases que fueron respondidas con frecuencias diferentes por cada grupo, se seleccionaron para una escala; con lo cual se dem os tró que las personas que tenían cierto tipo de personalidad resp onderí an a estos reactivos en forma similar. Así, que es importante recordarles que la interpretación de laprueba no involucra sólo la lectura de sus respuestas específicas, sino que la calificación se realiza simplemente colocando una plantilla sobre la hoja de respuestas para contar las correspondientes a cada escala de personalidad. Esto nos permite comparar las respuestas totales de cada escala con las de otras personas. Esperamos que respondan a todos los reactivos, a menos que verdaderamente no se apliquen a ustedes. Los autores, antes de aplicar la prueba, dieron instrucciones tanto a un grupo expe rimental como a un grupo control, pero al primero se le proporcionaron las que estaban alteradas. Además, se dio a los participantes un cuestionario de seguimien to. Los resultados del estudio indicaron que no había diferencias significativas en las escalassrcinVles del MMPI entre ambos grupos debido a las condiciones, lo que sugiere que los indicadores de psicopatología no eran significativamente dife¬ rentes. Sin embargo, los individuos del grupo experimental con instrucciones espe¬ ciales fueron menos defensivos y tuvieron mayor disposición para informar acerca de sus problemas que quienes recibieron las instrucciones tradicionales. Además, los participantes del grupo experimental dijeron, en los cuestionarios posteriores a la prueba, que la percibieron como menos ofensiva y muy pocos la consideraron como poco respetuosa de la privacidad.
Aplicación y calificación delMMPI-2 O 47
En general, los resultados de este estudio mostraron que las instrucciones es peciales para aplicar la prueba psicológica tranquilizaron a los participantes con relación a su aplicación y disminuyeron los temores para responderla. Consideramos q ue en x i c oyesconfiabilidad su ficiente con l osinstrumento, se ñ al am iepero nt ossería ya mencio¬ nados para incrementar la Mé validez del con¬ veniente hacer investigación con diferentes tipos de instrucciones que permitan reducir la actitud defensiva de las personas. Cualq uie r mod if ic ac ió n o adi ci ón que se haga a las instrucciones debe anotarse, pues modifica el hecho de que se trata de una sit ua ci ón estan darizada. El anotar las modific aciones p er mi ti rá ir encontrando la forma má s adecuada para aplicar la prueba a la po b l ac i ó n mexican a.
REGUSTOS PARA EL INDIVIDUO QUE CONTESTA LA PRUEBA La persona que contesta la prueba debe tener una habilidad de lectura de segundo de secundaria, lo cual no es lo mismo que tener una escolaridad de segundo de secunda¬ ria, pues hay personas adultas que aunque hayan terminado la secundaria, han perdi¬ do su habilidad de lectura, debido a no ejercitarla posteriormente. En estos casos es conveniente verificar la capacidad con alguna prueba de habilidad de lectura antes de aplicar la prueba, a fin de evitar obtener un protocolo que no sea válido. Por otra parte, hay personas que no tienen la escolaridad que la prueba requiere pero sí poseen el nivel de lectura, es decir, si hay alguien que por falta de oportunidad no ha estudia¬ do pero lee con frecuencia, quizá tenga la habilidad requerida. También es conveniente señalar que la prueba debe aplicarse de preferencia a población urbana, pues las actividades contenidas en los reactivos, aunque muy senc ill as, tienen sentido para quienes vi ve n en la ciu dad , por tanto, apli car la prue¬ ba a una población cuyo entorno es diferente resulta inadecuado. El contenido del reactivo debe ser significativo para el sujeto, dado su nivel de experien cia de la vida (un reto más difíci l para los muy j ó v e n e s , aquellos con li mi ¬ taciones intelectuales, quienes tienen impedimentos de aprendizaje, severamente marginados, o quiene s han inmig rado al p aí s recientemente y no entiendan el si gni¬ ficad o de las expresiones id io má ti ca s del es pa ño l) . La utili dad de la inf or mac ió n obtenida por el M M P I - 2 depende mucho de la habilidad del participante para entender las instrucciones de la prueba, cumplir con los requisitos de la tarea, comprender e interpretar el contenido de los reactivos con re la ci ón a sí mism o, y registrar estas atribuciones de sí mis mo de manera confiable, tal y como lo requi ere la forma particular de esta prueba. Diver sas con dicio nes fí si ca s o estados emocionales pueden impedir esto. Es vital que el psicólogo que aplica la prueba esté alerta con relación a la existencia de una o más condiciones que incapa¬ citen al ind ivi duo, como agudeza visual l imitada, d is lex ia o afasia receptiva, des órd e¬ nes de aprendizaje, intoxicación por alcohol o droga, reacciones tóxicas debidas a diversos factores infecciosos, desorientación proveniente de lesiones o contusiones cerebrales, conf usi ón des pu és de un ataque e pi lé pt ic o, impedim ento ne ur ol óg ic o re¬ sidual por uso prolongado de varias drogas, estados de confusión durante etapas
48 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
3)
ca ta t ón ic as o perio dos de alucinaciones, el r etardo profundo de una co nd ic i ón de dep res ió n considerable o la dist ra cció n debida a una reacc ió n man ía ca.
Cualquie
ra de estos o alpara gú ncuotro grado sim il fácil ar , puede li mi r la habi li dad del i estados ndi vi duo mpimpedime li r con la tanto reade relativamente de leer lostareactivos del M M P I - 2 y registrar sus respuestas.
REQUISIT OS PARAQUIEN CALIFI CA E INTERPRETA LA PRUEBA Cualq uier ins trumento ps ic ol óg i co d is e ña do para evaluar una diversidad de at ribu¬ tos de personalidad de una vez (es decir, una prueba de amplio espectro) impone una respon sabi lid ad en cuanto al entren amiento y la comp ete nci a de la persona que elij a usarlo para evaluar a las personas, en particular a pacientes. Au nque el M M P I - 2 es relativamente fácil y claro par a aplicars e y califi carse, su in te rp re t ac ió n exige tanto un nivel alt o de conocimientos ps i co mé t ri co s clí ni co s sobre perso nalid ad, como el compr omiso de seg uir los pri nci pio s ét ic os necesarios para la uti li za ci ón de pruebas en gene ral ;ps pori ctanto, instrumento cuyo uso, al menos Mé x icon co, debe restringirse a los ó l o ges o sun , quienes son los profesiona les que en cuentan los requisitos necesarios para uti li za r la prueba. Dad o que es necesario tener antecedentes sobre la t eo r í a de la ev a l ua c i ón para comprender c ó m o debe usarse el M M P I - 2 , el evaluador debe haber tomado cursos especializados sobre psicometría, teoría de la media, evaluación de la personalidad y ps i c od i a gn ós t i co . El ent renamiento en esta ár ea debe inc lu ir el conocimiento de las diversas normas sobre las pruebas y c ó m o evaluarla s, sel ecci onarl as y aplicar¬ las. El ps i c ól og o ta mb i é n debe tener un conoci mient o bá s i c o de la manera en que se resume el registro de un individuo por medio de los puntajes estandarizados conjuntamente co n sus transf ormaciones , corr ecci ones y confi gura cio nes. Es nece¬ sario ta m b i é n saber apreciar el lí mi t e de exacti tud de estos diversos pu ntajes y los errores e s t á n d a r que puede haber en la medi da. A d e m á s , el usuario debe estar in¬ formado sobre los efectos de las proporciones básicas sobre la exactitud de las decisiones y clasificaciones cuando aplique los resultados de la prueba a cuestio¬ nes es pe cí fi ca s de ev al ua ci ón . Ta mb ié n debe estar fami lia riz ado con las ventajas y limitacion es de utilizar
varia bles de "correcció n en la ev alu ac ión
psi coló gic a.
La
co di f ic ac ió n de perfiles, las r eglas de d ec i s i ón , uso recomendable de la forma abre vi ada del inventario son, t odas, cuestiones que inv olu cra n el cono cim ien to de pri n cipios y conceptos básicos. Es esencial también haber tomado al menos un curso especializado de ps ic op at ol og í a pues se requiere estar famil iari zado con la e structura, la di ná mi ca y las alteraciones de la per sona lid ad. Ya sm qu e las hi p ó t e s i s interpretativas se hayan generado de materiales tomados de textos e s t á n d a r sobre el M M P I o que procedan de programas de co m p u t a c i ó n , el usuario del inventari o debe ser capaz de integrar dichas hi pó t e s i s y las recom endaciones que se hacen con el conoc imi ent o detalla¬ do de los a ntecedentes y ca r ac t er í st ic as del i ndi vi duo que se ev al úa . A fin de gene-
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 49
rar una e va l ua c i ón tan ex acta y equili brad a del paciente o cliente como sea posib le, el usuario debe estar enterado de los conceptos psicodiagnósticos y de los sistemas de di ag nó st i co co nt e mp or á ne os . Al hacer sus recomendaciones, consideramos que necesariamente conoc imi ent odedetallado del invehumana. ntario c omo de una amp li a cse o mrequiere p r e n s itanto ó n dede lasuncomplejidades la personalidad
CONSIDERACIONES CULTURALES CON RESPECTO AL USO DELMMPI -2 Hay aspectos culturales que deben tomarse en cuenta al aplicar la prueba. El pri mero de ello s es que existe una tendencia a que la escala de Me nt ira (L ) se eleve en la pobl a c i ón mexic ana , debido probablemente a tres factores: 1) los miembr os de la población mexicana están más interesados en dar una buena imagen que los estadounidenses; tal ve z debido a que la pri mer a constituye una sociedad m á s trad i ci on al que la seg unda. 2) Q u i z á haya una tendenci a mayo r a mentir entre la población mexicana porque, en general, sobre todo cuando se trata de evaluacio¬ nes, la gente no desea ser tan sincera pensando que si se muestra tal cual es proba¬ ble que le vaya peor que si oculta defectos de suentender personalidad. 3) Los participantes mexicanos quizá tenganalgunos cierta dificultad para los dobles negativos. Es obvio que cualquiera de estos tres factores puede influir en la aplicación del instrumento y hacer má s difícil su uti li za ci ón en la po bl ac i ón mexicana, por lo que se requiere de motivar a los participantes a ser sinceros frente a la aplicación del inventar io si se desea obtener resultados út i l es. Est os factores in fl uye n en la ap li ca ción de cualquier inventario de autorreporte, no s ól o en el M M P I . La ventaja del M M P I sobre otros inventarios es que cuenta con escalas de va li de z que permiten evaluar la actitud del participante ante la prueba y, por tanto, ofrecen indicación sobre qué tan confiables son los resultados obtenidos. Los tres factores mencionados q ui z á ocurran en ma yor o menor grado de acuerdo con las circunstancias en las que el inventario se aplica y, por tanto, es necesario mot iva r a los participantes a ser sinceros y conocer el contexto en que se ap li ca . Po r ejemplo, si la prueba se apl ic a en se l ecci ón de personal en una empresa que se sabe que se ha ll a bajo una r e es t r uc t ur ac i ón y que, como resu ltado de la mis ma se despe¬ dirá a algunos, por más que se diga a los participantes —y en ocasiones hasta al psicólogo— que se está evaluando al personal con el objetivo de promoverlo, es di fí ci l que el inventa rio se conteste en forma sincer a. De bi do a el lo , la prueba debe utilizarse con muchas reservas cuando se trata de despedir empleados; no obstante, existen patrones es pe cí f ic os para enfrentar esta si t ua ci ón , por lo que si el in di vi duo se desvía mucho de ese patrón, ello indica algo muy importante. Por otra parte, cuando se aplica a personas de un nivel sociocultural limitado, es probable que tengan cierta dificultad para comprender los reactivos enunciados como dobles negativos, así que en esos casos es preciso explicar cuidadosamente algunos de estos reactivos si se desea obtener datos más confiables.
50 & Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
3)
ASPECTOS ÉTICOS EN LA APLICACIÓN E INTERPRETACIÓN DEL MMPI-2 Dado que el MM P I - 2 es un inventario que investiga ps ic opat ol og ía y aspectos ínti¬ mos de la personalidad, es importante que los datos provenientes de la prueba sean manejados en forma confi denci al, aspecto compl ica do en el ár ea de se le cc i ón de personal, en donde los resultados serán enviados a alguien que no tiene la misma fo rm ac ió n ét ic a que el personal entrenado cl íni cam en te. En estos casos es importante para el psi cól og o valorar cuá nt a inf or ma ci ón debe ser transmitida y cóm o asegurarse de que la persona a quien se canalizan los resultados hará un manejo ético de los mismos; por ejemplo, si se detecta que alguien presenta una tendencia al alcoholis¬ mo, debe considerarse có m o se t r ans mi t ir á este resultado a un jefe de personal. El psicólogo que da un informe incluyendo datos de este tipo debe intentar con¬ vencer a la persona que no tiene la pr eparac ión —c om o un jefe de personal — de que estos datos deben manejarse en forma confidencial, debe apelarse a una formación humanista y ética de estas personas, misma que desgraciadamente no es tan común en nuestro medio. En los casos de que no exista la seguridad de que la persona mani¬ fieste una tendencia al alcoholismo, puede mencionarse de otra manera, por ejemplo, diciendo que la persona quizá presente una tendencia a conductas de riesgo. La facili dad pa ra aplicar y califi car el M M P I - 2 qui zá lleve a algunas personas a utilizar este instrumento de manera que comprometan las precauciones de segu¬ ridad é t ic as y profesion ales que deben tener todas las medidas de ev a l ua ci ón ps ic o ló gi ca . Cual quie r ap l i ca ci ón del M M P I - 2 debe llevarse a cabo de tal manera que se garantice al participante la di sc r eci ón y seguridad de que los resultados del examen se rán respetados, protegidos y uti li zad os s ól o para benef icio y mejoramiento de su bienestar. La ap l i ca ci ón o ca li fi ca ci ón neglige nte, la fal ta de cuidado para mante¬ ner los resultados seguros y a salvo, o alguna otra evidencia de insensibilidad con respecto a la ap li c ac i ón de la prueba, puede desvirtuar el valor de la in f or ma ci ón obtenida por medio del M M P I - 2 . Las personas a quienes se les con fí a la responsabilidad de la adm ini st ra ci ón ruti¬ naria de la prueba deben ser entrenadas de manera cuidadosa y es preciso que estén bien informadas acerca de los pasos que se necesitan para obtener un rendimiento válido y út il. Esto es especialmente importante si la persona encargada de estas tareas es un estudiante de ps ic ol og ía . Debe verificarse per ió di ca me nt e la ap li ca ci ón rutina¬ ria de la prueba para asegurarse de que se mantienen los niveles apropiados.
MATERIALES DEL MMPI-2 En E U A existen diferentes formatos del cuaderni llo de ap l i ca ci ón , de pasta dura, de pasta gruesa. En México existe un solo formato de cuadernillo y dos formatos
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 51
de hojas de respuesta, una la roja, que es para calificarse en computadora y la morada que es para calificarse manualmente. Se cuentan con dos tipos de hoja dej je rf il , uno co n las normas esta dounidenses y otroen con Elpor perfil de se normas mexicanas corresponde estudio hecho po las bl amexicanas. c i ón general, lo que considera má s adecuado util izaalr el perfi l de las normas mexicanas cu ando se trata de participan tes indi vid ual es. T a m b i é n es aconsejable emplear ese perf il si se r eal iza i nv es t ig ac ió n y se desea comparar los perfiles de diferentes grupos de la po bl a c i ó n mexican a. Si n embargo, si el ob jetivo es com parar un grupo es pe cí fi co de la po bl ac ió n mexica na con la po bl ac i ón esta¬ dounidense, es aco nsejable ut il iz ar el per fil de este úl t i m o grupo, pu es así resultan m á s ilustrativas la s diferencias. Se están elaborando casetes para la aplicación estandarizada a personas que tienen cierta dif icu lta d de co m p r e n s i ó n , a fin de no tener que leerles los reactivos a los participantes —c om o se ha hecho en algunas ocasiones— puesto que cada qui en puede leerlos de diferente manera.
ELABORACIÓN DEL PERFIL YPOBTENCIÓN DE LA CLAV E EN EL MM I-2 Lo s puntajes para sacar el perf il bá s i c o con el M M P I - 2 se basan en una serie de escalas derivadas de las de H athaway y M c k i n l e y (1940) y modificadas has ta cierto punto por la ree stan da riz ac ión del inventario. Se organizan por medio de dos grupos, ' los indicadores de valide z y las medidas cl íni ca s, y con ex cep ci ón del puntaje "no sé " (no sa br ía decir) se trazan y marcan de manera separada para el perf il i nd iv id ua l (el puntaje de "no sé" es un puntaje natural que se anota abajo del perfil). Antes de calificar a mano las hojas de respuestas, deben separarse por sexo, ya que la escala Mas cul ini dad -f emi ne ida d (M f ) tiene distintas claves para varones y mujeres. Todas las respuestas omitidas o con dos contestaciones deben tacharse con un color y considerarse como respuestas "No sabría decir". El número de reactivos tachados es el puntaje "no sabría decir", este valor debe ponerse en el lugar apropiado de la hoja de respuestas. Se usan claves para obtener la pu ntuación natural de cada uno de los tres indicadores de vali dez adicionales y para las 10 escalas cl ín ic as ( tamb ién se puede disponer de claves para los juegos de escalas suplementarias, subescalas y de contenido). La plantilla (clave) se pone sobre la hoja de respuestas y el número de respuestas que aparecen en los espacios (sin contar los que están marcados con color) se cuentan y se anotan en el espacio apropiado en la hoja de per fi l. A s e g úr e s e de que los puntajes se anotan en la forma de per fil correcta para el gé n e r o al que pertenezca el participante. La prueba en su ve rs ión revisada inc luye tres perfiles: bá si co , de escalas de conte¬ nido y de escalas suplementarias. Para trazar el perfil básico debe tomarse en cuenta que bajo de la hilera de puntajes crudos que se anotan en la forma del perfil, se
52 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
3)
encuentra una hilera de espacios en blanco con la leyenda "para agregarse K" que aparece abajo de las siguientes escalas: Hipoc ondr ias is (Hs), De sv i ac ión ps icop ática (Dp), Psicastenia (Pt), Esquizofrenia (Es) e Hi po ma ní a (Ma) . Una fracción o todo el puntaje C or r e c ci ón ( K ) se agrega a los puntajes crudos de una variabl e para uti li za r la escala K como factor de co r r e c c i ón . Est a fr ac ci ón siempre se da se gú n el puntaje crudo de K que ya ha sido determinado en el proceso de calificar la hoja de respues¬ tas. Las fracciones apropiadas de K que deben agregarse son . 5 K a Hs : . 4 K a Dp: IK a Pt; 1K a Es y . 2 K a M a . Cu ando se han determinado estas fracciones deben anotarse en los espacios sobre la lí ne a abajo de los puntajes crudos que se han transferido de la hoja de respuestas y deben anotarse los puntajes naturales ya corregidos. Deben tom arse en cuenta los siguie ntes puntos para trazar el per fi l b á s i c o : 1. Debe utilizarse el perfil apropiado al gé ne ro del i ndi vid uo. 2. Las puntuaciones naturales se anotan en la forma de perfil; las columnas a mano izqu ier da y a mano derecha dan los valores de la p u n t u a c i ó n T corres¬ pondiente a dichas puntuaciones naturales. 3. Las puntuaciones naturales corregidas deben trazarse para las escalas que de¬ ben corregirse por K. 4. Deben colocarse puntos, círculos u otras marcas pequeñas en los puntos de puntaje natural del perfil y estos puntos deben conectarse con una línea sólida quebrada entre las escalas de validez, a la izquierda del perfil y las escalas clínicas que comienzan con Hs.
A fin de resumir los patrones de prueba que se obtienen en el M M P I - 2 , se usa un sistema de cod if ic ac ió n que reduce el gra n n úm e r o de perfiles p osibles a un n ú m e ro más práctico. Al codificar se le asigna un número a cada escala clínica, Hs se convierte en 1; Depresión (D), 2; Histeria conversiva (Hi), 3; Dp, 4; Mf, 5; Paranoia (Pa), 6; Pt, 7; Es, 8; M a , 9; e In tr ove rs ió n social (Is), 0. Estos nú me r os son la base para codificar los perfiles y muchos clínicos los usan rutinariamente en lugar de ut il iz ar los nombres o abreviaciones de las escalas para evitar im pl ic ac io nes psi¬ qu i át r i ca s que resultan confusas en ambientes no c lí ni co s. En el pasado se emplearon dos diferentes sistemas de co di fi ca ci ón con el M M P I : el método srcinal de Hathaway (1947) resumido en An MMPI Handbook(Un Ma nual sobre el M M P I ; Dahlstrom, el al., 1972) y el procedimiento de codifi cación ampliado o total de Welsh (1948). El sistema de codificación de Welsh es el único que se usa con el MMPI-2.
El pr ime r paso para cod if ica r el per fi l es esc ri bi r los dí g i t os que representan las escalas clínicas en orden de la elevación del puntaje T, desde el más alto al más bajo. Este proced imi ent o se sigue hasta que «
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 53
Es importante asegurarse de que se han incluido todas las escalas en la codifi¬ ca ci ón , lo cual se pu ede verificar ma r c á nd ol a s al proceder o leye ndo serie comple ta en orden n u m é r i c o ; por supuesto, ni n gú n díg it o debe aparecer má s de una vez en esta serie. Se puede detectar fácilmente si se ha respetado u omitido alguna escala, y corr egi r el error. De s p ué s se agregan los sí mb ol os de el ev ac ió n util izando las siguientes anota cione s para designar los rang os de e l e va c i ón de 10 puntos de los puntajes T. ** * 99
9
1
100- 109 90 - 99 80- 89 70 - 79 60 - 69 50 - 59 40- 49. 30- 39 29 y menos de 29 a la derecha de #.
Algunos psicólogos usan símbolos de elevación adicionales, los puntajes de 110 a 119 se muestran seguidos de ! y 120 !! El que sea necesario y úti l conservar la i nf or ma c ió n en la cod if ic ac ió n depende del n ú m e r o de casos en los que aparezcan elevaciones t an extremas y en la impo rta ncia del di a g n ó s t i c o que se encuentra con r e l a ci ón a los puntajes dentro de estos rangos. Butch er y Wi l l i a m s (1992) proponen uti li zar el signo + para la ele va ci ón en pu nt ua ci ón T de 65 a 69. Lo s mismos auto¬ res proponen utilizar todos los signos correspondientes a las diferentes elevacio¬ nes, por lo que cuando no aparece ninguna escala dentro de un rango de elevación se anota el si gno s in que correspond a a nin guna escal a, solamente para ilustr ar que dentro de ese rango de el e va c i ón no hay ningun a escal a. C uan do dos escalas tienen la mis ma pun t ua c ió n T o un punto de d iferencia se su brayan. A con ti nu ac ió n se ilu str a este proc edimi ento co n un ejemplo (figura 3-1): Se trata del perfil de una jov en de 21 añ os (Ma rí a)
Escala
L
F
K
Puntuación natural Puntuación T
4 45
14 74
11 39
Escala
1
2
3
4
5
6
7
8
9
0
Puntuación natural
25
38
35
36
37
22 43
45
20
37
Puntuación T
70
81
76
81
32
90
77
47
62
79
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 55
El primer paso para elaborar la clave es anotar las escalas en orden descendente:
624783 1095 Después se anotan las escalas con los signos de elevación correspondientes:
A
6*2 4"
7831'+0-/9:5#
la escala más elevada es 6, a la que corresponde el signo * por estar en T 90, después le siguen las escalas 2 y 4 que tienen la misma puntuación y se encuen¬ tran por lo tanto en el mismo rango de elevación, entre T 80 y T 89. Estas escalas se subr ayan por tener la mism a p u n t u a c i ó n T , d es pu és aparecen las escalas 7, 8, 3 y 1 a las que corresponde el signo ' por estar entre T 70 y T 79, no existe ningu na escala entre T 65 y T 69, por lo que sólo aparece el signo de + sin asociarse con ninguna escala. A continuación se anota la escala 0 a la que corresponde el signo de - por estar entre T 60 y 64, después aparecen los signos / y : sin asociarse con ninguna escala y, por último, aparece la escala 5 con el signo #. Finalmente se agregan las escalas de validez con el signo correspondiente quedando la clave co mo* * 6*24" 7831'+0-/9:5# F ' L / K # . Al gu no s usos del c ó d i g o resultan obv io s; por ejemplo, es fácil enco ntrar perfi¬ les similares. En la codificación para el ejemplo anterior se ve claramente que la escala má s alta en el perfil es P a, que el puntaje T es 90 o m á s , y que Mf cae abajo de 40 y es la escala más baja. Cuando se han codificado una colección de casos y se han archivado, es factible encontrar con rapidez todos los casos que comienzan con 4 y le sigue la escala 6. Para obtener el perfil de las escalas de contenido se sigue el mismo procedi¬ miento de contar con la clave el número de respuestas que corresponden a cada una de las 15 escalas. Se traza n puntos, cí rculos o cruces para ident ific ar en la hoja de perfil la puntuación correspondiente a cada una de las escalas y se unen con una lí ne a. No se obtiene ninguna clave con respe cto al perf il de las escalas de contenido ni se agrega ningún factor de corrección, por lo que es más sencilla la obtención de este perfil. Si se desea, es posible anotar las iniciales de las escalas por rango de elevación a fin de tener una idea de en que área se encuentran los problemas de la persona (figura 3-2). En las escalas de contenido las puntuaciones naturales y T que obtuvo María fueron las siguientes:
Escala
Puntuación natural Puntuaci ón T
ANS
MIE
18 76
9 50
OBS DEP
9 63
28 97
SA U DEL
14 62
2 49
ENJ
10 66
CIN
PAS
10 46
8 48 Continúa.
María Figura3-2. Perfilde itcttm d* contenido
ser MMPI-2 P»fin óm ««cala*
O*
baa.cat
Ftaéwü o po r M '
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. i * U > j.
Ut
0B8
06P
MJ
FEMENINO
BT
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 57
Escala
PTA
BAE
ISO F A M
Puntuación natural
10
14
10
Puntuación T
54
75
57
DT R
RTR
17
24
18
77
85
86
Como puede observarse en las escalas de contenido, la puntuación más alta correspon de a Depresión (T 97), seguidas de Rechazo al tratamiento (T 86) y Dificultad en el trabajo (T 85), las escalas má s bajas son Ci nis mo (T 46) y Prá ct ic as antisociales (T 48) El mismo procedimiento de contar el número de reactivos que contestó la persona en cada una de las escalas suplementarias y de trazar el perfil se realiza para obtener este tercer perfil. Aquí no es deseable anotar las escalas de mayor a menor, puesto que hay algunas escalas que indican patología si están hacia arri¬ ba, mientras que otras como la escala de Fuerza del yo indica más problema si están sumergidas. Las puntuaciones de las escalas suplementarias de María son las siguientes (figura 3-3): Escala
A
R
Fyo
A-MAC
Puntuación natural 33 14 22 Puntuación T mexicana 80 38 30
20 50
Escala
Puntuación natural Puntuación T mexicana
EPS
38 78
Isl
I s2
Is3
Fp
6 53
2 46
12 13 68 83
HR
Do
13 42
13 21 42 47
IN V AR
11 63
Rs
Dpr
GM
33 82
37 63
GF
55 50
EP K
34 90
IN V ER
10 56
Como se observa, la puntuación más elevada está en las escalas de Desorden de es tr és po s t r au má t i co de Keane ( E P K ) y de Infrecuencia posterior (Fp) (T 90 y 83) respectivamente, Desajuste profesional (T 82) y Ansiedad (T 80), en tanto que la p un t ua ci ón menor se observa en Fuerza de l yo (T 30).
— BIB LIOG RAFÍ A Dahlstrom, W. G., Welsh, G. S., Dahlstrom, L. E.(1972)An MMPIHandbook (vol 1): ClinicalInterpretation.(Rev. ed.) Minneapolis, MN: University of Minnesota Press. Fink, A. , Butcher, J. N. (1972) Reducing ob jections to personality inventories with special instructions. Educational and Psychological Measurement, 32,631-639. En Butcher, tation . J. N. , Williams, C . L. (1992)Essentiabof MMPI-2andMMPI-A Interpre
Minneapolis: University of Minnesota Press.
Aplicación y calificación del MMPI-2 O 59
Journal ofConsulting Hathaway, S. R. (1947) A coding system for MMPI profiles. Psychology, 11, 334-337.
Hathaway, S. R., McKi nley, J. C. (1940) A Multiphasic Personality Schedule(Minnesota): I. Construction of the schedule.Journal of Psychology, 10,249-254. Welsh, G. S. (1948) An extensión of Hathaway's MMPI profile coding system. Journal of Consulting Psychology, 12, 343-344.
Interpretación de los indicadores de validez
4
La posibilidad de establecer hipótesis de interpretación provenien tes de los datos del perfil básico del Inventario Multifásico de Personalidad-2 ( M M P I - 2 ) se basa en tres aspectos, relacionados e ntre sí,
a
i j• I
i i i
de estos puntajes: 1) la aceptabilidad de los puntajes del per fi l tal cual se determina por los indicadores de validez; 2) la elevación absoluta de l as escalas bá si ca s en co mp a r a c i ón con las puntuacio¬ nes T estándares provenientes de las normas y 3) las elevaciones relativas de estos puntajes dentro del per fi l i nd ivi du al. Un examen es pe cí fi co de los reactivos contestados por el indi vi du o, tal como se resumen en las listas de frases significativas, las puntuaciones de las escalas de contenido y las puntuaciones de las escalas suplementa¬ rias, proporcionan bas es para establecer otras h ip ót e si s que pe rm iten llegar a una in te rp re ta ci ón integral de la prueba. De acuerdo con el manual de la prueba, un enfoque para inter¬ pretar el perfil bá si co paso por paso y la inf or ma ci ón adi cion al que se deriva de un registro del M M P I - 2 incluye: E v a l u a r la vali dez del pr otocolo para poder interpretarlo de tal manera que in cl uy a la de t er mi na ci ón de la actitud que tuvo el i nd iv id uo al contestar el inventa rio y el grado en que la forma en que se contestó la prueba está de acuerdo con la informa¬ ción que arrojan otros antecedentes que se tienen sobre dicha persona. E x a m i n a r las puntuaciones de las escalas clí ni ca s del perf il e s t á nd a r para generar una lista de hip ót es is posibles de inter¬ pretación con respecto a la personalidad y estado emocional actual del sujeto de la prueba. 61
62 3 Uso e interpretación delMMPl-2 en español
(Cap itu lo
4)
3. Consultarvarias gu ía s sobre la int er pre ta ci ón del M M P I para encontrar correla ciones comunes con el patrón del código generado por el perfil clínico, que inclu yan alternativas psicodiagnósticas posibles. La mayoría de estas guías están elabo
radas en in gl és , como la de Butcher y Wi l li am s (1992) y la de Graham (2000). 4. Determinar,con respecto a las escalas que presentan por lo menos una elevación moderada, las escalas de contenido que contri buyen a dichas elevaciones, tomando en cuenta los tipos de asuntos que más preocupan al participante de la prueba. 5. Observar si existen frases significativas que puedan haber sido endosadas para indicar que existen problemas especiales o síntomas y preocupaciones insos¬ pechadas anteriormente. 6. Examinar las puntuaciones de las escalas suplementarias para ampliar las hi pó te si s de in t er pr et ac ió n ya generadas, y formular un resumen coherente de la di ná m i c a de personalidad y estado del di a gn ós t i c o del participante de la prue¬ ba, con las limitaciones adecuadas sobre la confiabilidad de estas conclusio¬ nes, en vista de los puntajes de los diversos indicadores de validez. Este capítulo está dedicado a la interpretación de los indicadores de validez. El M M P I - 2 cuenta con lo s mismos ind icadores de validez que el M M P I , ad em ás de algunas escalas adicionales qu e no ex is tí an en el inventario ori gin al c omo las de Inconsi stenci a en las respuestas verdaderas ( I N V E R ) , Inconsi stenci a en las res¬ puestas variables ( I N V A R ) e Infrecue ncia posterior (Fp), escala F de la seg unda parte de la prueba. El n ú m e r o de respuestas "N o puedo decir " (?) no constituye una escala tal cual exi st ía en el instrumento or ig in al . Dado que el M M P I - 2 es un instrumento de autorreporte, la uti li dad de las inter¬ pretaciones que se puedan establecer a partir de los datos de la prueba depende en buena parte de la actitud del indi vi duo al contestar el inventario. El M M P I - 2 , como cualquier otro inventario de autorreporte, puede ser distorsionado y manipulado por el sujeto. La ventaja del M M P I - 2 es que cuenta con indic adores que permiten saber si el participante ha distorsionado deliberadamente el inventario. Como se m e n c i o n ó en el ca pí t ul o 3, lo mejor para evitar que el instrumento se distorsione es motivar a la persona para que coopere, pues de otra manera se habrán invertido muchos recursos tanto por parte de quien contesta la prueba como de quien la aplica, para obtener pocos resultados. Sin embargo, hay ocasiones en las que es muy difícil lograr que el participante conteste en forma sinoefa, tal es el caso de quien s er áj uz ga do por al gú n delito y quiere evitar el castigo c orrespondiente.
PUNTUACIÓN NO PUEDO DECIR (?) La pu nt ua c i ón de No puedo decir (o No sa br ía decir) se obt iene simplemen te su¬ mando el número de reactivos que la persona dejó sin contestar. Si una persona dejó de contestar más de 30 reactivos de los primeros 370, la prueba no puede
Interpretación de los indicadoresvalidez de O 63
calif icars e. Si en los primeros 370 reactivos dej ó menos de 30 reactivos sin contes¬ tar, pero en la prueba en total dejó más de 30 reactivos, es posible interpretar el perfil básico, pero no las escalas de contenido ni las suplementarias. La razón de que la prueba no resulta válida si se omiten más de 30 reactivos es que se obtendría una subestimación de las puntuaciones, pues algunas de las escalas arrojarían pun¬ tuaciones bajas no porque haya ausencia de psicopatología, sino simplemente por¬ que la persona no contestó los reactivos. Hay varios tipos dejazones por las que la persona deja sin contestar los reactivos, una puede ser porque sea alguien indeciso e inseguro a quien le cuesta trabajo optar por una respuesta verdadera o falsa, de modo que quizá se haya tardado más tiem¬ po de lo usual en contestar el inventario. Personas con características de personali¬ dad de tipo obsesivo probablemente tengan dificultades para tomar una decisión ante una prueba de ele cc ió n forzada como el M M P I - 2 . Otro motivo para omitir respuestas puede ser una actitud negativa ante el in¬ ventario y en esas ocasiones la persona puede aducir que en realidad la prueba tiene tres posibilidades de respuesta: Verdadero, Falso y No sé. Esto llega a ocurrir en personas que tienen problemas para relacionarse con la autoridad y que no quieren someterse a reglas. Esta actitud negativa también se observa en personas que quie¬ ren tenerdado siempre la razón y ason quienes les molesta tener que tomar una decisión forzada, que los reactivos de elección Verdadero-Falso. Otras personas dejan de contestar los reactivos por fatiga o desánimo, mismos que pueden deberse a un estado depresivo. Por úl ti mo puede ser que el reactivo resulte irrelevante para la persona, es decir, que carezca de sentido para ella. Para poder saber a cuá l de estas posi bil ida des se debe la o mi s ión de los reactivos es importante observar la conducta del participante durante la aplicación y, dentro de lo posible, evitar que haya omisiones. Aun cuando las omisiones sean pocas, es importante saber cuáles son los reactivos que la persona omite, pues ello dará in¬ formación como, por ejemplo, saber qué es lo que le molesta que le pregunten.
ESCALA L
La escala L (Mentira) sirve para evaluar la medida en que una persona quiere pre¬ sentarse ante el examinador como excesivamente virtuoso. Esta escala está consti¬ tuida por 15 reactivos de contenido obvio como "De vez en cuando pienso en cosas demasiado malas para hablar de ellas ", " M i s modales en la mesa no son tan buenos como cuando salgo a comer con otras personas" contestadas como Falso. Lo s 15 reactivos de la escala ori gin al se mantuvieron en la nu eva ve rs ió n del inventario, aunque a algunos de ellos se les modificó el lenguaje. De acuerdo con Graham (2000) los individuos que obtienen una puntuación alta en L tratan deliberadamen¬ te de mostrarse en forma favorable y evitan admitir incluso las fallas menores a las que se refieren los reactivos.
64 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 4)
Co mo se m e n c i o n ó en el ca pí tul o 2, L es una de las escalas en las que se encon¬ traron diferencias entre las poblaciones estadounidense y mexicana, obteniendo esta úl ti ma una pun t ua c i ón m á s elevada. Lo an terior puede indic ar que los mexicanos tienen una actitud diferente a los estadounidenses frente al inventario, posiblemente por la é p o c a en la que se obt uvier on las normas o por la dif icu lta d de confiar en otros para mostrarse tal cual se es. Otra razón puede ser porque dado que las respuestas al inventario est án enunciadas en falso, resulten más difíciles de comprender los reactivos, especialmente para quienes tienen una escolari dad menor, dado que se e ncont r ó una co rr el ac i ón entre la escala L y la escolaridad en la muestra normati va A co n t i nu a c i ón se presentan algunos indicadores para i nterpretar las elevacio¬ nes de esta escala: •
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Si la pu n t ua c i ó n que obtiene la persona es tá por arriba de T 80, el perf il resulta inválido, pues el individuo puede haber mentido y presentado una actitud defensiva de tipo ingenua frente al inventario. Puntuaciones dentro de este rango t a m b i é n pueden indi car un claro esfu erzo por e n g a ñ a r a otros acerca de las motivaciones o de la a da pt a c i ón . Otr a de las razones por las que la escala L llega a elevarse es porque la persona se apegue en forma rí gi da a normas convencionales. La s puntuaciones entre T 70 y T 79 en esta escala q ui z á ind iqu en una va li ¬ dez cuestionable del perfil, porque la persona presente resistencia ante el inventario dando una autoimagen demasiado virtuosa de sí mismo y, por tanto, no acepte tener ni la menor falta. Si la persona fue poco honesta o franca al contestar el inventario, las pun¬ tuaciones de las escalas clínicas pueden sumergirse artificialmente, aun¬ que no necesariamente haya una ausencia de ps i c o pa t ol og í a . Se ha observado que la escala L se eleva en las mujeres mexicanas que se sienten presionadas en el ámbito social, y que son perfeccionistas y con¬ vencionales, sin que necesariamente hayan mentido ante el inventario. Al gu no s autores (Butcher y Wi l l i a m s , 1992; Gra ham , 2000) sugieren que en la po bl a ci ón estadounidense el pe rfi l resulta sin va li dez cuand o excede una pu nt ua c i ón de T 65. Consideramos q ue en po bl ac i ó n mexicana re sulta más indicado tomar como punto de corte T 70. Puntuaciones en un rango entre 60 y 70 in di ca n que el per fi l es vá l i do aunque el sujeto tuvo una defensividad marcada ante el inventario por ser moralista o rígido. f La s puntuaciones entre 50 y 59 in di ca n que la actitud ante la prueba es adecuada y que la persona está conforme con su autoimagen. La persona puede tener seguridad en sí misma y aceptar algunas de sus fallas. Puntuaciones menores a 50 ind ic an que el in di vi du o c on t est ó con franque¬ za el inventario y que acepta abiertamente sus fallas sociales, en ocasiones la persona puede exagerar sus fallas y problemas por ser demasiado au to cr ít ic a. Puntuaciones bajas t a mb i é n llegan a indicar qu e la persona tiene dificultad para adaptarse a las normas sociales.
Interpretación de los indicadoresvalidez de O 65
ESCALA F La escala F (Infrecuencia) consta de 60 reactivos que indican diversos tipos de sí nt om as . I ncluye reactivos como: " E n ocasiones los esp ír it us malignos se posesio nan de mí", "Tengo pesadillas varias veces a la semana" y "Si la gente no hubiera querido p erjudicarme h a br í a tenido mas éx i t o en la vi da ", contestados como Verda dero. En el M M P I ori gin al F, inc lu ía 64 reactiv os, algunos de los cuales se conside¬ ran cuestionables y se eli min ar on. Hathaway y Mc K i n l e y (1940) construyeron esta escala con un ampl io rango de sí nt om as p si c ol óg i co s, los cua les cubren un rango de problemas tan ampl io que no reflejan una imagen consistente. D ic ho s autores construyeron esta escala con la finalidad de evaluar hasta qué punto una persona intenta exagerar sus síntomas o problemas, atribuyéndose un excesivo número de síntomas que corresponden a diversos cuadros psicopatológicos y que, por tanto, son poco frecuentes en la po¬ bl ac ión normal. La idea bá si ca era que los individuos que intentaban fingir proble mas de ad a pt a c i ón ps i c o l óg i c a que no te ní an se iban al otro extremo y contestaban reactivos que se refieren a áreas tan amplias que resultaban poco consistentes. Los verdaderos habitualmente no scontestan amplio reactivos de F, sino qupacientes e responden de manera má selectiva un a los sí nt orango ma s .de Lalos tendencia a fingir o exagerar es importante de evaluar en algunos casos, como en los delincuen¬ tes que prefieren simular un problema psicológico para evadir un castigo. Para construir esta escala, los autores seleccionaron aquellos reactivos que eran contes¬ tados por menos del 10% de los adultos normales. La muestra normativa mexicana contestó 5 reactivos en promedio, con una de sv ia ci ón e st án da r de 2, lo cual es u n poco má s elevado que la muestra normativa estadounidense. F ta mb i é n constituye una medida pa ra evaluar si el ind ivi duo c on te st ó al az ar, puesto que la mayoría de las personas contestan entre 3 y 7 reactivos, en caso de que la persona haya contestado al azar la puntuación de F probablemente resulte muy elevada. Qu i z á la persona haya coloc ado las respuestas al inven tari o en forma incorrect a y, por tanto, resulten al azar. U na pu nt ua c i ón en esta escala de 30 o m á s puede ser, entonces, un indicador de respuestas al azar. En entornos de selección de personal, los participantes tal vez obtengan puntuaciones menores al promedio porque traten de parecer exageradamente bien adaptados. La ele va ci ón de la esc ala F, cuando se da en un protocolo vál id o, es un ind ic a dor confiable de ps i c op a t ol og í a , pues in di ca que la persona tiene problemas impor¬ tantes que la población normal en general no presenta. De acuerdo con Butcher y Wi l l i a ms (1992), la el e va ci ón de F puede deberse a las siguientes razones:
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Posible error en el protocolo.El individuo puede haber invalidado o es¬ tropeado la prueba debido a un inadecuado registro de las respuestas. Es posible ta mb i é n que hay a un error en la cal if ic ac ión del p rotocolo.
66 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo 4)
• Respuestas al azar.El ind ivi duo tal vez re sp on di ó al azar a los reactivos de la prueba. Al gu no s participantes poco coo peradores pueden tomar el cami ¬ no fácil para contestar el M M P I - 2 , respondiendo al azar o casi al aza r. La escala F del M M P I - 2 detecta fá ci lm en te esta actitud (Berry, e t ai, 1991). • Posible de so ri ent ac ió n. El i nd iv id uo puede estar confundido y desorien¬ tado, incapaz de seguir las instrucciones o comprender el significado de los reactivos, qui zá debido a un estado t óx i co , s ín dr om e or gá ni co cerebral o ansiedad extrema. Si n embargo, en algunas circunstanci as los perfiles de rangos elevados, entre 90 y 109, son comunes y no de ber í an ser considera¬ dos como in vá l i do s. Por ejemplo, en escenarios c lí ni co s de pacientes psi¬ qu i át r ic os o con prisio neros de reciente ad mi si ón , a menudo se presentan patrones de síntomas exagerados pero interpretables. • Ps i co pa t ol og í a severa. En algunos casos quizá se sugieran problemas se¬ rios o d e so r i e nt a c i ón , particularm ente entre pacientes re ci én ingresados e internos de centros correccionales, Gynther (1961) Gynther y colaborado res (1973d) Gynther y Petzel (1967) y Gynther y Shimunkas (1965), han proporcionado i nf or ma ci ón impor tante acerca d e las pun tuaciones eleva¬ das de F en pacientes hospitalizados. Megargee y Bohn (1977) demostra¬ ron que los delincuentes enca rcelados que contestan el M M P I al ingresar a prisión, a menudo producen puntuaciones elevadas de F que tienen utili¬ dad interpretativa. En consecuencia, recomiendan la utilización de una pu nt ua ci ón de corte de 100 o m á s , para sugerir in va li da ci ón . Graham y colaboradores (1991) consideran que en ambientes con pacientes hospita¬ li zados puede ser út il interpretar perfiles con T en 110. • Simulación. El i nd iv id uo q ui z á exagere conscientemente a modo de refle¬ jar algunas alteraciones graves (presentando una imagen seriamente per¬ turbada) a fin de obtener beneficios. Frecuentemente una F elevada se pre¬ senta entre individuos que desean convencer al profesional de que necesi¬ tan ayuda ps i co l óg i ca . Este pat ró n ta mb i é n se encuentra a menudo entre individuos que necesitan atribuirse problemas para influenciar a una corte (Schr etlen , 1988). Gros sma n y colaboradores (1990 ) encontraron que los oficial es de pol ic ía que no que r í an regresar al trabajo, pr o du c í a n puntua¬ ciones F má s elevadas que aquellos que qu er í an regresar al ser vic io. •
Las investigaciones transculturales Anteceden tes cultural es diferentes.
con el M M P I han demostrado que los in di vi duo s cuyos antecedentes cul ¬ turales son muy diferentes de los del grupo normativoVlel MMPI llegan a producir puntuaciones de la escala F más elevadas. Esta elevación de F ocurre aun con individuos que están motivados y cooperan con la prueba (Butcher y Pancheri , 1976). Aunque p od r í a tratarse de t r a du c c i ón inade¬ cuada, estas diferencias también pueden resultar de factores culturales. En la población mexicana algunos de los reactivos de F no cumplen con el cri terio de ser contestados por menos de 10% de los participantes de la muestra normati va, por lo que es posibl e que esta escala requier a de modi¬ ficaciones mayores para funcionar adecuadamente. En C hi na se d e sa r r ol l ó
Interpretación de los indicadores de O 67 validez
una escala de infrecuencia más efectiva para emplearse en este país, si¬ guiendo los criterios de respuestas similares a los que usaron Hathaway y Mc Ki n l ey con los reactivos del M M P I ori ginal , debido a que muchos de
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los reactivos de de la escala F no cumplían criterio normativa. de ser contestados por menos de 10% los participantes de laelmuestra Cua ndo la persona contesta Verdadero a una gran cantida d de reactivos, la p un t ua c i ó n de F tiende a elevarse. Otra ra zón por la que la pu nt ua ci ón de F se eleva es por una habil idad de lectura limi tada.
Los diferentes rangos de elevación de las puntuaciones de esta escala pueden interpretarse de la siguiente forma:
T < 50:Indica poca ex pr es i ón de s ín t om a s. La persona puede ser sincera y estar socialmente adap tada. Cuan do ocurre este tipo de e l e va ci ón en situa¬ ciones de se l ec ci ón de person al qu i z á se indique qu e la persona es t á tratan¬ do de dar una imagen de adaptación y de que no tiene problemas, aunque no necesariamente será el caso. T 51-59:Indica que el individuo es accesible y está abierto a la discusión de sus problemas, siempre y cuando F sea mayor que L y K. T 60-64 : Se trata de unperfil válido en el cual l a persona expresa algunos s í n t om a s . La persona ha respondido sele ctivamente a un ár e a que se refiere a un tipo específico de problemas, pero puede funcionar más o menos ade cuadamente. T 65-80:Se trata de unperfil probablemente válido pero con posibilidad de e xa ge r a c i ón de algunos s í n t o ma s . La persona presenta un amplio ra ngo de problemas ps i c o l óg i c o s ; es abierta y se muestra accesible a la discu¬ sión de sus problemas. Este tipo de elevación puede esperarse con bas¬ tante frecuencia en evaluaciones que se realizan dentro del campo clínico. Si n embargo, cuand o se presenta en situaciones d e s e l e cc i ón de personal probablemente indique que la persona está realmente perturbada por sus problemas emocionales o que tiene respuestas fuera de lugar en situacio¬ nes de trabajo. misma que sugiere l a posibilidad de unpatrón de conf usi ón y de so ri en ta ci ón. En este caso es má s probable la ex ag er ac ió n de problemas y el uso de síntomas para obtener beneficios, por ejemplo,
Validez limítrofe, T 81-90:
simpatía.
marcadamente elevado, quedebería ser interpretado con mu¬ cho cuidado. T 100109 : Probablemente inválido, pero algunos perfiles de pacientes psi¬ qu i át r ic os hospital izados o de delin cuentes admitidos re cientemente en la c á r c e l , pueden ser interpretados hasta 109 si I N V A R es t á dentro de un rango válido. T 110:El perfil es claramente invál id o. T 91-99: Perfil
68 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
ESCALA K La escala K (Corrección) consta de 30 reactivos, como "Cuesta trabajo convencer a la may orí a de la gente de la verdad", " L a crít ic a o el r eg añ o me hieren profundamen te", "No me importa lo que otros piensen de mí", contestados como Falso. Los 30 reactivos srcinales se conservaron en el M M P I - 2 , pero uno de ellos sufri ó un cam¬ bio. Hathaway y Meehl (1946) desarrollaron esta escala como una medida más sutil que la escala L, para detectar la tendencia de las personas a negar psicopatología. Esta escala se utiliza como factor de corrección de cinco de las escalas clínicas Hipocondriasis (Hs), Depresión (D), Psicastenia (Pt), Esquizofrenia (Es) e Hipomanía (Ma ) y, al igual que en el M M P I ori gi na l, se uti li zan diferentes fracciones de K para corregir las mencionadas escalas c línica s ; estas fracciones se desarrollaron emp ír ic a¬ mente porque los autores en los diversos análisis se dieron cuenta que era en estas escalas en las que se expresaba mayor defensividad. La escala K, por tanto, incluye diversas áreas de contenido en las que la persona puede negar problemas. Los reactivos de K son mucho menos obvios que los de L, por lo que K se considera mucho má s compleja de lo que en un pr inc ip io se pe ns ó. La ma yo r í a de los reactivos de la escala se contesta en la dirección de Falso, lo que refleja la función de la escala como una medida de la negación de problemas. Se ha demos¬ trado que K ev al úa la voluntad de un ind ivi duo para revelar in fo rm ac ió n personal y discutir sus problemas. Una puntuación elevada (T por arriba de 65) refleja una actitud no cooperadora y resistencia a revelar información personal. Las puntua¬ ciones bajas (por debajo de T 45) sugieren apertura y franqueza. La escala K se correlaciona positivamente en la población mexicana con la inteligencia y con el nivel educativo, lo cual debe tomarse en cuenta cuando se interpretan las puntuaciones. La el ev ac ió n de la escala K ind ica tí pi ca me nt e defensividad, sin e mbargo una elevación moderada puede indicar recursos psicológicos para enfrentar los proble¬ mas y fuerza del yo. Debido a lo anterior, en ocasiones es difícil distinguir cuando la elevación de K se debe a una actitud defensiva o cuando se debe a características psicológicas positivas. Dado que existen algunas dudas sobre la función de K como variable supresora, en E U A ex ist en perfi les con pu nt ua ci ón K y sin pu nt ua ció n K. En Méx ic o no exi sten
estos perfiles, pero cuando el individuo ha sido muy defensivo ante el inventario, se sugiere trazar en el mismo perfil, la gráfica con K y sin K, con a finalidad de apre¬ ciar en qué ni vel q ue da r ía n la escalas sin dicha pu nt ua ci ón , esto da rá una idea de la magnitud de la actitud defensiva del participante. Es posible que haya diferentes interpretaciones de la prueba de acuerdo con los diferentes niveles de elevación de la escala. A
• Las puntuaciones T iguales o mayores a 65 sugieren posibles respuestas de¬ fensivas. Las elevaciones en este rango son comunes en circunstancias en las que el individuo está motivado para presentar una imagen favorable de
Interpretación de los indicadoresvalidez de O 69
sí mism o (p. ej., en ev aluaciones d e custodia famil iar o se l ec ci ón de perso¬ nal). U na pu nt ua ci ón en este rango de el ev ac ió n probablemente ocurra cuando la persona c on t e st ó Fals o a casi tod os los reac tivos o si tr at ó de dar
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una imagen de s i mu l a c i ó n buena ante el inventario. Est a el e va c ió n puede deberse t a mb i é n a que el in di vi du o niegue los problemas o a que tenga una falta de insight. No se debe asumir ausencia de psicopatología en perfiles con unJkpuntuación K elevada cuando las puntuaciones de las escalas clí¬ nicas es tá n dentro de los lí mi t es normales. La s puntuaciones con una e l e va c i ón moderada, 56 a 64, ind ica n que la persona mo s t r ó una actitud defensiva moderada ante el i nventario y que no reconoce que tiene problemas. Esto puede deberse a que sea una persona adaptada que c on fí a en sí mi sm a y que, po r tanto, no es té dispuesto a pedir ayuda. También puede tratarse de un sujeto tímido que evite involucrarse emocionalmente. Un a el eva ci ón media, entre 41 y 55, indi ca un equil ibri o entre au to pr ot ec ci ón y autodescubrimiento. Este es el rango de elevación esperado en situacio¬ nes de selección de personal. Quizá se trate de una persona que tiene sufi cientes recursos para enfrentar los problemas que se le presentan en la vida cotidi ana. Un a p un t u a c i ón dentro de este rango t a m b i é n puede indi car que la persona cuenta con suficientes recursos para un tratamiento. Los puntajes bajos (debajo de T 41) sugieren que las defensas de la persona son inadecuadas o que está suplicando ayuda para resolver sus problemas emocionales. Esto q ui zá se deba a que sea una persona con un autoconcepto pobre, demasiado crítico de sí mismo o de los otros. También se observan puntuaciones muy bajas en K cuando el individuo contesta Verdadero a to¬ dos los reactivos. Las puntuaciones muy reducidas ocurren t a mb i é n cuando el participante finge en forma inadecuada sí ntoma s o problemas.
NUEVOSINDICAD ORES DE VALIDE Z EN ELMMPI-2: Fp, INVAR, INVER ESCALA Fp La escala Fp (Infrecuencia posterior) consta de 40 reactivos como "Muchas veces siento como si las cosas no fueran reales", " Me rezc o un severo castigo por mis peca dos" contestados como Verdadero. Se de sa rr ol ló especialmente para el M M P I - 2 como un indicador adiciona l de vali dez, c on la mism a lóg ic a que la escala F. es decir con aquellos reactivos que eran contestados por menos de 10% de los participantes, pero para la segunda parte de la prueba, por lo que la mayoría de los reactivos de esta escala se local iz an a partir del reactivo 370. La escala Fp tiene como finalidad detectar
70 3 Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
4)
si la persona contesta al azar en la segunda parte de la prueba. Es posible que la escala F es té dentro de los l ími tes esperados, pero al llegar a la segunda parte de la prueba la actitud de la persona frente al inventario cambie y entonces conteste al azar o se confunda. De modo que si la persona cont est ó de manera adecuada la primera parte del inventario, pero al llegar a la segunda parte ya no lo hizo, podrán interpretarse las escalas básicas pero no las de contenido ni las suplementarias. Las diferentes elevaciones de F posterior pueden interpretarse de la siguiente manera: • •
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Si tanto Fp como F están elevadas por enci ma de T 110. la prueba no es vá li da y, por t anto, no hay ninguna in te rp re ta ci ón adicional pa ra Fp. Si tanto F como Fp están por debajo de T 89, el protocol o total de la prueba es vá l i do , es decir, pueden interpretarse tanto las escalas bá s i c a s, de conte¬ nido y suplementarias. Si la pu nt ua c i ón de F (menor a T 89) indi ca que la prueba es vá li da , pero Fp es mayor a T 90, el individuo puede haber simulado sus respuestas en la segunda parte de la prueba o qu i zá se c a ns ó y e m p e z ó a contestar al azar o a confundirse por lo que, como se m e n c i o n ó , no deben interpretarse las escalas de contenido y suplementarias. Al igual que en lo que se refiere a las elevaciones de la escala F, una eleva¬ ci ón marcada de Fp q ui z á no se deba a co nf us ión o respuesta al azar sino a una patología real, en cuyo caso la prueba puede ser válida, siempre y cuando las escalas 1 N VE R e I N V A R —que se describen a co nt inu ac ión — queden dentro de lím it es vá l id os .
Dado que la Fp es una escala nueva, existen pocos datos de investigación en refe¬ renci a a ell a. En lo qu e respecta a la po b l a c i ó n mexicana se considera que, trat án¬ dose de po bl ac i ón clí ni ca , es posible util iza r como pu nt ua ci ón de corte 100, que equivale a un puntaje de 17 y no de 13 como se sugiere en el manual de la prueba. Arbisi y Ben-Porath (1995) desarrollaron la escala Fpsi (Infrecuencia psiquiᬠtrica) como complemento de la escala F para identificar las respuestas poco fre¬ cuentes. En Mé x i c o se r ea l i zó una in ve st ig ac ió n para desarro llar una escala de respuestas infrecuentes en po bl a c i ó n mexicana ( Lu c i o, et al., 1996).
ESCALA INVER La escala I N V E R (Inconsistencia en las respuestas Verdadero; en inglés TR I N) , fue desarrollada por Tell egen para el M M P I - 2 para evaluar la tendencia de las personas a responder en forma inconsistente a los reactivos de la prueba. Consta de 23 pares de reactivos que contestados como Falso o como Verdadero resultan in¬ consistentes; inc lu ye reactivos como " L a may or parte del tiempo me siento triste" y "Casi siempre soy feliz", ambos contestados como Falso y "A menudo me duele toda la cabez a" y " M u y pocas veces me duele la cabez a" contestados ambos como
Interpretación de los indicadoresvalidez de O 71
Verdadero. La escala, entonces, contiene pares de reactivos que contestados ambos como Falso o como Verdadero resultan contradictorios por lo que respecta a su contenido. La escala I NV R es un pococont má sestado difí cilcomo de calVerdadero if ica r queylas poneun un punto por cada parE de reactivos deotras, s p upues é s seseresta punto por cada par de reactivos de los que corresponden a la escala contestados como Falso. A la puntuación resultante se le agrega una constante de 9 para que no se obtenga una puntuación de 0, pues si una persona contesta como Verdaderos 8 pares de reactivos de los que corresponden a la escala y también contestara como Falsos 8 pares de los que correspond en a la escala o bt en d r í a una p u n t u a c i ó n de 0 y eso no reflejaría la realidad de que está contestando en forma inconsistente. Esta escal a es calificad a fác il me nt e con la compu tadora, aunque t a mb i é n puede calificarse manualmente, pero el procedimiento resulta complicado por lo que se consid era especialmente necesario cal if ic ar la só lo cuando se tiene duda de la consis tencia de las respuestas de una persona, por ejemplo, cuando F está muy elevada. Las puntuaciones I N V E R iguales o mayores a T8 0 indi can un pa tr ón de tod o Verdadero en las respuestas del i nd iv id uo y que és te c on testó de manera inconsistente. La pun tu ac ió n de I N V E R debe ser entre 5 y 13 para que la prueba se considere vá li da . Un a pu nt ua ci ón T menor a 50 puede indi car un pa tr ón de todo Falso .
ESCALA INVAR La escala I N V A R (Inconsistencia en las respuestas variables; en ing lé s VR I N ) consta de 47 pares de reactivos que contestados con cualquiera de las siguientes configu¬ racion es: Fa lso -Fa lso , Falso-Verdadero, Verdadero-Falso, Verdadero-V erdadero resultan inconsistentes con respecto a su contenido. Incluye pares como "Cuando era joven me suspendieron de la escuela una o más veces por mala conducta" con¬ testada como Verdadero y "En la escuela algunas veces me llevaron con el director por mal a conducta" conte stada como F als o, o "Mu ch as veces he perdido oportuni dades por no haberme decidido a tiempo", contestada como Falso y "En general tengo problemas para decidir lo que debo hacer" contestada como Verdadero. La escala se califica sumando el número de respuestas contestadas en forma inconsis¬ tente. Debido a que algunos pares de reactivos se puntúan con diferentes configura¬ ciones , en reali dad resultan 67 p ares de reactivos los que componen la escala. Cu ando la persona responde completamente al azar, I N V A R resulta con una p un t u a c i ó n T más. de 95 o Esta escala se d es arrolló para identificar a aq uellas personas que contestaban en forma inconsistente los reactivos porque muchas veces en realidad no los habían leí do y lo s re sp on dí an al az ar. I N V A R es muy útil cua ndo se usa junto con F, pues una F elevada junto con un puntaje elevado de I N V A R indican que la persona co nt es tó al azar los reactivos de la prueba. P or otra parte, si F es tá elevada pero I N V A R no lo está, la elevación de F puede deberse a la presencia de síntomas o a que la persona fingió sentirse mal , pero no a que re s po nd i ó al azar, por descuido o con fu si ón .
72 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
4)
OTROS ÍNDICES DE INVALIDEZ DE LA PRUEBA ÍNDICE FK Gou gh (1950) de sa r r ol l ó el índ ic e F - K cuando se pe r ca t ó de que sujetos que trata ban de dar la impresión de que poseían una psicopatología seria sin realmente tenerla, tendían a puntuar más alto en la escala F que en la escala K. Este autor su gi r i ó, por tanto, que un puntaje posi ti vo mayo r de 9 indi cab a que el perfi l no era vá l i do . Otros autores, como Carso n (1969). han sugerido que una p u n t u a c i ó n de 11 es más adecuada para indicar que el perfil no es válido. Sin embargo, no existe suficiente evi den ci a em p í r i c a que sustente que este í nd ic e puede ser má s eficaz que la escala F u otros indicadores ya mencionados, por lo que se sugiere que este ind ica dor se ut il ic e con reservas.
PORCENTAJE %) DE RESPUESTAS VERDADERO Y FALSO Un porcentaje de Verdadero o Falso extremadamente bajo, menor de 20 %, refleja un p a t r ó n de respuestas altamente distorsionado, debido a una m a n i p u l a c i ó n cons¬ ciente o al descuido para responder a los reactivos. Los protocolos con un bajo porcentaje de respuestas Verdadero o Falso producen perfiles no interpretables; estos ín di c e s só lo puede n obtenerse cuando se ca li fi ca la prueba por medio de una computa dora. Cua ndo l a persona contesta con un pa t r ón de respuestas todo Verda¬ dero, el perfil adquiere una configuración específica, en la que la escala F está por encima de una puntuación natural de 25 y las escalas Paranoia (Pa), Es y Ma se encuentran muy elevadas, por arriba de T 95, mientras que Hs , D, His te ri a conver siv a (Hi), Desviación psicopática (Dp) y Masculinidad-femineidad (Mf), se encuentran sumergidas, siendo Hi la más sumergida de todas. Las escalas de contenido se encuentran en general muy elevadas cuando esto sucede (figuras 4-1 y 4- 2) . Cua ndo una persona responde con un p at r ón de respuestas todo Fal so la confi¬ g u r a c i ón de las escalas que se produce es diferente, las escalas de la t r í a da n e u r ó t i c a resulta n las má s elevadas y t a m b i é n se elevan l as escalas de va li de z, especialmente L pues, como ya se m e n c i o n ó , es t á const ituid a por 15 reactivos que se contestan en Falso. En este caso todas las escalas de contenido, excepto la escala de salud, se encuentran sumergidas (figuras 4-3 y 4-4).
CONFIGURACIÓN DE LAS ESCALAS DE VALIDEZ A fin de interpretar la actitud de las personas ante la prueba es importante tomar en cuenta no s ól o la el e va c i ón de cada una de la s escalas de vali de z por separado, sino
Interpretación de los indicadores validez de O 77
cuál es la configuración que se obtiene tomando en cuenta todas ellas, especial¬ mente la c on f i gu r a ci ón de las escalas L, F, K. Cuando L está por encima de F y K, se trata de un perfil defensivo en el que la persona ut ili de podrían respuestasestar bastante ingenuo. En este caso, deber á estar por arriba dezóT un 70pa y trón Fy K cercanas a T 50. Si L y KL se encuentran alrededor de T 65 y F es tá en T 50 o menos, se tr ataría de un perfil defensivo en el que la persona tra tó de dar una buena imagen de sí mi smo, lo que se conoce como un perfil de falsa bondad; es frecuente encontrarlo en contextos de s el ec ci ón de personal. Otro pe rf il defensivo se obser va cuando L es tá alrededor de T 50, F por debajo de T 50 y K está por arriba de T 70. En este caso se trata de un patrón defensivo, pero en el que se utilizan defensas más elaboradas, como las que corresponden a una pu nt ua c i ón elev ada en la esc ala K. Si la escala F está alrededor de T 75 y Ly K se ubican por debajo de T 50, se trat ar ía de un perfil en el que la persona admite abiertamente sus s ínt om as, est á pidiendo ayuda y siente que sus recursos no le son suficientes para enfrentarse a las situaciones proble¬ máticas que está experimentando. Es de esperarse que este tipo de perfil se obtenga en escenarios cl ín ic os cuando la persona va a pedir ayuda es po nt án ea me nt e. S in embargo, hay casos en selección de personal en los que se obtienen perfiles con esta configura¬ ción; por ejemplo si la persona se descontrola ante el inventario o debido a que tenga una pobre capacidad intelectual y no se percata de que, aunque debe ser sincero, debe¬ ría evitar hablar abiertamente de sus problemas si aspira a ser contratado. Cuando F se encuentra por arriba de T 100 y L y K se encuentran por debajo de T 45 , es probable que la persona haya exagerado sus s í n t o m a s , esto qu i z á se deba a diferentes razones. Lo anterior ll eg a a ser co m ún cuando una persona quiere r ec ib ir ayuda inmediata o puede darse t a m b i é n en sit ua ci ón de ps i c ol og í a forense cuando una persona va a recibir castigo porque ha cometido algún delito y quiere evitar el ser castigada fingien do algu na psi co pa t ol og í a —razonando que se rá men os in có modo recib ir tratamiento psi qu iá t ri co que rec ibir una p ena. Entre las escalas de validez, las escalas L y F son las que resultan menos con¬ fiables en la población mexicana debido a que, como se consideró en el capítulo 2, son escalas cuya alfa de Cronb ach resulta m á s baja que las d e m á s .
SIMULACIÓN EN LOS INVENTARIOS DE AUTORREPORTE Numerosas investigaciones han mostrado que los individuos responden deshones tamente a los inst rumentos de e va l ua c i ón por diver sas razones (A de lm an y Howar d, 1984; Bagby, Ni ch ol s on y Bu i s, 1998; Franke, 2002; L i m y Butcher, 1996). Dad o que no existe form a alguna para preven ir totalmente la di st or si ón delibe¬ rada de las respuestas, es indisp ensable que el p s i c ó l o g o cl í ni co elabore t é cn i c a s y estrategias que permitan detectar a aquellas personas que intentan dar una imagen distorsionada de sí mismas .
78 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 4)
Cronbac h (1960), se ña la que el problem a de la si mu la ci ón y en ga ñ o es en gran medida de tipo motivacional, y que básicamente se presenta en dos vertientes: para aparentar ser una persona más adaptada, o intentar dar la impresión de inferioridad o anormalidad. Existen dos mé tod os comunes para detectar la sim ul ac ió n: la entrevista cl ín ic a y la evalu ación psicom étrica . El M M P I ha sido el mé todo psico métri co má s ampliamente util izado en la eva lu ac ió n de la personalidad y en el ár ea general del fraude ps ic ol óg ic o (Adelman y Howard, 1984; Zi sk in , 1981). El méto do más co mú n de eva lua ció n de las escalas de validez del M M P I para detectar a los ind ivi duos simuladores es el empleo de instrucciones para intentar producir exageraciones o fabricar s ín to ma s ps ic op at ol óg ic os en sujetos experimentales. Alg un os investigadores (Grow, Me Vaugh, W. , & Eno , 1980; Rapaport, (1958), encontraron que las estrategias sugeridas en la literatura para distin guir a indiv iduos simuladores utiliz ando el M M P I ori gin al fue exitosa al producir dis¬ tribuciones es pe cí fi ca s de las puntuaciones, relacionadas con la si mu la ci ón . Graham y colaboradores (1991) señalan que en todos los estudios con protoco¬ los de simulación mala se observan puntuaciones crudas más elevadas en la escala F en c o mp a r a ci ó n con K, y la diferencia entre F y K (ín di ce de Gough) re su lt ó ser el mejor indicador p ara clasificar un mayor nú me r o de protocolos sin validez . Cramer (1995) señala que las escalas F y Fp fueron las que permitieron distinguir con mayor exa ctitud lo s perfil es de participantes honestos con una ps i co pa to lo gí a autén¬ tica de entre aquellos que fueron simuladores, y considera que la escala de simula¬ ci ón mala y el índi ce F - K permiten una di sc ri mi na ci ón má s refinada. En México se realizó un estudio de validez del MMPI-2 en español, cuyo obje tivo fue evaluar cuáles de las escalas del inventario distinguían a un mayor porcen¬ taje de individuos simuladores de aquellos que fueron honestos al responder el inventario (L uc io y Val en ci a, 1997). La muestra co ns istió de 119 estudiantes de psicología y 90 pacientes psiquiátricos esquizofrénicos. Se uti lizó el M M P I - 2 , que consta de 567 reactivos, ve rsi ón traducida al e spa ñol (Lu ci o y Reyes, 1995). Lo s estudiantes respondieron el M M P I - 2 dos veces, prime¬ ro con instrucciones habituales, después se dividió a los participantes en dos gru¬ pos, de los cuales uno lo volvió a contestar con instrucciones de simular estar muy bien adaptado y el otro con instrucciones de simular tener esquizofrenia paranoide. Los pacientes contestaron al inventario una sola vez. Se obtuvieron medidas de tendencia central: medias y desviaciones est án da r, ade¬ más de la prueba "t" de Student para obtener la diferencia de medias de las escalas de valid ez y las escalas cl ín ic as en las situaciones que se mencionan a con ti nu ac ió n.
1) Para quienes respondían el inventario bajo instrucciones estándar y luego lo contestaban bajo instrucciones de representar signos y síntomas de esquizofrenia paranoide. 2) Para aquellos que respondían bajo instrucciones de simular tener esquizofrenia paranoide y los pa cientes ps iq ui át r ic os c on esquizofrenia p aranoide. 3) Para los participantes que re s po nd í an el inven tario bajo instruc ciones es tá nd ar y luego lo contestaban bajo instrucciones de fingir estar muy bien adaptados.
Interpretación de los indicadores de O 79 validez
También se obtuvieron los perfiles de las escalas básicas de las puntuaciones de cada una de las medias de los participantes honestos, de quienes fingían tener esquizofr enia paranoid e, de los p acientes p s i q ui á t r i c o s y de aquellos q ue aparenta¬ ban estar bien adaptados. Se obtuvieron puntuaciones de corte para distinguir el mayor porcentaje de in div idu os simuladores de los estu diantes honestos y de los paci entes ps iq ui át ri ¬ cos. También se determinaron diferentes puntuaciones de corte de acuerdo con que se tratara de distinguir entre estudiantes honestos y simulación mala, o pacientes psiquiátricos y estudiantes que aparentaban tener síntomas de esquizofrenia. Asi¬ mi sm o, se obtu vie ron por separado puntuaciones de co rte para dis ti ngu ir entre es¬ tudiantes honestos y los que fingían estar bien adaptados. Se definier on, a d e m á s , los niveles de p r e d i c ci ón de estas puntuaciones de corte para confirmar q ué porcentaje de participa ntes ha b í a sido clasi fic ado correc tamen¬ te en cada una de las condiciones del estudio. Los estudiantes que fingieron tener esquizofrenia paranoide arrojaron pun¬ tuaciones mu y elevadas, en la escala F y en todas las escalas c l í n i c a s , en compa¬ ra ci ón con las de los pacientes ps i qu i á t r i c os y de los estudiantes con instrucciones estándar. observaron en las lospuntuacio estudiantes simula banTambién estar mase l en la escala Kpuntuaciones en c o m p a r menores a c i ó n con nesque de los estudiantes que contestaro n bajo instruc ciones e s t á n d a r y t a m b i é n con las puntua¬ ciones o btenidas por los pacientes ps i qu i á t r i c o s . L as est udiantes que fingieron tener esquizofrenia paran oide ta m b i é n obtuvier on pun tuacio nes má s elev adas en F y en las escalas clínicas en comparación con las pacientes psiquiátricas y las estudiantes que contestaron bajo instrucciones estándar, así como puntuaciones más bajas en la escala K. Esto se observa tanto en estudiantes varones como mujeres (figuras 4-5 y 4-6). Detectar a quienes fin gía n estar bie n de entre aquel los i nd iv id uo s honestos que contestaban bajo instruccio nes es t á nd a r re su l tó m á s dif íci l. L os resu ltados mues¬ tran en los hombres puntuaciones mucho más elevadas en L que en F, así como también una ligera disminución en las puntuaciones T de todas las escalas clínicas, es decir, puntuaciones T menores a 50 o ligeramente por arriba de 50. La s figuras 4-7 y 4—8 muestran los perfiles de las escalas b á s i c a s de los estu¬ diantes que simulaban estar bien adaptados en comparación con los estudiantes que contestaron el inventario ba jo instrucciones es t án da r . En las mujeres, las estudiantes que fingieron estar bien tienen puntuaciones m á s elevadas que las estudiantes honestas en las escalas L y K, mientras que sus puntuaciones son menores en F. En las escalas clínicas sus puntuaciones resultan un poco menores que las del grupo de estudiantes que contestaron en condiciones e st án da r ; en la escala Mf las estudiantes simuladoras tienen una pu nt ua c i ón ligera¬ mente mayor. Así que las escalas que resultaron más exitosas para detectar a las estudiantes simuladoras fueron L y K. La s escalas que resultaro n ser exitosa s en la d e t e c c i ó n de quienes simulab an estar mal , fueron F, Fp y el í nd ic e F - K con un niv el de confianza de .005. La pun t u a c i ón ó p t i m a de corte para los estudiantes en F fue de 18 y 13, la cual c la si fi có
Abre via tur as: D , Depresi ón; D p, Desviaci ón psicopática; Es. Esqui zof reni a; F, Infrecu encia; K, Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastenia.
Hi, Histeria
conv ersi va; Hs.
Hip ocon dria sis; I s. Introversión
soci al;
© Editorial El manual moderno
Fotocopia' sn autorización es un delito.
Figura 4-6. Perfil femenino de escalas básicas. Estudiantes simuladoras
Abreviaturas: D, Depresión; Dp, Desviación psicopática; Es, Esquizofrenia; F, Infrecuencia; Hi, Histeria conversiva; Hs, Hipocondriasis; Is, Introversión social; K, Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastenia.
Figura 4-7. Perfil masculin o de escalas básicas. Estudiantes que simulan estar bien
Abreviaturas: D, Depresión; Dp, Desviación psicopática; Es, Esquizofrenia; F, Infrecuencia; Hi, Histeria conversiva; Hs, Hipocondriasis; Is, Introversión social; K, Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastenia.
O Editorial El manual moderno Fotocopias sin autorización es un delito Figu ra 4- 8 . Per fil femenino de escalas básicas. Est
udiantes
que simulan estar
bien
Abrev iatur as: D, Depresió n; D p. Desviaci ón psicopática; Es, Esqu izof renia ; F. Infrecuencia; K, Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastenia.
Hi, Histeria
conv ersiv a; Hs, Hipo
cond riasi s; I s, Introversión
soci al;
84 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo 4)
correctamente a 95.83 y 97.44%, hombres y mujeres respectivamente, de quienes fi ng ía n tener esqu izof ren ia paranoide y a 100% de los participantes hones tos. L o s resultados obtenidos en los nive les de pr e d i c c i ón mostraron que una pun¬ t ua c i ón de corte de 18 para los hombres cl as if ic ó correctamente a 100% de los estudiantes que simularon tener esquizofrenia paranoide y 96% de los estudiantes honestos, y para las mujeres una p u n t u a c i ó n de corte de 13 cl as if ic ó correctamente a 100% de aquellas que fingi er on esquiz ofr enia paranoide y a 97.5 % de las part ici ¬ pantes honestas, es decir, que tanto para hombres como para mujeres la escala F clasificó mal a muy pocos estudiantes tanto honestos como simuladores. En cambio, para clasificar correctamente a 86.2 y a 90.62% de los pacientes ps i qu i á t r i c os se r equirieron pun tuaciones de c orte má s elevadas en la escala F, d e 31 y 30 para hombres y mujeres, respectivamente. De modo que se requirió una p u n t u a ci ón significativame nte m á s alta en esta escala para obtener un buen ni ve l de predicción en los pacientes psiquiátricos. La es cala Fp ta mb i é n re su lt ó ser muy exitosa p ara esta finali dad. Un a pun t u a c i ó n de corte de 13 clasificó correctamente a 100% de los estudiantes hones¬ tos de ambos sexos y altos porcentajes de aquellos que fingían estar mal, 83.33% de hombres y 87.18% de mujeres. Mientras que una puntuación de corte de 29 clasificó correctamente a 94.83 y 90.63% de los pacientes, hombres y mujeres, respectivamente. L o s resultados obtenidos en cuanto a los niveles de p r e di c c i ó n muestran que la mi sm a p u n t u a c i ó n de corte de 13 cl as if ic ó correctamente a 100% de quienes si mu laban tener esquizofrenia paranoide y a 85.71% de los estudiantes honestos para hombres, y a 100 y 88.64 % de las estudiantes que fing ían estar ma l y de las hones tas, respectivamente. Se re qu ir i ó una pu nt ua c i ón de c orte de 11 y 18 para clasi fic ar correctamente al 90.63 y 63.64% de los pacientes para hombres y mujeres, respec¬ tivamente. Estos resul tados muestran niveles de mal a cl as i fi ca c ió n para las muje¬ res; es decir, que aumentó en forma poco significativa la mala clasificación de los estudiantes honestos como simuladores con la escala Fp en relación a la cantidad de estudiantes detectados por la escala F, pero au m e n t ó de manera si gni fi cat iva el niv el de mala cl as if ic ac ió n para las pacientes mujeres. Para el í ndi ce F - K una pu nt ua ci ón de corte de 2 y 11 cl asi fi có correctamente a 100% de los participantes honestos de ambos sexos, y a 83.33 y 94.87% de los estudiantes que simulaban tener esquizofrenia paranoide hombres y mujeres, res¬ pectivam ente. U n a p u n t u a c i ó n de 16 cl as if ic ó correctamente a altos porcentajes de pacientes p s i q u i á t r i c o s mascul inos (88.46%) y femeninos (85.19% ). Se requi rió una puntuación de corte de 11 y 2 en los niveles de predi cci ón de F - K para cl as if ic ar correctamente al 100% de l os estudiantes que s imul aban tene r esquizofrenia paranoide de ambos sexos y altos porcentajes de sujetos honestos: 95.12 y 85.71% de hombres y mujeres, respectivamente. Se requirió una puntua¬ ci ón de corte mayo r en los niveles de p r e d i c c i ón para dist ingu ir entre simulado res de esquizofrenia y pacientes. Co m o es evide nte, las e scalas que detectan mas fá c il me nt e a los ind ivi duo s que sim ula n estar bien o estar mal ante el M M P I - 2 son las escalas de val id ez .
Interpretación de los indicadores de O 85 validez
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Ziskin.
C linical notesof theMMPI.
Escalas clínicas
ASPECTOS GENERALES DE LA INTERPRETACIÓN DE LAS ESCALAS CLÍNICAS Hay varios aspectos que deben tomarse en cuenta para interpretar las escalas clínicas, entre los que se encuentran: la forma en que cada una de las escalas fue construida, el contenido de los reactivos (es decir, cuáles son los reactivos que constituyen a cada una de ellas), la investigación realizada con respecto de la escala y, por último, los indicadores que se han encontrado asociados con la elevación de las escalas en las investigaciones que se han llevado a cabo con datos externos al inventario. Hathaway y Mc K i n l e y (1940) desarrollaron las escalas clí ni ca s utilizando el mé todo de contraste o va li da ci ón cruzada. Esto significa que de los aproximadamente 700 reactivos que utilizaron para cons¬ truir la prueba, seleccionaron aquellos que eran contestados con una mayor frecuencia por los pacientes que corr es po nd ía n a un grupo cri¬ terio y los contrastaban con los pacientes que pertenecían a otro grupo criterio o a alguna de las poblaciones normativas que ellos utilizaron para validar la prueba. Lo s autores utilizaron dos grupos normativos, uno de estudiantes universitarios, y el otro constituido por las perso¬ nas que laboraban en el hospital universitario de Minnesota y los pa¬ rientes que visitaban a los enfermos en el hospital. A fin de poder interpretar las escalas es importante saber cómo se desarrolló cada una de ellas. Los reactivos de las escalas clíni¬ cas tienen en general un contenido heterogéneo por la forma en 87
88 O Uso e interpretación el d MMPI-2 en español
(Cap itulo
5)
que se construyeron; hay autores que desarrollaron subescalas (Harris y Lingoes, 1955, 1968, en Butche r y Wi l l i a m s , 1992) que constituyen grup os de contenido para complementar la i nt er pr et ac ió n. Si n embargo, esas subescalas no est án dispo nibles en la ve r si ón mex ican a porque los mismos a utores de la re vi si ón consideran que no son muy válidas actualmente y porque las nuevas escalas de contenido constituyen un a forma mucho m á s adecuada en el Inv entario Mu l t i fá si co de l a Personalidad Minnesota-2 ( M M P I - 2 ) para interpretar el contenid o de los rea ctivos. Para interpretar las escalas c lí ni ca s es impo rtante t a m b i é n conocer la inv estiga¬ ci ón ilustrativa de la p rueba, la ma y or í a de la cual se ha realizado en E U A , porque dic ha i nv es ti ga ci ón es una forma de obtener una val ide z externa con resp ecto a la el ev ac ió n de las escalas. Las correlaciones o btenidas con respecto a la el e va c ió n de cada una de ellas han permit ido afinar aspectos relativo s a la i nt er pr et ac ió n. La ma¬ yor parte de la inv es ti ga ci ón que se registra en este cap ít ul o, y por tanto los indicadores que se derivan de ella , se ha realizado en E U A , de lo cual se infiere que es convenien te rea liz ar una may or cantidad de estu dios que permita n va li dar m á s ampliamente las escalas en Méxi c o. Se reportan, ad e más, algunas investigaciones realizadas en Méxi¬ co y datos obtenidos de algunas poblaciones c l íni cas y de se lecc i ón de personal que han permi tid o val id ar las interpretaciones provenientes del inventar io. Se ha observa do que, en lo referente a la int er pr et ac ió n de las escalas cl ín ic as en pacientes mex ic a nos, los indica dores obtenidos en E U A resultan bastante confiabl es, mientras que en lo que se refiere a grupos de s elecci ón de personal las diferencias son mayores. Otro aspecto que puede ayudar a la interpretación de las escalas clínicas del M M P I - 2 es el c ono cimiento de la psico pato logí a y de l as cara cterís ticas psico diná -
micas de cada uno de los cuadros que se incluyen en estas escalas por lo que se recomienda, como ya se me n c i o n ó , que sean solamente ps i c ól og o s quienes mane¬ jen este inventario. Al hacer una i nt er pr et ac i ón de las escalas cl í ni ca s es importante, como se men¬ ci on ó en el ca pí t ul o 4, tomar en cuenta la ele va ci ón abso luta de cad a una de las escalas en puntuaciones T. Se considera im portante uti li za r para esta i nt er pr et ac ió n las puntuac iones T que se desarr ollar on en M é x i c o para la p o b l a c i ó n general y que aparecen en el Apéndice B. Estas normas permiten comparar a cada uno de los participantes con el grupo al que pertenecen. Los perfiles que distribuye la Edito¬ ri al E l M an ua l Mo de rn o y que contienen no rmas mex icanas e st án basados en estas distribuciones; existen también las normas para estudiantes que aparecen en el Manual en español de la prueba. Es importante considerar que las escalas clínicas fueron desarrolladas para in¬ vestigar ps i c op a t ol og í a , por lo qu e adquieren mayor sen tido cuando reflejan dicha ca ra ct er ís ti ca . E xis te cierta controv ersia con r especto a interpretarlas cuando est án sumergidas, hay autores que consideran que no deben interpretarse, mientras que otros consideran que sí tiene cierto sentido hacerlo; en lo que parecen estar de acuerdo es en el hecho de que si las escalas están sumergidas, no necesariamente se ind ic a ause ncia de ps i c op at ol og í a , pues las escalas cl ín ic as deb en interpretarse en el contexto gen eral y si , por ejemplo, una persona eleva la escala L, es m uy posibl e que las escalas cl í ni ca s se sumerjan. En casos de se le cc i ón de personal, al men os
Escalas clínicas O 89
en la población mexicana, se ha visto que aunque las escalas no tengan una puntua¬ ción elevada, el pico del perfil probablemente indique aquellas características de personalidad más sobresalientes de la persona. Se considera q ue una p un t u ac i ón T de 65 es la pu n t ua ci ó n de corte a partir de la
cual se indica psic
op at olo gía . En el M M P I srcinal se co nsideraba que una puntua
ción indicaba psicopatología a partir de T 70.
Se consideran elevaciones considerables las que se encuentran entre 66-y-75 de pu nt ua ci ón T y muy marcadas aquellas que tienen un nive l de 76 o má s . Mientr as más alta es la puntuación T de una escala, más probable es que se le apliquen al individuo los indicadores que se mencionan como correspondientes a cada una de las escalas que a co nt in ua ci ón se de sc ri bi rá n. Para facilitar al clí ni co la in te rp re ta ci ón , en el apé nd ic e C aparecen los reactivos de cada una de las escalas clínicas, de contenido y suplementarias.
ESCALA 1 (HIPOCONDRIASIS, Hs)
| i I | S | | | I I | o | S
La escala 1 (Hs) e stá const ituid a por 32 reactivos como "Tengo buen apetito", "Despierto descansado(a) y fresco(a) casi todas las mañanas", contestados como Falso y "Sufro ataques de náuseas y de vómito", "Padezco de acidez estomacal varias veces a la semana" contestadas como Verdadero. El M M P I ori gin al co n te ní a 33 reactivos en esta escala, de los cuales uno se eliminó y otros (5) sufrieron cam¬ bios durante la re es ta nd ar iz ac ió n. Hathaway y Me Ki n l ey seleccio naron el constructo de Hipocondriasis para construir la primera escala de su inventario porque consi¬ deraron que la hipocondriasis era un problema bastante frecuente en los escenarios mé di co s, la de finieron como "una pr eo cu pa ci ón an ormal, ps ic on eu ró ti ca , acerca de la salud corpo ral". La ma y o r í a de los pacientes inc lui dos en el grupo criterio eran adultos que estaban excesivamente preocupados por alteraciones corporales, aunque no ex is tí a una base orgá ni ca para dichos problemas. Hathaway y M c K i n l e y (1940) identificaron 50 casos de hipocondriasi s relat ivamente "pur a" para el desarrollo de la escala i n i c i al . L os autores excluyeron del iberadamente a aquellos in di vi duo s en quienes la s oma ti za ción era parte de un proceso psi cóti co . El grupo cont rol de participantes "norma les" se compuso de dos conjuntos: el primero incluía a 109 hombres y 153 mujeres, con edades entre 26 y 43 a ñ o s ; todos eran casados y acu dí an como visitantes a los hospitales de la U n i versid ad de Minn es ot a. Un segundo grupo de 265 estudiantes universi tarios normales si rv ió como grupo con tro l para la sel ec ci ón de reactivos que compensaran las diferencias obtenidas por la si tu aci ón marital, e dad o niv el so ci o ec on ó mi co , Lo s reactivos seleccionados para la escala eran los que e mp í r i c a me n t e diferenciaban a los pacientes h i p o co n d r í ac o s de los normales. De todas las escalas c l í n i c a s , la escala 1 parece ser la m á s h o m o g é n e a y unidimensional, pues mide la tendencia del individuo a preocuparse por quejas
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(Capítulo
5)
referentes a los diversos sistemas del cuerpo, sin una base orgánica. Con respecto al contenido, los reactivos no están restringidos a un solo sistema, representan más bien quejas vagas y, por tanto, poco específicas que se refieren a malestar general como dolores, deb ili dad, fatiga y mala salud. Hs es una de las escalas que tiende a elevarse en la población mexicana con respecto a la estadounidense. Butcher y colaboradores (1991) encontraron que Hs se elev a en la po bl ac ió n de la tercera edad, sin e mbargo, en Mé x i c o no se cor ro bo ró este hecho (Ampudia, et ai, 2000). La escala 1 obtuvo un alfa de Cronbach de .81 en los hombres y .79 en las mujeres de la muestra normativa mexicana de la pobla¬ ci ón genera l. Algunos de los reactivos de la escala 1 se encuentran también en Depresión (2), Histeria conversiva (3) y Psicastenia (7); 20 reactivos de Hs se encuentran también en Histeria conversiva (3).
La Hs se ha investigado con amp lit ud en E U A y se ha encontrado que se rela¬ ciona con quejas excesivas acerca de enfermedades orgánicas, malestar crónico y extrema pre oc up ac ió n hi po co nd rí ac a. Au nque algunas investigaciones sugieren que los pacientes con trastornos or g áni c os reales obtienen una el ev aci ón moderada (pun¬ tuaciones T de 60-64) en la escala Hs (Greene, 1954), las puntuaciones elevadas (puntuaciones T igual o mayor que 65) generalmente reflejan quejas somáticas excesiva s sin base or gá ni ca . Grah am y Butcher (19 88) encontraron que los pac ientes ps i qu i át r ic os interno s que ob t en ía n puntuaciones altas en la escala Hs del M M P I - 2 eran diagnosticados por los clínicos como pacientes con preocupaciones somáticas, pensamiento de contenido inusual y con alucinaciones man ifiestas. Ke l l e r y Butcher (199 1) encon traron que la escala 1 del M M P I - 2 ten ía una el ev ac ió n prominente entre pacientes con dolor cr ón ic o. A s im is mo , discriminaba bien entre grupos cl ín ic os que ten ían como cara cterístic a una excesiva pre ocu pa ció n so mátic a. En una inves tigación lizad a en Méx ic o con pacientes de colon irritable
(G ar cí a,
rea¬
1997) se en co nt ró que la
escala 1 estaba elevada por arriba de T 60. La in te rp re ta ci ón tradicional de la el ev ac ió n de la escala 1 que ind ica preocupa ció n so má ti ca entre la pob la ci ón general se co nf ir mó en el estudio de ev al ua ci ón de parejas del Proye cto de re es ta nd ar iz ac ió n del M M P I - 2 (Butcher, e t ai, 1989). Las correlaciones de Hs para hombres y mujeres en la muestra normativa, valoradas por sus parejas, indicaron preocupaciones por la salud, las cuales incluían dolores de cabeza, problemas estomacales y otros malestares como el agotamiento físico. Para interpretar las elevaciones de esta escala hay que tomar en cuenta los siguientes indicadores: •
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La s personas con puntuaciones elevadas en esta escala muestran preocupa¬ ciones corporales excesivas, síntomas somáticos vagos y quejas indefini¬ das (como malestar gá s tr ic o, fatiga , dolor y debil idad fí sic a). Si la el ev ac i ón es muy marcada (T 76 o má s ) , pueden llegar a inmo vil iza rse por sus síntomas.
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Quienes obtienen puntuaciones extremadamente elevadas (mayores a T 80) pueden presentar quejas s omá t i c a s un tanto delirantes, qu e tal vez i nd i¬ quen preocupaciones en re l ac i ón al e squema corporal . La pr eo c up ac i ón constante deaun estas personas por suincapacitados salud da lugarpor a una la eficiencia, cuando no estén unadisminución enfermedad de real. A d e m á s de estas quejas fí si ca s, probablemente sean eg oí st a s y narcisista s. Estos indi viduos qui zá ta mbi én sean pesimistas y manifiesten actitudes derro¬ tistas, llegan a mostrarse insatisfechos e infelices, y tienden a hacer sentir mal a quienes los rodean con lamentos, quejas continuas y demandas exa¬ geradas. Probablemente se muestren críticos con los demás y expresen su hostilidad de forma indirecta, pues rara vez lo hacen abiertamente. Se ha observado que quienes pu nt úa n alto en la escala 1 (T 65 o má s ) , no responden bien a la terap ia psi co lóg ica , pues desean solamente ayuda méd ica. Al gun as veces estas personas llega n a la consulta de tipo p si co lóg ica o psi¬ qu iát rica no porque busquen este tipo de ayud a sino porque son remitidos por los mé di cos, quienes no encuentran una base or gá ni ca para sus sí nt om as . Cuan do los pacientes con una enfermedad fí si ca real obtienen puntuacio¬ nes de más de T 60 en Hs, debe sospecharse que la enfermedad física tiene un componente psicológico importante. Estas personas pueden carecer de insight con respecto a las causas de sus síntomas somáticos y resistirse a las interpretaciones ps ic ol óg ic as . Aq ue ll os que presentan puntuaciones elevadas en Hs q ui z á tengan proble¬ mas en el trabajo, ya que al reducirse su eficiencia llegan a cometer fallas laborales o ausencias frecuentes. Quienes obtienen puntuaciones elevadas en esta escala probablemente de¬ sarrollen sí nt om as de tipo físi co ante el est ré s. En ps i c ol og í a labo ral , una el ev ac i ón moderad a —a partir de T 60 — puede ind ica r excesi vo int er és por la salud y vuln era bil ida d a quejas fí si ca s. Si la el ev ac ió n es t od av í a mayor, es probable que haya pr op en si ón a visitas al m é d i c o cuando se es té sometido al es tr és y que la perso na sea resentida y preocupada por sí misma.
ESCALA 2 (DEPRESIÓN, D) La escal a 2 (D) consta de 57 reactivos como "M i vi da dia ri a está ll en a de cosas que mantienen mi in t e r é s " y "Estoy ta n sano como la m a y o r í a de mis amigos," co ntes tados como Falso. De los 60 reactivos que se in clu ían en el M M P I srcin al só lo se conservar on 57 en el M M P I - 2 .
La escala D fue desar rollad a para evaluar la de pr es ió n si nt om át ic a. El cua dro evaluado por D es aquel en el que hay un marco mental negativo y la persona se reporta como desmoralizada, sin esperanzas en el futuro, con una insatisfacción generalizada con su vida y un estado de ánimo de desconsuelo.
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(Capítulo 5)
Para desarrollar la escala, Hathaway y M c K i n l e y (1942) obtuvieron una muestra de 50 pacientes, la mayoría de los cuales estaba en la fase depresiva de un trastorno ma ní ac o- de pr es ivo . Ut il iz ar on varios grupos de contraste con esta finalidad incluyendo 139 hombres casados normales y 200 mujeres casadas normales, entre las edades de 26 y 43 añ os ; 265 estudiantes universitarios y 50 pacientes sin de pr es ió n clín ic a. I ni ci al mente D se co nstituyó por aquellos reactivos que discriminaban entre los pacientes que estaban deprimidos y los que no lo estaban, pero de spués se añ ad ier on algunos reactivos para dis min ui r las elevaciones que o bt en ía n en esta escala pacientes que no ha bí an sido diagnosticados con dep res ión sino con a lg ún otro trastorno. Al gu no s de los rea ctivos en D aluden a diversos a spectos de la d ep r es i ón , como la n eg ac i ó n de la posi bi li dad de ser feli z y una falta de valor de uno mis mo, otro s se refieren a falta de interés por el medio ambiente que rodea a la persona, a quejas de tipo s o má t i co o a una tendencia a preocuparse. La ma y o r í a de los reactivos de la escala D poseen contenidos claramente relacionados con un estado de ánimo bajo y sentimientos de apatía. Harri s y Lin goe s (1955, 1958, en Butcher y Wil l i a ms , 1992) identificaron c ua¬ tro subescalas en relación al contenido de los reactivos: depresión subjetiva, retar¬ do psicomotor, funcionamiento or g án i co inadecuado y torpeza mental. Gra ham y Butcher (19 88) en una muestra de pacientes ps iq ui át ri co s encontra ron que las personas con puntuaciones elevadas en la escala D del M M P I - 2 fueron evaluadas por los cl ín ic os con estado de án i mo depri mido, d i s mi n u c i ó n de las emo¬ ciones, sentimientos de culpa y presencia de alucinaciones. Ben-Porath y colabora¬ dores (1991) encontraron que la p u n t u a c i ó n de la escala D del M M P I - 2 era la medida m á s efectiva para diferencia r entre de pr es i ón y esquizofrenia en poblacio¬ nes de pacientes hospitalizados. En el estudio con parejas de la muestra de reestandarización del inventario, Butcher y colaboradores (1989) encontraron que, por lo general, los hombres y mujeres con puntuaciones altas en la escala D, fueron considerados por sus cónyu¬ ges como inadaptados, con pérdida de energía y de confianza en sí mismos, tam¬ bién los consideraban melancólicos y tristes, tendientes a abandonar fácilmente sus tareas y demasiado pesimistas; consideraban que no tenían interés por las cosas y que se inclinaban a concebirse como aburridos e inquietos. Lo anterior le da un sustento em pí ri co a la in te rp re ta ci ón de la el ev ac ió n de la escala. La escala 2 obtuvo un alfa de Cronbach de .74 en hombres y mujeres de la población general mexicana. De acuerdo con Graham (2000), mientras que la ele¬ vación marcada de esta escala parece indicar una depresión clínica, elevaciones moderadas indican más bien una actitud generalizada o estilo de vida caracterizado por una moral pobre y dificultad para involucrarse. Los indicadores que se deben considerar para interpretar las diferentes eleva¬ ciones de esta escala son: •
Quienes obtienen puntuaciones elevadas (a partir de T 65) en D pueden ser descritos como deprimidos, infelices, con tendencia a presentar un estado de án i mo apagado, son pesimistas, aut oc rí ti co s, con in cl in ac ió n a sentirse
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culpab les e indolen tes. As i mi s mo , reportan preocupaciones so má t ic as , debi lid ad, fatig a, poca en er gí a y te ns ió n constante. Estos individuos son propensos a preocuparse, indecisos y con poca confianza en sí mismos;
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expresan sentimientos de inutilidad e incapacidad para funcionar en forma eficiente la mayor parte del tiempo. Se sienten inadecuados e informan sentimientos de fracaso en el trabajo o en los estudios. También llegan a experimentar dificultad para concentrarse. A los indi vi duo s con puntuaciones elevadas en la escala D se les consi dera como introvertidos, avergonzados, retraídos, tímidos y aislados. Tienden a mantener distancia psicológica, por lo que evitan involucrarse con otras personas. Se les considera prudentes, poco impulsivos y convencionales. Generalmente se les percibe como pasivos e indecisos, por lo que tienden a hacer concesiones en las relaciones interpersonales para evitar conflic¬ tos. Las personas que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala suelen estar motivados para rec ibi r tratamiento p s i c ol ó gi c o. En muchas personas la de pr e si ón se encuentra asociada con la ansiedad, por lo que aquellos que presentan elevación en D probablemente estén angustiados, además de sentirse miserables y desdichados. Deben tomarse en cuenta los diferentes niveles de el eva ci ón . Las personas que presentan esta escala muy elevada en escenarios clínicos pueden mani¬ festar tendencias suicidas más que otro tipo de pacientes, por lo que cuando D se el eva de manera notable, siempre es nec esario evaluar la posi bi li da d de este riesgo. Cuan do la escala 2 e st á muy elevada (T mayo r a 80), el rendi¬ miento de la persona quizá esté muy por debajo de sus capacidades y es factible que experimente fracasos que propi cie n que su d epr esión aumente. Un a el evaci ón moderada, entre T 60 y 65, puede in dic ar que se trata de una persona introvertida y moralista, que se preocupa en exceso. Este tipo de personas qu i z á sean responsables y modestas. Probablemente ta mb i é n ten¬ gan como características ser inhibidos, irritables y tímidos, con cierto ni¬ vel de depresión.
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Dad o que la el evaci ón de esta escala se re la ci ona con un grado importante de malestar, quienes presentan estas características tal vez busquen ayuda ps i c ot e r a pé ut i c a con mayor frecu encia que otras personas y permanezcan en el proceso, aunque algunos pueden abandonar el tratamiento una vez que la crisis pasa. En una in ve st ig ac ió n realizada en Mé xi co (Jurado, 2002) se en co nt ró que las pacientes con puntuaciones más elevadas en D tendían a permanecer m á s tiempo en psicoterapia. Si la pu nt u a c i ón de D se encuentra en un ni ve l medio (T 46 a 55) la persona probablemente est é confor me consigo mis ma, a d e m á s de ser estable, equi¬ libr ada y realista. Si la punt uaci ón es baja quiz á se trate de un individuo activoy entusiasta, además de alegre y optimista. As imi sm o, puede ser desinhibido socialmente, ademá s de estar Ubre de problemas emocionales y mostrar confianza en sí mismo.
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En el ámb i t o labor al, una p un t u a c i ó n de 60 en adelante in di ca una baja autoestima, poca confianza en sí mismo, así como una actitud derrotista frente a las situaciones. Si la elevación es aún mayor, la persona quizá también tenga un bajo nivel de energía y sea tímida, callada y aislada socialmente.
ESCALA 3 (HISTERIA CONVERSIVA,H¡) La escala 3 consta de 60 reactivos como "Siento un nudo en la garganta casi todo el tiemp o", "Co n frecuencia noto que mis manos ti emblan cuando trato de hacer alg o" contestados como Verdadero y "Durante los últimos años he gozado de buena salud la mayor parte del tiempo" contestada como Falso. Los 60 reactivos de Hi se en¬ contraban en el Minnesota srcinal, pero nueve de ellos sufrieron diferentes tipos de cambio. Hathaway y Me Kinley construyeron esta escala con la finalidad de obtener una medida de la histeria conversiva, que hoy se conoce como trastorno conversivo. Los pacientes con un trastorno conversivo a menudo manifiestan un patrón inusual de ca ra ct er ís ti ca s de person alida d en el que se incluye un d e s e m p e ñ o social carac terizado por la n egaci ón y la extravagancia. Si n embargo, en un medio ambiente que ejerce presión o cuando las relaciones se vuelven tensas, el individuo quizá s úb i t a me nt e llegue a la incapacidad po r problemas fís ic os , usualmente vagos y de srcen desconocido. Los pacientes que tomaron parte en el desarrollo de esta esca¬ la fueron 50 casos con di ag nó st ic o clí ni co de psic oneurosis (h isteria), a la ma yo r ía de los cuales se les había diagnosticado histeria de conversión (p. ej., afonía o anestesia). El grupo normal empleado en el análisis de reactivos para desarrollar la escala H i . i nc lu yó a 139 hombres y 200 mujeres de la muestra normativa del M M P I srcinal y 265 estudiantes universitarios. Algunos de los 60 reactivos componentes de la prueba reflejan quejas físicas o de só rd en es e sp ec íf ic os , pero muchos otros se re fieren a la ne ga ci ón de p roblemas psicológicos o emocionales o a la ausencia de malestar en las relaciones sociales que son frecuentes en las personas que utilizan este tipo de defensas. Aluden tam¬ bién a características de extraversión y facilidad social. Las cinco áreas de conteni¬ do identif icadas por Harr is -Li ng oes son: ne g a c i ó n de la ansiedad soci al, necesid ad de afecto, malestar-cansancio, quejas somáticas e inhibición de la agresión. Graham y Butcher (1988) encontraron que los pacientes psiquiátricos que ob te ní an puntu aciones altas en la escala Hi del M M P I - 2 mostraban otros problemas ps ic ol óg ic os ade má s de su pr eo cu pa ci ón somá ti ca , entre los cuales se inc luí an de¬ pr es ió n clí ni ca y baja autoestima. En México se encontró que elevaciones moderadas en esta escala estaban rela¬ cionadas con dermatitis ató pi ca y con pér di da s famili ares (Lu ci o e t al. 1999a). El alfa de Cronba ch de esta escala para la p ob l a ci ó n normativa de la p ob l ac i ó n gene-
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ral fue de .72 para los hombres y .64 para las mujeres. A fin de interpretar los diferentes rangos de elevación hay que tomar en cuenta los siguientes indicadores. •
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Po respaldan r lo gener los al, rea quienes elevaciones moderadas 60 am64) no ctivosobtienen que tienen que ver con s í n t o m a (T s , sino á s en bienHi aquellos que tienen que ver con dar una buena imagen de habilidad social y simpatía. Probablemente sean también personas expresivas, así como convencionales y moralistas. Las personas que dan puntuaciones muy elevadas en esta escala (T 65 o mayo¬ res) por lo general son un tanto inmaduras que, cuando se sienten agobiados, tienden a presentar sí ntomas f ísicos pues no son capaces de enfrentar los pro¬ blemas emocionales. Probablemente sean también personas desinhibidas y caprichosas que reaccionen con conductas infantiles ante la frustración. Esta escala se eleva ta mb i én en indivi duos manipulado res, a quienes les gusta lla¬ mar la atención y que, a la vez, son fácilmente influenciares.
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L os pacientes que obtienen puntuaciones elevadas (T 70 o m á s ) en Hi re¬ portan sentimientos de tristeza, depresión y ansiedad. Son comunes tam bién la falta de energía y perturbaciones del sueño. Sin embargo, estas personas se caracterizan por la falta de insight acerca de sus síntomas, por lo que no reconocen la causa de los mismos. Quizá se trate también de sujetos demandantes e histriónicos, que desean que las situaciones se adapten a ellos, mas que tratar de aceptar las demandas y limitaciones del medio ambiente. Debido a su egocentrismo y narcisismo, desean y exigen aten¬ ci ón y afecto de parte de los de m á s . Cu ando no ven satisfechas sus demandas tienden a sentir enojo y resentimiento, que no expresan sino en forma indi¬ recta por su dependencia em oc io na l. Sus relaci ones interpersonales suelen ser superficiales. A menudo la escala Hi for ma interesantes configuraciones con otras esca¬ las (que se a na l i z ar á n en el siguiente c ap í t ul o) en las que se conjuntan la ne ga ci ón de los problemas ps ic ol óg i co s y una ma ni fe st ac ió n de quejas so má ti ca s vagas. En ocasiones este pa tr ón est á vincula do con si mul ac ió n, ya sea consciente o inconscient e, y con problemas fí si co s reales (Butc her y Harlow, 1985). La s puntuaciones promedio (T 41 a 55) en Hi se presentan en personas realistas y sensibles, que q ui z á a d e m á s posean eq ui li br io emoci onal y res ponsabilidad. Puntuaciones muy bajas (T 40 o menos) llegan a presentarse en in di vi du os aislados que tienen poco in te ré s por los de m á s y que qu i z á sean cí ni co s y agresivos. Ele vac ion es moderadas de esta escala en situaciones de selec ción de per¬ sonal probablemente indiquen que se trata de una persona con cierta faci¬ li da d soc ia l y extravertida . Estas personas, en general, prefieren tra bajar en equipo y no aisladas, s in embargo, lleg an a tener problemas con los d e m á s por su egocentrismo.
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(Capítulo 5)
ESCALA 4 (DESVIACIÓN PSICOPÁTICA, Dp)
La escala 4 consta de 50 reactivos como "No he llevado una vida correcta" y "Cuando era mas jo ve n, a veces robé algunas cosas" contestados como Verdadero. Los 50 reactivos del M M P I srci nal se con servaron en el M M P I - 2 , aunque algunos sufrie¬ ron cambios menores. La escala se de sar rol ló para medir tendencias antisociales y conducta psi co pá ti ca . Lo s grupos criterio que usaron M c K i n l e y y Hathaway en el desarrollo de la escala or ig in al , se conformaron de hombres y mujeres j ó v e n e s (N = 78), pacientes de un hospital universitario y 100 internos de una pr is ió n- re for ma to ri o federal (todos ha¬ bían recibido diagnóstico psiquiátrico de personalidad psicopática). Sus delitos in¬ cl uí an vagancia, promiscui dad, fuga y robo. Sus respuestas a los reactivos del M M P I se contrastaron con las de 294 hombres y 397 mujeres normales. El contenido de los reactivos alude a problemas o dificultades con respecto a la conducta, a problemas o disgustos familiares, problemas sexuales y conflictos con la autoridad. C om o es evidente, el contenido de los reactivos es variado y he te ro gé ¬ neo, pero las califi caciones altas est án correlacionadas con agresividad, im pul si vi dad y manipulación interpersonal. Harris y Lingoes identificaron las siguientes subescalas: Discordia familiar, Pro blemas con la autoridad, Imperturbabilidad soci al. En aj en ac ió n social y En aj en ac ió n. En E U A se han realizado algunas investigaciones con esta escala que indican que puede elevarse en personas que presentan rasgos antisociales como, por ejemplo en delincuentes (Rempel, 1958), prisioneros, y adictos a drogas (HU I, et ai, 1960). Las elevaciones de esta escala se han correlacionado con la frecuencia de la conducta et ai, 1984; Hol lan d y L e v i , 1983). criminal y la reincidencia en ella (Forgac, Las investigaciones también han mostrado que las puntuaciones de Dp se rela¬ cionan con características de personalidad de grupos de personas normales, como en aspirantes a empleados en el departamento de policía (Saccuzzo, et ai, 1974), paracaidistas (Delk, 1973) y actores (Taft, 1961). Seguramente estas elevaciones moderadas aparecen debido al deseo de tomar riesgos y a los estilos de vida poco convencionales o extrovertidos entre estos individuos. Varios estudios recientes se han dedicado a retinar las características medidas por la escala 4 en el M M P I - 2 . L il ie nf el d (1991), es tu di ó un grupo de estudiantes universitarios que habían sido evaluados por presentar las características de perso¬ nali dad antisoci al del D S M III-R, y reportó que la escala Dp estaba má s estrecha¬ mente asociada con sentimientos negativos —especialmente alienación— que con otros aspectos de conducta antisocial. Otra investigación reciente (Butcher, et ai, 1989a), encontró que Dp y Personalidad antisocial, sólo tenían una correlación moderada de .37, lo que indica que estas escalas no evalúan la misma dimensión de la personalid ad. Co mo se s eñ al ó anteriormente, la escala 4 es muy het er og én ea ya que contiene muchas conductas que no son antisociales, mientras que Personalidad antisocial es una medida más directa de actitudes y conductas antisociales.
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Gra ham (2000 ) menc iona que la el ev ac i ón de l a escala 4 puede estar rela ciona da con la ed ad y que los j ó v e n e s tienden a obtener cali fic aci ones m á s elevadas en esta escala. Hjemboe y Butc her (1991) encontraron que Dp se elevaba en personas que tenían problemas familiares. Egeland y colaboradores (1991) encontraron que esta escala se elevaba en madres que presentaban riesgo de abusar de sus hijos. Dp se en c o nt r ó moderadamente elevada en un grupo de delincuentes insti tucio¬ nalizado s en la Ci ud ad de Mé x i c o (P ér ez y Ru í z, 2002). En o tro estudio realizado también en México, esta escala se encontró moderadamente elevada en reclusos que habí an cometido los delitos de robo o vi ol ac ió n. ( Ra mí re z y Vill at or o, 1998). El alfa de Cro nba ch para la pob l a ci ón mexic ana general fue de .78 y .75 para hom¬ bres y mujeres, respectivamente. Butcher (1992) menciona que los individuos de la muestra normativa del M M P I - 2 que obt ení an calificaciones altas en Dp , eran percibido s por sus cón yu ge s como antisociales, im pul si vos , malhumorados y resentidos. A s i mi s m o , reportaron que tomaban drogas diferentes a las prescritas por el médico, que tenían conflictos sexuales y mostraban conductas negativas —como maldecir. Para interpretar las elevaciones de Dp debe considerarse lo siguiente: •
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Se ha visto que los que obtienen puntuaciones altas en la escala 4 (T > 65), tienen poca capacidad de juicio y, por lo mismo, son incapaces de planear adecuadamente sus acciones. La elevación de esta escala puede indicar tam¬ bi én ine stabi lida d e irre sponsabil idad en un sujeto inmaduro y centrado en sí mismo, que presente francas conductas antisociales. Los individuos agresi¬ vos y explotadores también tienden a presentar elevaciones en esta escala. En escenarios clíni cos , a quienes obtienen califi caciones elevadas en Dp pro¬ bablemente se les diagnostique como personalidad a nti soci al. La s personas que presentan elevaciones en Dp suelen tener actitudes rebel¬ des hacia las figuras de autoridad, relaciones familiares tormentosas, tien¬ den a culpar a sus padres de sus problemas y muestran antecedentes de bajo rendimi ento escolar o pobre hist ori al la bor al . Si es tán casados, suelen tener problemas m aritales. A s i m i s m o , toman riesgos que otros evitan. Los rangos moderados de las calificaciones en Dp (T 60-64) no se deben interpretar como reflejo de las ca ra ct er ís ti ca s de personalidad antisocial . Má s bien, a las personas que presentan elevaciones dentro de este rango se les considera inmad uras, an i ñadas y narcisistas. En la s situaciones sociales, se les percibe como ostentosos, exhibicionistas y poco sensibles. Son manipu¬ ladores y só lo parecen interesarse en los d e m á s en cuanto a uti li zar los para sus propósitos personales. Crean una buena primera impresión y son simpᬠticos, aunque son poco profundos y superficiales en las relaciones. Parece que son incapaces de establecer relaciones cá lida s con los d e m á s . Ta mb i é n se ha encontrado que aquellos que tienen cal if ica ci ones altas pre¬ sentan arrebatos agresivos, ll ega n a atacar a los d e m á s y no se sienten cul¬ pables de su conducta negativa. Muchos individuos con este tipo de perfil
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(Capítulo 5)
llegan a fingi r cul pa o remordimientos cuando est án en prob lemas. Us ua l mente parecen carecer de ansiedad, de pr es ió n y sín to ma s psi có t ic os . En r e l ac i ón con las posibi lidad es para el cam bio , quienes obtienen ca li fi ¬ caciones altas en la escala 4 son considerados como incapaces de benefi¬ ciarse de las experiencias y personas carentes de metas definidas, asimis¬ mo, muestran una ausencia de respuesta emocional profunda y no logran establecer una relación terapéutica, ya que tienden a no estar motivados. Usualmente, el p r o nó st i c o del tratamiento se considera malo, debido a que son resistentes al camb io en la terapia. Tien den a culpa r a los de m á s de sus dificultades y a intelectualizar sus problemas. Au nque pueden estar de acuer¬ do con el tratamiento para evitar castigos como la cárcel u otras conse¬ cuencias desagradables, probablemente dejen la terapia psicológica antes de que se efectúe un cambio. Cuando se observan rasgos depresivos en personas co n elevaciones en D p , é st os parecen deberse a in sa ti sf ac ci ón con los lí mi te s que les son impues¬ tos, más aún al sentirse culpables o responsables de su conducta. La persona co n un puntaje med io (T 45-55) en Dp q u i z á sea sinc era, confiable, tenaz y responsable. Mientras que quienes obtienen un puntaje bajo (40 o menos) pueden ser convencionales, moralistas y rígidas, con poca confianza en sí mismas y pasivas. Este nivel de puntaje indica tam¬ bi én capacidad de au t oc r í ti ca o un exagerado control de impul sos. La s personas que en ambientes de sel ecci ón de personal obtienen puntajes de T 60-64 probablemente sean emprendedoras, con confianza en sí mis¬ mas y capaces de tomar riesgos. Asimismo, pueden sentirse cómodos en situaciones sociales. Si la elevación es mayor quizá se trate de personas manipuladoras y persuasivas en las situaciones sociales. Así también pue¬ den ser im pul si vos , co n tendencias agresivas, en ocasiones se trata de in di ¬ viduos muy centrados en sí mismos que tienden a tomar grandes riesgos y no respetan las reglas.
ESCALA 5 (MASCULI NIDAD-FEMIN EIDAD, Mf) La escala 5 consta de 56 reactivos como "Me gustan las revistas de mecánica", contestada como Falso y "Me gustaría ser cantante", como Verdadero. La escala 5 se d es ar ro ll ó para identificar rasgos de personalidad de in ve rs ió n sexual masculina; el procedimiento para crear esta escala fue poco claro. El grupo criterio fue mucho menor que los grupos criterio para crear las otras escalas, pues só lo i nc l uy ó 13 homosexuales del sexo masc uli no que se se nt ía n a disgusto co n su homosexual idad. Aunqu e Hathaway y Me K i n l e y no fueron muy claros sobre la for¬ ma en que desarrollaron esta escala, Constantinople (1973) sugiere que primero se tomaron aquellos reactivos que podían diferenciar entre hombres y mujeres, y luego
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se probaron a aquellos que po dían dis tinguir entre hombres y los 13 homosexuales. Finalmente, se in ten tó contrastar las respuestas de los 13 homosexuales con las de 50 soldados. Los esfuerzos similares para desarrollar una medida de las divergencias de género en mujeres no fueron exitosos (Hathaway, 1956). Los reactivos en esta escala cubren un rango de reacciones emocionales, intereses, actitudes, y sentimientos so¬ bre el trabajo, relaciones sociales y pasatiempos en los que hombres y mujeres tradicionalmente, difieren. Co mo los puntajes T en esta escala para mujeres corren de manera opuesta a los de los hombres, la escala 5 es esencialmente inversa para los dos sexos. Con excepción de cuatro reactivos que se cambiaron para las mujeres, los de má s son los mismos. En la vers ió n del M M P I - 2 se omitieron cuatro reactivos del M M P I original que se consideraron inconvenientes. Aunque los autores de la prueba se dieron cuenta de que la escala realmente no constituye una medida de homosexualidad y que, por otra parte, actualmente la homosexualida d no es conside rada una pa t ol o gí a, pensaron que p od rí a usarse como una medi da de intereses mascul ino-fe meninos. Si n embargo, i ncl uso este punto es dis cut ibl e y esta es una de las escalas de la prueba m á s di fí ci le s de interpretar y m á s débiles. El hecho de que la escala Mf se haya construido hac e mucho tiempo y que los roles de género hayan cambiado tanto, contribuye a que sea una de las escalas má s déunidimensional bi les de l instrumento. Otr intereses o de los aspectos crit icado s a M f , en es que sea el una escala para medir masculinos y femeninos, donde individuo tenga que ubicarse como masculino o femenino, cuando se sabe actual¬ mente que masculinidad y femineidad son dimensiones diferentes y que una perso¬ na puede tener al mismo tiempo rasgos femeninos y masculinos. En E U A se e n co n t r ó que la escala 5 en los hombres es tá correlacio nada con la escol arida d (Butcher, 1990) y algunos estudios han ind ica do que la elevac ión de la escala 5 puede estar relac ionad a con un mejor funcionamiento. (Reed , et ai, 1996; Walters, 1987). M ur ra y (1963) e n co n t r ó que 20 de los 60 reactivos no dis crimi na¬ ban entre los gén er os y que la el im in ac ió n de algunos provoca ba que la pu nt ua ci ón de los hombres apareciera dentro de un rango normal. En un estudio realizado en M é x i c o (Me di na , 1998) se en co n t r ó que la escala 5 correlacionó positivamente (.36) con Género femenino y negativamente (.30) con la escala de Género masculino en un grupo de hombres. En un grupo de mujeres se en co nt ró que esta misma escal a co rr el ac io nó posi tivamente con la escala de Géne¬ ro femenino y negativamente con la de Género masculino. Por otra parte, compa¬ rando al grupo de hombres de escolaridad media y superior, se encontró que los hombres de ed uc ac ió n supe rior obtuvie ron una pu nt ua ci ón signif icativamente ma yo r que los varones con ed uc ac i ó n media. Las mujeres de ed uc ac i ó n superior y las de educación media obtuvieron puntuaciones elevadas en esta escala, aunque las primeras puntuaron ligeramente má s alto. Lo anterior va de acuerdo con lo espera¬ do, en el sentido de que los hombres con mayor escolaridad se alejarán del estereo¬ tipo masculino. En las mujeres, el resultado obtenido podría deberse a que las mu¬ jeres con escolaridad med ia se encontraban trabajando, por lo que qui zá se aleja¬ ban del estereotipo femenino tradicional, mientras que las de escolaridad superior que estaban todavía estudiando y eran de menor edad, también se alejaban del
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(Capítulo 5)
estereotipo femenino. En los hombres, los de escolaridad media estaban más pre¬ ocupados por dar una buena imagen ante el inventario y quizá por eso afirmaban alejarse del estereotipo machista. De cualquier manera, los resultados obtenidos co n este estudio indi ca n que es una escala que no funciona en la p obl a c i ón mexica¬ na totalmente de acuerdo con lo esperado. Por otra parte. Mf es una de las escalas en las que se encontraron mayores diferencias entre las mujeres mexicanas y estadounidenses de las poblaciones nor¬ mativas (L uc io et ai, 2001). Las mujeres mexicanas indicaron estar menos identi¬ ficadas con int ereses tradicionales feme ninos en c o m p a r a c i ó n con las e stadouni¬ denses. As í que Mf es una de las escalas en las que es indispensable ut iliza r las normas mexicanas. El alfa de Cron bac h para la muestra normativa de la po bl a c i ón mexica na general fue de .78 para los hombres y .64 para las mujeres, por lo que resulta ser una de las menos confiables para las mujeres. A con t i nu ac i ón se pr esentan algunos indicado res para la int er pr et ac ió n de esta escala que deben utilizarse con reservas: •
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La el ev ac i ón marcada de la escala 5 (T 76 o m á s ) en los hombres qu i zá indique que hay una ausencia de intereses típicamente masculinos y que, por tanto, es factible que tenga intereses marcadamente femeninos. Estos individuos tal vez sean pasivos y muestren actitudes afeminadas; asimis¬ mo, puede ser que se manifiesten inseguros en la expr es i ón de sus emocio¬ nes y opiniones. Lo s hombres con una e le va ci ón marcada (T 65-75) qu i z á sean creativo s y evidencien in tereses en la in ve st ig ac ió n. A s i mi s mo , posiblemente s ean to¬ lerantes con otros puntos de vist a y manifiesten capac idad de empati a. L os hombres co n elevacione s en Mf pueden estar m á s abiertos a partic ipar en las labores del hogar que quienes obtienen puntuaciones bajas. Los varones con una el evaci ón moderada (T 56 a 64) en Mf pueden ser expresivos y demostrativos con in tereses e s t é t i c os , y mostrar sensi bili dad en las relaciones interpersonales. Los hombres con una p un t u a c i ó n baja (T 45 o menos) presentan intereses tradicionalmente masculinos y actitudes machistas. Probablemente sean sujetos rudos, imprudentes y agresivos, y su campo de intereses resulta limitado. Las mujeres con una p un t u a c i ón muy elevada (T 71 o má s ) qu i zá rechacen el rol tradicional femenino o les interesen actividades consideradas tradicionalmente como masculinas. En algunos casos pueden ser también do¬ minantes y agresivas. Cuan do la pu nt ua c i ó n es elevada (T 65 a 70) la mujer tal vez se manifieste confiada en sí misma y sea competitiva y enérgica. Además, es factible que muestre cierta frialdad afectiva. Si la puntuación es moderadamente elevada (T 60 a 64) es factible que se trate de una mujer activa y arriesgada que muestra espontaneidad y que es. capaz de expresar con claridad y firmeza sus sentimientos y puntos de vista.
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Puntuaciones bajas en Mf qui zá indi quen, en una mujer, que se trata de una persona que se ajusta a intereses tradicionales femeninos y que disfruta de su rol de esposa y ama de casa. Por otra parte, quizá se trate de personas inseguras, devaluadas, con tend encia a la pasiv idad y la s um i si ón .
ESCALA 6 (PARANOIA, Pa) La escala 6 consta de 40 reactivos como " Al g ui e n me tiene mal a volun tad" y " Es toy seguro de que la gente habla de mf contestados como Verdadero. La escala 6 se desarrolló para identificar pacientes con rasgos paranoides, ideas de persecu¬ ci ón , ideas de grandeza, suspicaci a y excesiva susc eptib ilid ad. L os 40 reactivos de la escala ori gin al se man tuvieron en el M M P I - 2 . El grupo criteri o estuvo constitu i¬ do por pacientes que presentaban alguna forma de condición o estado paranoide. Hathaway (1956) encontró pocos individuos con paranoia pura para desarrollar esta escala. Aunque hubo problemas para la validación cruzada de esta escala, fue conserv ada porque pr od uc í a pocos falsos posit ivos, es decir, pocos indiv iduo s que no son paranoides tienen puntuaciones elevadas en esta escala. No se sabe cuál fue el nú m e r o exacto y las ca r ac t er í st i ca s de los pacientes que formaron el grupo crite¬ rio para esta escala. Algunos de los reactivos de Pa se refieren a conductas francamente psicóticas como ideas de referencia, delirios de pe r se c uc i ón o de grandeza y suspicaci a. Harris y Lingoes identificaron tres subgrupos de contenido de los reactivos en Pa: Ideas de p e r s e c u c i ón . Mor da ci da d e Ingenuidad. Diversas investigaciones han reportado que la el ev ac ió n de esta escala se encuentra relacionada con ps i c op a t o l og í a severa; por ejemplo, Guthrie (195 2) e nc on tró que los i ndivi duos con esquizofrenia paranoide | producen elevaciones notables en Pa. Grah am y Butche r (1988) encontraron que los pacientes psi qu i á tr i c os hospita| liz ados ob t e ní a n puntuaciones elevadas en la escala 6, se les diagnos tica ba como I suspicaces, co n pensamientos inusuales, ansioso s y co n retraimiento em oc io na l. | La s esposas de la muestra normativa del M M P I - 2 que obtuvieron cali fica cione s i altas en Pa , eran consideradas por sus parejas como malhumoradas, co n tendencia | a la tristeza y a la me l a nc o l í a , así como carentes de contr ol emoci onal . L os esposos I informaron t a m b i é n que estas mujeres lloraban fác il me nt e y t en í an pesadillas. I La s puntuaciones de Pa en la pob l a c i ó n estadounidense tienden a ser menos I estables que las de otras escalas ( L uc i o , 1995). El alfa de Cro nb ac h para la pob la I ci ón normati va mex ic ana de la pobl a c i ón general fue de .78 para los hombres y .76 I para las mujeres. ¡a Un o de los problemas con la escal a Pa es que hay in di vid uos paranoides que se | dan cuenta fá ci l me nt e hacia adonde est án dir igi dos los reactivos de esta escala y S .que producen puntuaciones bajas en la mi sma. En general cuando esto sucede, Pa resulta el pico má s bajo del perfi l y ll ama la at en c i ón , porque se encuentra sumer0
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(Capítulo
5)
gida con r especto a las otras escalas cl ín ic as . Estos indiv idu os pueden ser t í mi d os , sigilosos y retraídos, cuando esto sucede es preciso ser especialmente cautelosos en la entrevista. En la in ve st ig ac ió n realizada con delincuentes institucionalizados en Mé x i c o, esta fue una de las escalas que se encontró más elevada. Se consideran elevaciones extremas en la escala 6, las puntuaciones T iguales o mayores a 80, mientras que puntuaciones T notablemente altas en Pa son aquellas de 65-79, inc lus ive . •
La s elevaciones extremas en la escala Pa in di can que las personas pueden mostrar conducta francamente ps icótica y trastornos del pensamiento. Pro¬ bablemente tengan deliri os de p er s e cu ci ón o de grandeza, ad e má s de ideas de referencia. En ocasi ones, la el ev ac i ón de Pa no indi ca psicosis franca, pero sí llega a indicar una alteración grave con riesgo de psicosis. Esta marcada elevación ocurre generalmente en pacientes que se sienten mal¬ tratados y consideran que los demás los molestan, se enojan fácilmente, son resentidos y rencorosos. Una de sus características es que utilizan la p r o ye cc i ón como mecanismo de defensa. A los pacientes ps i qu i át r i co s que presentan elevaciones en esta escala muy frecuentemente se les diagnosti¬ ca esquizofrenia de tipo paranoide; estas personas quizá actúen con base en sus delirios o fantasías.
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Quienes muestran eleva ciones pronu nciadas tienen una pr ed is po s i ci ón paranoide pero, en general, no desarrollan sí nt om as francamente ps ic ót ico s, sin embargo, sus sí nt om as i ndic an que tienen una or ie nt ac ió n paranoide, son hipersensibles y responden de manera exagerada a las reacciones de los de¬ más, por lo que se muestran cautelosos, defensivos y desconfiados en las rela¬ ciones interpersonales. Quizá lleguen a sentir que la vida ha sido muy injusta con ellos, por lo que tienden a racionalizar sus fallas y a culpar a los demás de lo que les sucede. Estas personas probablemente sean hostiles, resentidas y discutan frecuentemente; son hipersensibles a las opiniones de los demás y sobrevaloran lo ra cio nal c omo una forma de logr ar seguridad. Const ante¬ mente piensan que los demás los rechazan, sin percatarse de que muchas veces ellos son quienes se rechazan a sí mismos; por otra parte, tienden a ser moralistas y rígidos. Las personas con este rango de elevación tal vez manifiesten depresión, tristeza, retraimiento y ansiedad, en general las de m á s personas los per ciben como temperamentales y lá bi le s emocionalmente. En ocasiones llegan a confun dir sus fan ta sí as c on la realidad. El pr on ó s t i c o en psicoter apia de personas que obtienen puntuaciones ele¬ vadas en Pa es pobre, porque no tienen confianza en el terapeuta y se les dificulta hablar de sus problemas emocionales. La s personas normales con puntuaciones bajas en Pa son descritas general¬ mente en té r mi no s positivos: con habilidades sociale s, confiadas, equi li br a- ^ das y. hasta cierto punto, convencionales. En ocasiones tienden a confiar en forma exagerada en los de m á s , por lo que se les puede en gañ ar con facili dad.
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En ambientes laborales, la el ev ación moderada (T 60 a 64) puede ind ica r susceptibilidad en las relaciones. Elevaciones mayores se observan en per¬ sonas hipersensibles ante las relaciones interpersonales, moralistas y que de sc onrigidez fí an deen loseld pensamiento e má s . Puedenpor serloadque e máses suspicaces, autoritarias y pre¬ sentar muestran recelosos, cuestio¬ nan constantemente a los demás y argumentan en exceso.
ESCALA7 (PSIC ASTENIA, Pt) La escala 7 consta de 48 reactivos como "Siento un nudo en la garganta casi todo el tiempo" y "De vez en cuando pienso en cosas demasiado malas para hablar de ellas", con testadas como Verdadero. L os 48 reactivos del M M P I or igi nal permane¬ cen en esta escala, aunque algunos de ellos sufrieron modificaciones. Pt se construyó principalmente en pacientes que presentaban preocupaciones obsesivas, rituales compulsivos o temores exagerados del grupo neurótico descrito entonces como que sufría de psicastenia (un debilitamiento del control mental so¬ bre los pensamientos y acciones), que corresponde a la designación actual de des¬ orden obsesivo-c ompulsivo. Hathaway y M c K i n l e y (1942) obtuvieron un grupo criterio de pacientes (20 pacientes con di ag nó s t ic o claro) que te ní an car ac te rí st ic as conductuales de ansiedad, ca vi l ac i ón profunda y rasgos obsesiv o-compul sivos . Las respuestas de los pacientes al M M P I , se contrastaron co n las de la muestra de personas normales del Minnesota (129 hombres y 200 mujeres, con edades de 26 a 43 añ os ) para obtener la escala pro vi si ona l. D e s p u é s , se calc ular on los coeficientes de consistencia interna para eliminar los reactivos que no tenían una correlación alta con la cali fi cac ión total. Aunque el contenido de los reactivos se refiere a síntomas diversos como du¬ das excesivas, obsesiones, compulsiones y temores infundados, la escala Pt en ge¬ neral refleja más bien ansiedad o angustia (o emotividad negativa), así como ten¬ dencia a culparse cuando las cosas no salen bien y un esfuerzo para controlar de manera rígida los impulsos. Los reactivos de esta escala también se refieren a infe¬ li ci da d, s ín to ma s fís icos y dificu ltad par a concentrarse. No hay subescalas de con tenido es pe cí fi co para Pt debido a que los reactivos de la escala son h o m o g é n e o s y únicamente evalúan una dimensión.
En un estudio realizado en Méx ico ( Lu ci o et al., 1999a) se encontró que esta escala se elevaba en pacientes con dermatitis atópica; en este grupo de pacientes, Pt estaba asimismo asociada con pé rdidas familiares y problemas financieros. Esta escala obtuvo un alfa de Cronbach de .87 y .86 para hombres y mujeres, respectivamente. Schofield (1956) encontró que Pt era la puntuación pico entre pacientes neuróticos a quienes se les había diagnosticado un estado de ansiedad o trastornos obsesivo-compulsivos. Graham y Butcher (1988) encontraron que la escala Pt del M M P I - 2 tení a varias correlaciones signific ativas en pacientes ps iq ui át ri co s hospi-
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(Capítulo 5)
taliza dos, entre las que se in cl uí an graves sentimientos de culp a, s e ns ac i ón de poca en er gí a, un es tado de án i m o depresi vo y alucinaciones. Tanto hombres como mujeres normales (Butcher, et al., 1989) con puntuacio¬ nes elevadas en Pt. fueron evaluados por sus c ó n y u g e s c omo personas con muchos temores, nerviosos e inquietos, así como indecisos, carentes de confianza en sí mismos y con perturbaciones del s ue ñ o . •
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La s elevaciones considerables en la escala 7, son las puntuaciones T igua¬ les o mayores que 65. La probabilidad de que los descriptores menciona dos a co n t i nu a c i ón se apliquen a u n indi vi duo dado, aumenta con las eleva¬ ciones mayores de la escala. La s elevaciones moderadas en Pt son las puntuaciones T de 60-64. in cl us i¬ ve. Las puntuaciones elevadas en este rango pueden asociarse con algunos de los descriptores registrados a c o n t i nu a c i ón . Las elevacione s considerab les en Pt son c ar ac t er í st i c as de personas ansio¬ sas, tensas y agitadas, que se preocupan demasiado incluso por problemas insigni ficant es y son temerosas y aprensivas. C o n frecuencia muestran in¬ comodi dad, nervi osismo y difi cult ad para concentrarse. Ad e m á s , son introspectivos, meditan demasiado, y llegan a presentar síntomas obsesi¬ vos y compulsivos. Estos individuos se sienten inseguros e inferiores por lo que carecen de confianza en sí mismos y tienen dudas persistentes acerca de todo lo que hacen. Asi mi sm o, son au to cr ít ic os , autoconscientes y mora lista s. Pueden ser personas con un super yo muy rí gid o, por lo que se g uí a n por normas elevadas para sí mismos y los demás. Tienden a deprimirse ante la menor falla pues tienen una imagen idealizada de sí mismos muy elevada, de modo que se sienten culpables. A menudo son muy ordenados y meticulosos, son persistentes y realizan las tareas de manera estereotipada y carecen de src ina lid ad en su forma de soluci onar problemas. En ocasion es las demás personas los perciben como demasiado formales y aburridos. Cljstas personas tienen una gran dificultad para tomar decisiones y les cuesta mucho trabajo realizar cambios en su vi da . Reac cionan exageradamente con respecto a los problemas menores. As i m i s m o , por su timi dez, tienen dificultad establecer interpersonales, lo preocupan que les dificulta int er ac ci para ón sobre todo enrelaciones grupos grandes. Aunq ue se por sula po¬ pularidad y desean ser aceptados, es difícil llegar a conocerlos. A veces pueden llegar a manifestar dolencias fí si ca s. L os principa les mecanismos de d efensa que utilizan son la intelectualización y la racionalización.
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Puesto que tienen conc ie nc ia de sus proble mas, pueden permanecer en terapia más tiempo que la mayoría de las personas y progresan en forma lenta pero segura. Sin embargo, se resisten a las interpretaciones que se les hacen en psicoterapia. La s puntuaciones bajas (T 40 o menos) probablemente indi ca n a una per¬ sona que confía en sí misma, se siente libre de inseguridades; alguien que es relajado y tranquil o, qu i z á t a mb i é n tenaz y eficiente.
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En ambientes laborales la elev aci ón moderada (T 60 a 64) puede ind ica r que se trata de personas perfeccionistas, eficientes, quizá metódicas y que realizan con cierta lentitud su trabajo; individuos que, por otra parte, tal vez estén resentidos. indecisa Una elevación mayor probablemente apunte con a una persona quisquillosa, y con falta de confianza en sí mismo, tendencia a sentir culpa y ansiedad ante situaciones mínimas. Asimismo, es factible que se sienta inadecuado, poco aceptado y que reaccione exce¬ sivamente ante el estrés.
ESCALA 8 (ESQUIZOFRENIA, Es) La escala Es consta de 78 reactivos como "He tenido experiencias muy peculiares y extrañas" y "Sueño frecuentemente cosas que es mejor mantener en secreto" contestadas como Verdadero. Los 78 reactivos que srcinalmente se encontraban en la primera ve rs ió n del inve ntario se incluye ron en el M M P I - 2 , aunque algunos de ellos sufrieron cambios importantes. La escala 8 es una de las escalas más largas y heterogéneas del inventario, debido a que la idea srcinal de Hathaway y Me Kinley era construir una escala que permitiera distinguir entre los cuatro tipos de esquizofrenia identificados en ese tiempo (esto es, ca t at ón i ca , paranoide, simple y he be fr én ic a) util izand o dos grupos parcialmente traslapados de 50 pacientes a quienes se les había diagnosticado este padecimiento. Si n embargo, puesto que no les fue posibl e diferenciar con éx ito entre los diferentes subtipos de esquizofrenia, simplemente incluyeron todos los reactivos en una escala única. Algunos de los reactivos de esta escala se refieren a conductas francamente ps ic ót ic as como delirios de pe rs ec uc ió n, ilusiones, alucin acione s y pensamiento deliran te; otros aluden a al ie na ci ón s oci al, dificultad es sexuales, relaciones f ami¬ liares difí ci le s y problem as en el control de impulso s. Harris y Lingoes, identificaron las siguientes subescalas: a) enajenación so¬ cial, b) enajenación emocional, c) pérdida de dominio cognoscitivo del Yo, d) pér¬ dida de control conati vo del Yo . e) pé rd id a de control inhibit orio del Y o , f) expe¬ riencias sensoriales delirantes. En E U A se ha demostrado ampliamente que la escala Es , es tá relacionada con diversas conductas sintomáti cas, que incluyen el diagn óst ic o de esquizofrenia (Lewinson, 1968; Mo l d i n et ai, 1991; Wauck, 1950; Rosen, 1958). Shaffer. Ota y Hanlon (1964) encontraron que Es se asocia con la gravedad de los trastornos. Más recientemente, con el M M P I - 2 , Graham y Butcher (1988) encontraron que los pacientes ps iq ui át ri co s que te ní an califi caciones elevadas en Es , eran diagnosticados por los clí ni co s como perso¬ nas suspicaces y con contenidos de pensamientos poco usuales. En Mé xi co (L ucio , Pal acio s, et al, 1999) se en c ont r ó que la escala 8 se elevaba en pacientes diagnosticados como esquizofrénicos. El alfa de Cronbach para la
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muestra normativa mexicana de la población general resultó de .71 y .67 para hom¬ bres y mujeres, respectivamente. En E U A se ha encontrado t am bi én que la escala 8 es tá relacionada con la edad y el grupo étnico al que se pertenece. Los estudiantes universitarios tienden a dar puntuaciones relativamente elevadas en Es, lo cual probablemente esté asociado co n los diversos cambio s que tienen que enfrentar en esta época. Las puntuaciones elevadas que suelen encontrarse en las minorías étnicas no indican necesariamente que presentan una mayor pa t ol og ía , má s bien pueden reflejar la ex tr añ ez a socia l o en aj en ac ió n que experimentan dichos g rupos. L as personas con epilepsi a o le si ón cerebra l llegan a p resentar t a mb i én elevacio nes en esta escala ( D o d r i l l , 1986, Gass, 1991, Gass y La wh or n, 1991). Dado que Es resulta una escala muy heterogénea en cuanto al contenido de los reactivos, la i nt er pr et ac ión puede variar dependiendo de las diferentes elevaciones de la escala. Es posibl e que un indi vi du o obtenga una el ev ac ión moderada en la escala (p. ej., T 60-65) si padece una lesión cerebral o lleva una vida poco convencional. Un a posible in te rp re ta ci ón de la el ev ac ió n de la escala en este rango debe ser verifi¬ cada ref iri éndo se a la inf orma ció n demog rá fi ca o motivo de admi si ón ; no obstante, una el ev ac ió n marcada (T >70) sugiere s ín to ma s y problemas significativos. Al interpretar las elevaciones de Es debe considerarse lo siguiente: •
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Lo s indivi duos cuya ca li fi ca ci ón en esta escala es de T 65-69, tienen un estilo de vida poco convencional y se sienten enajenados con respecto a los demás. Se mantienen distantes y se sienten diferentes de los demás, de modo que tienden a aislarse. Quizá también se sientan inferiores y desinteresados. Tienden a recurrir a la fantasía como defensa ante las situaciones desagrada¬ bles y a entregarse a en s o ñ a ci o nes , por lo que se les difi cul ta involucrarse en las situaciones cotidianas. Los que califican alto en Es también son inmaduros y se muestran demasiado preocupados por sí mismos. Tal vez se manifiesten inconformes y renuentes a aceptar los convencionalismos, algunos son impulsivos, agresivos o ansiosos. Probablemente también duden de sí mis¬ mos y se encuentren confundidos en cuanto a su identidad. Quienes obtienen calificaciones muy altas (T 70-79) en Es tienen un estilo de vida se sienten parte de suifiestan medio social, se rechazados aislan, se eno¬ jan y seesquizoide, considerannoincomprendidos. Man sentirse por sus c o m p a ñ e r o s y a menudo son vistos como aleja dos, encerrados en sí mis¬ mos, silenciosos e inaccesibles. Evitan tanto el trato con la gente y las situa¬ ciones novedosas, por lo que se les considera tímidos, aislados y que no se involucran. Además, son ansiosos resentidos, hostiles y agresivos. Suelen ser incapaces de expresar sus sentimientos y tienden a reaccionar ante el estré s abstr ayé ndo se en fantasías y ens oña cio nes . Por tanto, exhiben dificul ¬ tad para separar la realidad de la fantasía, dudas importantes acerca de sí mismos y sentimientos de inferioridad, incompetencia e insa ti sf ac ci ón . Qu iz á manifiesten pr eo cu pa ci ón sexua l y experimenten co nf us ió n en cuanto a su papel sexual. Son inconformes, poco convencionales y excén-
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trieos, por lo que su comportamiento resulta poco usual. Los demás los consideran tercos, malhumorados, inmaduros e impulsivos. Algunas per¬ sonas con calificaciones altas en Es también son descritas como imaginati¬ vas, ab s tr aí da s y con metas vagas. M u y a menudo, este tipo de p acientes carece de la in fo rm ac ió n bá s ic a para resolver los problemas, tienen un pronóstico pobre en terapia y son renuentes a relacionarse de forma significativa con el terapeuta. Pueden permanecer en tratamiento por más tiempo que la mayoría de los pacientes y, eventualmente, quizá lleguen a confiar en el terapeuta. Aq ue llos que obtienen cali fic acio nes en extremo altas (T > 80) para Es pueden mostrar conducta evidentemente psicótica, confusión, desorgani¬ za ci ón y de s or i en ta ci ón . De manera tí pi ca , presentan pensamientos o acti¬ tudes inusuales, delir ios de grandeza, alucinaciones y pobrez a de j ui c i o. La s puntuaciones demasiado altas en esta escala qu izá es té n asociadas tam¬ bién con uso de drogas, epilepsia o lesión cerebral, debido a que hay reactivos en Es que tienen que ver con preocupaciones en relación a la imagen corporal que podrían ocurrir con las alteraciones mencionadas. La s personas muy alteradas o confundidas por estar vi vi en do alguna situa¬ ción crítica, también son susceptibles de dar puntuaciones notablemente elevadas en esta escala aunque no sean psi có t ic as o es qu iz of ré ni ca s. La s puntuaciones medias de T 41 a 55 in di ca n que se trata de personas adaptables, confiables y equilibradas. La s puntuaciones bajas de T 40 o menos pueden sugerir que se trata de un in di vi du o convencio nal y conservador, qu iz á autocontrolado y sumiso. En ambientes laborales, la el ev ac ión moderada de T 60 a 64 pod ría sugerir que se trata de personas poco convencionales, informales, con escasa con¬ fianza en sí mismos y falta de aplomo. Si la el ev ac ió n es mayor, ad e má s de las características anteriores es factible que hubiera cierto grado de enaje¬ nación, aislamiento social y desorganización o confusión.
ESCALA 9 (HIPOMANÍA, Ma) La escala Ma consta de 46 reactivos como "No me preocuparía si alguno de mis familiares tuviera problemas con la ley" y "Cuando me aburro me gusta provocar algo emocionante o divertido" contestados como Verdadero. Los 46 re activos de Ma en el M M P I srcinal se conservaron en el M M P I - 2 ; nueve reactivos de esta escala se incluyen también en Es (escala 8). Hathaway y M c K i n l e y se interesaron en de sarro llar una medida de la c onducta ma ní ac a o hipoma n í a ca , es decir, de la tenden cia a actuar de manera euf ór ic a, agresiva e hiperactiva. La escala Ma se de s ar ro ll ó contrastando un grupo de 24 ind ivid uos que experimen-
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I Capítulo
5)
taban episodios de euforia maníaca. Todos los pacientes estaban hospitalizados y habían sido diagnosticados como maníacos o hipomaníacos. El contenido de los reactivos de la escala 9 cubría algunas de las conductas de esta con di ci ón y d e las car ac te rí st ic as vincu ladas con ella (a mb ic ió n exagerada, ex t r ov er si ón y aspiracione s elevadas). Harr is y Lingo es agruparon los componen¬ tes de los reactivos en cuatro ár e as : falta de moralidad, a ce le ra ci ón psicomotora, carencia de sensibilidad y sobrevaloración del yo. Debido a que muchos individuos de las muestras normales arrojan puntajes elevados en Ma y que algunos pacientes con trastornos afectivos no los obtienen, es importante tener cuidado cuando se interpreta el nivel de elevación de esta escala. En el estudio de parejas (Butcher,et ai, 1989) que se realizó para la reestanda¬ riza ci ón del inventari o se en c on t ró que las mujeres con Ma elevada fueron descritas por sus maridos como muy hablantinas, que se vestían en forma inusual o extraña, como personas que hacían grandes planes, que se ponían muy excitadas o felices por razones sin importancia, mujeres que corrían muchos riesgos y se peleaban con los demás. Los hombres con altas puntuaciones de Ma eran percibidos por sus esposas como mandones, indi vid uos que re spon dí an a los de m á s sin pensar, demasiado ha¬ bladores y como personas que ex ig ía n ate nc ió n constante, ad e m á s , s olí an consumir sustancias no prescritas por el mé d i c o . En E U A se ha encontrado (Graham 2000) que las puntuaciones elevadas en Ma están relacionadas con la edad. Las personas j ó v e n e s obtienen un puntaje relativamente alto, mientras que las personas de la tercera edad en general obtienen un puntaje por debajo de T 50. Gr ah am (2000) consi dera que la escal a 9 puede considerarse co mo una medi da de la energía psicológica, por lo que las puntuaciones elevadas indicarían energía excesiva. Cuando la el ev ac ió n de la e scala 9 se aso cia con el ev ac ió n en la escala 4, quizá haya tendencia a actuar conductas antisociales. Post y colaboradores (1986) encontraron que pacientes maníacos con trastorno bipolar tienden a presentar elevaciones más marcadas en la escala 9 que otros pa¬ cientes ps i qu i á t r i c os . S in embargo, Walters y Greene (1988) encontraron que Ma no pe r mi t í a dis tin guir entre pacientes con deso rden bipol ar y esquizofrenia. En E U A las investigacion es sobre la escala 9, han demostrado t a mbi é n que es tá relacionada con conducta pat ol ógi ca y con correlaciones si nt om át ic as . Gilberstadt y Duker (1965) encontraron que los pacientes con Ma elevada, eran hiperactivos, alco¬ hólicos, pretenciosos y habladores. Graham y Butcher (1988) observaron que los cl ín ic os clasific aban a los pacientes ps iq ui át r ic os hospitalizados con puntuaciones altas en la escala Ma del M M P I - 2 , com o personas que presentaban un estado de án imo elevado, hostiles y con de so rg an iz ac ió n conceptual. En M é x i c o la escala 9 tiende a sal ir sumergida en algun os grupos, por lo que no se sugiere que se considere como una medida de energía sino más bien como una medida de la impu ls iv id ad, ya q ue en pacientes ps i qu i át r ic os Ma tiende a salir elevada, especialmente en las mujeres (Lucio, et ai, 1999). Est a escala tiende a s a ür moderadamente elevada en pacientes a l c o hó l i c o s (L e ón , 1999). El alfa de Cronbach de e sta escala para la pob l a ci ón normativa mexic ana de la pob la ci ón general fue de .71 y .67 en hombres y mujeres, respectivamente.
Escalas clínicas O 109
Las elevaciones de la escala pueden interpretarse de acuerdo con los siguientes indicadores: •
•
•
•
• •
A quienes obtienen cali ficac iones muy altas en la escala Ma (T > 75) se les considera hiperactivos, con lenguaje acelerado y llegan a presentar además alucinaciones o delirios de grandeza. Estas personas tienen un amplio ran¬ go de intereses, pero no usan la energía adecuadamente y tienden a no conc lui r los proyectos que emprenden por su de so rg an iz ac ió n. M uc ha gente con Ma muy elevada es vista como creativa, emprendedora e ingeniosa: sin embargo, muestran poco int er és en la ru tina o los detalles. F ác i l me n te llegan a estar aburridos o inquietos, tienen baja tolerancia a la frustración y manifiestan dificultades para inhibir la expresión de los impulsos, por lo que tal vez exhiban cicting out. Probablemente presenten episodios de ir ri tab il ida d, host ili dad y estallidos agr esivos, as í como llegar a la confu¬ sión y mostrar poco control de sus impulsos. Usualmente se les considera poco realistas, optimistas sin reservas, con demasiadas aspiraciones y que exageran tanto sus méritos como la importancia que se dan a sí mismos. Los individuos que califican muy alto en Ma son incapaces de ver sus propias limitaciones. A estas personas les gusta estar rodeadas de otros y quizá creen una pri mera im pr es i ón buena debido a que son amigables, agra¬ dables y entusiastas; sin embargo, sus relaciones suelen ser superficiales. Tienden a ser muy manipuladores, poco confiables y, como resultado, tie¬ nen problemas en sus relaciones. Quizá tengan episodios periódicos de depresión y de agitación, y es común que experimenten dificultades en el trabajo o en la escuela. La s personas que presentan este rango de elevación tienden a ser resisten¬ tes a las interpretaciones. Asisten a las sesiones de terapia de manera irre¬ gular y pueden terminar el tratamiento prematuramente. A los ind ivi duo s que obtienen cali fica cion es altas en la escala 9 (pu nt ua ci ón T de 65 a 74) se les considera enérgi cos, activos , habladores y personas que tienen un amplio rango de intereses. Parece que prefieren la acción al pensa¬ miento, p ero qu iz á utilice n su en er gí a en forma inadecuada y no concluya n sus proyectos. L os indi vid uos con calif icaci ones elevadas en M a . general¬ mente son sociables, manipuladores, pers uasivos y algo imp uls ivo s. Aun qu e algunos in di vi du os normales obtienen cal ifi cac ion es dentro de este rango de M a . la m a y o r í a de quienes califi can alto en esta escala tienen problemas interpersonales como resultado de que son manipuladores e in¬ constantes. Tienden a experimentar problemas del estado de ánimo, como ex al ta ci ón o euf oria sin causa, egocentrismo o impul siv ida d. Las personas con puntuaciones bajas (T 40 a 45) son descritas como conven¬ cionales y conservadoras; asimismo, pueden ser autocontroladas y sumisas. Aq ue llo s que cal if ic an muy bajo (T 35), por otra parte, se consider a que tienen bajos niveles de activi dad y ene rg í a, letargo, indifere ncia, a pa tí a y, por tanto, son difíciles de motivar. Presentan fatiga crónica, depresión.
110 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
5)
ansiedad y tensión. El enfoque hacia los problemas de los que obtienen califi caciones ba jas es convencion al y pr ác t i co . Tien den a carecer de con¬ •
fianza en sí mismos. En ambientes laborales, las personas con una el evaci ón moderada (T 60 a 64) son enérgicos, activos, posiblemente en exceso y expresan gran con¬ fianza en sí mismos. Las personas con una elevación mayor (T >65) mues¬ tran iniciativa, quizá demasiada confianza en sí mismos, y se evalúan en forma poco realista, exagerando sus cualidades. Por otra parte, es posible que se trate de personas rebeldes y agresivas, que disfrutan de tomar gran¬ des riesgos. Sin embargo, les disgusta el trabajo en detalle y procuran en¬ caminarse a actividades en las cuales puedan destacarse, de modo que es factible que experimenten dificultades para aceptar las órdenes de otros.
ESCALA 0 (INTROVERSIÓN SOCIAL, S) La escala Is fue desarrollada por L. E. Drake (1946) en una muestra de estudiantes universitarios, quienes puntuaron en los extremos de las escalas del Inventario de Introversión y Extroversión Social T-S-E- (Introversión del pensamiento, social y
emociona l) de Evans y Mc C o n n e l l , (1941). La escala or ig in al estaba formada por 70 reactivos que se referían a incomodidad en situaciones sociales, sentimientos de infer iorid ad, dificultades para relacionar se, su scept ibil idad interpersonal, fa lta de confia nza en sí mismo y quejas física s. Se eli mi nó un reactivo en el M M P I - 2 , quedando un total de 69 reactivos. La escala Is e va lú a una di me ns i ón bip olar de personalidad, en la cual los p untajes elevados ind ican i nt ro ve rs ió n soci al y los puntajes bajos reflejan ex t r ov er s i ón so¬ ci al . A diferencia de otras escalas bás ic as del M M P I - 2 , las puntuaciones de la esca¬ la Is, tanto bajas como altas, pueden ser interpretadas clínicamente. La elevación de la escala 0 no está relacionada con psicopatología, sino que se refiere a una car ac te rí st ic a de la pers onalida d denominada "int ro ver si ón soci al". Com o ya se mencionó, esta escala se desarrolló con estudiantes normales y no con grupos de psicopatología.
Graham (1971a) identificó seis factores en los reactivos de la escala 0 que sirvieron de base para el desarrollo de las subescalas de Serkownek. Ben-Porath y colaboradores (1989) construyeron un conjunto de subescalas para la escala Is a través de diversas etapas y métodos que involucraban un análisis factorial a nivel de los reactivos y procedimientos lógicos en el desarrollo de dichas escalas. Las tres subescalas, Tim idez/autoconce pto (Isl), Ev it ac ió n social (Is2 ); Ena je na ci ón de sí mismo y otros (Is3), tienen una consistencia interna desde .75 hasta .82 y una confiabilidad de test-retestde .77 a . 91. Estas escalas aparecen en los perfiles que contien en las normas de la p ob l ac i ó n general mexicana.
Escalas clínicas O 111
Sieber y Meyers (1992) realizaron un estudio de validación de las subescalas de Int ro ve rs ió n social del M M P I - 2 , con un grupo de 410 estudiantes univer sitario s. Encontraron que las personas con elevaciones en Isl eran más ansiosas socialmente, menos sociables y tenían baja autoestima; quienes tenían elevaciones en Is2 se consideraban más tímidos y menos sociables; en tanto que las personas con Is3 elevada mostraban menos autoestima y tenían control externo de sí mismas. Los participantes que calificaban bajo en Is fueron tipificados por Hathaway y Meehl (1952) como extrovertidos, sociables, hablantines, dominantes y emprende¬ dores. El alfa de Cronbach para la muestra normativa mexicana de la población general fue de .82 para los hombres y .80 para las mujeres. Para interpretar la elevación de esta escala debe tomarse en cuenta lo siguiente: •
• •
Lo s puntajes arriba de la med ia en la escala Is reflejan un incremento de los niveles de timidez social, preferencia por permanecer solo y carencia de autoafirmación social. Lo s puntajes por debajo de esta media reflejan las tendencias contrarias hacia la participación y ascendencia social. La s personas que presentan elevaciones de T 65 o m á s en Is son introvertidas,
tímidas socialmente inseguras. Estasy personas involucrarse conpar¬ las personasysignificativas que las rodean tienden alevitan aislamiento. Por otra te, p ri vi le gi an el pensamiento sobre la ac ci ón , as í que resulta poco probable que actúe n impulsivamente y llegan a bloquearse por pensar demasiado. Si ' la elevación es muy marcada (T 75 o más ) probablemente se refugien en sus en s oñ ac io ne s y lle guen a confundir la fant asía con la real idad. • La s personas con una elevac ión moderada (T 60 a 64) en esta escala prefie¬ ren estar en pequeños grupos o solas. Aunque tienen la habilidad para rela¬ cionarse con los demás, prefieren no hacerlo. • La s personas con una elev ac ión pro medi o (T 45-55) en Is muestran un equilibrio entre actitudes y conductas extrovertidas e introvertidas • Un a p u nt u ac i ón de T 45 o menos sugiere a una persona extrover tida, gre¬ garia y sociable. Un ind iv idu o con una p u nt u ac i ón muy baja (menor a 35) probablemente tenga relaciones interpersonales muy superficiales con poca posibilidad de establecer relaciones profundas. •
•
•
Aq ue ll os que obtienen puntuaciones elevadas en Is l son tí mi d os en las situaciones interpersonales, muestran incomodidad al estar rodeados de otros y son reacios para iniciar relaciones. No se consideran a sí mismos como sociables. La s personas co n calificac iones elevadas en Is2 tienden a evitar estar en grupo, son poco amigables, se aislan socialmente y evitan participar con los d e má s . Qu i z á les disgusten las fiestas y los bailes. Indi vidu os con cal ifi caci one s altas en Is3 infor man sentirse alejados de sí mism os y de los d e m á s . Se aislan y son desconfiados de los otros, as í como aprensivos, a la vez que poseen una muy pobre imagen de sí mismo s. Ade ¬ más es posible que se sientan desilusionados por las otras personas.
112 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
•
(Capítulo
5)
En ambientes laborales , las personas con una pu n t u a c i ó n de T 60 o m á s pueden ser introvertidos, cau telosos y t í m i d o s . Si la el ev ac ió n es mayor (T 70 o m á s ) pueden ser sumisos y compla cient es, co n falta de confi anza en sí mismos. Qu i z á ta mb i é n sean callados e inhibi dos, con falt a de entusiasmo y tendencia a mantenerse distantes de las otras personas.
CASO ILUSTRATIVO A co n t i nu a c i ón se presenta un caso para ilustrar la i nt er pr et ac i ón de estas escalas. Sr. Ortega Sexo: Masculino Edad: 43 años
Mo tivo de la ev al ua ci ón : El Sr. Ortega se presenta a realizar una ev al ua ci ón a solicitud de su esposa quien tiene algunos problemas con su hija de ocho a ñ os y cree que ambos est án contribuyendo a los mism os.
El Sr. Orte ga se muestra relativamente defensivo ante la e va l ua c i ón, dando la ima¬ gen de que no tiene problemas de naturaleza psicológica y que si se le presentaran po dr í a resolverlos p or él mis mo. La co nf ig ur ac ió n de las escalas de vali dez es relativamente defensiva, semejante a la que se puede esperar en situaciones de selección de personal. Lo primero que observamos en cuanto a las escalas clínicas es que las escalas m á s elevadas del pe rf il son la 1 y la 3, mientras que las d e m á s escalas se encuentran dentro de la normalidad. La el e va c ión de la escala 1 in di ca que esta persona tiene preocupaciones cor¬ porales excesivas y que jas ind efini das. Qu i z á tenga problemas en el trabajo y es posible que desarrolle sí nt om as fí sic os ante el est ré s. La el evaci ón moderada de la escala 2 probablemente se ñale que se trata de una persona que se preocupa en exceso, tal vez irritable y que manifiesta cierto grado de depresión; por otra parte, su autoestima puede ser baja. La elevación en la escala 3 muestra que el Sr. Ortega reporta sentimientos de tristez a y ansiedad, así como una di sm i nu c ió n de la en er gí a y problemas de sue ño . Sin embargo, carece de insight acerca de sus sí ntomas. Quiz á sea un sujeto deman¬ dante que desee que las situaciones se adapten a él, más que adaptarse a las deman¬ das y limitaciones del ambiente. La el evaci ón de la escala 5 probablemente indi que que el Sr. Orte ga es expresi¬ vo y tiene intereses ar t ís t ic os . La puntuación obtenida en la escala 8 sugiere que es una persona adaptada y equilibrada; en tanto que la puntuación de la escala 0 indica que el examinado muestra un equilibrio entre conductas extravertidas e introvertidas. Algunos de los datos obtenidos en la interpretación de las escalas básicas se hacen m á s claros con in f or ma ci ón obtenid a en la entrevista.
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114 & Uso e interpretación del MMPI-2 en español
{Capitulo 5)
El Sr. Ortega relata que tiene frec uentes dolores de cabeza ad emás de otros sínt omas como insomnio. El examinado lo atribu ye a su tra bajo, pues tiene un negocio en el que no le va muy bie n y esto le preocupa. No parece acep tar q ue algunos de sus sínt omas pueden deberse a problemaspsicológicos que no quiere enfrenta r, como su baja autoest ima y su dificultad para logr ar lo quese propone. En realidad él se dedica este a negocio por su familia,
tenido incli¬ puesél siempre ha
naciones ar tísticas y quisiera de dicarse a otracosa. Dice que su esposa se q ueja de que es agobiant e para el la tenerque trabajar fu era de la casa y hac erse car go de lo s niños y del traba jo domést ico, pero é l no puede ayudarle p orque su negocio es u my demandan le. El examin ado piens a que su esposa se preo cupaen exceso por susijos h y qu e le exige m ucho a él, considera ambién t que no hay mayor problemacon la hija, y percibe q ue la dificultad es más bi en de la s eposa. La esposamenciona en la ntrevist e a que el Sr. Ortega aveceses irritable y que no le daimportancia a lo qu e le pasaa su hija,pero la Sr a. Ortega piensa que la ansiedady los miedo s de su hija no son nor males. Esto lo dice apa rentem ente con un poco de temor, pues susposo e p arece q uerer tener la última palabra.
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Escalas de contenido del MMPI-2
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ASPECTOS GENERALES DE LA INTERPRETACION DE LAS ESCALAS DE CONTENIDO EL l uso de las escalas de contenido tiene un valor considerable para precisar o refinar el significado de las elevaciones en las escalas clínicas. Por ejemplo, una elevación en la escala 4, Desviación ps ic op át ic a (Dp), puede tener varias posibilid ades de int er pr et aci ón: a) el individuo puede manifestar conducta antisocial, b) podría ser inmaduro y actuar impulsivamente sin mostrar rasgos antisociales, c) podría ser una persona inconforme y resistente a los roles más tradicionales, sin most rar conducta antisocial o del ict iva , o d) el in¬ dividuo podría estar experimentando conflictos familiares o sentir enojo contra su pareja o parientes, aspecto que podría ser "situaci on al ". Co n la co ns ide rac ión de las escalas de contenido, se pueden aclarar las razones de la pu nt uac ión elevada de la escala 4. Exa mi¬ nando la elevación relativa de la escala de contenido Prácticas antisociales (PAS) se puede deducir que el puntaje en Dp refleja prácticas o actitudes antisociales; por el contrario, si la escala Pro¬ blemas familiares ( F A M ) es la má s elevada y PA S baja, la el ev ac ió n en Dp dep en de rá má s bien de conflictos fa miliares. Si es tán eleva¬ das las dos, entonces ambas deben considerarse como importantes en el caso particular (Butcher, et ai, 1990). 779
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El valor de las escalas de contenido trasciende el sentido puramente suplemen¬ tario, pues estas escalas tienen significado teórico y poder predictivo, ya que han mostrado coeficientes de validez paralelos o aún superiores a las de las escalas clínicas más antiguas (Butcher et al. 1990). A tr avés de ellas se puede obtener información sobre el funcionamiento de la personalidad que no está disponible en otras escalas clínicas, apoyada en sus constructos homogéneos. Por ejemplo, una escala Enojo (ENJ) muy alta quizá refleje un patrón de conducta asociada con pérdida de control, y una puntuación elevada en Obsesividad (OBS) refleja proble¬ mas de procesamiento cognitivo, como indecisión, cavilaciones improductivas y aspectos similares. Hay escalas con contenido novedoso, como Rechazo al trata¬ miento ( RT R) o a la Personalidad tipo A (P T A ) . En la interpretación, basada en los contenidos, se considera que las respuestas de una persona a los reactivos son comunicaciones acerca de sus sentimientos, de sus características de personalidad y de sus problemas pasados o actuales. Una suposición importante acerca de la interpretación basada en el contenido es que el individuo desea revelar sus actitudes, creencias, ideas y problemas, por lo que coopera en la prueba aceptándolos con veracidad. La mayor parte de las personas que presentan la prueba en condiciones clínicas proporcionan información veraz acerca de su personalidad. No obstante, quienes contestan la prueba bajo presión (p. ej., cuando solicitan empleo) tal vez distorsionen sus respuestas para crear una impresión particular. En estos casos las puntuaciones de las escalas de contenido aparecen relativamente sumergidas, indicando una imagen sin problemas, de modo que no resultan tan válidas como las puntuaciones de aquellos que cooperan; por tanto, las escalas de contenido son mas útiles en la evaluación clínica que en ambientes laborales. Sin embargo, se ha observado que aún en situaciones de selección de personal las esca¬ las de contenido son de utili dad, tom ando en co ns i de ra ci ón la el ev ac ió n relativa de las escalas, de tal manera que el pico del perfil indica aquellas características de personalidad más sobresalientes de la persona y las escalas sumergidas apuntan hacia los rasgos que la persona se esfuerza por negar. Como se mencionó en el capítulo 5, el contenido de los reactivos fue básica¬ mente ignorado en el desarrollo de las escalas clínicas, mismas que se construye¬ ron con una me t o do l o gí a em pí ri ca . Si n embargo, diversos autores (Graham, e t al., 1971; Pepper y Strong, 1958) insistieron en que no debería ignorarse el contenido de los reactivos de las escalas del M M P I . Wig gi ns (1966) des ar ro ll ó una serie de escalas de contenido como un intento sistemático de examinar las respuestas de las personas al contenido de los reactivos; este autor desarrolló sus escalas de conteni¬ do en estudiantes universitarios y las validó en otros grupos normativos y en un grupo ps iq ui át ri co . S in embargo, varias de las escalas de contenido in cl uí an reactivos poco convenientes que fueron elimi nados del M M P I - 2 , por lo que estas escalas fueron alteradas en la revisión de la prueba, resultando algunas de ellas demasiado cortas como para hacer predicciones clínicas confiables. Dado que el comité de re es ta nd ar iz ac ió n de ci di ó in cl ui r nuevas escalas de c ontenido desarrolladas con métodos sofisticados y en las que se cubren nuevas áreas de contenido, se decidió
Escalas de contenido del MMPl-2 CJ ¡21
omitir de la versión mexicana las escalas de Wiggins y utilizar sólo las nuevas escalas de contenido desarrolladas por Butcher y colaboradores (1990). Nichols (1987) proporciona una gu ía para la in te rp r et ac ió n de las escalas de contenid o de Wiggins.
Las esca las de conten ido del M M P I - 2 se desarrollaron siguiendo una estrate gia para co ns t ru cc i ón de escalas de tipo mu l t i mé t od o y en multietapas. Inicial mente las dimensiones de contenido se establecieron a partir de los 704 reactivos que se emplearon para la reestandarización del MMPI (Forma AEx). Para conseguir este pr opó sit o los reactivos del M M P I - 2 se agr uparon en 26 cate gor ías y s e escrib ió una
def ini ció n para cada una de ella s; tres ps i có lo go s cl ín ic os fungi eron como jueces y asignaron los reactivos a estas ca t eg o r ía s . Estos jueces po dí an agregar ca te go r í as o asignar los reactivos a más de una categoría; los reactivos asignados por dos o más jueces a la mi sm a c ategoría se l oc al izab an dentro de las escalas prov isional es. Se discutieron los desacuerdos hasta que había una total conformidad acerca de a cuál categoría pertenecía cada reactivo. Una de las categorías iniciales se eliminó por¬ que no hubo suficientes reactivos que pertenecieran a ella. De s pu é s se aplicaron procedimientos ps i co mé t ri co s e intuitivos para finalmen¬ te contar con 13 dimensiones relacionadas con el contenido de los reactivos. Lue ¬ go, estosdegrupos de reactivos se depuraron s t ad í s t iescala, ca me n con t e , utili zand o de las correla¬ ciones los reactivos entre sí dentro ede cada muestras personas normales (alumnos universitarios y personal militar) y muestras clínicas. La mues¬ tra de rees tan dar izac ión del MM P I - 2 (N = 2 60 0) se empl eó só lo para desar rollar
las normas correspondientes en las últimas etapas del desarrollo de las escalas. Las dimensiones de los reactivos se depuraron eliminando aquellos reactivos que no se correlacionaban con la pu n t u a c i ó n total de la escala. Se obtuvieron reactiv os adi¬ cionales evaluando las correlaci ones de los 704 reactivos del inventario co n la pun¬ tu ac ió n total de la s dimensione s definida s. Entonces se revisaron l ó gi ca me n t e las dimen siones ya examinadas (escalas de contenido) para asegurarse de que los reactivos adicionales cubrían el criterio de con¬ tenido homogéneo. Se calcularon los coeficientes alfa para asegurarse de que todos los reactivos de una escala en particular contribuían realmente a que la escala fuera homogénea, es decir, que estos elementos aumentaban el nivel alfa de la escala. La última etapa psicométrica consistió en reducir las escalas, y en la mayor parte de los casos eli mina r los reactivos que se rep et ía n, qu itán dol os de las escalas en que la correlación era menor. En otras palabras, se mantenía un reactivo en una escala únicamente si tenía una correlación alta con dicha escala. Se permitió la repetición
de algunos reactivos en las escalas que evaluaban problemas generales, por ejem¬ pl o. D if ic ul ta d en el trabajo (D T R ) y Rechazo al tratamiento (R T R) . Estos proced imien tos mu l t i mé t o do y mu lt ie tá pi co permi tieron contar con una serie de 15 escalas que poseen una elevada consis tencia interna, son relativamente independientes y representan dimensiones de contenido importantes desde el pun¬ to de vista clínico.
Finalmente, se construyeron las normas utilizando la muestra normativa de la po¬ bl ac ió n estadounidense que se us ó para el M M P I - 2 . El enfoque de las puntuaciones T
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uniformes que se ado ptó para la re estandar izació n del M M P I - 2 en lo que se refiere a las escalas bá si cas, ta mb ién se empl eó en el desarrollo de las puntuaciones T de las escalas de contenido para que ambos tipos de escalas pudieran compararse.
En México se obtuvieron puntuaciones T uniformes tanto para los estudiantes como para la po bl a c i ón general. La s puntuaciones T uniform es para la po b l a c i ón general aparecen en el a pé n di c e B. La s escalas de contenido del M M P I - 2 desarrolladas por Butc her y colaborado¬ res (1990) tienen coeficientes de consistencia interna que van de .68 a .86 en la muestra normativa estadounidense. Algunos estudios han encontrado correlaciones externas importantes para algunas de las escalas de contenido, especialmente para F A M y P A S (Hjemboe y Butcher. 19 91: Egeland, e t ai, 1991, Lilienfeld, 1996). Boone (19 94) en c o n t r ó que los puntajes de la escala de De pr e s i ón ( DE P ) correla¬ cionaron con otras medidas de autorreporte de depresión. Un estudio de Keller y Butcher (1991) demostró que los pacientes con dolores cr óni cos pueden distinguirse emp ír ic ame nt e de la muestra normativa del M M P I - 2 uti lizando la escala Preocupación por la salud (SAU). Schill y Wang (1990) encontraron que la escala E N J se correlacionaba significativamente con otras medidas del enojo. El papel de las escalas de contenido del MM P I - 2 en di ag nó st ic os diferenciales se ha evaluado en dos investigaciones recientes. Uno de los estudios en el que se ut iliza ron pacientes ps iq ui át ri co s hospitalizad os (Ben-Porath, e t ai, 1991) mo s t r ó que las escalas Pensamiento delirante ( D E L ) y D E P di st in gu ían a los pacientes hospitaliza¬ dos con de pr es ió n má s efectivamente de los pacientes esq ui zo fr én ic os que las esca¬ las cl ín ic as D (2) y Es (8) del M M P I - 2 . En otro estudio, Wals h y colaboradores (1991) encontraron que las escalas de contenido del M M P I - 2 resultaban superiores a las escalas cl íni ca s para diferenciar e ntre los grupos que abusaban del a lc oh ol . El estudio de validación más amplio que correlaciona variables externas con las escalas de contenido es el que Graham y colaboradores (1999) llevaron a cabo con un grupo de pacientes de un centro de salud mental. Este estudio obtuvo una vali dez im portante para la may or í a de las escalas de conte nido del M M P I - 2 . Las escalas de contenido pueden ser interpretadas aplicando los significados particulares de c ada el ev ac ió n que se observe en ellas, media nte ellas se ev al úa n cuatro área s cl íni cas generales: 1) sí nt oma s o tensiones internas, 2) tendencias agre¬ sivas externas. 3) autoconcepciones negativas y 4) área de problemas generales (Butcher, et ai, 1990). Estas escalas se detallan a c on t i nu a c i ón . Estos cuatro grupos de escalas están situados en diferentes partes del perfil, por lo que con s ól o ver la gr áf ic a uno puede situar si las alteracion es del i nd iv id uo tienen que ver bá s i c a me nt e con lo que experimenta hac ia adentro, cuando la eleva¬ ci ón se s it úa en el extremo izq uie rdo : hacia el control de impul sos y manejo de su ag re si ón hacia lo externo, cuando la ele va ci ón se si túa en la izquie rda má s cercana a la parte central; ha cia la a ut o c on c e p c i ó n negativa que tiene de sí mism o, cuando la e l e vac i ón se si tú a en la parte medi a: o tiene que ver co n diversos tipos de pro ble¬ mas generales si la elevación se sitúa en la parte derecha de la gráfica. A veces lo que le ocurre a la persona tiene que ver tanto con lo que le sucede hacia adentro, como con lo que le ocurre hacia afuera.
Escalas de contenido del MMPI-2 O 123
ESCA LASDE SÍNTOMAS INTERNOS Este grupo seis escalas A de N de S ,sa Mda I Ept, OB D Eel P ,indivi S A Uduo y Dpudi E L era , queestar se dirigen a sí comprende nt om as y percepciones ac ióSn, que percibiendo. Cuando se observan elevaciones en este grupo de escalas es factible encontrar indicios con relación a síntomas internos, alteraciones cognitivas —como creencias equivocadas y otras alteraciones de l pensamiento—. Estas escalas se re¬ fieren a alteraciones que la persona experimenta internamente.
ANSIEDADNS) (A Esta escala incluye 23 reactivos como "Casi todo el tiempo me siento preocupado por algo o por alg ui en " y " M e preocupo mucho por posibles desgracias", co ntesta¬ dos como Verdadero. Los reactivos de esta escala tienen un contenido que se refie¬ re directamente a ansiedad o tensión. Las personas con puntuaciones altas en A N S reportan s ínt oma s de ansiedad, inclu yendo te ns iópara n, problem so má t i c o s (p.yej., palpitaciones cardiacas o falta de aire), dificultades dormir,aspreocupaciones falta de concentración. Tienen miedo de perd er el j u i c i o , siente n te ns ió n constante en la vi da y experime ntan dificultad para tomar decisiones. Algunas de estas personas sienten que la vida es difícil y se muestran pesimistas acerca de que las cosas puedan mejorar. Se mues¬ tran conscientes de estos síntomas y problemas. A N S obtuvo un coeficiente alfa de Cr onb ach de .80 en los hombres y en las mujeres de la muestra normat iva mexic ana, por lo que es una de las má s confiables . La escala de A N S se e n c o n t r ó elevada en un grupo de hombres y mujeres que presentaban problemas de dermatitis. Se ob s e r vó , ad e má s , una co rr el ac ió n signif i¬ cativa entre esta escala y el reportar problemas familiares (Lucio, Duran, Gallegos, y Jurado, 1999). T am b i én se en co nt r ó moderadamente elevada en pacientes con problemas de col on irritable (Ga rc ía , 1997).
MIEDOS (ME ) M I E contiene 23 reactivos como " M e pongo nervioso(a) y preocupado(a) cuando tengo que salir de casa para hacer un viaje corto" y "Me da miedo estar solo(a) en la oscuridad" contestados como Verdadero. A diferenci a de la escala A N S , la cua l se refiere a ansiedad generalizada , las puntuaciones elevadas en M I E indica n presencia de miedos esp ec íf ic os , que incl u¬ yen ver sangre; estar en lugares altos; manejo del dinero: temor a animales como las serpientes, ratones o arañas. Implica también temor de dejar el hogar, miedo al fuego, las tormentas y desastres naturales. El contenido de los reactivos está dirigi¬ do también hacia miedo al agua, a la oscuridad, a estar encerrado y a la suciedad.
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(Capítulo 6)
M I E obtuvo un alfa de Cronba ch de .72 en los hombres y .81 en las mujeres de la muestra normativa mexicana, superior a la obtenida en población estadounidense. En el estudio de parejas realizado por Butcher se encontró que las mujeres que tenían calificaciones elevadas en esta escala eran vistas por sus parejas como desadaptadas, nerviosas y preocupadas acerca de la muerte. Se en co nt ró que M I E se elevaba significativamente en la pob la ci ón norma tiva mexicana en c om pa r a ci ón con la p ob la ci ón normativa e stadounidense, debido pro¬ bablemente a que hay una mayor desprotección frente a los desastres naturales o al momento de la aplicación de la prueba, que fue poco después de una importante crisis económica. Esta escala se en con tró marcadamente elevada en el estudio de reclusos de Ram írez y Vil la tor o (1998) probablemente por un miedo es pe cí fi co a ser castigados.
OBSESMDAD (OBS) "Algunas veces me vienen a la mente pensamientos sin importancia que me moles¬ tan por días" y "Me molesta mucho pensar en hacer cambios en mi vida", contesta dos como Verdadero, son algunos de los 16 reactivos que se encuentran en O B S . La s personas que pu nt úa n alto en O B S presentan dificul tades para tomar de ci í siones, y meditan excesivamente acerca de sus asuntos y problemas, provocando que los otros se impacienten. Tener que llevar a cabo cambios los llena de tensión, y pueden manifestarse algunas conductas compulsivas, como contar o guardar co¬ sas si n importancia. Estas personas tienden a preocuparse en exceso, lo que con ( frecuencia puede llevarlos a sentirse abrumados por sus propios pensamientos. La escala de O B S obtuvo un alfa de Cron bac h de .75 en los hombres y .72 en las mujeres de la población normativa mexicana; este nivel de confiabilidad es adecuado, aunque en estas últimas resulta un poco menos elevado que el hallado en la po bl a ci ón estadounidense. Los varones del estudio de parejas de Butcher que obtuvieron calificaciones altas en esta escala, fueron descritos por sus parejas como desinteresados en las cosas y faltos de confianza en sí mismos. Las mujeres fueron descritas por sus parejas como poco realistas acerca de sus habilidades, exageradamente autocríti¬ cas y con tendencia a culparse a sí mismas.
DEPRESIÓN (DEP) Esta escala consta de 33 reactivos como "Creo que mis pecados son imperdona¬ bles" y "Me parece tener un porvenir sin esperanzas" contestados como Verdadero. Los puntajes altos en esta escala indican pensamientos depresivos significati¬ vos; además, quizá involucran sentimientos de tristeza, incertidumbre acerca del futuro y de si nt er és por la propia vid a. Lo s indiv iduos qu e pu nt úa n alto en D E P tienden a la ca vi la ci ón , manifiestan infel icid ad, llor an fá ci lm en te , y expresan sen-
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timientos de desesperanza y vacío interior. Quizá verbalicen ideas suicidas o de¬ seos de morir; pueden llegar a creer que están condenados o que han cometido pecados imperdonables. Estos sujetos perciben a las demás personas como carentes de éssenacentuadas ellos e in capaces der ap m á sdealta es la pu nt ua ci ón en D EintP ,ermá son las ca ac oyarlo t er ís t is.caMientras s depresivas la persona. D E P obtuvo un coeficiente alf a de Cr onb ac h de .77 en hombres y mujeres de la po b l a c i ón normati va mexicana, qu e es menor al obtenido para la po bl a c i ón estado¬ unidense, pero que se considera bastante alto. En el estudio de parejas de la muestra normativa estadounidense se obtuvieron diferencias de género. Se encontró que las mujeres que obtuvieron puntuaciones elevadas tenían problemas más amplios y serios que los hombres. Ambos tenían dificult ades de a da pt a c i ón, un estado de án i m o bajo y un concepto inadecuado de sí mismos. A los varones con calificaciones altas en esta escala se les consideraba como faltos de energía y de interés en las cosas, además de sensibles al rechazo, indecisos y poco efectivos para enfrentar los retos cotidianos. A algunos de ellos sus esposas los consideraban como tensos, pasivos, preocupados por problemas de salud y por el futuro. Mie ntra s que a las mujeres con puntuaciones altas en D E P , sus esposos las consideraban como desadaptadas, depresivas, temperamentales y con control; asimismo, eran irritables, enojonas, con poca confian¬ za endificultades sí mismas,dedemandantes y resentidas. En México esta escala se encontró moderadamente elevada en un grupo de pacientes con lupus, lo qu e po dr í a indic ar una c or r el a ci ón entre problema s depresi¬ vos y esta enfermedad.
PREOCUP ACIÓN POR LASALUD (S AU) Est a escala consta de 36 reactivos como " Ca s i nunca tengo calambres o con traccio¬ nes musculares" y " Nu nc a he vomitado ni escupido sangr e" contestados como F als o. Lo s puntajes altos en S A U se presentan en personas con sí nt om a s fí si cos en diversos ór ga no s corporales. Se incluye n sín to ma s gastrointestinales (es tr eñ im ie n to, náuseas y vómito, problemas estomacales, etc.), problemas neurológicos (con vulsiones, mareos, desmayos y parálisis), problemas en la piel, dolor (p. ej., de cabeza, de rodillas), problemas respiratorios (tos, fiebre del heno o asma). Estos individuos se preocupan por su salud y se sienten más enfermos que el resto de las personas. S A U pr e s e nt ó un alfa de Cronb ach de .71 para los hombres y .70 para las mujeres que, aunque se considera dentro de un rango aceptable, es menor a la obtenida por la po b l a c i ó n estadounidense. Keller y Butcher (1991) encontraron que las personas con problemas de dolor cr ón i co, p un t úa n significativamente má s alto en esta escala que aquellos de la mues¬ tra normativa estadounidense, lo cual podría indicar que. en general, es probable que quienes tienen problemas de salud reales presenten puntuaciones elevadas en esta escala.
126 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
I Capítulo 6)
En Mé x i c o , S A U se en co nt r ó significativamente elevada en pacientes con lupus y con el padecimiento de colon irritable, lo que corrobora la validez de la escala.
PENSAMIENTO DELIRANTE (DEL) D E L tiene 24 reactivos como "Oi go cosas ex tr añ as cuando estoy solo(a) " y " A l guien controla mi mente" contestados como Verdadero. Los pensamientos delirantes que se manifiestan en las personas con puntuacio¬ nes elevadas en D E L son ca ra ct er ís ti co s de los procesos ps ic ót ic os de pensamien¬ to. Estos indivi duos qu iz á manifiesten ta mb ié n alucinaciones auditivas, visuale s u olfativas, además de reconocer que los pensamientos propios son extraños y pecu¬ liares. La elevación de esta escala tal vez implique también ideas paranoides (como la creencia de que es tán conspirando contra ellos). Estas personas pueden creer que tienen una misión o poderes especiales. D E L obtuvo un alfa de Cronbach de .69 en los hombres y .67 en las mujeres de la muestra normativa mexicana de la población general, significativamente meno¬ res a los obtenidos en la población normativa estadounidense. Este coeficiente es uno de los más bajos que se obtuvieron en las diversas escalas de la prueba y probablemente indica que, al menos en la población mexicana, hay reactivos que tienen que ver con otra dimensión que no sea delirante, quizá algunos relacionados con aspectos religiosos y místicos, lo cual debe tenerse en cuenta cuando se inter¬ preta esta escala. En Méx ic o, D E L se en co nt ró significativamente alta en pacientes ps iq ui át ri co s psicóticos que presentaban delirios y alucinaciones (Lucio, et ai, 1999), lo que confirma su vali dez para explorar delirio s.
ESCALAS DE TENDENCIAS AGRESIVAS EXTERNAS
ENOJO(ENJ) E N J comprende 16 reactivos como " Me han dic ho con frecuencia que tengo ma l genio" y "Frecuentemente me siento apenado por ser tan irritable y gruñón", con¬ testados como Verdadero. Las personas con puntajes altos en esta escala presentan problemas de control del enojo, se consideran a sí mismas como ir ritable s y gr u ñ o n a s , a de má s de impa¬ cientes, temperamentales y tercas. A veces sienten deseos de maldecir o destrozar cosas. Pueden perder el autocontrol y dañar físicamente a la gente o a objetos. Mientras más alta esté la escala, más fácil es que la persona pierda el control y se muestre abiertamente agresiva.
Escalas de contenido del MMPI-2 O 127
E N J pr e s e n t ó una alfa de Cronba ch de .77 para los hombres y .71 para las mujeres, los cuales son adecuados y muy semejantes a los obtenidos en la pobla¬ ción estadounidense. En el estudelevadas io de las parejas muestradescritos de re es t por a nd sus ar i zparejas ac i ón los hombres con puntuaciones en E Nde J ,lafueron como desagrada¬ bles, tercos, con problemas en sus relaciones interpersonales, enojones y con arre¬ batos agresivos. Las mujeres presentaban estas mismas características, pero ade¬ má s se en tr is te cí an fáci lme nt e y se le dificultaba salir de ese estado.
CINISMO (CIN) " M i forma de hacer las cosas tiende a ser ma l interpretada por otros" y "Es m á s seguro no confiar en nadie", con respuesta de Verdadero, son algunos de los 23 reactivos que conforman esta escala.. Quienes presentan puntajes altos en esta escala manifiestan ideas m i s a nt r óp i c a s ; estas personas suponen motivaciones ocultas y negativas detrás de las acciones de los demás, quizá crean, por ejemplo, que la mayor parte de gente es honesta sólo por miedo a ser descubierta. Creen que los demás no son confiables, debido a que se uti li za n unos a otros y son amigable s só lo por razones e go í st a s . Posiblemente mantengan actitudes negativas hacia las personas cercanas, incluyendo compañe¬ ros de trabajo, familiares y amigos; en general son poco amigables y no ayudan a los otros. Al gu na s de estas personas tienen poca mo t i va c i ón de logr o. Si las puntua¬ ciones son muy elevadas tal vez se observen ideas de tipo paranoide. C I N obtuvo en la po bl ac ión normativa mexicana un coeficiente alfa de Cronbach de .84 para los hombres y .83 para las mujeres, muy semejante al obtenido en la muestra normativa estadounidense, por tanto, es una de las escalas con un mayor coeficiente de con fi abi lid ad. En esta escala hombres y mujeres mexicanos tienden a presentar puntuaciones más elevadas que los estadounidenses, quizá debido a la dificultad para confiar en los otros, por la inseguri dad tanto a ni ve l personal como e n el trabajo —mi sma que se vivía en el tiempo en el que se recolectaron los datos de la muestra normativa. En un estudio reali zado con delincuentes (R a m í r e z y Vi l la to r o, 1998) se en¬ c on t r ó esta escala elevada, sie ndo el grupo de homic idas el que pr e s e nt ó las ca li fi ¬ caciones más altas.
PRÁCTICAS ANTISOCIALES (PAS) P A S consta de 22 reacti vos del ti po de " N o culp o a la persona que se aprovecha de otra, si esta úl t i ma se expone a que ocurra tal cosa " y " L a m a y o r í a de la gente ut il iz ar ía medios, de algun a manera discutibles, p ara mejorar su si tu ac ió n de vi da " contestadas como Verdadero. Lo s puntajes elevados en P A S indic an, a de má s de actitudes mi s an t r óp i c as si¬ milares a la s de C I N , problemas de conducta durante los a ñ os escola res, y pr ác t i ca s
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(Cap itulo
antisociales como robar o hurtar en supermercados, lo que puede dar lugar a pro¬ blemas con la ley. Las personas que obtienen puntuaciones altas en esta escala manifiestailneg disfrutar conque lasno ar est t i ma ñ a sevitar de loselcrimi nalemie s y.nto aunque incurran en conducta al , creen á mal cumpli de la no ley; son poco confiables y deshonestas. Esta escala obtuvo un coeficiente alfa de Cronbac h de .73 para los hombres y .70 para las mujeres en la muestra norma tiv a mexic ana , el c ual se consi dera adecuado, aunque es un poco menor al obtenido en E U A . L as mujeres mexicanas obtuvi eron puntuaciones mayores en P A S en c o m p a r a c i ó n con las estadounidenses. Butch er y colaboradores (1990) est ablecieron correlat os conductuales para es ta escala a través de su estudio de parejas. Tanto los hombres como las mujeres que obtuvieron puntuaciones elevadas en PA S fueron descritos por sus parejas como que habían incurrido en prácticas antisociales. Los varones que obtuvieron califi¬ caciones elevadas en esta escala fueron descritos como muy demandantes, indivi¬ duos que abusaban de sustancias y algunos habían tenido problemas con la ley; por su parte, las mujeres calificadas con altas puntuaciones fueron descritas como men¬ tirosas, amenazantes con las personas que discrepaban de sus opiniones, poco cons¬ tructiv as y no dispuestas a recib ir ayuda, y con poca clar idad de j u i c i o . Esta es una escala que debe tenerse en cuenta en los casos de selección de persona l, dado que se ha demostrad o que cal if ic ac io nes elevad as en P A S sugie¬ ren que la persona no es confiable y tiene dificultades para aceptar las reglas. Esto puede ser así aun cuando la puntuación no esté elevada pero sea el pico del perfil.
PERSO NALIDAD TIPO(PT AA) P T A consta de 19 reactivos como "A menudo me he encontrado co n personas que envidi an mis idea s, s ól o porque a ellas no se les ocurri eron pri mer o" y " C o n fre cuencia me esfuerzo por superar a alguien que me ha llevado la contraria", contes¬ tados como Verdadero. Las personas con puntuaciones elevadas en esta escala son muy trabajadoras, activas y orientadas hacia el trabajo; frecuentemente se muestran impacientes, irritables y tensas. Para ellos, no hay suficiente tiempo en el día para terminar sus tareas, por lo que no les gusta esperar o ser interrumpidos . Son directos y pueden ser desagradables en sus relaciones con los otros, a quienes presionan mediante su agresividad. Suelen ser hostiles y se enojan con facilidad. P T A obtuvo un alfa de Cr onba ch de .74 y .65 en hombres y mujeres, respecti¬ vamente: tales valores son muy semejantes a los obtenidos en la población estado¬ unidense. El hecho de que el coeficiente alfa sea menor en las mujeres que en los hombres indica que no es una medida tan homogénea en las primeras y que, por tanto, su valor diagnóstico es menor en ellas que en los varones: parece ser que en las mujeres es más bien una medida de desadaptación. Las mujeres que tienen puntuaciones altas en esta escala son consideradas también como suspicaces.
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Escalas de contenido del MMPI-2 O129
Los correlatos conductuales de esta escala se refieren a expresiones de enojo y competencia. Las esposas de los hombres que obtuvieron puntuaciones elevadas en esta escala los de s cr i bí a n como mandones, c r í t ic os , enojones y tensos.
ESCALA DE AUTOCONCEPTO NEGATIVO En este rubro se incluye sólo a la escala de Baja autoestima, que se refiere a los j ui cios negativos que la persona hace de sí m is ma .
BAJA AUTOESTIMA (BAE) B A E inclu ye 24 reactivo s como " N o me siento capaz de planear mi futuro" y "So y torpe y poco hábil", contestados como Verdadero Las personas con puntajes elevados en esta escala tienen una opinión pobre de ellas mis mas. Cre en que no les agradan a los de m á s y que no son importantes para los otros. Mantienen actitudes negativas hacia sí mismos, incluyendo pensamien¬ tos com o el no ser atractivos, considerars e torpes, incapaces e i nú tiles, y percibirse como una carga para los d e m á s . Ti enen poc a confianz a en sí mismos y enc uentran difí ci l aceptar cumpli dos de otros. Se sienten abrumados por los defectos que ven en su persona. Se comparan en forma desfavorable con los demás y tienden a ser pasivos en las relaciones interpersonales. B A E obtuvo un alfa de Cr onb ac h de .73 para los hombres y .75 para las muje¬ res mexicanos que, aunque son valores adecuados, son menores a los obtenidos en la población estadounidense. Los correlatos conductuales que obtuvieron Butcher y colaboradores (1990) en el estudio de parejas indicaron que los cónyuges de estos individuos los descri¬ bían como personas que se dan por vencidas con facilidad, susceptibles al rechazo y con poc a conf ian za en sí mismo s. Son personas que experimentan difi cul ta d para tomar decisiones, se preocupan demasiado y tienen miedo de muchas cosas.
ESCALAS DEL ÁREA DE PROBLEMAS GENERALES En esta área se ubican cuatro escalas que tienen que ver con diversos problemas del tipo de qu é tan in c ó m o d a se siente la persona en situa ciones sociales, si tien e dif i¬ cultades con su familia o en su trabajo y, finalmente, cuan dispuesta está o no a recibir ayuda.
130 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
•(Capítulo 6)
INCOM ODIDAD SOCI AL (IS O)
ISO tiene 24 reactivos del tipo de "No me gusta tener gente a mi alrededor", con testado como Verdadero y "Me gustan las fiestas y reuniones sociales", respondido como Falso. A los individuos con puntuaciones elevadas en ISO les cuesta trabajo relacio¬ narse con los demás y prefieren estar solos. Es probable que en situaciones sociales se sientan aislados y poco integrados al grupo. Se consideran a sí mismos como tímidos y no les agradan las fiestas u otras reuniones sociales. Algunas de las per¬ sonas que obtienen puntuaciones elevadas en ISO tienen perturbaciones del sueño y preocupaciones con respecto a su salud. Graham (2000) informa que en escena¬ rios clínicos a las personas que presentan elevaciones en esta escala frecuentemen¬ te se les diagnostica con desorden de depresión. ISO obtuvo un alfa de Cronbach de .63 en los hombres y .67 en las mujeres de la muestra normativa mexicana, por lo que es una de las escalas que tiene una confiabilidad más baja, lo cual debe tenerse en cuenta en su interpretación. Las personas que obtuvieron calificaciones elevadas en esta escala fueron des¬ critas por sus parejas como tímidas, tranquilas, poco amigables e incapaces de disfrutar de las fiestas y de la convivencia con los amigos. Esta escala se encontró más elevada en la población normativa mexicana que en la estadounidense y tiende a elevarse más en algunos grupos de la provincia mexicana.
PROBLEMAS FAMILIARES (FAM) Esta escala incluye 25 reactivos como "Me enojo cuando mi familia o amigos me aconsejan sobre cómo vivir mi vida" y "Algunas veces he tenido pensamientos terribles acerca de mi familia", contestados como Verdadero. Lo s ind ivi duo s con puntuaciones elevadas en F A M manifiestan desavenencias y pleitos importantes; describen a los miembros de su familia como desagradables y poco afectuosos. Incluso quizá sientan odio por su familia. Recuerdan haber su¬ frido abusos en su infancia y consideran sus matrimonios como infelices y faltos de afecto. Alg unas de las personas que obtienen puntuaciones altas en F A M probable¬ mente tengan historias de abuso físico. F A M obtuvo un alfa de Cronbac h de .78 y .77 para hombres y mujeres, respec tivamente, el cual es elev ado y mayor al obtenido por la po bl ac i ón de E U A . Tanto los hombres como las mujeres que obtuvieron una puntuación elevada en esta esca¬ la fueron considerados por sus parejas como personas que tenían muchos proble¬ mas y características negativas de personalidad. Los varones fueron considerados por sus parejas como desadaptados, hostiles y antisociales, en tanto que las muje¬ res eran percibidas como desadaptadas, hostiles, hiperactivas, antisociales y poco confiables o responsables.
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Escalas de contenido delMMPI-23 131
DIFICULTAD EN EL TRABAJO (DTR) D T R contiene 33 reactivo s como " M e rindo fá ci lm en te cuando las cosas van mal " y "Me atemorizo ante las crisis o dificultades", contestados como Verdadero. Las puntuaciones elevadas en esta escala indican conductas o actitudes que pro¬ vocan un desempeño laboral pobre. Algunos de los problemas de estas personas se relacionan con poca confianza en sí mismos, falta de co nc en tr ac i ón , obsesividad y tens ión , a sí como di fic ult ad para tomar decisiones. Otros s e refieren a falta de apoyo fam ili ar en la el ec ción de su car rer a cuestionamientos personales sobre esta elecc ión y actitudes negativas hacia los compañeros de trabajo. Algunas de estas personas manifiestan ansiedad y preocupación excesiva; otras refieren síntomas depresivos. D T R obtuvo un alfa de Cro nbac h de .80 en los hombres y .76 en las mujeres, que se consideran adecuados; en los primeros el coeficiente de confiabilidad es mayor que en la población estadounidense, mientras que en las mujeres es menor. Butcher y colaboradores (1990) realizaron un estudio comparando a cuatro grupos de personas: pilotos aviadores, personal mi li ta r activo que se of re ci ó vo lun tariamente a participa r en el estu dio, al co hó l ic os y pa cientes psi qu iá t ri co s. Encon¬ traron que los militares no mostraban puntuaciones elevadas en esta escala, lo que indicaba noritenían problemas a altos su trabajo, cientes ps que iq ui át co s y los alc ohó licon co s respecto obtuvieron índic esmientras en D T Rque . los pa¬ Los rasgos más sobresalientes que sus parejas adjudicaron a las personas que obt en ía n calificaciones e levadas en D T R fueron una de sa da pt ac i ón gen eraliz ada; los pe r c ib í an , asimi smo, como poco amigables y cooperadores, a d e m á s de distan¬ tes de los otros. et ai, 1999) obtuvieron pun¬ En México, los pacientes psiquiátricos (Lucio tuaciones elevadas en esta escala, al igual que un grupo de pacientes alcohólicos (León, 1999). La esca la D T R debe tomarse en cuenta en la s el ecc ión de personal, pues se ha encontrado que las personas con puntuaciones elevadas en ella tienen dificultades de a dapt ac i ón a su trabajo. Lo anterior ocu rre aunque la escala no es té marcadamente elevada, pero sí que sea el pico del perfil.
RECHAZO AL TRATAMIENTO (RTR) Esta escala consta de 26 reactivos como "Me siento incapaz de contarle a alguien todo acerca de mf y "Odio ir al doctor, aun cuando estoy enfermo(a)", contestados como Verdadero. La s personas con puntuaciones el avadas en R T R manifiestan ac¬ titudes negativas hacia los médicos y el tratamiento de salud mental. No creen que alguien pued a comprend erlos ni ayudarlos. L es resulta muy i n c ó m o d o tratar con alguien más sus asuntos o problemas personales. Quizá deseen que todo permanez¬ ca igual en su vida y probablemente crean que un cambio es imposible. Prefieren pasar por alto una cr is is o dif ic ul ta d que enfrentarla: co n frecuencia reportan sín to¬ mas somáticos.
132 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo 6)
R T R obtuvo un coeficiente a lfa de Cr on ba ch de .73 para los hombres y .75 para las mujeres que son un poco menos elevados que los obtenidos para la población estadounidense.
CASO ILUSTRATIVO A co nt in ua ci ón se presenta un caso para ejemplificar la in te rp re ta ci ón de las escalas de contenido. A q u í se interpretan tanto las escalas bá si c a s y las de contenido porq ue esto ilus trará la manera en que se comple tan los datos provenientes de las escalas. El Sr. Vega es un hombre de 35 años de edad que se presenta a consulta a instancias de su esposa, quien lo ve muy ansioso, y que es enviado a realizar un estudio ps i c ol óg i c o por un psiquiatra q ue le ha bí a prescrito medicam entos. El Sr. Vega obtuvo una punt uac ión T en I N V A R de 54 y e n I N V E R de 4 7, lo cua l in di ca que sus respuestas fueron consistentes. Ant e la prueba se mo s t r ó relati¬ vamente abierto, mostrando un equ il ibr io entre au t op r ot e c ci ón y ac ep t ac i ón de sus fallas; consi dera no contar con los recu rsos suficien tes para resolver su p r ob l e má ¬ tic a (L, F, K ) . El Sr. Vega no está satisfecho con su situación de vida ni con él mismo, aunque quizá no lo reconoce. Probablemente esto sea un estado crónico, lo que ha dado lugar a que se adapte a esta si tu ac i ón de ins at is f ac ci ón de mucho tiempo (2, T 54). Se encuentra notablemente ansioso e informa alteraciones cognitivas debido a su niv el elevado de an siedad. Se preocupa demasiado y es tá muy ten so y nervi oso; estos s í nt om as son claros tanto para él como pa ra los de m á s . Ta mb i é n presenta síntomas físicos como taquicardia, le falta la respiración, así como dificultades para dorm ir, preocupaciones excesivas y problemas para concentrarse ( A N S ; ár ea de síntomas internos). La si t ua ci ón que vi ve le produc e enojo, por lo que en ocasiones se manifiesta como beligerante, rebelde, resentido por las normas y reglas. En general muestra
hostilidad hacia las figuras de autoridad, aunqueque no actualmente lo hace directamente través de una resistencia pasiva (4, T 68). Acepta se muestrasino tem¬a peramental , ir rit abl e y en oj ón po r lo que puede ll ega r a mostrar su enojo con agre¬ si ón fís ic a ( E N J ; ár e a de conductas agresivas externas). Reporta una serie de conductas que generalmente se encuentran en personas con personalidad tipo A, como ser impaciente y temperamental. Se siente presio¬ nado y tenso en su trabajo ( P T A ; á rea de conductas agresivas externas). Es posible que ten ga intereses es t é t i c os y sea relativame nte pasi vo. Enfrenta en forma pasiva los conflictos egodistónicos que experimenta y se siente impotente para encontrar soluciones aceptables para los problemas situacionales por los que está pasando (5, T 73). Por otra part e, en cuanto a sus activida des, es di n á m i c o , emprendedor, de modo que es posible que en relación con su trabajo se muestre independiente y confiado
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Escalas de contenido del MMPI-2 O 135
en ocasiones. Las restricciones externas a sus actividades le molestan, lo que da lugar a que su in sat isf ac ci ón aumente; esto t a mb i é n se debe a que tiende a la fanta¬ sía y se propone algunas metas imposibles de lograr (9). Au nqlaue no muestra onóidad st i c ante o no ellos es bue¬ no, dada naturaleza c aresis r a c t tencia e r ol ógabierta i c a deal sustratamiento, problemas,su suprpasiv y su esperanza en una so l uc i ón de naturale za probablemente m á g i c a . Como se observa en este caso, los resultados de las escalas de contenido com¬ plementan en forma importante las observaciones que se desprenden de las escalas b á s i c a s ; esto es evidente aun cuando la el ev ac ió n de las primeras es moderada. Estos resultados resultan congruentes con el motivo de consulta de esta perso¬ na, quien ac ud i ó con el psiquiatra p orque sa li ó fuera de M é x i c o por cuestiones de trabajo y se s in ti ó muy mal . Su malestar lleg ó a tal grado que fue necesario ll ev ar lo a un hospital, pue s afirmaba que no po d í a respirar y t e ní a taquicar dia; los m é d i c o s dijeron que sólo tema ansiedad y que debía irse a su casa. El paciente considera que este malestar surgió a raíz de que tuvo ciertos pro¬ blemas de trabajo, mismos que terminaron en una demanda; su socio le hizo mane¬ jar las cosas de una manera en la que él no estaba de acuerdo y al final las cosas resulta ron mal . la oc le asidaban ón que fue caci ll evado ho spit al, estuvo a diferentes m é dAi craí o sz, de quienes expli onesalcontradictorias. Enconsultando o casiones se le sube la presión, pero le han dicho que esto se debe al est rés de l trabajo, a angustia y no a una causa orgánica, de modo que le han prescrito calmantes; su esposa le ha dicho que no desea que los tome. En estos dí as es tá por nacer su tercer hij o. El paciente comenta que en realidad se siente muy mal, tanto que no desea ni siquiera salir de su casa. Con frecuencia el paciente piensa que se va a morir, como su padre que murió muy jov en . D eb id o a que su padre mu r i ó , el Sr. V eg a tuvo que trabajar desde los 18 años. Comenta que su miedo es tal que, por ejemplo, cierta ocasión en que tenía que llevar a su esposa al médico fue su suegro quien tuvo que hacerlo, pues él no se at re ví a a salir. El rela to que hace el Sr. Vega da la i mp r e si ón de que su esposa toma algunas decisiones por él, lo que da lugar a cierto enojo con ella, mismo que quizá só lo expres a en forma indire cta. Co mo es evid ente, los datos provenientes de la i nt er pr et ac i ón del perf il aclara n los motivos de c onsulta de la persona y su posi ci ón infa nt il y pas iva ante su proble¬ mática. Es notorio que a pesar de estar tomando calmantes su ansiedad es muy fuerte, las escalas de contenido aclaran la razón por la cual la escala 2 no se en¬ cuentra elevada, pues en realidad el cuadro no es de depresión sino de ansiedad e impo ten cia ante una si tua ción en la que se ve inmerso debido a q ue no le es posible hacer valer sus opiniones y enfrentar los problemas en forma madura.
— BIB LIOGR AFÍA Ben-Porath, Y. S., Butcher, J. N . , Graham. J. R. (1991) Contribution of the M M P I - 2 scales to the differential diagnosis of schizophrenia and major depression.
¡36 O Uso e interpretación del MMP¡-2 en español
(Capítulo 6)
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Escalas suplementarias
Desde la aparición del MMPI srcinal, se desarrollaron cientos de escalas especiales. Da hls tr om y colaboradores (1972, 1975, ci ¬ tados en Graham, 2000) reportaron más de 450 escalas suplemen¬ tarias, cuyos nombres variaban de té rmi nos tradicionales como "D o mina nci a" y "Susp icac ia", hasta otros má s inusuales como "É xi to en el béisbol". Estas escalas se diferenciaban en varios aspectos, como el objetivo por el cual fueron construidas, el constructo que pretendían evaluar, sus propiedades psicométricas (confiabilidad, validez), la disponibilidad de datos normativos y la forma en la que fueron validadas, así como la frecuencia en que fueron usadas en ambientes cl ín ic os y de inv es ti ga ci ón . Muc has de estas escalas sólo fueron usadas por quienes las desarrollaron, mientras que otras fueron ampliamente utilizadas tanto para propósitos de investiga¬ ci ón, como para la int erp ret aci ón clí nic a. La s escalas especiales y suplementarias para el M M P I s e de sarrollaron con un pr o pó s i t o bastante es pe cí fi co (p. ej., e valuar la hostilidad, problemas de abuso de alcohol o desajuste profesio¬ nal). Su ap lica ci ón suele ser m á s escasa y limi tad a que las escalas bá si ca s o as escalas de contenido del M M P I - 2 . Algunas de las escalas fueron incluidas en el perfil de escalas suplementarias del M M P I - 2 y pueden utilizarse pa ra complemen¬ tar la in te rp re ta ci ón de las escalas bás ic as del in strumento. El cri¬ terio para mantener las escalas suplementarias del M M P I ori gi na l en el M M P I - 2 fue que la in ve st ig ac ió n realizada con ellas propor¬ ci on ó datos acerca de su confi abil ida d y vali dez, así como in for¬ ma ci ón acerca de los criteri os de in te rp re ta ci ón . 137
138 O Uso e interpretación del MMPI-2en español
(Capítulo 7)
El grupo de escalas suplementarias propuesto por Butcher (Butcher y Williams, 1992), proporciona información adicional en la elaboración del perfil completo de una persona, utilizando el MMPI-2. Las puntuaciones en este grupo de escalas tienen mayor capacidad interp retativa cuando las pun tuaciones li mí tr of es esp ecí fi ¬ cas son muy elevadas o muy bajas, de tal forma que se identifiquen rasgos de personalidad diferentes dependiendo de su elevación. En algunas de estas escalas se dispone de mayores elementos de interpreta¬ ci ón , en co mp a r ac i ó n con otras má s novedosas, debid o al gran n úm e r o de investi¬ gaciones realizadas con cada una de ellas; así, resulta que las escalas de Ansiedad, Represión, o Alcoholismo de MacAndrew, por citar sólo algunas, han sido muy utilizad as en diversos estu dios, por lo que se ha obtenido su valid ez y con fia bil ida d, así como los diversos elementos de int er pr et ac ió n; en cambio. Hosti li dad reprim i¬ da o Desajuste profesional, entre otras, han sido poco utilizadas en la i nv es t ig ac ió n, por lo que se dispone de escasos elementos para identificar rasgos de personalidad específicos. Es importante tomar en co n s i de r a ci ón que la ma y o r í a de las escalas suplemen¬ tarias sólo pueden calificarse e interpretarse si se aplican los 567 reactivos del M M P I - 2 . Este grupo de escalas est á conformado por: A R Fyo A-MAC HR
Do Rs Dpr GM GF EPK
EPS
Isl Is2 Is3
Ansiedad PPA Predis posici ón a problemas con las adicciones Represión RA Reconocimiento de las adicciones Fuerza del yo DM Desadapia ció n matrimonial Alcoholismo de MacAndrew Hostilidad reprimida Dominancia Responsabilidad social Desajuste profesional Género masculino Género femenino Desorden de estrés postraumático de Kcanc Desorden de estrés post raumát ico de Schlenger Timidez/autoconcepto Evitación social Enajenación de sí mismo y de otros
A co nt in ua ci ón se desc riben cada una de las escalas suplementarias del M M P I - 2 .
ANSIEDAD (A) Wel sh (1956) des a rr o l ló esta escala de ansiedad para evaluar la primer a d i me n s i ó n que surge cuando las escalas de va li de z y las cl íni ca s se anal izan factorialmente;
E scalas su plem entarias
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de tal forma que se reduzcan a sus denominadores más comunes. De acuerdo con los resultados obtenidos mediante el aná li si s factorial (p. e j., Bl oc k, 1965; Ei ch ma n, 1961.1962; We lsh, 1956), se presentan, de manera consistente, dos dimensiones bá sicas, ansiedad y re pr es ió n. We ls h de sa r ro l ló entonces las escalas de An si ed ad ( A) y Represión (R) para evaluar esas dos dimensiones básicas. Inicialmente, Welsh iden tifi có el prim er factor al que de no mi nó "in ad ap ta ci ón general ", nombre que se s us ti tu yó posteriormente por el de escala de Ans ie da d ( A ) , que tiene 39 reactivos tanto en el M M P I srci nal como en la ve rs ió n del M M P I - 2 . El objetivo de esta escala es evaluar el factor de ansiedad identificando los reactivos que se relacionaban de un modo elevado con és te . Est a escala or ig in al se ap li có a nuevos grupos de pacientes psi qu iá tr ic os y se de pu r ó utilizand o procedi¬ mientos de consistencia in terna. L os 39 reactivos que se identificaron est adí st ic a¬ mente con este método constituyen la forma final de la escala A. Los reactivos son codificados de manera que las puntuaciones altas en esta escala se asocian con una psi copa tol ogí a mayor. La información proporcionada por la escala A se puede obtener también, a tr av és de ot ras medidas del M M P I - 2 , especialmente a tr av és de la escala Pt, la cual se corre lacion a de manera sign ifi cati va con la escala A. El contenido de los reactivos de A se puede agrupar en una de cuatro catego¬ rías: a) pensamiento y procesos de pensamiento, b) tono emocional negativo y disforia, c) falta de energía y pesimismo e d) ideación maligna. Los individuos que obtienen puntuaciones elevadas en la escala de Ansiedad, es tá n avalando reactiv os que indic an sí n t o ma s de ansiedad, te ns ió n, falta de habil i¬ dad para funcionar, falta de eficiencia en el manejo de situaciones cotidianas y por lo tanto admiten tener numerosos s í nt o ma s ps i c ol ó g i co s . Son personas que se ca¬ racteriz an por sentirse ansiosas e in c ó m o d a s , son pesimistas y ap át i ca s , por lo que generalmente se alejan de las personas que las rodean, debido a que son temerosas y les falta confianza en sus capacidades; tienden a ser muy cautelosas, y dudan para tomar decisiones; se dejan influir por sentimientos personales difusos; además se inclinan a racionalizar acerca de sus dificultades y llegan a lastimar a otros; son personas sumisas, complacientes, sugestionables y conformistas, por lo que acep¬ tan de manera abierta la autoridad de otros; en situaciones estresantes llegan a sentirse confundidos, se desorganizan y no logran adaptarse a las circunstancias. Las personas que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala en ambientes psi¬ qu i át ri co s , tiende n a ser diagnosticadas como n eu r ó t i ca s , desadaptadas, sumisas y excesivamente controladas. Debido a su malestar, estas personas usualmente se sienten muy motivadas para acudir a sesiones de consejería o psicoterapia. Por el contrario, la in te r pr et ac ió n de las puntuaciones bajas de A, es indi cat iva de que el individuo no se siente ansioso o incómodo, más bien se percibe activo, vigoroso, expresivo, animado, con fluidez verbal, franco, abierto, amistoso, socia¬ ble, amable, info rmal ; asume un papel preponderante en la re l ac ió n con los de m á s . Es persuasivo, exhibicionista y eficiente, capaz de expresar ideas claras, versátil, ingenios o, confiado en sí mis mo, comp etit ivo; co n un alto val or del éx it o y logros, interesado en el poder, la posición y el reconocimiento. Por otra parte, manipula a
140 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 7)
las demás personas, y es incapaz de demorar la satisfacción de sus impulsos, gene¬ ralmente actúa antes de reflexionar, sin considerar las consecuencias de sus actos. A d e m á s los puntajes bajos reflejan ausencia de angustia emo ci on al . Estas personas tienden a ser e n ér g i ca s , compet itiv as y socialmente extrovertidas . Pue¬ den ser incapaces de tolerar la frustración y usualmente prefieren la acción a la reflexión. En resumen, el individuo que obtiene puntuaciones bajas en la escala A se caracteriza como extrovertido, competente, confiado y algo impulsivo. Aunque no es probable que experimente un trastorno psicológico grave, puede tener o no pro¬ blemas de ad ap ta ci ón .
REPRESIÓN (R) Welsh sugiere la interpretación conjunta de las escalas A y R, con el fin de dar un di ag nóR, st i para co más complaleto de un indi vidu o enpreponderante particular. Welque sh (1956) concuando st ru yólas la escala medir segunda dimensión emerge escalas de validez es tá nd ar y cl ín ic a del M M P I se analizan fa ctori al mente. Un procedimiento similar al utilizado para desarrollar la escala A se empleó también con la escala R , resultando una escala final con 40 reac tivos, p ara el M M P I ori gi¬ nal. La ve rs ió n de R del M M P I - 2 contiene 37 reactivos; esta escala ev al úa la ten¬ dencia a negar los problemas o s ín t om as fí si co s, emotivid ad, vi ol en ci a, reacciones sociales desagradables, sentimientos de ad ap t ac ió n, do min io socia l e in te ré s en la apariencia personal. Welsh sugirió las siguientes categorías de acuerdo con el contenido de los reac¬ tivos de la escala R: a) salud y síntomas físicos, b) sensibilidad, violencia y acti¬ vidad, c) reacciones hacia otras personas en situaciones sociales, d) dominancia social, sentimientos de adecuación personal y apariencia personal, e e) intereses personales y vocacionales. Por otra parte, R también mide la tendencia general de algunos individuos a
responder Falso a todo, a pesar de que incluye algunos reactivos neutros como "Pienso que me gustaría trabajar como guardabosque" o " Me gusta la ciencia". El contenido de esta escala se encuentra t a mb i én en la e scala D (D ep r es i ón , 10 frases) e Is (Introversión social, 9 frases), y se refiere a negación de síntomas físi¬ cos , emotividad y violencia. Señala también reacciones sociales agradables, senti•Beatos de adapt aci ón, dom ini o social e int erés en la apariencia personal. Lewinsohn (1965), encontró que sólo se percibían pequeños cambios en las puntuaciones R durante la ho sp it al iz ac ió n ps iq ui át ri ca . Welsh ( 1956), me n c i o n ó que los datos proporcionados por Gough indicaban que en una muestra de partici¬ pantes normales, las puntuaciones de R se correlacionaban positivamente con las escalas L, K. Hs y D del M M P I , y negativamente con Ma . Duc kwor th y Duc kwor th (1975) describen a los que obtienen puntuaciones elevadas en R como rechazantes.
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racionali zadores y carente s de insight sobre sí mismos. Bl oc k y Bail ey (1955) indi¬ caron correlaciones con in forma ci ón externa a la prueba de las puntuaciones altas y bajas la escalaque R. puntúan alto en R parecen carecer de insight, son sobreLos de individuos controlados e inhibidos socialmente, debido a que generalmente reportan pocos problemas psicológicos y tienden a verse a ellos mismos como libres de problemas en comparación con las demás personas, también se perciben a sí mismos y son percibidos por los demás como convencionales y reservados en sentido emocional, amables y poco espontáneos. Tienden a evitar los conflictos en vez de tratarlos directamente, debido que suelen ser sumisos y cautelosos. Otros los ven como demasiado conservadores en su conducta y acciones. Además, se caracterizan por mostrar un pensamiento claro, ser lentos en sus acciones y muy meticulosos. La int er pr et ac ió n de puntuaciones elevadas de la escala de Rep r es i ón es indi¬ cativa de un individuo formal, de ideas claras, cuidadoso; en resumen, quien obtiene puntuaciones R altas integra un estilo de vida bastante cuidadoso y cauteloso. La puntuación baja en esta escala se encuentra en personas emotivas, desinhibidas verbales, entusiastas, atrevidas y alegres. También son generosas, impu ls iva s, agresivas, sa rcá sti ca s, informales y autoindulgentes, pueden ser astu¬ tas, perspicaces, listas, sutiles, engañosas y mentirosas. Además son extrovertidas, emotivas, espontáneas y su estilo de vida es dominante en sus relaciones interpersonales. Aparecen como enérgicas, expresivas e informales. La interpreta¬ ción de las puntuaciones bajas es indicativa de un individuo que es sociable, abier¬ to, parlanchín, arriesgado, atrevido, vigoroso, jovial y valeroso. Además es man¬ dón, le gusta discutir, es egoísta, autoindulgente, perspicaz, precavido; en resumen, quien obtiene puntuaciones R bajas es más bien sociable, emocional y espontáneo en su estilo de vida, y adopta un papel preponderante en las relaciones inter¬ personales. Hathaway y Br ig gs (1957), y Wels h y Dahlstr om (1956) realizaron u n aná li si s detallado de estas escalas. Welsh hizo un estudio minucioso de las escalas clínicas y obtuvo las escalas de Ansiedad y Represión; Welsh (1956) encontró estos dos factores de las escalas clínicas y señaló que A se encuentra en las puntuaciones elevadas de las escalas Pt y Es , y en la pu ntu ació n baja de la escala K. El factor A refleja ansiedad y de sadapt ac i ón. Durante 10 añ os se ha disc utido esta escala espe cial (Jackson, 1967; Tyler, 1951; Edwards, 1977; Dahlstrom, et ai, 1975) y la mayo¬ ría de los investigadores llega a la conclusión de que este factor debe interpretarse como u na ca ra ct er ís ti ca de la per sonalidad. El segundo factor, R, n o ca usó tanta controversia; por medio del an ál is is f actorial, Welsh encontró que la represión medida mediante R se encuentra en las cargas positivas de las escalas D, H i , Mf y Pa, y en la carga moderadamente negativa de M a ; asimis mo, ide nti fi có este factor como una ca ra ct er ís ti ca de la personalidad y lo denominó represión. Duckworth y Duckworth (1975) informaron que no habían encontrado muy precisas las descrip ciones d e cl as if ic aci ón de Wels h para bachilleres q ue asis tí an a or ie nt ac ió n, con exc ep ci ón de la in te rp re ta ci ón para A y R elevadas.
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(Capítulo 7)
Welsh (1956) mostró datos de confiabilidad para las escalas A y R. Para 108 universitarios no graduados los coeficientes medios de confiabilidad para A y R fueron .88 y .48 respectivamente. Cuando se les dieron las escalas A y R a 60 estudiantes universitarios de segundo año en dos ocasiones, después de cuatro me¬ ses, los coeficientes de confiabilidad test-retest para A y R fueron .70 y .74, respec tivamente. Go ck a (1965) me n c i o n ó valores Kuder- Rich ard son 21 (consistencia in¬ terna) de .94 y .72 para las escalas A y R, respectivamente, para 200 pacientes ps iq ui át ri co s varones de la Veterans Adminis trat ion. Se ha discutido bastante acerca de la pertinencia de la interpretación de estas escalas y algunos opinan que son má s út il es para in ve st ig ac ió n que para interpretarse clínicamente.
FUERZA DEL YO (Fyo) Esta escala fue desarrollada por Barr on en 1953, para evaluar la capacidad de un individuo para beneficiarse de una psicoterapia, individual o grupal, y para prede¬ ci r la respuesta de pacientes neur ót ico s a la psicoterapia ind iv id ua l. Fyo se desarro¬ lló para comparar grupos de pacientes exitosos y no exitosos en psicoterapia: los reactivos se califican en la dirección elegida con mayor frecuencia por los pacien¬ tes exitosos. La escala contenía srcinalmente 68 reactivos, de los cuales en la versión del MMPI-2 se incluyeron 52. Fyo evalúa aspectos como funcionamiento físico, aislamiento, postura mo¬ ral, adaptación personal, habilidad de enfrentamiento, fobias y ansiedades. En el M M P I - 2 , se incluye co mo una medida de a da pt ac ió n, de fortaleza, de recursos personales y de funcionamiento eficiente, además de ser un buen indicador gene¬ ral de salud mental. Barron describe su escala como una medida de "fuerza latente del yo" y de la "capacidad de integración personal"; este autor cree que la escala provee una "es¬ ti ma ci ón de la adaptabilidad y po tencialidades per sonales", y una medida del "fun¬ cionamiento personal efectivo". Basados en sus descripciones, podría esperarse que las personas que puntúan alto en Fyo tengan un estilo de afrontamiento carac¬ terizado por tomar gran responsabilidad personal para resolver sus problemas, y sean más efectivas al resolverlos en comparación con quienes obtienen puntuacio¬ nes bajas en esta escala. Barron (1953) validó de manera cruzada la escala Fyo usando tres muestras diferentes de pacientes neuróticos para los que los índices de mejoría se encontra¬ ban mejor durante la psicoterapia breve, de orientación psicoanalítica. Debido a que las puntuaciones anteriores a la terapia se relacionaban positivamente con la tasa de mejoría para la totalidad de las tres muestras, Barron concluyó que esta escala es útil para predecir el cambio de la personalidad durante la psicoterapia. También informó que la confiabilidad por mitades de la escala para una muestra de
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126 pacientes fue de .76yque la confiabilidad e t s t -re t e st ,uti li zan do un intervalo de tres meses entre los e x á m e n e s , fue de .72 en una muestra de 30 casos. G o c k a (1965) m o s t r ó el valor Kuder -Ri ch ar dso n 21 (consistencia interna) de .78 de la escala y o para 220de pacientes ps iFyo qu i correlaciona át r ic os varones de la Veterans in is tr at io LaFpuntuación la escala en forma positiva Adm con el nivel den. int eli genc ia y con la escola ridad. En re la ci ón con la variable de sexo , se observ a que los hombres ofrecen una puntuación más elevada que las mujeres, aunque esto tal vez se debe a que la mujer admite sus problemas con mayor espontaneidad. Muchas de las investigaciones con la escala Fyo sugieren que mide la habili¬ dad para resistir el es tr és , má s que el potencial para el éxi to te r ap éu ti co . En gene¬ ral, las personas que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala tienen grandes posi bil ida des de logr ar un camb io de personali dad, sobre todo si se trata de pacien¬ tes ne u r ót i c o s que acuden a psicoterapia ind iv id ua l tradi cion al. Se debe tener cau¬ tela al interpretarla cuando los protocolos sugieren que el evaluado se mostró de¬ fensivo ante la e val ua ci ón, no obstante los resultados obtenidos en las investi gacio¬ nes realizadas con esta escala, ya que en estos casos las puntuaciones pudieron elevarse de manera artificial, lo que no permite que sea un predictor confiable de respuesta positiva a la terapia.
Quienes obtienen puntuaciones elevadas en Fyo tienden a estar mejor adapta das ps i c o l ó g i c a m e n t e y muestran má s habilidades para enfrentarse a los problemas y situaciones estresantes. Tienden a ser más estables y responsables en sus activi¬ dades, lo cual los hace confiables ante los demás; además son persistentes, inteli¬ gentes e independientes, por lo que producen una pri mer a i mpr e s i ó n favorable en quienes los rodean; sin embargo, pueden llegar a ser oportunistas y manipuladores para lograr sus objetivos, debido a que han desarrollado fuertes intereses y se mues¬ tran competitivos. Asimismo, quizá sean hostiles y rebeldes hacia la autoridad, especialmente por su gran confianza en sí mismos, de modo que llegan a ser sarcá st i co s y cí ni c os ante los de m á s . L os hombres con puntuaciones elevadas tienen un apropiado estilo de conducta masculino. En ambientes no psiquiátricos, es muy probable que las personas que obtienen puntuaciones elevadas en Fyo, no presenten problemas emocionales serios. Por el contrario, en personas con problemas emocionales, las puntuaciones altas en Fyo sugieren que los problemas so n m á s situacionales qu e c r ón i c o s , y que los pacientes tienen recursos psicológicos que pueden ayudarles a enfrentar los problemas de manera eficaz, a d e má s el pr on ós t ic o es bueno para el cambio posit ivo en trata¬ miento psi cot era péut ico . Existen datos de investigaciones que indican que la escala Fyo puede verse como un indicador de la ad ap t ac i ón ps i co ló gi ca genera l. Las puntuaciones má s elevadas se asocian con niveles de adaptación más favorables que los evaluados con otros ín di c es del M M P I y criterios ex traprueba. La s puntuaciones tienden a ser menores en pacientes psiquiátricos que en no pacientes y personas que reciben tratamiento ps i qu i á t r i co o ps i c ol ó gi c o , que para las que no (Gottesman, 19 59: Himelstein, 1964; Kleinmuntz, 1960; Quay, 1955, Spiegel, 1969; Taft, 1957). Sin embargo, se informó que la escala Fyo no muestra diferencias entre adolescentes
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(Capítulo 7)
delincuentes, y tiende a elevarse más para los pacientes neuróticos que para los psicóticos; la escala no discrimina entre categorías diagnósticas más específicas (Tamkin, 1957; Tamkin y Klett, 1957 Hawkinson, 1961; Rosen, 1962). Ha y algunos datos que i ndi ca n que las puntuaciones Fy o se elevan c omo resul¬ tado de la psicoterapia y otros procedimientos de tratamiento. Lewinsohn (1965) in f or mó que los pacientes ps i qu i át r i co s muestran un incremento en el ni ve l de las puntuaciones desde su a d mi s i ón en el hosp ita l hasta que se daban de alta. Si n embargo, Barron y Leary (1955) encontraron que no cambian más para pacientes que reciben psicoterapia individual o de grupo que para quienes permanecen en list a de espera por un periodo simila r. Ta mb i é n inf or mó que los pacientes de psico terapia que se presentaron por sí mismos obtienen puntuaciones mayores que aque¬ ll os que fueron enviados por alg uie n m á s (Hi me ls te in , 1964), sugiri endo que los que obtienen puntuaciones altas están más conscientes de sus conflictos internos. Las puntuaciones de la escala Fyo se relacionan positivamente con la inteli¬ gencia (Wirt, 1955) y con la ed uc ac ió n formal (Tamkin y Kl ett , 1957). Su relaci ón con la edad no es muy cla ra. Ta mk in y Kl et t (1957) no encontraron r el aci ón entre ellas, pero Getter y Sundland (1962) mencionaron que las personas mayores tien¬
den a obtener puntuaciones menores en la escala Fyo. Se informaron diferencias consistentes con relación al sexo, en las que los hombres obtienen puntuaciones m á s elevadas (Taft, 1957, Di st le r y coi s, 1964; Getter y Sundla nd, 1962). Est a dif e renci a sexual se int er pr et ó en un pri nc ip io como ref lejo de una mayor voluntad de las mujeres para admi ti r los problemas y quejas (Getter y Sundland, 1962). Si n embargo, una exp l ic ac i ón m á s razonable de la diferencia sexual es q ue los hom¬ bres obtienen puntuaciones más altas por que la escala contiene varios reactivos que se relacionan con la id en ti fi ca ci ón del papel mascul ino (Holm es, 1967). S c hi l l y Tata (1988) investigaron la r el ac ión entre el estilo de afro ntamiento y la escala de Fuerza del yo de Barr on, d icho estu dio ev al uó la re la ci ón entre las puntua ciones de la escala de Fyo de Barron y el estilo personal de afrontamiento; los parti¬ cipantes fueron 66 hombres y 61 mujeres univer sit ari os voluntar ios de un curso introductorio de Ps i co l og í a que participaron para obtener cr éd i t os del curso. Eran básicamente estudiantes de segundo año, de 19 años como promedio. Los sujetos contestaron la escala Fy o de Barron y la medida de estilo de afrontamiento de Robbins y Tanck, para conocer como afrontaban sus sentimientos de te ns ión y de pr esión. La escala de Robb ins e va lúa siete diferentes estilos de afrontamiento, sol ic it ud de apoyo soc ial , conducta disfuncional, ansiedad (narcotizante), re so lu ci ón de problemas, con fianza en profesionales, tolerancia a la incomodidad, y evasión. Las puntuaciones bajas en esta escala indican de alguna manera lo contrario que las puntuaciones elevadas. Las personas que tienen puntuaciones bajas tienden a presentar más problemas y más severos que las demás personas. Además tienen pocos recursos ps i c ol óg i c o s para enfrentarse al e st r és , por lo que su pr on ós t i c o con relación al cambio no es positivo. Butcher y colaboradores (1989) presenta nuevas tablas normativas para la escala Fyo basadas en una muestra normativa contemporánea de adultos norma¬ les, en la que observa cambios asociados a variables de edad y sexo. Aunque los
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ar tí cu lo s de Barro n (1953) acerca de la de ri va ci ón de una e scala de Fuerza del yo a partir del M M P I aparec ieron hace má s de 40 añ o s , dich a escala sigue siendo una de las m á s utilizadas dent ro de las escalas suplementarias del M M P I (Grah am, 1977; Greene, 1980; Meyer, 1993; Newmark y Thibodeau, 1979), y en la actualidad
en el MMPI-2.
Esta es una de las escalas cuya pu n t u a c i ó n disminuy e con la eda d en la pobla¬ ción mexicana.(Ampudia, Lucio y Duran, 2000). En población mexicana se ha observado que esta escala tiene relación con la inteligencia. Fue una de las escalas má s bajas en el es tudio realizado con delinc uentes por Ra mí r e z y Vi l la to ro (19%). Est a escala fue la má s baja en pacientes con dermatitis (L uci o y co is ., 1999) y con co lón irri table ( Ga rcía, 1997), lo que nos muestra los pobres recursos que tienen este tipo de pacientes para enfrentar el estrés.
ALCOHOLISMO DE MACAN DREW-REVISADA (A-MAC) Ma c A n d r e w (1965) d es ar r ol l ó esta escala, us ando dos diferentes grupos de partici¬ pantes. Se contrastaron las respuestas del grupo de individuos masculinos con his¬ toria conocida de alcohol ismo, con las d e pacientes psi qu iá tr ic os masculinos sin historia conocida de alcoholismo. Ma cA nd r ew id en ti fi có , inicialment e, 51 reactivos que difere nciaban a estos dos grupos, los cuales se redujeron a 49, debido a que dos de los reactivos, que fueron elimi nados , te ní an un contenido ob vi o de abuso de alco hol . En la revis ión del M M P I , varios reactivos de la escala A - M A C se suprimieron por poseer contenidos poco convenientes, particularmente de naturaleza religiosa. Por lo que dichos reactivos fueron reemplazados con cuatro frases del banco de reactivos del nuevo M M P I - 2 . Origin almen te Mac And re w r e c om e nd ó el empleo de una pun tu ac ió n de corte, en puntuación natural de 24 para hombres y 22 para mujeres como indicador de un potencial abuso del alcohol. Sin embargo, los profesionistas encontraron que un punto de corte, de 26 para hombres y de 24 para las mujeres es más efectivo. Las investigaciones sugieren que una puntuación elevada en la escala de Ma c A n d r e w se asocia con probl emas de ad ic ci ón , de abuso de drogas y con juga¬ dores cr ó n i c o s ( Graham y Strenger, 1988) pero no es úti l para diferenciar e ntre abuso de alcohol y abuso de otrasdrogas. L a escala A-MAC es recomendada como una medida de tendencia a la ad ic ci ón y rara vez como una escala de uso o abuso de alcohol. Lo s estudios reportados en la bib li og ra fí a, i ndi can que la escala no distingue a individuos alcohólicos de quienes no lo son, de tal manera que la escala no puede considerarse como una escala de tamizaje o de filtro efectiva. No obstante, existe evidencia de que puede diferen ciar a tipo s de al co hó l ic o s, cuyas cara ct erí st ic as de personalidad son fundamentalmente diferentes, además de ser independientes
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(Capítulo 7)
de la edad. En el ca pí t ul o 9 se exp lic a co n mayo r detalle los resultados obtenidos en diversos estudios en los que se evalúa la efectividad de la escala, así como de las escalas P P A y R A , a de m á s de los r esultados obtenidos en un estudio realizado en
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M é x i c o , con tales escalas. Los puntajes naturales arriba de 24 sugieren abuso de sustancias, ya sea alco¬ hol u otras drogas, mientras que puntajes crudos menores de 24 contraindican abu¬ so de sustancias. La el e va c i ón de la escala de Ma c An dr e w no sugiere el desarrollo de adicción a las sustancias ni indica la presencia de uso o abuso de sustancias. Solamente sugiere un desarrollo potencial de alcoholismo o posibles problemas de abuso de drogas. Los puntajes altos son ca r act e r í st i cos ta mb i é n de indi vi duos que son so ci al mente extrovertidos, exhibicionistas y que están dispuestos a correr riesgos, ade¬ más tienen problemas para concentrarse, pueden tener historias de problemas de conducta en la escuela o con la ley y disfrutan las competencias de cualquier tipo; por su parte, los puntajes bajos indican que el individuo tiende a ser introvertido, tímido y con falta de confianza en sí mismo.
HOSTILI DAD RE PRIMID A (HR ) Megargee y co laboradores (1967) desarrollaron la escala de Hos ti li da d repr imi da ( HR ) con el fi n de identif icar ind iv id uos que manifestaban dificult ades para expre¬ sar abiertamente su enojo y que usualmente se comportaban en una manera sobrecontrolada, pero que en algunas situaciones habían actuado de manera hostil o extremadamente agresiva. La escala HR ori ginal incluye 31 reactivos y la vers ió n del M M P I - 2 contiene 28 reactivos. La HR puede ser hasta cierto punto valiosa para un clínico que trata de entender los posibles factores de personalidad que llevan a cometer actos vio¬ lentos, por lo que es neces ario que el cl í ni co sea capaz de formular hi pó te si s acerca de la form a personal en la que el in di vi duo contr ola los conflictos previos al in ci ¬ dente y trate de identificarlos en todo el proceso de evaluación y tratamiento. Esta esca la no es tan val ios a como una medida de pr e di cc i ón , tal y como se supo ní a que fuera, debido a que muchos in di vi duo s obtienen puntuaciones altas en el rango mayor a T 65, pero muchos de ello s no pe r de r á n el contr ol en forma extre ma. A pesar de lo anterior, HR puede servir como una medida útil para entender los factores de personalidad que pueden influir para que una persona llegue a cometer un acto de viol en ci a. Las puntuaciones elevadas en HR se presentan en personas que tienden a res¬ ponder apropiadamente a la pr o vo c a c i ón , en la m a y o r í a de los casos, pero que en ocasiones manifiestan respuestas de agresión exagerada sin provocación aparente. Los individuos que obtienen puntuaciones altas en la escala HR (iguales o mayores a T 65) tienden a evitar la ex pr es i ón abierta de la agr es i ón , s in embargo, a
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menudo en momentos de extrema pr ov oc ac i ón , ac tú an de una manera muy vio le n ta y pueden reaccionar con conductas de acting out. Se ha encontrado que muchos individuos que aparentaban ser pasivos y que han cometido actos impulsivos y agresivos o crímenes violentosentienen una puntuación alta en la escala Esta escala resultó la más elevada el estudio de delincuentes realizado enHR. institucio¬ nes del Distrit o Federal (Ramí re z y Vil la to ro , 1996). La s personas con puntuaciones elevadas en H R , tienden a no expresar senti¬ mientos de cólera, ni siquiera de manera verbal; son sociables y responsables y tienen una fuerte necesidad de sobresalir ante los de m á s ; no obstante, son depen¬ dientes y confiados. Suelen describir a sus familias de srcen como cál id as y fuentes de apoyo. En cuanto a las puntuaciones bajas en HR , no existen suficientes datos que permitan la interpretación adecuada, por lo que dichas puntuaciones pueden inter¬ pretarse de dos formas, ya que no se espera que presenten el síndrome de hostilidad sobrecontrolada, esto es, o son personas crónicamente agresivas o son individuos que expresan de manera bastante apropiada sus sentimientos de agresión. De cual¬ quier manera, se requiere mayor investigación para obtener más datos que permi¬ tan la interpretación adecuada de las puntuaciones altas y bajas en HR. Esta es una de las escalas en la que se observaron diferencias entre la población mexicana y la po bl ac ió n estadounidense, los mexican os obtuvieron una pu nt ua ci ón m ás elevada (Lucio el al., 2001).
DOMINANCIA (Do) Gou gh y colaboradores (1951) desarrollaron l a escala Do para evaluar las ca ra ct er ís ¬ ticas de personalidad de dominancia social. Los autores definieron a los individuos con tendencias altas y bajas de dominancia, pidiendo a sus parejas que identifica¬ ran a los participantes como pasivos o dominantes en las relaciones sociales. Los autores apli caron un cuestionario de 150 reactivos a los dos grupos identificados como pasivos y dominantes, con el objetivo de realizar un análisis para identificar los reactivos que diferenciaban a los dos grupos. De este modo, los reactivos de Do evalúan diferentes áreas de contenido, como concentración, conductas obsesivocompulsivas, autoconfianza, incomodidad en situaciones sociales, interés acerca de la aparie ncia fís ica, perseverancia y opinione s po lí ti ca s. Además, Do mide aspectos de personalidad como el bienestar en las relaciones sociales, poseer opiniones sólidas, perseverancia en las tareas, así como la tenden¬ cia de un individuo a tener control sobre sus relaciones interpersonales. Do es ampliamente usada en evaluaciones de selección de personal, como se¬ lec ció n de oficiales de poli cí a, para evaluar si el indivi duo tiene ca ra ct er ís ti ca s de persona lidad —como pas ivi dad— que pudieran interferir con su d e s e mp e ñ o labo¬ ral, especialmente cuando tienen personal a su cargo.
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(Capítulo 7)
L os puntajes altos en Do son asociados con equ il ib ri o, c onfia nza, seguridad en sí mis mo, in ic ia ti va soci al , perseverancia, r es ol uc i ón y liderazgo de grupo; es de¬ cir, son características de personas consideradas generalmente como dominantes en situaciones sociales, que se consideran a sí mismos, y son considerados por los d e m á s capaces de enfrentar apropiadamente las situaci ones personales, no se int imi dan f ác ilme nt e y se sienten seguros. Sue len ser personas optimista s, eficien¬ tes, realistas y orientadas a las tareas que les son encomendadas, por lo que se muestran muy perseverantes y ecuánimes ante situaciones adversas. Las puntuaciones bajas en Do muestran a personas sumisas, poco enérgicas y fácilmente influenciables por otras personas, carecen de confianza en sí mismas y sienten que manejan sus problemas inadecuadamente.
RESPONS ABILIDA D SOCIAL(Rs)
La escala de Rs fue creada por Gou gh y colaboradores (1952) com o una va lor ación del sentido de responsab ilidad del in div idu o con re l ac ió n a otros. L os ind ivi duos identificados por sus compañeros o maestros como poco o muy "responsables", sir vier on como g rupos crite rio. Se identificaron los reactiv os que discr imina ban ambos grupos, los cuales fueron incluidos en la escala Rs. Originalmente, Rs estaba constituida por 32 reactivos del M M P I . E n el M M P I 2, Rs contiene 30 reactivos; do s reactivos fueron supri midos en la revi sión . El con¬ tenido de los reactivo s de la escala Rs del M M P I - 2 eva l úa el in te ré s por aspectos sociales y morales, de s a pr ob a c i ón de pr iv il egi os y favores, én fa si s en los deberes y la autodisci plina, convencional ismo contra re be ld í a, verdad y confianza en el mun¬ do en general; y desenvoltura, aplomo y seguridad personal. Esta escala ha sido ampliamente usada como un ín di ce de ca ra ct er í st i ca s posi¬ tivas de person alidad en se l ec ci ón de personal. Duckwo rt h y Duc kwor th (1975), sugiriero n que Rs mide la ac ep ta ci ón (p un tu ac ió n alta) o el rechazo (p un tu ac ió n baja) de un sistema de valores previamente establecido, por lo general, el de los padres. Las personas que tienen más de 25 años con puntuaciones altas tienden a aceptar su sistema de valores actual e intentan continuar utilizándolo, y quienes obtienen puntuaciones bajas pueden cuestionar su sistema de valores presente o rechazar los recién adquiridos. Para personas más jóvenes, las puntuaciones Rs altas indican que aceptan el sistema de valores de sus padres, mientras que las puntuaciones bajas indican el cuestionamiento o rechazo del sistema de valores de los padres. Puntuaciones altas en Rs sugieren que un individuo tiende a verse a sí mismo y a ser visto por otras personas como dispuesto a aceptar las consecuencias de su pro pia conducta y como responsable, as imi smo, se le consi dera digno de confi anza
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y persona íntegra, con sentido de responsabilidad para con el grupo: además, es probable que se encuentren en situaciones de lider azg o y toma de decisiones . — Puntuaciones altas (arriba de T 60) indican un fuerte sentido de justici a y un alto ma, sentido de lasdenormas, indican también que la persona tiene en sí de mis es digna conf ianz a y responsable, y que posee, ad e m confianza á s , un sentido compr omiso s oci al. As i mi s mo , es tá n profundamente interesados en problemas éti¬ cos y morales; rechazan los privilegios y favores, y le dan un énfasis excesivo al cumplimiento de su parte correspondiente de cargas y deberes. Con respecto a esta interpretación es importante tomar en cuenta que cuando la escala L es muy alta, no es confiable esta interpretación, pues más que reflejar cómo es realmente la persona, puede estar reflejando la buena imagen que ésta intenta dar de sí misma. Quienes obtienen puntuaciones bajas en Rs (abajo de T 40) se caracterizan por no estar dispuestas a asumir responsabilidades y tal vez no hayan aceptado valores o normas sociales; por otra parte, no pueden ser vistos ni verse a sí mismos como dispuestos a aceptar la responsabilidad de su propio comportamiento; suelen ser poco dignos de confianza, faltos de integridad y con un pobre sentido de responsa¬ bi li da d para con el grupo.
DESAJUS TE PROFESIONALpr)(D Esta escala fue construida por Kleinmuntz (1961) para distinguir entre estudiantes universitarios emocionalmente adaptados y desadaptados. Los procedimientos de análisis de reactivos identificaron 43 reactivos que distinguieron a los dos grupos de estudiantes. La esca la Dp r del M M P I - 2 inc luy e 41 reactivos, y las elevacione s en esta escala indican mayo r des ad ap ta ci ón profesional. Las investigacion es sobre Dp r han demostrado que es útil en la id en ti fi ca ci ón de problemas emocionales entre estudiantes profesionistas, pero no muy útil para predecir dificultades futuras de adaptación. Las puntuaciones de la escala Dpr va¬ rían de un ambiente universitario a otro, incluso dentro de cada área o nivel de estudios en una misma universidad, por lo que se recomienda utilizar normas y puntos de corte para cada ambiente específico en el que se utilice esta escala; ade¬ más no es recomendable utilizarla en personas que no son estudiantes universita¬ rios. En un ambiente universitario específico, las personas que obtienen puntuacio¬ nes elevadas en esta escala pueden tener mayor desadaptación general. Las puntuaciones altas en Dpr indican que los individuos parecen estar poco adaptados; son ineficientes, generalmente pesimistas y angustiados; además, pue¬ den desa rrollar sí n to ma s fí si cos durante los periodos de m ayor est ré s y sentir que la vida los abruma la mayor parte del tiempo. Esta fue la escala más elevada en el grupo de pacientes con colon irritable estudiados en Mé x i c o (Ga r cía, 1997). P or otra parte, las personas con bajos puntajes tienden a estar bien adaptadas, son optimistas y conscientes.
750 D Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
7)
GÉNERO MASCULINO (GM) Peterson y Dahlstrom (1992) desarrollaron las escalas de Género masculino y Gé¬ nero femenino, como medidas separadas de componentes masculinos y femeninos en la escala estándar bipolar de Masculinidad-femineidad (Mf). Estas escalas se componen de descripciones de sí mismo, características tanto de un género como de otro, disponibles en un mismo reactivo. Los reactivos que fueron incluidos en la escala GM fueron aquellos reactivos que fueron avalados por la mayoría de los hombres de la muestra normativa del M M P I - 2 y aprobados en esa mi sm a di re cc ión por menos de 10 % de las mujeres de la muestra normativa. Só lo 9 de los 47 reactivos de la escala GM aparecen tamb ién en la escala M f . El contenido de los reactivos de GM sugiere que evalúa aspectos como la nega¬ ció n de miedos, ansiedades y sí nt om as s om át ic os ; asimismo, mid e el inte rés en actividades masculinas estereotipadas y con la negación de intereses femeninos estereotipados; negación de la manifestación excesiva de las emociones y la pre¬ sentación de sí mismo como independiente, decisivo y con autoconfianza. Deb ido a que existen datos limitad os sobre la val ide z de las escalas GM y G F , es difícil generar descriptores que puedan ser aplicados con confianza en la inter¬ pretación de puntuaciones altas y bajas. No obstante, los datos preliminares de Peterson y Dahl st ro m, sugieren que puntuaciones elevadas en G M , tanto en hom¬ bres como en mujeres, son características positivas, debido a que son personas que tienden a tener confianza en sí mismos, son libres de temores y preocupaciones. En el caso de los varones, GM se relaciona con una gran confianza en sí mismo, gran perseverancia y amplios intereses, además de la carencia de temores o sentimien¬ tos referentes a sí mismos. Para las mujeres, GM se vin cula con una gran confianza en sí mismas, con la honestidad y la disp os ic ión para probar nuevas cosas, a dem ás de que indica la carencia de preocupaciones y sentimientos referidos a sí mismas.
GÉNERO FEMENINO (GF) Los reactivos que fueron incluidos en la escala GF fueron aquellos avalados por la ma yorí a de las mujeres de la muestra normativa del M M P I - 2 y aprobados en esa mis ma di rec ci ón por menos de 10% de los hombres de la muestra normativa. Só lo 16 de los 46 reactiv os de la escala GM aparecen ta mb ién en la escala M f . El contenido de los reactivos de GF evalúa la negación de actos antisociales, como tener problemas escolares o con la ley, o excesivo uso de alcohol y otras drogas; además, mide el interés en actividades femeninas estereotipadas y falta de interés en actividades masculinas estereotipadas. Peterson y Dahlstrom sugieren la
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i nt e r pr e t a ci ón conjunta de las escalas . De esta forma puntua ciones elevadas en GM y bajas en GF indicarían masculinidad esterotipada; mientras que bajas puntuacio¬ nes en GM y elevadas en GF podrían indicar femineidad estereotipada; por otro lado, puntuaciones altas en ambas escalas in di ca rí a una or i en ta ci ón indiferenciada. No obstante, estas escalas deberían ser consideradas como escalas experimentales para ser utilizadas únicam ente
con pro pós itos de i nve stiga ción .
DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO DE KEANE (EPK) Keane y colaboradores, en 198 4, desarrollaro n la E P K para evaluar la presencia de s í nt om a s de est ré s po s t r a u má t i c o en veteranos de guerra. Lo s autores contrastaron las respuestas a los reacti vos del M M P I de 60 combatientes varones de la guerra de Vietnam que habían sido diagnosticados con desorden de estrés postraumático, y 60 hombres veteranos de guerra que t e ní a n d i a g n ó s t i c o s diferentes. Se identifica¬ ron 49 reactivos que discr iminaron a los dos grupos; en la vers ió n del MM P I - 2 , se el im ina ro n tres reactivos que apa r ec ían dos veces en la escala ori gi na l y otro reactivo fue levemente reformulado con un lenguaje apropiado. La escala llegó a tener una certeza de 8 2% en la cl as if ic ac ió n del desajuste entre los veteranos, uti li zan do un punto de corte natural de 30. El contenido de los reacti vos de la es cala E P K sugiere una gran co nf us ió n emocional. Los reactivos evalúan ansiedad, preocupación y alteraciones en el sue¬ ñ o ; cul pa y d e p r e s i ó n ; pensamientos no deseados y perturbadores; falta de cont rol emoc iona l; y sent imientos de co nf us ió n y maltr ato. Los veteranos de guerra y otras personas que hayan experimentado un evento ca ta st ró fi co y qu e obtengan puntuaciones altas en E P K , tiende n a presentar sí nt o mas de tr astorno por est ré s po st r au má t i c o, que incl uyen ang ustia emocional in ten¬ sa, as í com o ansiedad y alteracio nes del s u e ñ o ; sienten cul pa y de p r e s i ó n por sus experienc ias; presentan d e s ó r d e n e s emocionales y manifiestan t ener pensamientos intr usiv os no deseados; ad e m á s , sienten que han perdi do el co nt ro l sobre sus emo¬
ciones y pensamientos, expresan sentimientos de no ser comprendidos o conside¬ rados por los d e m á s , debido a las situaciones e stresantes que han vi v i d o . L i t z y colaborador es (1992) rea li zar on un estudio de las diferencias y s emejan zas entre aplicaciones del M M P I y el MM P I - 2 en la eval ua ci ón del trastorno por estrés post rau mático . Se administró t anto el M M P I ori gina l como el M M P I - 2 , a 29
participantes con trastorno por es tr és p os t ra um át i co , 37 pacientes psi qui át ri co s ve¬ teranos mezclados, 64 pacientes que presentaban abuso de sustancias veteranos mezc lados , y 32 no veteranos normales. Se compararon los p untajes del M M P I y del M M P I - 2 en tér min os de g rado de asoc iac ió n, congr uencia del tipo de có di go ,
promed io de di a g n ó s t i c o acertado (cuando se comparaba con ot ras dos muestras cl ín ic as y una muestra normal) y la congruencia de la escala E P K . L os resu ltados
152 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
7)
revelan correlaciones significativam ente elevadas entre las escalas bá sica s del M M P I y el M M P I - 2 para la muestra con trastorno por es tr és po st ra um át ic o, así com o con¬ gruencia en los códigos de dos picos comparables a estudios previos (Honaker, 1990). El M M P I - 2 iden ti fi có efectivamente a los indiv iduos con t rastorno por es tr és postraumático de los otros grupos. Los resultados también muestran un elevado grado de asoc iac ión entre el M M P I y el M M P I - 2 en los puntajes de la escala de E P K , no obstante que se encontraron diferencias menores en los puntajes brutos de las escalas E P K entre las dos pruebas. E P K se en co nt r ó muy elevada en el gru po de pacientes con colo n irritab le (G ar cí a, 1997). Esta esca la se en co nt r ó t a mb i é n elevada en un grupo de pacientes con dermatitis (Lucio, et al., 2000). Lo anterior indica el componente de la ansie¬ dad y el estrés en algunos síntomas somáticos.
DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO DE SCHLENGER (EPS) La escala EPS fue desarrollada por Schlenger y sus colaboradores (Schlenger, et al., 1989), aunque no es considerada como una escala form al, es tá conformada por 60 reactivos en e l MM P I - 2 .
E P S , a diferencia de la E P K , se des ar ro l ló mediante el contraste de un grupo de veteranos vietnamitas sanos emocionalmente, con un grupo de veteranos que fue¬ ron identificados por padecer trastorno por estrés postraumático y un grupo de veteranos con di ag nó st ic o psi qu iá tr ic o diferente a és te . L os reactivos que di sc ri mi naron entre estos grupos fueron incl ui do s en E P S ; 45 de ell os son incl ui do s tam bié n en la escala E P K . La escala EPS parece estar muy relacionada con los índices de ansiedad del M M P I , como ocurr e con las es calas Pt y A. No obstante, los 60 reactivos identifica dos como la escala E P S , no confor man realmente una escala, ya que son consider a dos como reactivos de E P K y otros reactivos del M M P I - 2 que fueron aprobados de manera diferencial entre los veteranos de guerra con y sin diagnóstico de trastorno por est rés po st ra um át i co ; por esta ra zón se re quiere mayor inve st ig ac ió n para iden tificar la valid ez y confi abi lid ad de E P S que permitan identificar descriptores para la interpretación de las elevaciones en ella. EPS se encontró también muy elevada
en el grupo de pacientes con co lo n irritab le (G ar cí a, 1997) y en el de pacientes co n dermatitis (Lucio, et ai, 2000) lo que podría indicar que EPS tiende a elevarse en personas que presentan trastornos somáticos en los que la ansiedad es un compo¬ nente importante. La s escalas P P A y RA son un complem ento de la escala de Ma c - An d r ew y han mostrado un buen índice de especificidad y sensibilidad tanto en poblaciones esta¬ dounidenses como mexic anas. Estas escalas, junto con la de D M , no se incl uye ron
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en la primera versión del Manual, porque cuando se hizo la adaptación a México no se hab í an publicado en Es tados Unido s.
PREDISPOSICIÓN A PROBLEMAS CONLAS ADICCIONES (PPA) Weed y colaboradores (1992) desarrollaron esta escala como un intento de identi¬ ficar las características de personalidad y los patrones de estilo de vida que son asociadas con abuso de alc oh ol y de drogas. P P A est á const itui da de 39 reactivos derivados em p í r i c a m e n t e , contrastando las respuestas de una muestra de partici¬ pantes que abusan de sustancias con las respuestas de dos grupos control, el norma¬ tivo y el psiquiátrico.
La el ev ac ió n de P P A no in di ca la presencia de uso o abuso de sustancias o el desarrollo de a di cc i ón a é st as . Solamen te sugiere el posible desarro llo del alc oho¬ li smo o problemas de ab uso de drogas. Puntuaciones ba jas en P P A qu i z á aludan a la posi bi li da d de que si la persona manifiesta abuso de sustancias, és te se relaci one más con desadaptación psicológica que con el típico patrón de conducta adictiva.
RECONOCIMIENTO DE LASCCI ADI ONES (R A) Esta escala fue construida por Weed y colaboradores (1992) y el interés principal se ce nt r ó en la cons ist enci a interna. E stá conformada por 13 reactivos que indagan directamente acerca del uso o abuso de sustancias; fue desarrollada considerando bases es ta dí st ic as y l óg i ca s, sobre la base de su contenido ob vi o, en re l ac i ón a pro¬ blemas de abuso de susta ncias, cuyo i nt er és pr in ci pa l es la consiste ncia intern a. RA representa un intento para usar el M M P I - 2 como instrumento que eva lúe l a inclinación de los participantes para informar directamente problemas de abuso de alcohol y drogas. Las elevaciones en esta escala indican el grado en que las personas reconocen tener problemas con el uso del alcohol y las drogas. La RA ha sido vali dada en forma cruzada en dos estudios recientes (Weed,el ai, 1992; Greeneel ai, 1992).
DESADAPTACIÓN MATRIMONIAL (DM) Hjemboe y colaboradores (1992) desarrollaron recientemente una escala específi¬ ca para evaluar de sa da pt ac ió n marital, d eriv ada e mp í r i ca me nt e que incluye 1 4 reactivos, la D M .
154 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
7)
La escala DM se desarrolló mediante la selección de reactivos que estaban relacion ados con una medida de angustia marita l, la esc ala de Ad a p t ac i ó n di ád i ca de Spanier, la cual es un inventario de 31 reactivos que ev alúa el consenso en la relación, la cohesión, el afecto y la satisfacción. DM contiene reactivos que se relacionan con problemas maritales o dificulta¬ des en las relaciones. El contenido de ciertos reactivos parece estar relacionado de manera obvia con problemas maritales, mientras que otros tienen menos relación ob vi a con dichos problem as. La escala DM muestra un mayor g rado de c or re la ci ón con otras medidas de desajuste marital, en c o mp a r a c i ó n con las escalas Dp o F A M (Hjemboe, et ai, 1992). L as puntuaciones naturales de esta escala fueron transfor¬ madas a puntuaciones T uniformes utilizando los datos de la muestra normativa del M M P I - 2 . La in te rp re ta ci ón de DM es apropiada solamente si los sujetos son casa¬ dos, separados o divorciados. Las puntuaciones T de 60 a 64 inclusive, indican algunos problemas en las relaciones maritales, por lo que es recomendable realizar evaluaciones adicionales sobre estos problemas. En quienes reconocen tener problemas maritales y buscan ayuda para resolverlos, esta escala no proporciona información adicional. Indicadores importantes de desórdenes maritales se han encontrado en pacientes que obtienen puntuaciones T > 65 en D M . En procesos de evaluación general, cuando se uti liza el M M P I - 2 , DM es muy útil para informar al clínico acerca de problemas maritales que pueden estar relacionados con otros síntomas informados por los pacientes, como ansiedad o depresión. Las subescalas Is fueron desarrolladas por medio de procedimientos estadísti¬ cos sofisticados por Ben-Porath, Hostetler, Butcher y Graham con la finalidad de tener descriptores más específicos de la escala Is, que en realidad por ser bipolar inclouye varias dimensiones. Estas tres escalas tienen una consistencia interna alta. Las tres son mutuamente excluyentes e independientes. Isl, timidez/autoconcepto cuenta con 14 reactivos; Is2, Ev i ta ci ón soci al tiene 8 reactiv os e Is3, Ena j en ac ió n de sí mi sm o y de los otros, es tá conformada por 17 reactivos. Todos ello s se incl u¬ yen en el apéndice C de este libro.
REACTIVOS SIGN IFICAT IVOS Este grupo de subescalas, está constituida por reactivos o frases que evalúan sínto¬ mas serios presentados por los examinados, los cuales se sugiere corroborar en las entrevistas subsecuentes, ya sea con el paciente o sus acompañantes, en el caso de evaluaciones cl í ni ca s , o con el examinado en sel ec ci ón de personal. Graham (2000) recomienda que se utilice la información proporcionada por estos 37 grupos de frases como puntos de apoyo y de aviso para diagnosticar las perturbaciones ps iq ui át ri ca s en los pacientes.
E scalas su plem entarias O 155
Butcher y Wi ll iams (1992) sugieren que los reactivos signi ficativos constituyen índ ice s úti les para la int erp re ta ció n del instrumento, que aportan inf or maci ón valiosa que complementa la int er pr et ac ió n de las escalas bás ica s, de contenido y suplementa¬ rias. Entre los índices que son útiles en la interpretación del MM P I - 2 se encuentran:
•
• •
•
ín di ce de Gol be rg . Fue desarrol lado en 1965 por Gol be rg como un in di ca dor para discr imina r los perfiles ne ur ót ico s del M M P I de los perfiles ps ic ót ic os ; no obstante, en el M M P I - 2 no se ha corroborado su util idad. Sistema de cl as if ic ac ió n de Megargee para crimina les. Este ín di ce identifi¬ ca 10 tipos repetidos a lo largo de diferentes muestras de crimin ales. Tip ol ogí a del dolor cr ón ic o. Indice que señ ala las car act er ís ti ca s de perso¬ nalid ad y conductas si nt om át ic as de pacientes con dolores cr ón i co s agru¬ pá nd ol os en 4 principales grupos: P, A, I , N. Subescalas de Is. Be n- Po ra h desar rol ló subescalas para la escala 0 que aparecen en el perfil de escalas suplementarias.
El objetivo de los reactivos signif icativos es uti li zar los reactivos del M M P I de forma individual, como señales o indicadores de patología, los cuales incluyen temas específicos o problemas especiales que los pacientes están experimentando. Para el M M P I src ina l se crearon los reactivos cr ít ic os de Gayson , que fueron desarrollados a tr av és de mediciones l óg ic as , en las que se seleccionaron reac tivos que reflejaban problema s particulares y de i nt er és c lí ni co . Koss y Butcher (1973 ; ver Koss , et ai, 1976) realizaron el primer esfuerzo para desarrollar una validez em pí ri ca para los reactivos si gnifica tivos (RS) del M M P I , ellos crearon un conjunto de RS mediante la id en ti fi ca ci ón de diferencias signific ati¬ vas de las ca ra ct er ís ti ca s de pacientes que experimentaban crisis qu e re qu er ía n hospi¬ ta liz ac ió n, de las de otros pacientes que no experimentaban tales cr is is . Lo s reactivos que diferenciaron emp í r i came n t e entre los grupos de pacientes con cris is y otros pacientes, mostraron tener vali dez tanto de contenido como e mp í rica (evaluaron di¬ rectamente síntomas, temas y actitudes relativas a la crisis actual, estos resultados fueron reportados en el Ma nu al d el M M P I ) . Lo s reactivos muestran considerable uti li dad cl íni ca cuando se usan como claves de ev al ua ci ón ante problemas especiales; en el M M P I - 2 se han aumentado cuatro reactivos, al conjunto de reactivos de Es tré s situacional d ebido a alcohol ismo y al conjunto de Id ea ci ón de de pr es ió n suicida. Lachar y Wrobel (1979) desarrollaron otro grupo de RS para describir diferentes cris is-p roble ma. Al re de do r de las dos terceras partes de los reactivos de Kos s- But che r fueron reaplicados en el estudio de Lachar-Wrobel. Adicionalmente a los grupos utilizados, se crearon otros grupos de reactivos para evaluar diferentes áreas. Los grupos de reactivos de Koss -But cher y de Lach ar- Wrob el se listan a co nt i nu ac ió n. Grupo de Koss-Butcher, fueron seleccionados de acuerdo con su relación em¬ pí ri ca con sit uaciones de crisi s: • •
Estado de ansiedad. Ide ac ión de dep res ión suicida.
156 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
• • •
Am en aza de ataque. Est ré s situacional debido al alcohol ismo. Conf usi ón mental.
•
Ideas persecutorias.
(Capítulo 7)
Gru po de La ch ar -Wr ob el , reactivos seleccionado s sobre la base de sus relaciones empíricas con varias áreas problema: • •
Acti tud antisocial. Conflict os familiares.
•
Síntoma s somáticos .
• • • •
Inter és y desv iac ión sexual. Ansiedad y tens ión. Alteraciones del sueño. Problemas de ir a.
•
Depre sión y preo cupa ción.
• •
Opiniones desviadas. Abu so de sustancias.
•
Ex pe ri en ci a y pensamiento desviado.
Lo s grupos de reactivo s signifi cat ivos aparecen en el ap é n d i c e D. A pesar de que los RS no so n recientes, so n grupos de reactivos del M M P I - 2 que han ori gi nad o pocas inves tiga cione s acerca de su funci onami ento. Ev ans (1984) es t a bl ec ió los da tos normativos de los grupos de RS de Lach ar -Wr obe l y de Kos sButc her ; en su estudio e v a l u ó las difere ncias entre tres muestras: 123 in di vi du os normale s, 383 pacientes al c oh ól i c os inte rnos y 567 pacientes psi qu i át r ic os inter¬ nos. A pesar de que se encontraron diferencias significativas, éstas no fueron tan grandes com o se esperaba, es decir, los gru pos con pa t ol og í a avalaron m á s reactivos significativos en comparación con los normales. Greene (1980), por su parte, r e po r t ó que las mujeres cal if ic ar on m á s alto que los hombres, de manera consistente, en Ansi edad y t en si ón , y De pr es ió n de LacharWrobel, mientras que sucedió lo contrario en Actitud antisocial. Pensamiento des¬ viado y Creencias de sviadas de Lac ha r- Wrob el . Ar on so n y colaboradores (1996) evaluaron la r el ac ió n existente entre la edad y los grupos de RS del M M P I - 2 , en grupos de ancianos, de los que se obtuvieron 347 perfiles vá li dos , de los cuales 20.7% tema problemas méd ic os , 11% ps iq ui át ri co s, 21 % de abuso de alcohol o drogas, y el 41.2% pr esentó una mez cla de los anteriores. Lo s resul¬ tados obtenidos indica n que los reactivos son c l í ni ca me nt e má s significati vos en la medida en que en edades avanzadas se encuentran respuestas de los grupos de RS , lo que sugiere que en las personas de mayor edad es más aceptable admitir las enfermeda¬ des fí si ca s, por la el evación de las escalas Hs (1), D (2) e Hi (3), mientras que es menos aceptable admiti r las dificultades emocionales, que se refle jan en los R S . La dd ( 19%), por su parte, ll ev ó a cabo un estudio con el p r o pó s i t o de establecer normas para los RS del M M P I - 2 en pacientes dependientes de sustancias. La tasa de
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respuestas a los reactivos fue comparada con los resultados de estudios previos en los que se utilizó el M M P I srcinal (Evans, 1984. 1984b; Greene. 1980) y evaluó las relaciones entre los reactivos contestados y algunas variables demográficas y di ag nó stica s. La muestra inc lu yó a 138 personas (98 hombres y 40 mujeres) admiti¬ das en un programa de re ha bi lit ac ió n de 28 d ía s para el tratamiento de la dependencia a sustancias; de ello la mayoría fue diagnosticada como Dependencia al alcohol, y posteriormente se identificaron abuso o dependencia a más de una droga. Al comparar los resultados obtenidos con los del estudio de Evans, se encontró que las dos muestras difiere n en el grupo de Id ea ci ón de de pr es ió n suici da de Ko ss Butcher, debid o a que en la muestra de La dd los hom bres obtuvieron la ac ep t ac i ón , con mayor frecuencia, de los reactivos en comparación con la muestra de Evans; los resultados en la comparación de las mujeres de ambos estudios es similar, ya que las del grupo de La dd obtuvieron un mayor porcentaje de ap ro ba ci ón en Amen az a de ataque de Koss-Butcher y un menor porcentaje en Problemas de ira y Abuso de sustancias de Lachar-Wrobel. Por otra parte, la edad se correlacionó negativamente con el n ú me r o de reactivos avalados en Acti tude s antiso ciales de Lac ha r- Wro be l; la capacidad intelectual también se correlacionó negativamente con la frecuencia de co nf ir ma ci ón de l os reactivos de Ideas de pe rs ec uc ió n de Koss-But cher, Expe¬ riencia y pensamiento desviado y Alteraciones del sueño de Lachar-Wrobel. Con respecto al abuso de sustancias, la relación significativa observada fue una correlación positiva entre la dependencia a la cocaína y los reactivos de Actitudes antisociales de Lac har -Wro bel . La dd ob se rv ó que existe una co rr el ac ió n negativa entre la edad y los reactivos de Actitudes antisociales, ya que en la medida en que la edad avanza, la probabilidad de aprobar dichos reactivos disminuye, lo cual es lógico debido a que con la edad se disminuyen las acciones y conductas agresivas dirigidas hacia otras personas. Granoff (2000) empleó los reactivos significativos para diferenciar a indivi¬ duos del sexo masculino acusados de abuso infantil, de aquellos no acusados de tal delito, encontrando que varios grupos de escalas diferenciaban de manera efectiva. Bachna y c olaboradores (1 998) evaluar on la confiabili dad del M M P I - 2 en pa cien tes a mn é s i co s a partir de los reactivos signif icativo s. Encon traron que los reactivos significativos proporcionan información confiable sobre los rasgos de personali¬ dad de pacientes amn és ic os . En México se realizóe una investigación en la se evaluó al., 2002) la capacidad descriptiva interpretativa del(Lucio, M M P I - et 2 conside rando lasque r espuestas a los grupos de RS de Lach ar -Wr ob el y Koss -But cher , con la final idad de determinar su capacidad discriminativa entre dos muestras, una de pacientes adultos alcohóli¬ cos y personas no alcohólicas. Los resultados indican diferencias significativas entre los grupos de al co h ól i co s y no al co hó l i co s , en lo referente a los grupos de RS , especialmente en los siguientes: Abuso de sustancias, y al igual que en el estudio de Ladd (1996), los pacientes alcohólicos avalaron con mayor frecuencia los reactivos de los grupos Id ea ci ón de dep re si ón suicida. Act itudes antiso ciales y Con¬ flictos familiares. Por otra parte, los resultados de la muestra de pacientes alcohó¬ licos mexicanos obtuvieron puntuaciones mayores a las muestras de los estudios
158 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
7)
de La d d (1996) y Evans (198 4) en los grupos An si ed ad y t e ns i ó n, O pin ion es des¬ viadas y Ex pe ri en ci a y pensamiento desviados. De acuerdo co n los resultados obtenidos, se puede con cl ui r que en los pacien¬ tes alcohólicos mexicanos existe una mayor tendencia a presentar indicadores de conducta ant isocial en co mp ar ac ió n con los no al co hó li co s mexicanos; e sto sugie re que el consumo de bebidas al c oh ól i c a s puede incremen tar los problemas socia les, a sí com o los famili ares , hecho que se corr obora con otras investi gaciones, como la realizada por León (1999), información analizada con mayor detalle en el capí tulo 9. Los autores afirman que los RS del MM P I - 2 son un complemento útil en el empleo de otras té c n i c a s —co mo la entrev ista— que permiten la ob t e nc i ó n de datos necesarios en la integración del perfil psicológico del individuo, además de ser un medio muy efectivo en la interpretación de los indicadores arrojados por tales reactiv os, así com o en la in te rp re ta ci ón de p erfil es del M M P I - 2 que resulten i nv á l i do s. Lo s reactivo s son especialmente úti le s en la entrevista de pacientes alco¬ hó l i c o s que van a in i ci ar o es t á n renuentes al tratamien to pues, en general, est os pacientes son di fí ci le s de entre vistar y ut il iz ar los RS p uede serv ir para moti varl os hacia el tratamiento.
CASO ILUSTRATIVO A co n t i n u a c i ó n se presenta un caso para ilustr ar com o las escalas supl ementarias a ñ a d e n datos para interpretar las escalas b á s i c a s y de contenido.
Paciente:Joven de 23 a ñ os de edad, Pé r ez . Escolaridad: Preparatoria. Motivo de consulta:El paciente es ocasionalmente muy agresivo en su casa, especialmente co n el padre. No se ha adaptado a seguir estudiando. Se dedi¬ ca a actividades a rtíst ica s y a trabajos eventuales, por lo que a los padre s les preocupa que carece de una oc up a c i ón má s estable. L o s padres se han dado cuenta de que fuma marihuana y él lo acep ta abiertamente. El Sr. P é r e z dice que ha estado pensando seriamente en ponerse a estudiar y abandonar sus trabajos eventuales. Cree que realizó algunas de las actividades escolares con mucho éxi to y, por tanto, po dr ía retomar la escuela fác il me nt e si quisiera. No le preocupa fumar marihuana porque considera que ha sido capaz de evitar tomar otras drogas má s fuertes. A l g o que s í le preocupa es que no tiene pareja y no ha podido tenerla en mucho tiempo . Las escalas de validez indican que el perfil del joven Pérez es válido, que reco¬ noce que tiene algunos síntomas y que desea recibir ayuda para remediarlos (F, Fp ), pues consi dera que no tiene recursos para hacer lo por sí mi sm o ( K ) pero tam¬ bién acepta abiertamente algunas de sus fallas sociales (L).
160 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
7)
El pic o del perfil es l a escala 6 (T 75), lo cual s eñ al a que es un jo ve n con tendencias paranoides, hipersensible en sus relaciones interpersonales y que utiliza la pr o y ec ci ó n com o un mecanis mo de defensa preponderante. Qu i zá se halle resen¬ tido co n lo de m á s , especialmente con las figuras autorita rias, ya que la escala 4 también se encuentra elevada. Es importante mencionar que su conducta no es francamente psicótica. Tal vez piense que constantemente los demás lo rechazan sin percatarse que él mi sm o rechaza a los de m á s . Por otra parte, es probable que manifieste t am bi én s ín to ma s de ansiedad, te ns ió n y de pr es ió n, lo cual a parente¬ mente se contradice con que la escala 2 no esté elevada. La elevación de la escala 8 muestra que el paciente es una persona poco con¬ venc ion al, con un estilo d e vid a diferente al de la ma y o r í a , que fá ci lm en te se siente rechazado e incomprendido por los otros. Su dificultad de adaptación lo lleva a aislarse, enojarse y mostrarse agresivo. Es una persona ansiosa, posiblemente inca¬ paz de expresar sus sentimientos y tiende a reaccionar ante el estrés abstrayéndose en fant as ía s y e n s o ñ a c i o n e s , de modo que qu iz á presente difi cult ad para separar la fan tas ía de la realidad. Lo s d e má s tal vez lo consideren necio, imp ul si vo e inmadu¬ ro (tal como lo describen los padres). Tiene un pronóstico pobre en psicoterapia y se muestra renuente a establecer una relación significativa con el terapeuta. La elevación de la escala 9 señala que es un individuo activo y enérgico, con un amplio
rango de intereses y que quizá prefiera la acción al pensamiento, pero que es capaz de encaminar su acción en forma inadecuada y no terminar los proyectos que se plantea. Tiende a ex perimentar problemas del estado de á n i mo , como ex al ta ci ón o impu lsi vid ad. La relativa el ev ac ió n de la escala 6 indi ca ta mb ié n la presencia de importante tensión y ansiedad. Con respecto a las escalas de contenido, se observan elevaciones tanto en las que indican problemas internos, como en el área de problemas generales y del control de la agresión.
La escala de de p r es ió n ( DE P ) aclara que el jo ve n se encuentra depr imido , ex¬ perimenta sentimientos de tristeza e incertidumbre, así como desesperanza y vacío interior. Es posib le que piense que los d e m á s no tienen in te ré s en él y son incapaces de apoyarlo; por otr a parte, la el ev ac ió n de la escala de ansiedad ( A N S ) , aunque moderada, confirma s us sí nt om as de ans iedad y ten si ón . La al ta pu nt ua ci ón en la escala que mide el pensamiento delirante ( D E L ) conf irm a sus tendencias de tipo paranoide y algunos miedos específicos. Por otra parte, en lo que respecta al grupo de escalas de tendencias agresivas extemas, la el ev aci ón de E N J in di ca que presen¬ ta problem as de control del enojo, se considera a sí mismo como irritabl e y gr u ñ ón , a d e má s de temperamental. Qu iz á llegue a perder el autocontro l y a da ñ a r física¬ mente a los objetos, en especial bajo los efectos de las drogas. Las escalas de contenido indican también que su autoconcepto es negativo y que tiene una opinión pobre de sí mismo, así como poca confianza en sus capacidades. En cuanto al área de problemas generales, se observa elevada la escala de pro¬ blemas familiares ( F A M ) , lo cual confi rma sus desavenencias y pleitos con los miembros de su familia. Es posible que considere a algunos de sus familiares como desagradables y poco afectuosos.
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(Capítulo
7)
E scalas su plem entarias
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La alta p u n t u a c i ó n de la escala de dificultade s en el trabajo ( D T R ) s eñ al a con ductas que provocan un desempeño laboral o escolar pobre: quizá experimente falta de co nc en t ra ci ón , obsesividad, así como dificultad par a tomar decisione s. Es posible también que quemo haysefalta de apoyo en de su su familia enóncuanto a su el ec ci ón voca cio nalconsidere y que él mis cuestione acerca el ec ci . La escala de rechazo al tratamiento (RTR) confirma que es un sujeto al que le será difícil involucrarse en el tratamiento, dado que no siente que pueda ser com¬ prendido ni ayudado. Sus problemas personales le resultan muy in c ó m o d o s para discu tirl os con alguien. En relación con las escalas suplementarias, nuevamente la escala de ansiedad (A ) no só lo corrobora esta car ac te rí st ic a y la te ns ió n que experimenta, sino q ue a d e má s nos s eñ al a que el Sr. P ér ez q ui zá se encuentre experimentando un malestar generalizado, mismo que le hace sentir que necesita ayuda. La pu nt ua ci ón baja en repr es ió n (R), confirm a algunas de las ca ra ct er ís ti cas relacio nadas con la el ev ac ió n de la escala 9, pero a d e má s sugiere que es autoindulgente, perspicaz y precavido. La puntuación baja en Fyo confirma algunos de los datos obtenidos en la esca¬ la K, en el sentido de que este individuo tiene pocos recursos psicológicos para enfrentarse al est ré s y las situaciones pr o bl em át i ca s , por lo que el pr on ós t ic o con re la ci ón al ca mbio no es positiv o. El puntaje tan elevado en la escala de Ma c - A n dr e w (34 en pu n t u a c i ó n natural, 81 en T) se asoci a co n problemas de a di cc i ón y abuso de drogas. Est o sugiere también que se trata de una persona dispuesta a correr riesgos, que tiene problemas para concentrarse y problemas de conducta. Hasta cierto punto muestra que el pro¬ bl ema de ad icci ón de Juan es bastante serio. Esto lo con fir ma la escala de Predispo¬ si ci ón a problem as con las adicciones ( P P A ) , en donde obtuvo una p un t u ac i ó n T de 64, lo cual indica la posibilidad de que su problema de abuso de sustancias pueda estar relacionad o con des ad ap ta ci ón ps ic ol óg ic a. Mientras q ue en la escala de Re conocimiento de las adiccion es ( R A ) obtu vo una pu nt ua ci ón T de 43, lo que se ña la que no reconoce la gravedad de su problema. La puntuación tan baja en la escala de Responsabilidad social (Rs) señala que Juan no está dispuesto a asumir responsabilidades y tal vez no ha aceptado valores y normas sociales, por lo que no suele aceptar la responsabilidad de su comporta¬ miento. Es posible que, por tanto, debido a su tendencia a utilizar la proyección como defensa, tienda a culpar a los demás de lo que le pasa y que muestre un pobre sentido de responsabilidad ante su grupo. La punt uaci ón elevada de Desajuste profesional (Dpr) i nd ic a que es un estudian¬ te desadaptado, ineficiente, pesimista y angustiado, por lo que quizá sienta que la vi da lo abruma. Las escalas de Gé n er o masculino y Gé n e r o femenino ( G M y G F ) se encuentran en un margen de la norma lida d, por lo que no requieren de in ter pr et ac ión . Por otra parte, la eleva ció n de las escalas de estr és po st ra um át ic o ( E P K y EP S) confirman los síntomas de tensión y ansiedad observados en otras escalas, pero sugieren, ad e m á s , una gran co nf us ió n emocio nal y pro bables alteraciones del sue¬ ño. Es probable también que Juan sienta que ha perdido el control sobre sus emo-
164 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo 7)
ciones y sentimientos debido a las situaciones estresantes que ha vivido. Al hablar del motivo de consulta, Juan comenta que le afectó mucho una quiebra económica y emocional que tuvo su padre.
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Tipos de código
ANTECEDENTES DEL USO DE ESTA ESTRATEGIA DE INTERPRETACIÓN
U n a manera de resumir la gran cantidad de in f or ma ci ón que se obtiene a tr av és de la in te rp re ta ci ón de cada una de las escalas del M M P I - 2 es la de utilizar los tipos de cód ig o o, como se dice de otra manera, las combinaciones de las escalas que se obtienen en el M M P I - 2 . Esen cialmente, la int erp ret aci ón de los tipos de códi ¬ go debe llevar a los mismos re sultados que la in te rp re t ac ió n de las escalas por separado. El uso de los tipos de código surgió de escenarios clínicos en los cuales se empleaba el M M P I y en los que se observaba que algunos pacientes presentaban consistentemente cierto tipo de có¬ digos. Se hi zo evidente, en estos casos, que cuando una escala se elevaba, otra u otras tendían a elevarse también. Por tanto, estos ciertos tipos de código están asociados no sólo con las elevaciones del M M P I - 2 , sino t am bi én con ciertos correlatos de conductas que se obtienen a partir de otros tipos de información, por ejemplo, las historias clínicas, las descripciones que hacen los pacientes de sí mismos y las definiciones que hacen otras personas de los pacien¬ tes (p. ej., médicos o enfermeras encargadas de su cuidado). La tradición de interpretar los tipos de código surge desde el M M P I ori gin al, sin embargo, no es conveniente utili zar los tipos de cód igo del M M P I srcinal para interpretar los d el M M P I - 2 , entre otras cosas porque las combinaciones de las escalas se obtie167
168
O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
8)
nen de diferente manera para el M M P I - 2 , dado que las puntuaciones T uniformes se obtienen de una man era diferente con l a nueva ve rsión de la prueba y los correlatos de
las combinac iones d el M M P I srcin al probab lemente no tienen la misma va li¬
dez para el MM P I - 2 . Las p untuaciones de l as escalas estánda r del M M P I y el M M P I -
2 son bastante consistentes a pesar de estar basadas sobre las respuestas de diferen¬ tes participantes. Si n embargo, la necesidad de hacer que las puntuaciones T cai gan en valores percentiles equivalentes a través de las escalas ha afectado un poco a algunos de los tipos de código, en especial cuando se trata de los casos en que el perfil se define menos claramente. En E U A estos c ód i g o s se han obtenido de bases de datos muy ampli as, em¬ pleando un gran n ú m e r o de personas, co n datos t a m b i é n muy extensos. En general se ha vis to que muchos de los hallaz gos obtenidos en E U A son apli cabl es a los pacientes mexicanos, sin embargo esto no es siempre cierto, por lo que las autoras de esta obra le damos preferencia a los tipos de código que se han obtenido de investigacion es llevadas a cabo en Mé x i c o . La pertinencia de los tipos de có d i g o derivados de inve stigacio nes reali zadas en E U A que se me n c i o n a r á n aq uí debe tomarse, por tanto, con las debidas reservas. Me e hl (1954) fue el primero en dem ostrar que la in te rp r et ac i ón de los p erfiles del M M P I uti liz ando tabl as actuariales resultaba una estrategia m á s poderosa que la in te rp re ta ci ón clí ni ca , asimismo, mo st ró de manera convincente, que las predic ciones clí ni ca s basadas en una c om bi na c i ón a ut om á t i ca actuaria l de datos para los tipos de c ó d i g o resultaba má s exacta que las interpretaciones "c l í ni c a s " o intuitivas basadas en los datos de las pruebas p s i c ol ó gi c a s . D e s p u é s de las recomen daciones de M e e h l sobre la conve nienc ia de desarrollar un "recetario" actuarial como ayuda para la interpretación rigurosa de la prueba, se hicieron muchas investigaciones empíricas. Uno de los discípulos de Meehl, Halbower (1955) demostró empíricamente
que las correlaciones de comportamientos para las puntuaciones de las pruebas se podían aplicar de manera exacta y objetiva a los casos nuevos que estuvieran de acuerdo con los criterios preestablecidos de la prueba. El argumento de Meehl (1955) sobre la fuerza del mé t o d o actuarial y la de m os t r a c i ón em pí r i c a de que dichas predicciones generadas mecánicamente eran muy precisas, influyó en un gran número de investigadores para que se desarrollaran "tablas actuariales" para la descripción de la personalidad que utilizaron las escalas y códigos de perfil del M M P I (p. ej., Ar no ld ,
1970; Boerger, et al, 1974; Drake y Oetting,
1959; F ow ler y
Athey, 1971; Graham, 1973; Gynther, et al., 1973; Gynther, et al,1972; Gynther, etal., 1972; Halbower, 1955; Kelly y King, 1978; Lewandowski y Gr ah am , 1972; Ma rk s >
Seeman,
1963; Ma rk s, et al, 1974; Me ik le y Gerritse,
1970; Wa rbin ,
et
al, 1972). La in ve st ig ac ió n actuarial má s importante con el M M P I - 2 es la que
llevaron a cabo Me Nulty y colaboradores (1999). La s investigaciones em p í r i c a s sobre los patrones de los perfiles q ue se llevar on a cabo durante los decenios de 1960-69 y 70-79 establecieron una base ampl ia para interpretar muchos de los tipos de có di go del M M P I que, co mú n me n t e , se encuen¬ tran en ambientes cl ín ic os (Butcher y Wi l l i a ms , 1992). La d oc um e n t a c i ó n sobre
Tipos de código O 169
las investigacio nes con respecto a los tipos de có d i g o del M M P I se ha diseminado de manera extensa pero no est á bien organizada para utilizar se c l í n i c a me nt e. Un tipo de código se define por la escala o escalas más elevadas del perfil es tá nd ar y por su rango en té r mi no s de la ele va ci ón . La mayor parte de las investi¬ gaciones empíricas sobre los tipos de código han incluido solamente las escalas Hs, D, H i , Dp , Pa, Pt, Es y M a . Si n embargo, algunas de las investiga ciones realizad as con poblaciones especiales, por ejemplo de estudiantes universitarios, han incluido otras escalas como la Mf y la Is ( Ke lly y Ki n g , 1978; Butcher, 1990). Las descripcio¬ nes de las conductas asociadas con los tipos de código pueden aplicarse con con¬ fianza a los individuos cuyo perfil está de acuerdo con el tipo de código. El código de un solo dígito o "pico de perfil" es en el que solamente una de las escalas es tá nd ar se encu entra dentro del rango de ele va ci ón si gnifica tiva. El tipo de código de dos dígitos, que es uno de los códigos de perfiles más investigados, ocurre cuando dos de las escalas clínicas como 2 (D) y 4 (Dp) se encuentran elevadas hasta un rango significativo, es decir, que la puntuación T de ambas escalas es igual o mayor a T 65; e ste tipo de có di go p od r ía def inirse como e l có di go de d os dí gi to s de 2-4/4-2. El código de tres dígitos que ha predominado en las investigaciones con varias poblaciones se da cuando tres de las escalas del perfil se elevan, por ejemplo, las elevaciones en las escalas clínicas 2 (D), 4 (Dp) y 7 (Pt) producen un código de tres cifras, 2-4-7, perfil que a menudo se encuentra entre las personas que acuden a los programas de tratamiento para alcohol y drogas. El código de cuatro dígitos es poco co mú n , aunque se ha investigado ampliamente, por ejemplo, el tipo 1-2-3-4 (Hs, D, H i , Dp) en a mbientes mé di co s . No existe ningu na inve st ig ac ió n sobre códi¬ gos de perfil en las que se encuentren elevaciones de más de cuatro escalas. Hay dos reglas generales para determinar cuándo debe usarse el enfoque de tipo de código en lugar del enfoque de escala por escala que se describió ante¬ riormente: 1) El perfil debe estar claramente definido (es decir, que dos o más escalas lleguen a tener la posibilidad de interpretación de acuerdo con las defi| niciones q ue se presentan a c on t i n u ac i ón ) . 2) Debe n exist ir suficientes investigaI ciones so bre las descri pciones de conductas relacionadas co n este có d i g o ; para | algunos c ó d i g o s , como el 2-6-9 (D , Pa, Ma ) , hay muy pocos descriptores em p í r i | eos que permiten prop orcio nar suficien te i n f o r ma c i ó n con respecto a una perso| na. Si un c ó d i g o no es frecuente, d e b e r á seguirse la estrategia de la i n t er p r et a ci ó n •§ de esca la por escala. 1 En general, aunque existan t éc ni ca s de an ál is is es t ad ís ti co muy variadas que o po d r í an proporcionar muchas estrategias para la i nv es t ig ac ió n, an ál is is de los datos g y cla si fi ca ci ón precisa de los diversos in div idu os , no han resultado un medio ade| cuado de agrupar los perfiles en la pr ác t ic a cl ín ic a. D ic ho s procedimientos resultan un tanto estorbosos para emplearse en determinados ambientes y las investigacio| nes no han demostrado que pro porc ione n un esquema de cl as if ic ac ió n m á s precis o a que los tipos de c ó d i g o en sí, que resultan muy pr ác t i co s en la cl ín ic a. En general, | los tipo s de có di go pueden ser no só lo má s eficientes para usarse que las t éc ni ca s 2 muy sofisticadas, sino que tal vez puedan resumir mejor los elementos importantes de un per fil dado.
e
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Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
8)
Las primeras ap roximaciones pa ra interpretar el M M P I por medio del tipo de códi go no tomaron en cuenta la medid a en que el tipo de c ód i go estaba defini do. La de fi ni ci ón se refiere a la dife renc ia entre las puntuaciones de las escalas que se i nc lu yen en el tipo de código y las que no están en él. Es importante tomar en cuenta la diferencia en el ni ve l de pu nt ua c i ón T entre la úl ti ma escala que se i ncluy e en el código (es decir, la más baja del código) y la siguiente escala clínica en el perfil. Por ejemplo, para un código de dos escalas se debe examinar la diferencia en la puntua¬ ción T entre la segunda y la tercera escala; para un código de tres escalas es preciso examinar la diferencia de puntuación T entre la tercera y la cuarta escala, ya que p e qu e ñ a s diferencias entre las puntuaciones no son signif icati vas. D ado que las esca las clí ni cas no son totalmente confiables y los errores de medida es tá nd ar , diferencias de menos de 5 puntos, no deben considerarse significativas (Graham, et ai, 1991). En vista de lo anterior, Graham y Butcher sugieren que la interpretación por tipo de có di g o debe restring irse a c ó d i go s bien definidos, es decir, a aquellos en los que hay al menos una diferencia de 5 puntos entre las escalas que se incluyen en el tipo de código y las que no se incluyen. Por otra parte es importante considerar también que los códigos bien definidos son estables aunque se omitan hasta 30 reactivos, mientras que los códigos que no están bien definidos pueden variar con la o m i s i ó n de tan sól o 10 reactiv os (Ber ry, et ai. 1997). Es ob vi o que, no todos los protocolos del M M P I - 2 tienen un có d i go bien definido y en esos casos el enfoque interpretativo debe ser de escala por escala. L os nivele s de las puntuaciones de las escalas que entran en el c ód i go han sido considerados de diferente manera. Algunas veces los niveles de elevación de las escalas no se toman en cuenta. Por ejemplo, la interpretación del código 3-1/1-3 resulta si mi la r ya sea que la el e va c i ón de las escalas cai ga en un rango menor de 70 o en uno mayor a 90. E n otras ocasiones el tipo de c ó di g o se interpreta sól o cuando la el evació n de las escalas es superior a T 70 con el M M P I original o mayor a T 65 cuando se trata del M M P I - 2 , es decir, sola mente cuando la e l e va c i ón de las escalas es signif ica tiva desde el punto de vist a c l í ni co . Graham (20 00) considera que la in te rp re ta ci ón de los c ód i go s bien definidos es vá li da , independientemente del ni ve l de pu n t ua c i ó n de las escalas de los tipos de código. Excepto con una salvedad, cuando las escalas no están elevadas sólo se apli can los descriptores asociados con las ca r a ct er í st i ca s de la personalidad, per o no los vincul ados con los s í n t o m a s . A medida qu e se toman en cuenta má s aspectos del perf il del M M P I - 2 para determinar los tipos de cód igo , más se par ece rá n las
personas que lo tienen. Butcher y Wi l l i a m s (1992) estiman que la el ev ac i ón de las e scalas en el tipo de código proporciona una estimación confiable de la posibilidad de que las correla ciones em pí r i ca s se aplique n al caso. Mientras má s alta sea la el ev ac ió n de la esca la mayor es la confianz a de que el pa t r ón del prototipo es tá de acuerdo con el de la persona. Se gún estos autores, conviene recordar que los descriptores e mp í r i c o s co n respecto a los tipos de có di go son pocos, tanto para el M M P I - 2 como para el M M P I ori gin al . No se han estudiado ni descrito e mp í r i c a me nt e suficientes tipos de cód i go para clasificar to da la diversidad de los perfiles obtenidos por los cl ín ic os . A d e m á s ,
Tipos de código O 171
algunos ám bi t os donde se usa ampliamente el M M P I - 2 no es tá n bien representa dos en la d o c u me n t a c i ó n que existe sobre las investigaciones p ara definir y descri¬ bir los tipos de código del MM
PI-2.
tipos de có considerable d i g o han resultado valiosos interpretar el M P Iy el MAun M Pque I - 2los , una cantidad de inf or mac iópar n taamb ié n valios a seMpuede obtener en cuanto al perfil del MMPI de, por ejemplo las escalas Is. A-MAC. PAS o las escalas de contenido del M M P I - 2 . En consecue ncia, en lugar de limi tar la in fo rm ac ió n de la do cu me n t ac i ón que existe en cuanto a los tipos de cód i go del M M P I , se pod rí an usar las desc ripcio nes de los tipos de cód ig o como un "esque¬ ma " que puede complementarse con o tra in fo rm ac ió n basada en el M M P I - 2 . Butcher y Williams (1992) sugieren que la información proveniente de los correlatos empíricos de los tipos de código puede organizarse en tres apartados: 1) síntomas, 2) características de personalidad e 3) hipótesis y predisposiciones. A co nt i n ua c i ón se describen los tipos de c ó di g o má s frecuentemente encontra¬ dos en las investigaciones realizadas en E U A . Estas descripci ones se basan en cier¬ ta medida en las hechas por Butche r y Wi l l i a ms (1992) y Gr aha m (2000).
CÓDIGOS DE DOS ESCALAS
TIPO DE CÓDIGO
1 -2/2-1
Es probable que los pacientes con este código presenten problemas somáticos im¬ portantes o dolores crónicos y se quejen de estar mal físicamente, aunque no exista evid encia cl ín ic a de que exista un a base or gá ni ca para sus s í nt om as . Estas personas se preocupan demasiado por su salud, las funciones del cuerpo y resienten hasta la menor disfunción física. Es común que tengan síntomas somáticos en relación con el sistema digestivo, ya que informan sentirse débiles, fatigados y mareados. En este tipo de pacientes las úlceras llegan a ser comunes y es posible que se presente anorexia, vó mi t o y ná u s e a s . Se manifiest an ansiosos, tensos, nerviosos, inquietos, di sf ór ic os , me l an có l i co s y desdichados. No muestran in ici ati va; tal vez inform en que se sienten deprimidos, retracción y aislamiento. Es común que tengan dudas acerca de su habilidad, que sean indecisos aun en los asuntos sin importancia. Pro¬ bablemente sean hipersensibles. Tienden a reaccionar con síntomas físicos ante el estrés y se resisten a reconocer el srcen emocional de sus síntomas. >A los ind ivi duos con este tipo de perfil se les considera cohib idos , introvertidos y tími dos en situaciones sociales. Pueden ser pasivo-dependientes y guardar resentimien¬ to a quienes consideran que no les ofrecen suficiente atención ni apoyo emocional. Quienes poseen este perfil probablemente hagan uso excesivo del alcohol o drogas prescritas como mecanismo para reducir la tensión. Generalmente, se les diagnostica neurosis (hipocondríaca, de ansiedad o depresiva), asimismo, tienen un pr on ós ti co pob re paral a psicotera pia tradicio nal. Ll ega n a tolerar niveles m uy
172 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
8)
altos de molestia antes de motivarse para el cambio y se resisten a creer las inter¬ pretaciones psicológicas de sus síntomas. Tienden a usar la represión y somatización como mecanismos de defensa. Les hace falta insight, comprensión de sí mismos y suelen resistirse a responsabilizarse de su propio comportamiento. Los logros obtenidos con el tratamiento, si es que ocurren, son cambios sintomáticos de corta duración. t
TIPODE CÓDIGO1-3/3-1 Aquellos que presentan este tipo de código tienden a presentar quejas físicas vagas, que quizá aumenten bajo el estrés y desaparezcan cuando éste disminuye. General¬ mente no hay ansiedad ni depresión graves: probablemente dichas personas funcio¬ nen con un ni vel de efici enci a reducido. Son indiv idu os que prefieren explic aciones mé d i c a s con re la ci ón a sus s ín to ma s y tienden a resistirse a aceptar interpretacio¬ nes ps i co l óg i ca s , asimis mo, nieg an y raci onal izan sus fallas y se les considera con poco insight sobre sus dificultades. Se perciben a sí mismos como normales, responsables y sin fallas, no sienten pr e oc up ac i ón por sus sí nt om as y problemas; s on demasiado optimistas e ingenua¬ mente ilusorios. Este tipo de código llega a presentarse también en personas que tienen una enfermedad física real y asociarse también con una histeria conversiva. El código 1-3/3-1 fue el más frecuente en un estudio de pacientes mujeres con dermatitis realizado en México (Lucio, et al., 1999); en otro estudio de pacientes mujeres con lupus también se le encontró como la combinación más frecuente. Este tipo de perfil es más común en las mujeres y en las personas mayores que en los más jó ve ne s.
Quienes presentan el có d i g o 1-3/3-1 tienden a ser inmaduros, eg océn tr i cos y eg oí s t as , por lo que t a mb i é n pueden ser muy narcisistas. Se les considera pasivos y dependientes, y qu iz á est én insegu ros si no obtienen la gran ate nc ió n y si mp at ía que necesitan. Suele co ns i de r ár s el es sociables y extrovert idos, pero sus relacion es son tí pi ca me nt e superficia les, par ecen preocupados y en realidad no se invol ucra n con los demás. A veces es claro que existen ganancias secundarias asociadas con las quejas físicas de estas personas. En el ámbito de las relaciones sociales son manipuladores, carecen de habilidad para relacionarse con el sexo opuesto y tien¬ den a presentar inclinaciones heterosexuales reducidas. Los individuos con este perfil clínico posiblemente muestren resentimien¬ to y hostilidad hacia quienes ellos consideran que no les ofrecen suficiente atención y apoyo, ya que sienten que son tratados injustamente por la vi da. Se les considera sobrecontrolados y pasivo-agresivos en sus relaciones. Quizá tengan arrebatos de ira ocasionales: por lo general son convencionales y conformistas en sus actitudes y creencias. A las personas con este patrón frecuentemente se les diagnostican desórdenes psicofisiológicos o de ansiedad, como alteraciones de conversión o de dolores p s i co gé ni c os . No es probable que est én motiv ados para rec ibi r psicoterapia; tal vez
Tipos de código O 173
acepten hablar de sus síntomas o problemas mientras no se toque el tema de sus quejas físicas. Comúnmente esperan obtener respuestas definidas y sencillas que solucionen sus problemas; pongan fin a suAunque terapia adeveces manera matura cuando el terapeutaesnoprobable respondeque a sus exigencias. sus pre¬ pre¬ ocupaciones corporales llegan a ser extrañas, en general sus síntomas no se confunden
con
síntomas
TIPO DE CÓDIGO
psicóticos.
14/4-1
Este tipo de código es menos común que los anteriores y se le encuentra más a menudo en los varones que en las mujeres. Es probable que en las personas con este tipo de có di go se ob serven sí nt om as h i po co nd rí ac os sev eros, en espec ial dolo¬ res de cabeza. Se consid era a quienes presentan este patr ón como indecisos y an¬ siosos; es posible que sean socialmente extrovertidos pero que tengan poca habili¬ dad para relacionarse con el sexo opuesto. Quizá se rebelen contra sus padres y ambiente familiar pero no expresan estos sentimientos de manera abierta; proba¬ blemente estén poco satisfechos con ellos mismos y sean pesimistas, exigentes y repelones. Tanto hombres como mujeres llegan a presentar problemas de personalidad como el punto medular de sus conflictos, asimismo, es posible que su comporta¬ miento ex hi bi ci on is ta y sus juici os sean problemas centrales con respecto a su falta de adaptación.
Los individuos con este perfil clínico probablemente hagan uso excesivo del alcohol, sean poco objetivos con respecto al medio ambiente y las personas que les rodean, y tengan problemas para mantener su trabajo o actividad pro duc tiva. Es frecuente que no tengan metas ni motivación definidas. A menudo se les considera resistentes a la psicoterapia tradicional porque tienden a negar la naturaleza emo¬ cio nal de sus problemas; su s sí n t o ma s físi cos son c r ón i c os por lo que resulta poco probable que haya cambios.
TIPO DE CÓDIGO
1-8 /8 -1
Lo s ind ivi duo s con el tipo de có d i g o 1-8/8-1 suelen presentar problem as psi co ló gi ¬ cos desde tiempo atrás. Probablemente tengan sentimientos de hostilidad y agre¬ sión que no han podido expresar de manera moderada y bien adaptada; a menudo, o están inhibidos y completamente encerrados en sí mismos, o son demasiado be¬ lic oso s y rudos. Se caracterizan por sentirse desdichados, de primi dos y aturdidos. Muchos individuos con este tipo de perfil demuestran muy poco su afecto. En este tipo de código los síntomas físicos pueden constituir una defensa contra la emer¬ gencia de síntomas psicóticos francos. En algunas ocasiones se pueden presentar preocupaciones francas con relación al esquema corporal; estas personas llegan a mostrar pensamiento confuso y dificultades para concentrarse.
174 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo 8)
En el pa tr ón de s í n t o ma s de estos indiv idu os es factib le que se presenten como factores significativos car ac te rí st ic as de person alidad de mucho tie mpo atr ás . Estas personas informan sentirse socialmente desadaptados y que no confían en los demás; son r et r aí do s y aislad os y qu iz á reporten que llev an una vi da de tipo er rante. A algunos individuos con este perfil se les diagnostica esquizofrenia. Tienen quejas somáticas extrañas que dificultan el tratamiento. Algunos pacientes con problem as mé d i c o s que presentan este tipo de perfil no so n es qu i zo f ré ni co s, pero muestran síntomas incurables graves, crónicos y poco usuales. Cuando se pre¬ senta el tip o de c ó d i g o 1-8/8-1 y no existe n indi cador es de ps ico si s obvi os es importante hacer una evaluación cuidadosa del paciente pues es posible que esté en i ni ci o un proceso de de s in t eg r ac ió n de la personalidad debido a los mecanis¬ mos de defensa tan regresivos que se utilizan en estos casos. Posiblemente resulte de ayuda para este caso el evaluar las preocupaciones de la persona relacionadas con su esquema corporal.
TIPO DE CÓDI GO 1-9/9- 1 Quienes tienen este tipo de perfil suelen presentar angustia extrema; probablemen¬ te informen que sienten ansiedad, tensión, inquietud y tengan quejas somáticas. Las personas con este patrón se toman agresivas y belicosas si se minimizan sus problemas so má ti co s. Al gu no s indiv iduos con e ste perfil son ambiciosos y poseen gran fortaleza, pero tienden a carecer de metas claras y a frustrarse por no tener la habilidad para llegar a un alto nivel en lo que pretenden. Existen indicaciones someras de que estas personas tienen un estilo de perso¬ nalidad pasivo-dependiente pero que procuran negar que experimentan problemas de personalidad. Algunos de estos pacientes se describen como felices y confiados en sí mismos, a pesar de lo que los demás piensen. Es factible que los individuos con este tipo de código se resistan a aceptar explicaciones psicológicas con respecto a los problemas médicos que perciben. Este tipo de código puede encontrarse en personas con daño cerebral que tienen dificultades para hacer frente a deficiencias físicas; sin embargo, no debe utilizarse para diagnosticar daño cerebral.
TIPO DE CÓDIG O 2-3/ 3-2 Generalmente, los individuos con este código no experimentan ansiedad que los in¬ capacite, pero informan que se sienten nerviosos, tensos, preocupados tristes y depri¬ midos. Suelen expresar sí nt om as so má ti co s como fatiga, agotamiento, debilida d físi¬ ca o quejas gastrointestinales; quizá presentan también alteraciones del sueño. Los individuos con este patrón tienden a no manifestar interés en la vida ni a sentirse involucr ados en ell a: informan que no han podid o "empezar." Su activ idad físic a es decreciente. Debido a sus tendencias depresivas, llegan a presentar ideas suicidas.
Tipos de código
O 175
Lo s ind iv id uos con e ste per fi l parece n pasivos, d óc i l e s y dependientes. Tie¬ nen antecedentes de presentar dudas constantes, desadaptación, inseguridad y desamparo con respecto a sí mismos. Buscan situaciones que requieren de res¬ ponsabilidad, pero les presiona demasiado el estrés conlleva. Mani¬ fiestan comportamientos que hacen que los demás que los esto tomen en cuenta, pero piensan que nunca obtienen el reconocimiento adecuado por lo que han logra¬ do. Debido a su susceptibilidad, se sienten lastimados hasta por la menor críti¬ ca. Estas personas están motivadas para competir con los demás y buscan so¬ bresalir, sin embargo, evitan la competencia directa por temor al fracaso. Tien¬ den a ser sobrecontrolados, incapaces de expresar sus sentimientos, se sienten "encerrados en ellos mismos", niegan tener impulsos inaceptables, evitan involucrarse socialmente y se sienten especialmente incómodos cuando hay personas del sexo opuesto. Posiblemente estén desadaptados sexualmente y presenten frigidez o impotencia. A los in div idu os con el tipo de c ód i go 2-3/3-2 por lo general se les diagnosti ca un trastorno depresivo. Tie nde n a responder a la psicot erapi a de manera inadecua¬ da y parecen carecer de habil idad de in tr os pe cc ió n. No tien en una vi si ón clara de sí mismos y se resisten a las explicaciones ps ic ol óg ic as de sus problemas. As i mi s mo , tienden a funcionar en un nivel de eficiencia reducido durante periodos largos y parecen tolerar mucha in fe li cid ad s in buscar un cambio de comportamiento. Pare ce que sienten el imp ul so de tener éxi t o, pero temen entrar en situaciones competi¬ tivas; sienten que deben aumentar sus responsabilidades en la vida pero les atemo¬ ri za la pr es ió n que esto conl lev a.
TIPO DE CÓDIGO2-4/4-2 Las personas con este tipo de código tienen antecedentes de problemas legales y de un comportamiento impul si vo. Tienen la inc li na ci ón a no conseguir el control de su s imp uls os, por lo que se meten en dificultades con los d e m á s . Mues tra n poco respeto en relación con las costumbres y valores sociales establecidos, y tienden a presentar conductas de tipo act ing ou t tal vez tomando bebidas alcohólicas en exceso. Reaccio¬ nan ante el estrés bebiendo en forma excesiva o consumiendo drogas, por lo que es posible que tengan problemas con la ley o con la familia debido a su ingesta de alcohol o drogas. Quizá aparenten estar frustrados por no haber logrado gran cosa y se muestren resentidos por las exigencias de los demás. Después de haber tenido conductas de exhibicionismo (acti ng ou t)quizá se sientan culpables y manifiesten estar arrepentidos, pero no son sinceros con respecto a cambiar sus actitudes. Cua ndo la escala 2 es má s elevada que la 4 el pr o nó s t i c o puede ser mejor, dado que la el ev ac ió n de esta úl ti ma puede ser un indicador de rasgos ps i co pá t i co s; cuando esto sucede es muy importante observar cuáles son las escalas de contenido que se encuentran elevadas, por ejemplo, advertir si se trata de la de Problemas familiares o la de Prácticas antisociales. Es posible que estas personas sólo busquen ayuda d e s pu é s de tener problemas con su fam il ia y con la ley, y que su de pr e s i ón se deba
176 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
8)
a que se sientan frustrados por no haber logrado lo que se proponían y no tanto a un reconocimiento de sus problemas. Lo s ind ivi duos con c ód i g o 2-4/4-2 qui zá parezcan sociable s y abiertos, lo que causa una im p re s i ón favorable al pri nc ip io . No obstante, tienden a manipular a los d e m á s y a la larga manifiestan ca r ac te rí s ti ca s de personalidad mal adaptada. Cau¬ san resentimientos en las relaciones de larg a du r aci ón. Bajo una fachada de compe¬ tencia y seguridad en sí mismos, estos individuos en realidad tal vez sean demasia¬ do inhibidos y estar insatisfechos de sí mismos. De manera característica, son per¬ sonas pasivo-dependientes. Es posible que tengan ideas suicidas, inclusive que lleguen a planearlas y que intenten llevarlas a cabo (en especial si las dos escalas están muy elevadas). Algu¬ nas de estas personas que intentan suicidarse quizá lo hagan pensando en que los d e má s se sientan culpables. L os in div idu os con este perfi l cl ín ic o tal vez digan que necesitan ayuda y que desean cambiar, pero el pronóstico para el cambio psicoterapéutico es pobre. Cuando la escala 4 es más elevada que la 2 es posible que la persona tenga una co mp r e n s i ó n intelectual de sus proble mas, mi sma que le comunique al psicoterapeuta para manipularlo pero que, en realidad, no tengan un verdadero deseo de cambio. Es probable que pongan fin a la terapia de manera prematura cuando baje el estrés que sienten o al dejar de existir las presiones en el ambiente o en sus dificultades legales. El diagnóstico de desorden de la personali¬ dad está frecuentemente asociado con este tipo de código.
TIPODE CÓDIGO2-7/7-2 Quienes entran en esta categoría se muestran ansiosos, tensos, nerviosos y depri¬ mid os. Informan que se sienten desdichados y tristes, y tienden a preocuparse en exceso; se sienten vulnerables con respecto a amenazas tanto reales como imagina¬ rias y, por lo general, anticipan sus problemas antes de que ocurran reaccionando de manera exagerada incluso a las tensiones menores como si se tratara de catástro¬ fes mayores. É OGC Suelen presentar quejas s o má t i ca s , como pé r d i da de peso, anorexia, inso mnio o dolores en el c or az ón (esto debido a que llegan a presentar problemas cardiovascu¬ lares relacionados con la tensión constante que experimentan). Además son lentos, hablan de manera pausada y sus procesos de pensamiento son torpes; por sus ca¬ racterísticas depresivas pueden presentar pérdida de energía e ideación suicida. Tienen di sp os ic ió n a ponerse me l an có li co s y a cavila r en exceso. Cuando ocurre este tipo de co mb i n a c i ó n el cl ín ic o debe evaluar con cuidado las re spuestas de la persona a los reactivos 150, 506, 520 y 524. Aquellos que entran en esta categoría tal vez muestren una gran necesidad de lograr algo que se les reconozca y esperan mucho, tanto de sí mismos como de los demás. Probablemente se sientan culpables cuando no logran alcanzar sus metas. Típicamente denen actitudes perfeccionistas y antecedentes de ser escrupulosos. Qu i z á sean excesivamente reli gioso s y moralistas.
Tipos de código O 177
Los individuos que presentan este tipo de perfil parecen dóciles y pasivo-de¬ pendientes en sus relaciones con los demás. Informan que tienen problemas para imponerse. Por lo general muestran capacidad para formar vínculos emocionales profundos y tienden a apoyarse en las demás personas en un grado excesivo. Nece¬ sitan la simpatía de los otros; durante tiempo atrás se han sentido inadecuados, inseguros e inferiores. Tienden a ser intrapunitivos cuando se trata de impulsos agresivos. La de pr es i ón , la ansiedad y la aut od ev al ua ci ón fueron las principales que Graham y colaboradores (1999) encontraron en un grupo de características pacientes de Ohio que presentaban este tipo de código. Generalmente, a los individuos con el tipo de código 2-7/7-2 se les diagnostica de pr es ió n, son considerados como obsesivo-compulsivos o con des ó rd en es de an¬ siedad. Suelen estar motivados para la psicoterapia y permane cen en dich o proceso durante más tiempo que otros pacientes. Tienden a ser un poco pesimistas con relación a superar sus problemas y son indecisos y rígidos en su manera de pensar; esta forma de pensar negativa lleg a a interferir en la so lución de sus problemas. Si n embargo, mejoran si reciben tratamiento psicoterapéutic o (Meresman, 1992). En ocasiones están tan tensos y angustiados que precisan tratamiento farmacológico. Tales características se encuentran tanto en hombres como en mujeres de código 2-7/7-2 fuela combinación que se encontró con mayor fre¬ E l tipo cuencia en un grupo de pacientes con colon irritable, lo que confirmó el componen¬ te ansioso-depresivo de estos pacientes y la necesidad de que recibieran tratamien¬
to psicoterapéutico.
TIPO DE CÓDIGO2-8/8-2 Los individuos con este patrón se muestran ansiosos, agitados, tensos y sobresal¬ tados. A menudo informan alteraciones del sueño y expresan que no logran con¬ centrarse. Su cuadro cl í ni c o se cara cter iza por perturbaciones afectivas y sín to ¬ mas somáticos. A menudo se les considera deprimidos, su discurso es parsimo¬ nioso, de bajo volumen y su pensamiento es lento. Llegan a mostrarse llorosos y emotivos en las entrevistas, pero se les considera ca r ac te r í s ti ca me nt e ap át ic os e indiferentes. Se observa que tienen problemas con el enojo y con las relaciones interperso¬ nales. Indican que a menudo son olvidadizos, se sienten confundidos e ineficientes para cum pl ir con sus responsab ilidades. L os d e má s tal vez consideren q ue piensan y resuelven las cosas de manera poco srcinal y estereotipada. Tienden a subesti¬ mar la seriedad de los problemas y a observarlos desde un punto de visto personal poco realista. Son demasiado susceptibles con respecto a las reacciones de los de¬ m á s , se manifiestan suspicaces acerca d e las moti vacio nes que puedan tener las otras personas y tal vez tengan antecedentes de haber sido lastimados emocionalmente. Temen ser lastimados y evitan relaciones interpersonales íntimas; es común que presenten sentimientos de desesperanza e inutilidad; incluso llegan a observar¬ se procesos de dis oc ia ci ón cognoscitiva.
178 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Cap itu lo
8)
Quienes presentan el código 8-2 tienen más probabilidades de experimentar un malestar grave y rasgos psicóticos que aquellos con el código 2-8, en tanto que estos últ im os tie nen una dep re si ón severa ac om pa ñ ad a de ansiedad y ag it ac ió n, por lo que expresan un temor importante a perder el con tr ol . De cualq uier manera, si las dos escalas es tá n elevadas sugieren ps i c op a t ol o gí a grave. La s ca r ac t er í st i c as de personalidad que presentan los indiv iduo s que obtienen este per fi l inc lu ye n el ser dependientes, poco im pos it iv os , irrit ables y resentidos. A menudo temen perder el control sobre sus emociones. Tal vez nieguen que sienten impulsos, pero habrá algunos periodos en que incurrirán en acting out. Por lo gene¬ ral tienen s í nt om a s c r ón i c os que los incapacita n; tienden a sentirse muy culpables y son punitivos con respecto a sí mismos. Es fácil que exista desadaptación grave entre los individuos con este tipo de perfi l. L os di ag nó st i co s que co m ú n m e n t e se dan a estas personas son: trastorno bipolar, esquizofrenia de tipo esquizoafectivo o trastornos graves de personalidad. A menudo están preocupados, piensan en suicidarse y quizá tengan planes especí¬ ficos para hacerlo realmente, de modo que la probabilidad de riesgo suicida debe evaluarse de manera cuid adosa ; en esta si t ua ci ón es importante tomar en cuenta las respuestas a los reactivos 150, 506, 520 y 524. L as probabilidades de lograr una intervención exitosa son limitadas debido a que estas personas se resisten a una interpretación psicológica de sus problemas.
TIPO DE CÓDIGO2-9/9-2 L os pacientes con este perf il probablemente sean eg oc é nt r i c o s y narcisistas, y ti e n dan a sobrevalorarse; suelen decir que están interesados en llegar a ser importantes pero en el fondo piensan q ue van a fracasar. La s personas j ó v e n e s con este pa t r ó n tal vez es t én sufriendo una cri sis de identidad. D esde el punto de vist a s i nt om á t i c o, estos individuos tal vez sean ansiosos, tensos y presenten quejas somáticas, en especial de tip o gastrointestinal. Alg uno s indivi duos con este pa tr ón qu iz á no est én deprimidos en el momento que se aplica el inventario, pero poseen antecedentes de de pr es ió n grave. En E U A se enc on tr ó que algunas personas con este tipo de có di go tzado e nd íena nMé a abusar deleón alcoy hol ivi arcon el esvarones t r és , sin reóalque i xi co (L L ucpara io , al1999) alcembargo, ohó lico s en noun seestudio enc on tr el 2-9/9-2 fuera un tipo de código frecuente. Al gu no s indi vi duo s con este perf il pueden presentar un pa t r ón de ne ga c i ón que en realidad cub re sentimientos de de s a d a p t a c i ón e inut il ida d. Tienden a defenderse contra la depresión por medio de actividad excesiva. Es posible que estas personas tengan periodos alternos de gran actividad y fatiga. El diagnóstico más común en este caso es desorden bipolar: cuando este diagnóstico se confirma es importante utilizar ayuda farmacológica. Algunas veces este perfil se encuentra entre pacientes con daño cerebral que han perdido el con¬ trol o que hacen esfuerzos para cubrir las deficiencias con actividad excesiva. Sin embargo, no es posible uti li za r este tipo de có d i g o para diagnosticar da ñ o cerebral.
A
Tipos de código
TIPO DE CÓDIGO
O 179
3-4 /4 -3
Quienes manif iestan este perfi l padecen enojo cr ón i c o e intenso, qu i z á son impu l¬ sos hostiles y agresivos, por lo que no consiguen expresar de manera apropiada sus sentimientos negativos. Las personas que presentan este patrón en sus puntuacio¬ nes del M M P I tienen p roblema s para controla rse, tiende n a experimentar periodos breves de exhibicionismo a ( cti ng ou t)violento y agresivo, asimismo, ignoran el srcen de este comportamiento agresivo y sus consecuencias. Además, tienden a ser extrapunitivos, pero no consideran su propio comportamiento como proble¬ m á t i c o , pues culpan a los de m á s de lo que les sucede. L os prisioneros co n este tipo de có di g o tienen antecedentes de c r í m e n e s viole ntos. Las personas con este perfil clínico probablemente no muestran ansiedad ni de pr e s i ón que los incapacite, pe ro en cambio exp resan quejas so má t i c a s . L os tras¬ tornos ocasionales parecen no tener r e l aci ón directa con es trés extemo; l a desadap¬ ta ci ón sexual y la prom isc uida d resultan comunes entre estos indi vid uos . Lo s ind ivi duos co n el tipo de c ód i g o 3-4/4-3 presentan sentimientos de hostil i¬ dad muy arraigados hacia los miembros de la fam il ia , desde tiempo at r ás . Tie nden a exigir la atención y la aprobación de los demás; son muy susceptibles al rechazo y se vuelven hostiles cuando se les critica. Aunque exteriormente pueden mos¬ trarse conformes, interiormente son rebeldes. Si ambas escalas están muy eleva¬ das, las personas llegan a presentar fallas de juicio. Algunos sujetos con este tipo de código, en especial cuando la escala 4 sobrepasa a la 3, abusan del alcohol o de otras sustancias. Después de presentar periodos de act ing ou t, los individuos con esteperfil pueden tener pensamientos o acciones suicidas. Los diagnósticos más comunes para este tip o de có di g o son los de persona lidad pasivo-a gresi va o emocionalment e inestable. Muchas veces expresan su agresión en forma pasiva, pero insistente, por lo que es factible que ello les ocasione problemas con los demás; esa es la razón por la que muchas de estas personas tienen conflictos con su familia o con su pareja; cuando la escala 5 es tá ta mbi é n elevada en varones, es probable que teman ser homosexuales, sin haber presentado conducta homosexual.
TIPO DE CÓDIGO
3 -6/ 6-3
Estos individuos no parecen incapacitados por sus problemas, aunque quizá mani fiesten t ensi ón moderada, ansiedad y quejas fí si ca s. Probablemente Wi se den cuenta de sus sentimientos hostiles, pero pueden ser desafiantes, poco cooperadores y difíciles en su trato; a veces parecen suspicaces y resentidos. Niegan su suspicacia y hostilidad, aunque ésta sea obvia para los que les rodean. Las personas con este pa tr ón tal vez sean e g oc é nt r i c a s y narcisistas, por lo que tienden a negar que tienen problemas ps ic ol óg i co s serios. Quienes manifiestan este có di go tienden a conservar sentimientos profundos cró¬ nicos hostiles c on respecto a los miembros de su fa mi li a y a las personas que es tán
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(Capítulo 8)
cerca de ellos. No expresan con facilidad sus sentimientos negativos; encuentran siempre una ju st if ic ac ió n para lo que hacen y culpan a los de m á s de su co nducta. Las personas con un perfil de esta configuración tienen actitudes ingenuas ha¬ ci a los de má s y a veces parecen poco inteligentes. Nie gan cualquie r in te rp re ta ci ón psicológica acerca de sus problemas. Debe evaluarse la posibilidad de rasgos paranoides y ps i c ót i c os cuando se presente esta c o m bi na c i ó n.
TIPO DE CÓDIGO
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La s personas con este tipo de có d i g o muestran trastornos ps i c ol óg i co s que inclu¬ yen ansieda d, te ns ió n, nerviosi smo y temores, a simi smo, llegan a man ifestar fobias. A pesar de tener una ex pr es i ón sonriente tal vez p resenten sí nt om a s de de pr e si ón y sentimientos de des es pe r ac i ón . Le s caracteriza la falta de de ci si ón , aun cuando se trate de cosas sin importancia y pueden expresar una gran variedad de quejas físi¬ cas, las cuales dan la apariencia de ser vagas y evasivas. También es factible que manifiesten desórdenes de pensamiento, problemas para concentrarse, lagunas de memoria, ideas poco usuales y poco convencionales; además ideas desarticuladas y cavil aciones obsesivas, as í como ilu siones, alucinaciones y discurso irrele vante e incoherente. En general experimentan malestares significativos, aun cuando se es¬ fuercen por negarlo. Debe evaluarse la posibilidad de una alteración del pensa¬ miento cuando se presenta este tipo de código. Es probable que los in di vi duo s con este pa tr ón sean inmaduros y dependientes. Quizá muestren una gran necesidad de atención y afecto. Su comportamiento interpersonal puede ser intrapunitivo. Las personas que presentan este patrón pueden ser consideradas como apáti¬ cas, pesimistas y poco involucradas activamente o interesadas en las tareas cotidia¬ nas; esta apa tí a tiende a li mit ar los esfuerzos de la r eh ab i l it ac i ón . Probablemente no resulte efectiva la terapia orientada hacia la co mp r e n s i ó n de sí mismos , pues la forma en que enfocan sus problemas parece poco or ig in al y estereotipada. El diag¬ nóstico más común para estos individuos es esquizofrenia y tienden a responder mejor a la terapia de apoyo.
TIPO DE CÓDIGO
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Es probable que los individuos con este tipo de código sean inmaduros, narcisistas e indulgentes con ellos mismos, caracterizados por hacer demandas excesivas y poco realistas en sus relacion es con los d e m á s , asi mismo, buscan at en ci ón y sim¬ patía; por lo general sospechan de los demás y resienten que se les exija algo. Los problemas en las relaciones con otros son ca r ac t er ís t i co s de sus conflictos psi co ló ¬ gicos, en especial cuando éstos involucran a personas del sexo opuesto. Las mujeres con este tipo de có d i g o qui zá se identifiquen en forma excesi va con el ro l tradicio¬ nal femenino y dependan en forma importante de los hombres.
Tipos de código O 181
En general, tanto hombres como mujeres desconfían de los motivos de los demás y tienden a evitar involucrarse emocionalmente de manera profunda. A me¬ nudo se les considera irritables, malhumorados, personas que les gusta discutir, que con se muestran odiosas resentidas con de las abuso autoridades. Los Éste pacientes psiquiátri¬ cos este tipo de códigoy tienen historias de alcohol. fue uno de los tipos de có di go má s frecuente en los al co hó li co s en Mé xi co . Los problemas de personalidad en cuanto a la adaptación son comunes entre los individuos con este tipo de perfil. A algunos sujetos con este patrón se les con¬ sidera pasivo-dependientes. A menudo se caracterizan por hostilidad y enojo repri¬ midos; quizá externen culpa por su enojo, pero en realidad tienden a culpar a los demás de lo que les pasa. Es probable que los individuos que presentan perfiles con esta configuración nieguen tener problemas psicológicos y culpen a los demás por lo mismo. No lograrTaceptar la responsabilidad con respecto a su propio comportamiento y se valo¬ ran a sí mismos de manera poco realista y grandiosa; es por ello que suelen tener historias de fracaso en el trabajo. Se les considera poco receptivos con respecto a la psicoterapia. Más bien ellos desean que los demás y las circunstancias cambien y se ajusten a sus necesidades. El diagnóstico típico para el desorden de personalidad de las personas con este tipo de código es el de personalidad pasivo-agresiva o paranoide, también reciben el diagnóstico de esquizofrenia paranoide.
TIPODE CÓDIGO4-7/7-4 Los individuos con códigos de este tipo pueden presentar periodos alternos entre gran insensibilidad con respecto a las consecuencias de sus acciones y preocupa¬ ción excesiva con respecto a los efectos de su comportamiento. Estas personas son un ejemplo de cierto tipo de paradoja, pues en este código se encuentran elevadas dos escalas aparentemente antagónicas pues, por una parte, la elevación de la esca¬ la 4 indica insensibilidad ante las consecuencias sociales de la propia conducta, en tanto que una alta p un t u ac i ó n en la escala 7 sugiere una excesiva pr eo cu p ac i ón de las personas acerca de su conducta; sin embargo, este tipo de combinación es rela¬ tivamente frecuente. Las personas con este tipo de código tienen episodios en los que su comporta¬ miento es de act ing u o t, seguido de sentimientos de culpa y censura de sí mismos; sin embargo, esto no impide que manifieste act ing ou t posteriormente. Es común que tengan quejas somáticas vagas, tensiones y fatiga. A menudo informan que se sienten exhaustos e incapaces de enfrentar los problemas que los rodean. L os sen¬ timientos de dependencia y su inseguridad personal dificultan su adaptación. Estos individuos quizá respondan al apoyo y a la confianza que se les brinda en la terapia, pero es difícil que logren cambios de personalidad permanentes. Gene¬ ralmente, son tan inseguros que necesitan que con frecuencia les muestren confian¬ za acerca de su prop ia val ía. Tal vez haya me jo rí a s in to má t ic a en la psicoterapia de apoyo, pero es poco probable que se produzcan cambios a largo plazo.
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O Us o e interpretación del MMPI-2 en español
TIPO DE CÓDIGO
(Capítulo 8)
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Quienes presentan este código se caracterizan por tener problemas psicológicos graves. Parecen no adaptarse bien a la sociedad y se les considera raros, peculiares, fuera de la norma y resentidos contra las autoridades. Es posible que adopten pun¬ tos de vista religiosos o políticos radicales y fuera de lo común y, por tanto, se comporten de manera er rá ti ca e impredecible. Al gun os indi viduos con e ste pa tr ón se retraen en la fantasía y se ponen furiosos como defensa para no ser lastimados. Probablemente tengan problemas para controlar sus impulsos, además se les considera enojones, irritables y resentidos. Típicamente actúan de manera exhibicionista (ac tin gout) yantisocial. Algunos llegan aser delincuentes, atomar parte en actos criminales o a presentar desviaciones sexuales. Entre sus caracterís¬ ticas se encuentr an beber en exceso y ut il iz ar drogas, a d e m á s de estar obsesionados con el sexo . És te fue uno de los có d i go s má s frecuente en un grupo de al c o hó l i c o s mexicanos (Leó n y Lu cio, 1999). Estas personas temen no ser capaces de realizar actos sexuales o quizá lleven a cabo ciertos actos en situaciones antisociales para demostrar que están adaptados. Ven al mundo como amenazante y rechazador, por lo que en el ámbito social pue den ser retraídos y aislados. Este es un código relativamente frecuente entre viola¬ dores y se encuentra t a mbi é n en delincuentes que han cometid o actos viol ent os. En el estudio llevado a cabo por Graham y colaboradores (1999) los pacientes que presentaban este tipo de código se caracterizaban por alucinaciones, trastornos del pensamiento y tendencias paranoides. Algunos individuos con este perfil cursan por periodos en los que están obse¬ sionados con suicidarse. Ti enen desconfianza de los d e m á s y evitan tener rel aci o nes í nt i ma s . Se les considera con poca hab il ida d de empatia y con falta de destrezas sociales. El punto medular de sus problemas es que tienen un pobre concepto de sí mis¬ mos. Se preparan para el rechazo y el fracaso, y tienen sentimientos profundos de inseguridad. Manifiestan una excesiva necesidad de recibi r ate nc ió n y car iñ o. Las personas con este perfil suelen tener antecedentes de poco éxito y su adap¬ ta ci ón es li mit ada . Lo s d i a gn ós t i c o s m á s comunes en estos casos son de trastornos graves de personalidad de tipo antisocial, paranoides, esquizoides~Ó hasta es qu iz of ré ni co s. Co mo estos indi viduo s no aceptan respon sabilida d por su prop io comportamiento, ti enden a no responder bien al tratam iento ps i c ol ó gi c o. Suelen racionalizar y culpar a los demás por sus dificultades. Debido a sus tendencias paranoides, llegan a presentar problemas para establecer una buena relación en el tratamiento.
TIPO DE CÓDIGO
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Las personas con este tipo de código hacen caso omiso de las normas y valores sociales, muestran comportamientos antisociales, tienen conciencias poco desa-
Tipos de código 3 183
rrolladas, muestran valores morales pobres y valores éticos fluctuantes. Tienen fre¬ cuentes problemas con la autoridad por su poco r espeto a las normas. Es ca ra ct er ís ¬ tico que se inclinen a participar en un gran número de actos antisociales (p. ej., alc oho lis mo, pleitos, robos y conducta sexual exhibi cion ist a). Au nque este tipo de có d i g o no se en c o n t r ó en el estudio de los al co hó li co s mexicanos, no se debe des¬ cartar la posibilidad del abuso de alcohol, puesto que en el grupo de alcohólicos estudiados, todos estaban en tratamiento y, debido a su narcisismo, es poco proba¬ ble que las personas con este tipo de código lleguen a pedir ayuda para resolver sus problemas. Se les conside ra eg oí s t as , inmoderados e impul siv os. Generalmente no pueden esperar para satisfacer sus impulso s. Mues tra n j u i ci o reducido y ac tú an s in consi¬ derar las consecuencias, incluso después de haber sido castigados parecen no apren der de sus experiencias. Habitualmente manifiestan poca tol erancia para la frustra¬ ci ón , son mel an c ól i co s , irritab les y suelen expresarse de m anera cá us ti ca de los d e m á s . Muestr an sentim ientos intensos de ira y hostil idad que expresan por medio de arranques emocionales violentos. Se les puede describir como enérgicos, inquietos, demasiado activos, y con necesidad de buscar estimulación y excitación emocionales; se les considera desinhibidos, extrovertidos y hablantines. Fácilmente causan una buena impresión, pero sus relaciones son superficiales y tienden a terminarse conprimera el tiem¬ po. Son muy ambiciosos, tienen mucha energía, pueden aparecer ante la autoridad como complacientes sólo para obtener lo que quieren, pero en realidad son mani¬ puladores y mentirosos. Es probable que los ind ivi duo s con esta con fi gu ra ci ón de perf il sean narcisistas e incapaces de formar vínculos emocionales profundos. Mantienen distancia emo¬ cional con respecto a los demás; presentan una fachada social que puede esconder inseguridad y falta de confianza en sí mismos. Quizá tengan rasgos de personali¬ dad inmadura, insegura y dependiente. Un diagnóstico habitual para este tipo de personas es el de trastornos de personalida d ant isoc ial; los pacientes p s iq u iá t ri co s con este tipo de código generalmente son diagnosticados con trastornos bipolares o paranoides. Lo s in div iduo s con el c ó d i g o 4-9/9-4 no aceptan la responsabilidad p or su pro¬ pi o comportamiento y tienden evitar el tratamiento; s ól o lo aceptan si se les presio¬ na. Estas personas racionalizan sus fallas y fracasos y culpan de sus dificultades a los demás. Sus problemas legales, de trabajo o de relaciones con otros son perma¬ nentes.
TIPO DE CÓDIGO6-8/8-6 En estos individuos se destacan sentimientos de inferioridad e inseguridad, poca confi anza en sí mismo s y baja autoestima. Qu i z á se sientan culpables por los fraca¬ sos que consideran haber tenido, y es probable que se retraigan de las actividades y muestren apa tí a emocion al; por lo general no se involu cran con los d e má s pues son
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(Cap itu lo
suspicaces y desconfían de los otros. Tienden a evitar lazos emocionales profundos y experimentan dificultades en cuanto al trato social, por lo que están más conten¬ tos cuando están solos. Resienten que se les exija algo. Son depresivos, irritables, poco amistosos y negativos. Pueden mostrar comportamiento claramente psicótico, presentar pensa¬ miento autista, disociado y aleatorio. También presentan dificultades de concentra¬ ci ón y a te nc ió n. Manifiestan te ner pensamientos de contenido ex tr añ o, deficiencia de la at en ci ón y problemas de memoria. Tienden a hace rju icio s equivocados; lle¬ gan a exhibir confusión grave, delirio de persecución y sentimientos de grandeza; son poco realistas y además se preocupan con respecto a asuntos abstractos y enig¬ má t i co s . Sus sentimientos suelen estar embotados. A d e m á s su discurso es rá pi do e incoherente, se retraen en fa nt as ía s, tie nen en s oñ ac i on es , dificultad pa ra distinguir la fan ta sí a de la real idad. Sus mecanismos de de fensa no son eficaces y tienden a reaccionar de manera regr esiva a las presiones. En ocasiones presentan notables sentimientos de desesperanza e ideas suicidas; por otra parte, son susceptibles al es tr és y en situac iones de pr es i ón tiende n a refugiarse en la fa nt as ía . Este fue un tipo de código frecuente en los pacientes alcohólicos mexicanos, especialmente en aquello s que te ní an una pu nt u ac i ón elevada en la escala de M a c Andrew.
En quienes presentan este perfil se indica la existencia de problemas psicológi¬ cos graves de mucho tiempo atrás, que se han vuelto de naturaleza crónica. Es probable que estas personas tengan un estilo de vida esquizoide. Generalmente, a los indi vid uos c on el tipo de c ó d i g o 6-8/8-6 se les diagnostica esquizofrenia. A menu do el tratamiento incluy e medicamentos p s i c ot r ó pi c os y es¬ tancia tanto en ambientes bien estructurados como de apoyo, si es que se les consi¬ dera peligrosos con respecto a sí mismos y a los demás.
TIPO DE CÓDIGO 6-9/9-6 Es probable que los individuos con esta configuración de perfil sean demasiado susceptibles y desconfiados. Se perciben vulnerables con respecto a amenazas rea¬ les o imaginarias, sienten ansiedad, y quizá lloren y tiemblen con frecuencia. Tien¬ den a reaccionar demasiado ante la más mínima presión y responder a serios reve¬ ses refugiándose en fantasías.
Los individuos con este tipo de perfil probablemente manifiesten signos de desórdenes en el pensamiento, se quejen de dificultades para pensar y tengan pro¬ blemas para concentrarse. Hasta pueden tener delirios, alucinaciones, discurso irre¬ levante e incoherente, así como lucir desorientados y perplejos. La capacidad de j u i ci o de estas personas es li mitada . Este t am b i é n fue un c ó d i g o frecuente en los pacientes a lc oh ól ic os mexican os. Las personas con este patrón de perfil pueden mostrar una gran necesidad de afecto; son pasivo-dependientes en sus relaciones; incapaces de expresar sus emo¬ ciones en forma adaptativa. Aunque estos individuos se describen a sí mismos como
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Tipos de código ID 185
felices, tranquilos, adaptables y con buenas condiciones de salud, los demás los ven como enojones, hostiles y demasiado susceptibles al estrés. A los pacientes ps i qu iá t r i co s hospitalizados con el tipo de c ó di g o 6-9/9-6 se les diagnos tica esquizofrenia (de tipo paranoide) o un desorden de tipo depresivo. Qu izá sea difícil planear un tratamiento psicológico porque tienden a pensar de manera desorganizada, poco productiva y cavilante. La tendencia de estos pacientes a pre¬ sentar ideas muy fantasiosas y obsesivas tal vez les impida seguir programas de cambio conductual. Tienen problemas para expresar sus emociones de manera ade¬ cuada y moderada. Presentan periodos alternos de sobrecontrol y arrebatos emo¬ cionales directos y poco controlados.
TIPO DE CÓDIGO
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Habitualmente, los pacientes con este perfil muestran mucha confusión, por lo ge¬ neral, se resisten a admitir que tienen problemas psicológicos, sus defensas no les permiten mantenerse cómodos y sin ansiedad. Informan que se sienten deprimi¬ dos, preocupados, tensos y nerviosos. Quizá estén confundidos y en un estado de angustia, mostrar in deaciser s iódemasiado n y hacer ju introspectivos, ic io s er r ó ne o scavilantes . Parecen no beneficiarse de la experiencia. Tienden e imaginativos. Este fue el tipo de código más frecuentemente encontrado en los alcohólicos mexi¬ canos, con una el ev ac i ón m á s marcada en la escala 8. Es fácil que estos individuos tengan sentimientos crónicos de inseguridad, falta de ad ap ta ci ón , sentimientos de inferioridad e ind ec is ió n. Las personas con este perfil no son socialmente equilibradas ni confiadas, por lo que tienden a apartarse de las interacciones sociales. No consiguen establecer relaciones interpersonales cercanas y por lo general son introvertidos; también son pasivo-dependientes y no toman parte predominante en las relaciones con los demás. Tienden a presentar dificultades en las relaciones heterosexuales maduras y se sienten inadecuados al asumir su rol de géne¬ ro tradicional . Tie nden a obstinarse en fan tas ías sexuales excesivas y ex tr añ as . A los pacientes con este perfil se les puede diagnosticar trastorno de ansiedad; sin embargo, la pos ib il id ad del d i ag nó s ti co de psicos is o de trastorno de la persona¬ lidad aumenta cuando hay elevación de la escala Es. Cuando la escala 8 está por encima de la 7 es probable que estén adaptados a un estado de psicopatología gra¬ ve, lo que hace aún má s difícil cualqu ier tipo de in te rv en ci ón . L os indi viduos con este pa tr ón tal vez no p resenten sí n to ma s ps i có t ic os clara mente evidentes, aun cuan do se les diagnostique como psicóticos. Se considera que deben usarse medica¬ mentos para controlar su ansiedad intensa y sus problemas de pensamiento.
TIPO DE CÓDIGO
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Es probable que los individuos con este perfil tengan trastornos psicológicos graves: quizá muestren retraimiento y aislamiento. Se sienten especialmente incómodos en
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(Capítulo
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las relaciones heterosexuales y muestran de sadapt ación sexual. A menudo se les consi¬ dera hiperactivos, muy expresivos en el habla, agitados y excitados en el ám bito emo¬ ci onal . Suelen ser poco realistas, jactanciosos, presumidos y volubles en las apreciacio nes sobre sí mismos. Se en tregan excesivamente a ens ue ñ os y f an ta sí as, lo que lim it a su contacto con la realidad. Su comportamiento se caracteriza porque niegan tener problemas; su pensamiento puede parecer vago y circunstancial. Informan que se sien¬ ten inferiores e inadaptados, que tienen autoestima baja y sólo se involucran de manera limitada en situaciones competitivas u orientadas hacia el éxito. A los individuos con este perfil se les considera como centrados en sí mismos e infanti les en r el ac ió n con lo que esperan de los de m á s . Tienden a exi gir mucha atención y tornarse resentidos y hostiles cuando no obtienen lo que exigen, se resis¬ ten y temen involucr arse emo cionalmente de manera ínti ma. Tí pi c a me nt e , no consi¬ guen enfocar su atención sobre los asuntos y se les considera raros, poco comunes y autistas. Algunas veces poseen una manera de pensar muy detallada, discurso ex¬ tr añ o (asociaciones de ruidos me t ál i co s , empleo de neologismos, ecolalia), deli rios o alucinaciones. El dia gnó st ic o más com ún en estos casos es el de de só rd en es esqu iz ofr éni cos o graves de personalidad. Es factible que tengan trastornos del pensamiento, estén confundidos, perplejos, desorientados y muestren dificultad para pensar y concen¬ trarse. Los individuos con este perfil quizá afirmen que no necesitan ayuda profe¬ sional y no buscan tratamiento de manera voluntaria, aunque algunos sienten la necesidad de lograr algo y presión para actuar, sus logros reales tienden a ser me¬ diocres. Es difícil trabajar con estos pacientes en psicoterapia debido a su temor a involucrarse emoc ionalmen te y porque cambian de un t ema de co nv er sa ci ón a otro de manera abrupta, lo que dificulta el dirigirse hacia un objetivo.
DESCRIPTORES DE TIPO DE CÓDIGO DE TRES ESCALAS
TIPO DE CÓDIGO 1-2-3 Los individuos con este perfil clínico se sienten angustiados y tienen dificultad para adaptarse psicológicamente. Parece que les falta energía, muchas veces pue¬ den sentirse débiles, fatigados, tensos y nerviosos. Tienden a reaccionar frente al estrés desarrollando síntomas físicos. A menudo sobreactúan, preocupándose y
quejándose extremadamente, aun cuando se trate de cambios físicos mínimos. Aunque los primeros problemas que reportan son los cambios físicos, estos indivi¬ duos también se sienten disfóricos y preocupados. Muchas personas con este tipo de perfil desarrollan síntomas físicos centrados en problemas de dolores abdomi¬ nales y de cabeza. Esta co mb i na c i ó n se en c on t r ó en algunos pacientes mexicanos con dermatitis y colon irritables (Lucio, e t ai, 2000; García Colorado, 1997). La
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c o m b i n a c i ó n 1-2-3 cuando 1 y 3 e st án significativamente por arriba d e 2 se conoce también como la V de conversión, debido a que las personas con este tipo de código quizá presenten los síntomas típicos de conversión.
Las personas con el código 1-2-3 son algo pasivas en las relaciones interper sonales y qui zá int er act úen con los dem ás gimiendo y que já nd os e. Suelen ser de¬ pendientes y a menudo sienten la necesidad de que los cuiden; probablemente se muestren irritables y hostiles si no se cumplen sus exigencias. Estas personas pare¬ cen tener un conflicto constante entre ser dependientes y ser asertivos y confiados en sí mismos. Es probable que este tipo de individuos tenga disminuido el impulso sexual, por lo que tal vez pre senten problem as en la ad a pt ac i ón heterosexual. Posiblemen¬ te tengan rasgos de personalidad muy arraigados que los predispongan a desarro¬ llar s ín to ma s fís ico s cuando est án bajo pr es ió n. A me nudo se considera que tienen desórdenes psicofisiológicos, y se les diagnostica trastorno de tipo somático con personalidad pasivo-agr esiva o dependiente. Estos indi vid uos q u i z á consideren q ue sus problemas son físicos y probablemente no reconozcan que los factores psicoló¬ gicos contribuyen a sus s í n t o ma s ; tienden a tener poca co mp r e ns i ó n de sí mismos y no es fácil que tengan control sobre sus síntomas, por tanto, son malos candidatos paraNo la psicoterapia el insight. obstante, en orientada ocasioneshacia experimentan la necesidad de ser confrontados con la verdad de que el srcen de sus sí nt o ma s posiblem ente sea p s i c ol ó g i c o . Enfocarse en la manera en que enfrentan el estrés tal vez les ayude a desarrollar habilidades para resolver sus problemas y actuar de manera más adecuada en las situaciones de te ns ió n. Lo s indiv idu os con este perfil cl ín ic o tienen un estilo host il de in teractuar con los demás, el cual podría presentarse también en la situación de tratamiento, reduciendo la posibilidad de beneficiarse de la terapia. Los terapeutas de estos pacientes informan que éstos sienten que la vida es una lucha constante. Los indi¬ viduos con este estilo de personalidad no aceptan sugerencias de los demás con facilidad.
TIPO DE CÓDIGO 1-3-8 Las personas que presentan este tipo de código frecuentemente son diagnosticadas con esquizofrenia paranoide o trastorno paranoide de la personalidad. A veces pre¬ sentan s ín t om as s om át i co s raros con una base delirante, lo qu e po dr ía indi car la de si nt eg ra ci ón de la imagen corporal d ebido a un proceso ps ic ót ic o. Lo s episodios depresivos, la ideación suicida y las preocupaciones sexuales y religiosas son fre¬ cuentes en estas personas. También se pueden observar alteraciones claras del pen¬ samiento. Estos individuos se muestran agitados, escandalosos y malhumorados. Con frecuencia tienen historias de abuso de alcohol y se muestran incansables y aburri¬ dos la mayor parte del tiempo; por lo general son suspicaces y celosos, y se mues¬ tran ambivalentes con respecto a establecer relaciones emocionales profundas.
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TIPO DE CÓDIGO 2-7-8 Lo s indi vid uos con este perfi l se caracterizan por tener un pa tr ón de de s ad ap t ac i ón ps ic ol óg ic a cr ón ic a. Se sie nten habitualmente hundidos en la ansiedad, te ns ió n y depresión, así como indefensos, solos, inadaptados e inseguros; creen que no tie¬ nen esperanzas en la vida y que nada les sale bien. Procuran controlar sus preocu¬ paciones analizándose a sí mismos intelectualmente de manera poco productiva, experimentan muchas dificultades para concentrarse y tomar decisiones. Funcio¬ nan con un niv el muy bajo de efi ci enc ia; tienden a reaccionar de manera excesiva ante las tensiones, por mínimas que sean, y su comportamiento puede deteriorarse con rapidez. Mani fi est an la i nc l in ac i ón a culparse por los problema s que tienen. Su estilo de vida suele ser caótico y desorganizado; tienen antecedentes de trabajar con poca ef ic ie nci a y de tener poco é xi t o. Es posib le que es té n adentrados en ideas religiosas equívocas. Estas personas se caracterizan también por tener relaciones interpersonales p r o bl e má t i c a s y les pueden faltar habilidades para desenvolverse en sociedad y , a menudo, son re tr aí do s. Qu i z á se relac ionen de manera ambivalente con los d e m á s sin realmente confiar o llegar a querer a alguien. Mu ch os indi vid uos con c ód i go 2¬ 7-8 nunca establecen relaciones íntimas duraderas. Probablemente sus relaciones interpersonales sean infructuosas y empobrecedoras debido, en parte, a sus senti¬ mientos de i na de cu ac i ón e inseg urida d. Estos indi vid uos presentan un pa t ró n cr ón i co de comporta miento. General¬ mente, las personas que tienen este perfil llevan una existencia desorganizada y profundamente infeliz. Quizá tengan periodos de trastornos del comportamiento más intensos como resultado de un nivel elevado de estrés. Muestran un grave desorden psicológico y probablemente se les diagnostique como individuos ne ur ót i co s con tr astorno de ansiedad o di st ím i co en una person alidad esquizoide. Si n embargo, se debe considerar la posi bi li da d de un desorden p s i c ót i c o m á s serio, como el de esquizofrenia. Mu ch os ind ivi duos con este perf il buscan y requieren tratamiento ps i c ol ó gi c o con r el ac ión a sus problemas. Co mo muchos de los problemas q ue presentan tienden a ser c r ó ni c o s , es posible q ue se requiera un esfuerzo t e r a pé u t i c o intenso a fin de lograr al gú n cambio s igni fi cat ivo. Lo s pacientes con este perf il suelen tener mu¬ chas complica cione s p s i c ol óg i c a s y situac ionales, po r lo que es difíci l mantener el enfoque en el tratamiento. Probablemente necesiten mucho apoyo emocional cuando est én en esta si tu ac ió n. C o mú nm e nt e , los individuo s con un perfil de e sta con fi gur ac ió n tienen auto esti ma baja y se sienten inadaptados, lo cu al d if ic ul ta la terapia. Qu i z á piensen que no pueden logra r un ca mbio pos it ivo con el tratamiento. Los terapeutas deben pro¬ mover una actitud positiva y optimista para que el tratamiento tenga éxito. Estos individuos tienden a ser muy fantasiosos y a cavilar de manera impro¬ duct iva . Probablemente no resp ondan bie n a la terapia no estr ucturada y orientada hacia la co m p r e n s i ó n de sí mismo s, y su fu ncionamien to puede deteriorarse si se les pide que sean introspectivos. Tal vez respondan mejor con un tratamiento de
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apoyo de tipo directivo y orientado hacia metas. Los individuos que muestran este perfil presentan riesgo de suicidio y debe tomarse precauciones con ellos.
TIPODE CÓDIGO6-8-7/8-6-7 Cuando las escalas 6 y 8 e st án signifi cativa mente m á s elevadas que la 7, a este tip o de có di go se le conoce tamb ié n como la triada psi cót ica . Esta con fi gur aci ón sugie¬ re una patología muy grave. En estos casos las alucinaciones, las ilusiones y una suspicacia extrema son muy comunes; es posible que presenten también problemas con la memoria y la concentración. Estas personas tienden a ser tímidas, introvertidas y aisladas, aunque llegan a volvers e agresivas cuando toman al co ho l en exceso. A u n cuando no son totalmente incapaces de enfrentar sus problemas, sí tienen serias dificultades para manejar las responsabilidades cotidianas, por lo que muchas veces requieren de internamiento ps iq ui át ri co . El di ag nó s t i co má s co m ún que se les da a estas personas es el de esquizofrenia paranoide; por lo general requieren también de tratamiento farmacológico.
ASPECTOS ADICIONALES SOBRE LA CON F IG URACI ÓN DE LOS PERFILES Algunos otros aspectos que deben tomarse en cuenta acerca de la configuración de los perfiles (Graham, 2000) se mencionan a continuación. La elevación relativa de las escalas 1, 2, 3, si n importar la el evaci ón absoluta, es decir, aun que no sean las escalas má s altas del perfil propo rcio na in f or ma ci ón import ante. Cuando la s esca¬ las 1 y 3 son 10 puntuaciones T o m á s mayores que la escala 2, es probable que la persona est é utiliza ndo la ne ga ci ón y la re pr es ió n en exceso, por tanto, este i nd i vi duo tiene muy poco o ningún insight acerca de sus necesidades, conflictos y sínto mas. Qu i z á esta persona considere que est á bien psi c ol óg i ca me nt e y siempre busca explicaciones médicas para sus malestares. Cuando la escala 2 es igual o mayor que las escalas 1 y 3 la persona no se siente tan bien, probablemente sufra malestar emoc ion al y presente una gran cantidad de s í n t o m a s . La relación entre las escalas 3 y 4 proporciona información importante con respecto al con tr ol del enojo. Cua ndo la escala 4 es tá 10 puntuaciones m á s por arr iba de la 3, se espera que haya problemas con el cont rol de la ir a. Estas personas tienden a expresar abiertamente su enojo sin considerar las consecuencias de esta conducta. Por otra parte, cuando tanto la escala 3 como la 4 están elevadas —en especial cuando ambas están por arriba de T 65—, la persona en general tiende a controlar su enojo, pero es factible que se presenten algunos periodos de conducta im pul si va. La pos i c ió n de la escala 5 en los hombres t a mb i é n dice algo acerca del
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(Cap itulo 8)
con tro l; los varones con una escala 5 elevada por lo general no act úa n impu l¬ sivamente. La configuración de un perfil en el que las escalas 4 y 6 están elevadas sugiere un enojo intenso que es expresado en forma pasivo-agresiva. Esta configuración ocurre con más frecuencia en las mujeres, aunque también llega a presentarse en los hombres. Las mujeres que tienen esta configuración pueden ser consideradas com o depresivas má s que co mo enojadas y q ui zá es tén atrapadas en roles tradicio¬ nales femeninos que no las satisfacen, esto ocurre en especial cuando la escala 5 se encuentra sumergida. Esta situación puede llevarlas a periodos de sometimiento con el hombre, los cuales podrían ir seguidos de conductas explosivas que lleven a un rompimiento de la re la ci ón de pareja. La relación entre las escalas 7 y 8 ofrece cierta información acerca de la cr on ic id ad de los problemas. Cuan do la escala 7 se encuentra 10 o má s puntuacio¬ nes T por arriba de la 8, los problemas pueden ser más agudos que crónicos y es menos probable que existan alteraciones del pensamiento. Por el contrario, cuando la escala 8 está más elevada aumentan las probabilidades de que los problemas sean crónicos y existan alteraciones del pensamiento. Cuando ambas escalas están elevadas es posible que la persona se encuentre confusa pero que no exista un sistema delirante.
— BIBLIOGRAFÍA Arnold,
P. D.
(1970)
Recurring MMPI two -point codes of marri age coun selors and
w th "normal» couplesi
im plicat ionsfor
inte rpreti ng marital inte racti on
behavior.
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Uso del M M PI-2 en la eva lua ció n del alcoholismo ANTECEDENTES
Desdesu creación,
el Inventario Multifásico de la Personalidad
de Minnesot a se ha utiliza do en la pr ác ti ca clí ni ca para identificar los rasgos de personalidad de personas con diversos tipos de pade¬ cimientos, entre los cuales se encuentran los de tipo psiquiátrico y los relacionados con las adicciones a diferentes tipos de sustan¬ cias, como el alcohol. En México, el alcoholismo es uno de los principales proble¬ mas de salud, debido a ello es importante realizar un diagnóstico preciso de pacientes alcohólicos, ya que esto contribuye a la ade¬ cuada planeación del tratamiento a seguir, dependiendo de las ca¬ ra ct er ís ti ca s principal es identificadas en cada paciente que sol ici ta tratamiento, mismas que determinan un tipo de al co hó lic o, as í como aquellas personas que no se consideran alcohólicos y que llegan a solicitar empleos o requieren psicoterapia por algún otro proble¬ ma emocional. Tradicional mente, en la ev al ua ci ón de pacientes al co hó li co s se han utili zado di versas téc ni ca s de in te rp re ta ci ón de l as eleva¬ ciones de las escalas del instrumento, especialmente se ha consi¬ derado a la escala 4 (De sv ia ci ón ps ic op át ic a; Dp ) como uno de lo s principales indicadores de alcoholismo, debido a que es una escala que identifica rasgos de impulsividad, además tiende a ser bastan¬ te estable a través del tiempo. En diversos estudios, reportados por Graham y Strenger (1988). se ha identificado que las puntuaciones elevadas en esta escala se 193
194
O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
9)
presentan en pacientes alcohólicos, independientemente del grupo étnico y sexo al que pertenezcan. En cuanto a la edad, los pacientes alcohólicos de mayor edad tienden a presentar puntuaciones menos elevadas que los de menos edad debido, probablemente, a que estos últimos tienden a presentar conductas más impulsivas que los primeros . S in embargo, estas ca r ac t e r í st i ca s no son exclusivas de p acientes al co hó li co s, pues t am bi én se h an observado en la po bl ac ió n general. Entre las car ac te rí st ic as de personalidad de los indivi duos al co hó li co s reporta¬ dos en la literatura se encuentran: conducta masculina agresiva (que sirve como defensa para ocultar su dependencia emocional); antecedentes de rebeldía e imp uls iv ida d, de pr es i ón y ansiedad como consecuencias del con sumo de alc ohol . En los estudios en los que se ap li ca el M M P I , se ha encontrado que los perfiles muestran puntuaciones elevadas en las escalas 2 (D e pr e s i ón ; D) y 4 ( H i l l , et al., 1960; Rae y Forbes, 1966, citados en Ma dd en , 1986).
TIPOS DE PERFIL DE LOS PACIENTES ALCOHÓLICOS Otra técnica muy utilizada es la interpretación de tipos de código observados en el perfil del MM P I - 2 . Uno de los cód ig os de dos escalas más co mún me nt e encontrado es el 4-2, q ue es ca ra ct er ís ti co de hombres y mujeres al co hó l i co s. No obstante, Page y Bozl ee (1982) encontraron que los tipos de c ódi go de dos escalas di fe rí an depen¬ diendo del grupo étn ic o al que pe rt ene cían los participantes, de este modo, el tipo de código 4-9 era característico de alcohólicos caucásicos, mientras que el 2-4 se encon¬ tr ó en los de srce n hispano y el 9-6 entre los a l coh ól icos nativos estadounidenses. Por su parte, Graham (1 987) ha descrito el có di go 2-4/4-2 , como ca ra ct er í st i co de personas que crean una primer a i mp r es ió n favorable, mo s t r á n d o s e con en er gí a, sociables, con bue na di sp os i ci ón pero que ocultan, baj o esta apariencia, sent imien tos de in ad ec ua ci ón , falta de concie ncia de sí mismos, de pendencia pasiva e inco¬ modidad en situaciones sociales, especialmente cuando se relacionan con el sexo opuesto; además pueden tener problemas con la ley o con sus familias debido a su falta de respeto alas normas sociales, impulsividad y conducta de act ing u o t; aun¬ que llegan a expresar remordimiento y culpa, suelen ser poco sinceros acerca de sus sentimientos de depresión y minusvalía, por lo que son manipuladores e inclu¬ so intentan el suicidio como una forma de producir sentimientos de culpa en otras personas. El pronóstico no es bueno, ya que quienes presentan este tipo de código tienden a terminar prematuramente el tratamiento cuando el estrés o las dificulta¬ des legales persisten. La ma yo r í a de los estudios ha encontrado que el tipo de c ód i go m á s co m ún es el 2-4/4-2, si n embargo, t a mbi é n se han observado 4-9/9-4, 2-7/7-2, 1-272-1 y 7-8/ 8-7. Graha m (1987) se ñ al ó las diferenc ias significati vas entre los c ód i g o s que se encontraron con mayor frecuencia; este autor describió que, en tanto que 2-4/4-2 y 4-9/9-4 sugieren desórdenes de personalidad y conductas de act ing u o t, los códi-
Uso del MMPI-2 en la evaluación delalcoholismo O 195
gos 2-7/7-2, 1-2/2-1 y 7-8/8-7 in dic an de s ad ap t ac i ón general, ansiedad conside¬ rable y otros problemas emocionales. Las personas con tipos de código 2-4/4-2 y 4-9/9-4 no son consideradas buenos candidatos para la psicoterapia tradicional debi¬ do a que no que necesitan el tratamiento y concluyen manera prematura consienten él; en realmente tanto que quienes corresponden a los otros códigos sedesienten motivadas hacia el tratamiento a causa de sus confusiones y problemas emociona¬ les, y tienden a permanecer por largo tiempo en terapia más que otros pacientes. Otra té cn i ca para evaluar y diagnosticar a pacientes al co hó l i co s es la interpre tac ión de la conf igura ción del perfil del MM P I - 2 , en la cual se considera el perfil completo en lugar de analizar las dos escalas más elevadas, por lo que muchos investigadores han util izado proced imien tos de anál is is es ta dí st ic o por conglome rados (análisis en cluster) para identificar sub tipos de alc ohol ismo . Bl as hf ie ld (1985) lle vó a cabo un aná li si s por conglome rados mediante el cual encontró que existen básicamente dos tipos de perfil, uno de los cuales presenta puntuaciones relativamente bajas con la escala 4 como pico de perfil; mientras que el otro es generalmente más elevado con elevaciones principalmente en las escalas 2, 7 y 8. No obstante, Graham y Strenger (1988) afirman que existen razones para consider ar m á s de dos tipos de perf il de pacientes al co hó l ic os . Gold ste in y Lin de n (1969), por su parte, util izar on un pro cedimie nto de aná li sis por conglomerados y encontraron cuatro tipos diferentes que explicaron 45% de su muestra. El perf il tipo I se caracteriza principalmente por la el ev ac i ón de la escala 4, seguida por la el ev ac i ón de la 2 y la ausencia de una el ev ac ió n significati¬ va en el resto de las escalas; este perfil también fue identificado por Donovan y colaboradores (1978), Loberg (1981), Nerviano y colaboradores (1980) y Whitelock y colaboradores (1971). Las personas que presentan este tipo de perfil son diagnosticadas con altera¬ ción en sus rasgos de personalidad o con personalidad inestable emocionalmente, y son descritas como individuos que tienen un control limitado de sus impulsos agre¬ sivos que tes lleva a mostrar rabietas por su mal humor y otras formas abiertas de ex pr es i ón de sus emociones en situaciones frustrantes. Ad e m á s , son imp ul si vos , se les dificulta posponer la gratificación de sus deseos, y a menudo tienen historias de limit ada ad ap ta ci ón vocac ional y marit al; qu iz á expresen culpa y remordim iento después de presentar conductas de acting out y afirman tener la intención de cam¬ biar en el futuro, situación que usualmente no ocurre y los patrones de conducta se repiten de manera continua. A pesar de que reconocen que necesitan ayuda profe¬ sional para lograr cambios en su conducta, el pronóstico es limitado debido a que resulta muy probable que concluyan con el tratamiento de manera prematura cuan¬ do sienten que el estrés persiste o debido a que no pueden continuar por problemas legales. Estos pacientes muestran un patrón de consumo diario, pero el abuso de alco¬ hol es menos grave y tienen pocos problemas relacionados con el consumo, como p ér di d a de memori a, temblo res, pé r d i d a del trabajo y enojo mientras es tá n bebien¬ do; además, es poco probable que hayan tenido tratamientos psicológicos o psi¬ quiátricos previos.
196 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
El per fil tipo II se ca racteriza por presentar elevaciones princ ipa les en las esca¬ las 2, 7 y 8, con elevación secundaria en la escala 4. Fue identificado por Bean y Karasievich (1975), Donovan y colaboradores (1978), Eshbaugh y colaboradores (1978,1980), Nerviano y colaboradores (1980), Svanum y Dallas (1981) y Whitelock y colaboradores (1971). Goldstein y Linden (1969) informaron que las personas con este tipo de perfil son diagnosticadas como con psiconeurosis, con conflictos de dependencia e informa n sí nt om as s om át i co s ; este tipo de có di go es muy c o mú n en ambientes ps iq ui át ri co s y presenta un di ag nó st ic o mixt o. L os pacientes con este tipo de perf il experimentan una gran con fu si ón emoc ion al y tienden a presentar estilos de vi da m á s bien esquizoides. Se sienten tensos, ansio¬ sos, nerviosos y padecen problemas de co nc en tr ac ió n y at en ci ón . Es c o mú n que ma¬ nifiesten depresión, abatimiento y desesperanza, así como pensamientos de suicidio; debido a que se sienten inadecuados e inferiores, carecen de habilidades sociales bá si ca s y se muestran tí mi do s, r et ra íd os , introvert idos y aislados áh el terreno soci al. Tienden a ser perfeccionistas y a plantearse metas muy elevadas para sí mismos, por lo que sienten culpa cuando no logran alcanzarlas. Usualmente se sienten motivados hacia la psicoterapia, ya qu e sufren de marcada co nf us ió n emoc ion al, y suelen perma¬ necer en tratamiento por largo tiempo más que otros pacientes y, a menudo, muestran lentos pero firmes progresos en la terapia de apoyo. Lo s al co hó li co s con perfil tipo II p resentan un pat ró n de consum o diario de grandes cantidades de alco hol y la ma y o r í a muestra inest abilida d labo ral. Ta mb i én reportan pé r d i d a de in te ré s en las ac tividad es de su vid a, enojo mientras est án be¬ biendo, temblores, p é r d i d a de la memori a reciente y lle gan a tener conflict os con la policía con mayor frecuencia. El tipo de perfil III se caracteriza por una elevación principal en la escala 4 y por elevaciones secundarias en las escalas 2, 9 o ambas. Este tipo de perfil fue identificado a d e má s por Bean y Kar as ie vi ch (1975), Pfost y colaboradores (19 84), Svanum y Dall as (1981) y Whi te lo ck y colaboradores (1971). Gol dst ein y Lin de n encontraron que las personas con este tipo de perfil tuvieron usualmente un diag-. nó st ic o prin cip al de alco holis mo y un di ag nó s ti co secun dario de trastorno de per¬ sonalidad pasivo-agresiva, de ans iedad o depresiv o. El p r o n ós t i co para este tipo de pacientes fue muy poco favorable. En 1951, Hathaway y Meeh l descr ibier on a las personas co n este tipo de perf il como pacientes con una larga historia de alcoholismo entremezclada con episodios agudos de in gesta, quienes atraviesan por periodos es po rá di co s de ho sp it al iz ac ió n, seguidos por intentos para lograr la abstinencia sin éxito. Estas personas usualmente no perciben la necesidad de tratamiento, son poco cooperadores durante el mis¬ mo y tienden a terminarlo prematuramente. Graham (1987) afirmó que estas personas presentan conductas de acting out en formas bastante insensibles hacia otras personas, por lo que expresan una gran culpa y remordimiento por esas conductas. También tienden a ser impulsivos y centrados en sí mismos, además, manifiestan una baja tolerancia a la frustración. Lo s a l co hó l ic os c on este tipo de perfi l reportan abuso de alco hol m á s grave que los otros tipos encontrados; tienden a ser de una edad mayor que el alcohólico
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 197
promedio, son casados y muestran poca de pr es ió n; ad e má s , una pr op or ci ón signi ficativa i nf or mó un periodo de sobriedad de 12 meses. Pfost y colaboradores ( 1984) sugir ieron que este tipo de perf il corresponde al tipo descrito por Ma cA nd r ew (1965) comoElcarácter "alcohólico tipo de perfil IV se primario". caracteriza por presentar elevaciones en las escalas 4 y 9, y por la ausencia de elevaciones en las otras escalas; también ha sido identificado por Eshbaugh y colaboradores (1978), Nerviano y colaboradores (1980) y Price y Curlee- Salisbu ry (1975). Go lsd tei n y Lin de n reportaron que los alc oh ól ic os con este tipo de perf il tienden a tener un d i ag nó s t i co pr inc ipa l de alcoho lis mo y diag¬ nósticos secundarios de adicción a las drogas y rasgos paranoides. Estas personas manifiestan la tendencia a consumir cantidades excesivas de alcohol la mayor par¬ te de sus vidas, pero tienen "periodos secos" (de abstinencia) durante los cuales llevan una vida razonablemente normal y responsable. Las personas con este tipo de perfil suelen ser diagnosticadas con trastorno de personalida d antisoci al. Muestr an notable desacuerdo hacia los es t án d ar es y valores sociales, y frecuentemente tienen problemas y dificultades con la autori¬ dad. Están centrados en sí mismos, son autoindulgentes e impulsivos, a menudo muestran j u i c i o pobre y no parecen prever las consecuenci as de su cond ucta .
Producen en otras personas una primera impresión buena, sin embargo, sus rela¬ ciones tienden a ser superficiales. Tienen baja tolerancia a la frustración y fre¬ cuentemente expresan cólera y hostilidad en arrebatos emocionales. Debido a que no sienten la necesidad de tratamiento, tienden a concluir de manera prema¬ tura con el mismo. Hathaway y Meehl (1951) afirmaron que algunas de estas personas son capa¬ ces de interrumpir el consumo de alcohol por periodos indeterminados de tiempo, y llegan a vivir de manera normal y responsable durante estos periodos. Por otra parte, en diversas investigaciones se han identificado dos tipos de per¬ fi l adicion ales que no surgen de la inv es ti ga ci ón realizada por Golsdtei n y Lind en (1969). Es hbaug h y colaboradores (1978), Ner vi an o y colaboradores (198 0) y Pfost y colaboradores (1984), han descrito un perfil tipo que parece ser neurótico por naturaleza y se caracteriza por elevaciones principales en las escalas I. 2 y 3 y. usualmente —aunque no siempre—, por una elevación secundaria en la escala 4. Las personas con este tipo de perfil tienen di ag n ó s t i c o s de desorden de personal i¬ dad y neurosis. Presentan síntomas somáticos que incluyen problemas gastroin¬ testinales y úlceras, mismos que son experimentados por estas personas como una reacción al estrés o la frustración.
Nerviano y colaboradores (1980) reportaron que los alcohólicos con este tipo de perfil presentan la menor frecuencia de pérdida de interés y alrededor del promedio afirman haber tenido pérdida de memoria reciente, haber perdido el trabajo, enojo mientras están bebiendo e inclinación a beber diariamente. De los grupos estudiados, este tipo de perfil presentó la menor probabilidad de tener padres al co hól ic os . Bean y Kara si ev ic h (1975), Dono va n y colaboradores (1978 ), Lob er g (1981), Nerviano y coladoradores (1980) y Svanum y Dallas (1981), informaron otro tipo
198 O Uso e interpretación delMMPI-2 en español
(Capítulo
9)
de perfil que no fue identificado por Golsdtein y Linden (1969), el cual sugiere ps i co p at o l o g í a muy seria, ya que presenta puntuaciones T en el rango 80 a 100 en las escalas 8 y F, y con frecuencia las puntuaciones T se encuentran por arriba de T 70 en el resto de las escalas cl ín i ca s. A menudo se asignan di ag n ós t i co s de psicosi s a las personas con este perfil y es común que hayan tenido tratamiento psiquiátrico previo. Estos pacientes presentan pensamiento desordenado, afecto inapropiado y j u i c i o pobre, debido a su di fi cult ad para afrontar las demandas de su vida coti diana . Usualmente requieren ser internados para su tratamiento, debido a lo cual suele suceder que no respondan de manera adecuada a la psicoterapia tradicional y obtie¬ nen logros significativos con programas de tratamiento que se enfocan a problemas específicos y a desarrollar habilidades de enfrentamiento; a menudo se les prescri¬ ben medicamentos ps ic ot ró pi co s. Los alcohólicos con este tipo de perfil tienen un patrón de consumo diario fuerte, con problemas relacionados con el mismo, como pérdida de empleo, trata¬ miento psi qu iá tr ic o previo e historia familiar de alcoholismo (Nerviano, et al.,1980); tienden a iniciar el consumo de alcohol a edad temprana y con frecuencia son beligerantes durante la ingesta; además afirman tener severos problemas en sus relaciones co n amigos; muchos de estos pacientes vi ve n solos o son solt eros (Lo ber g, 1981). A s i mi s mo , muchos de ellos abus an de diversas drogas de manera sim ul tá nea (Svan um y Dal la s, 1981). En otra i nv es t ig ac ió n, Al f an o y colaboradores (1987), conform aron un sistema de cla si fi ca ci ón de seis tipos cl í ni co s usuales de una muestra de 150 pacientes al co hó li co s internos veteranos, utilizando el M M P I , dos estimaciones intelectua¬ les, dos estimaciones perceptuales y una clasificación de empleo. Los seis tipos encontrados se me ncionan a co nt in ua ci ón : A
1. Pasivo-dependiente, que corresponde al tipo de c ó d i g o 1-2-3 ^4 de Gilberstadt y Duke r (1965, cita do por Al fa no , et al., 1987), y es descrito como un al co hó li co ex pl íc it o intenso, que muestra pa t ol og ía de rasgo de ca rá ct er en el contex¬ to de dificultades neuróticas.
2. Bebedor imp uls ivo ; un tipo al co hól ic o co mú n, car acterizado por la el ev ac ió n de la escala 4, c o mú n m e n t e , con ausencia de la ma yo r í a de otros indic adores de o psi co pa gí a, en va angustia ci ón secundaria ento la lo escala 2. a lgunas ocasiones es ac o mp a ñ a d o de una ele¬ 3. Orgánico crónico; el perfil refleja un código 2-1, caracterizado principalmente por d ep r es i ó n, inq uietud, con ten si ón y angustia, que tiende a contraindicar la actuación (acting out). 4. Bebedor culpable; presenta elevaciones significativas en las escalas 7, 2 y 4, con énfasis en la primera de ellas, las cuales producen combinaciones 2 -4-7/ 2-7-4/4-2-7, comunes en poblacio nes al co hó li ca s. Son de scritos como ind iv i¬ duos con características de personalidad pasivo-agresiva, que sufren depre¬ sión, miedos, preocupación, tensión y ansiedad, fobias, etc. 5. Al egr e irreal; su tipo d e có di g o es 2-7-8 -4 con la escala 0 ta mb i én elevada, q ue representa un grado elevado de angustia subjetiva crónica (baja energía, depre-
Uso del MMPI-2 en la evaluación delalcoholismo O ¡99
sión, obsesiones, miedos, tensiones, ansiedad, etc.), así como una gran incapa cidad psicosocial. 6. Daño global, cuyo perfil fue, básicamente, 8-6-7 con elevaciones adicionales en las escalasa 1, 2, 4, 9, as y 3.que Este rf il , parecido ps icótmá ico.s pobres se encuentra en poblaciones lc oh ól ic hanpetenido historia salsociales y mayor severidad de las consecuencias del consumo; en este tipo los perfiles 8-6 paranoides no se inv al id an por la gran el ev aci ón de la escala F, y el 8-2-4 es un tipo de al co h ól ic o ex pl íc i t o; en el ca so de los perf iles 7-8/8-7 existe una nece¬ sidad explícita de relajarse con abuso de alcohol en el contexto de angustia psíquica notable con la concentración de problemas y una mayor dificultad con la in te ra cc ió n socia l y el ajuste sexual. Est a ti po lo gí a es bastante sim il ar a las encontradas en otros estudios de la literatura del M M P I que, igualmente, estudian las variables descriptivas de los tipos de al co hó l i co s . En 1996, Flore s y colaboradores realiz aron una in ve st ig ac ió n con el objetivo de presentar los tipos de código más frecuentes en hispanos culpables por conducir bajo los efectos del alcoho l y describir la re la ci ón entre variables so ci od em og rá f ic as clave y las escalas del M M P I - 2 . Lo s participantes del est udio fueron 60 hombres de habla hispana, descendientes de mexicanos, con una historia de alcohol srcina¬ da en la última etapa de la adolescencia, a quienes se les requirió participar en el programa de educación de alcohol para pacientes externos en Phoenix, Arizona. .Lo s autores encontraron tres tipos de c ó d i g o s m á s frecuentes en la muestra: 20 % *Üe los pacientes presentaron la escala 9 como pico de perfil; 20% obtuvieron un tipo de c ód i g o con la escala 8 apareada con las escalas 1,6,7 o 9; en tanto que 33 % presentaron un perfi l normativo o su bc lí ni co . En cuanto a las correlaciones de l as escalas del M M P I - 2 con las variables s o ci o de mo gr á f i ca s , los autores encontraron lo sigu iente: los pacientes que fueron criados en comunidades rurales, tendían a obtener mayores elevaciones en las es¬ calas L, Hs, S A U , IS O, M I E y D E L , cuando fueron comparados con los pacientes criados en ambientes urbanos en México. Por otra parte, quienes expresaron difi¬ cult ad con los valores sajones t en dían a obtener menores elevaciones en la escala K y mayores puntuaciones en A N S , O B S y D E P . Contr ario a lo que se esperaba, AM A C se en co nt r ó en la pu nt ua ci ón T 65 para todo el grupo, correspondiente a los falsos negativos.
ESCALASDE ALCOHOLISMO DESARROL LADAS EN EL MMPI En contraparte con lo anterior, se encuentra la técnica de análisis de los reactivos del M M P I para desarrollar nuev as escalas, entre las que se encuentra la escala de alcoholismo de Ma cA nd re w, que es una de las má s utilizad as en E U A desde su
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(Capítulo 9)
cr ea ci ón en 1965. Esta esc ala ha sido descrit a en el ca pí tu lo 7. Ad ici onal mente se han desarrollado otras escalas como las de Hampton (1953), de Holmes (1953), de Hoyt y Sedlacek (1958) y de Rosenberg (1972), citados por Holmes y colaborado¬ res (1982), quienes reportan que dichas escalas tienen validez cuestionable debido a que no son exactas para clasificar a personas alcohólicas y no alcohólicas, de modo que proponen la revisión de los puntos de corte sugeridos por los autores y afirman que el uso de estas escalas debe realizarse con precaución. Otra escala desarrollada con baseen los reactivos del MMPI es la In sti tu tionalized Chronic lc A oholi c Sca le (ICAS; Escala de Alcohólicos Crónicos Institucionalizados), con la cual Colligan y colaboradores (1988) realizaron una inve stig aci ón en la q ue se de ter min ó que, a pesar de que most ró una propo rci ón de cl as if ic aci ón corr ecta entre hombres y mujeres alc oh ól ic os y no al co hó li co s , sus coeficientes de confiabilidad son demasiado bajos, por lo que su utilidad es cues¬ tionable. MacAndrew desarrolló la Su bst ance A bu se Pro cl ivi ty (SAP, escala de Inclina ci ón de Ab us o de Sustancias; Mac An dr ew , 1986); esta escala fue util iza da como instrumento de comparación en el estudio de Weed y colaboradores (1992), en el que se desarrollaron las escalas de Predisposición a problemas con las adicciones ( P P A) y de Reconoci mient o de las adicciones ( R A ) , las cuales ya han sido descritas en el capítulo 7. En 1991, Davis y colaboradores desarrollaro n l a escala Com m on L ogi st icAl¬ utilizando un análisis de regresión logís¬ cohol (CAL; Alcohol Logística Común), tica para seleccionar 33 reactiv os del M M P I , mismos q ue conformaron la escala, la cual demostró un nivel de sensibilidad de 90% con un nivel de especificidad de 90 a 96%, cuando se compararon muestras de contraste. Tales resultados comprueban la utilidad de la escala como instrumento de tamizaje o evaluación de pacientes alcohólicos de la población. Más recientemente se desarrolló la Com m on Logis tic A lcohol-R evised (CAL-R; Malinchoc, et al,1994) y, al igual que en la escala ori gin al, se rea li zó un an ál is is de re gr es ió n lo gí st ic a para calcular lo s pesos de los 27 reactivos del M M P I - 2 que pe rt en ec ía n a la escala ori gina l y que no fueron omitidos en el proceso de r e es t an da r i za ci ó n del instrumento. Dic ho s reactiv os tienen la ca¬ pacidad de predecir alcoholismo obteniendo un buen nivel de sensibilidad (92 y 91% para mujeres y varones, respectivamente) y especificidad (95 y 88% para mujeres y hombres, respectivamente), por lo que puede ser un instrumento de valo¬ ración confiable para evaluar alcoholismo entre la población general. En México, Batalla (1982) desarrolló la escala Adicional de Alcoholismo ba¬ sada en los reactivos del M M P I ori gi na l, sin embargo, no hay estudios adicionales que demuestren su uti lid ad en la ev a l ua c ió n de pacientes al co hó li co s mexicanos en la pr ác ti ca clí ni ca , ad em ás de qu e los reactivos corresponden a la primera ve rs ió n del in strumento, lo cual p uede limi tar su int er pr et ac ió n. No obstante el gran número de escalas de alcoholismo desarrolladas a partir del grupo de reactivos del M M P I y del M M P I - 2 , la má s utilizada es la de Alco ho¬ lis mo de Mac An dr ew y, desde la r ee st an da ri za ci ón del inventa rio, se han hecho diversos estudios con ell a y con las escalas adicionales de P P A y R A .
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 201
ESC ALA DE ALC OH OLI SM O DE MACANDREW
A partir de su apari ció n, la escala de alc oholismo de MacA ndr ew ( A - M A C ) ha sido objeto de estudio en diversas inves tigaciones: inicialment e Ma c An dr e w sug ir ió utilizar un puntaje de corte de 24, para hombres, mientras que para las mujeres sugirió uno de 22, el cual indica abuso potencial de alcohol. Las investigaciones realizadas proponen que un puntaje elevado en A-MAC se asocia con problemas de a di cc i ón , como abuso de drogas y riesgo pa t o l ó g i c o, pero no es útil para diferen¬ ciar entre el abuso de alcohol y el de otras drogas. Sin embargo, muchos estudios sugieren que la escala no di sc ri mi na a ind ivi duos a l c oh ó l i c os de quienes no lo son, de tal manera que no se le puede considerar como una escala de tamizaje o de filtro efectiva debido a que evalúa rasgos de personalidad de personas que pueden pre¬ sentar adicciones al alcohol u otras sustancias. En 1979, Ma cA nd re w re al iz ó una re co pi l ac ió n de los estudios previos sobre la escala A-MAC, logrando hacer un resumen analítico que sirve de apoyo para docu¬ mentar la existencia de dos tipos caracterológicos fundamentalmente diferentes dentro de las diversas muestras de varones que abusan de sustancias, con estos datos resaltó las diferencias entre estos dos tipos y demostró que su existencia es
independiente de la edad. ocurre El autorcomo conc una luyetendencia que uno deo los c a ren a caproximada¬ terológicos, que es el más frecuente, "entipos pleno" mente 85 % de los caso s. Lo s miembros de e ste tipo son fá ci lm en te dis tingui bles de los pacientes externos psiquiátricos que no abusan de sustancias; a este primer grupo le ll am a "Abusadores de sust ancias pri ma ri os " que, de acuerdo con el conte¬ nido de los reactivos con los que se diferencia, se sugiere que sufren de un desorden de carácter. El segundo tipo, los "Abusadores de sustancias secundarios", es el menos frecuente (se ha encontrado presente como una tendencia o "en pleno", en aproximadamente 15% de los casos) y se distingue de los pacientes ps i qui á t r i cos que no presentan este abuso, sólo por su mayor propensión a tomar grandes canti¬ dades de al co ho l. MacAndrew sugiere que, debido a las diferencias fundamentales entre estos dos tipos, se considere su exis tenc ia en el di s eñ o de futuras investigac iones, ya que el no hacerlo po dr ía producir u na "inf la ci ón " innece saria del rango de error. As i ¬ mismo, sugiere considerar las características de ambos tipos de individuos para adaptar la terapia hacia aspectos más específicos que los síntomas presentes. El autor concluye que, dado que los tipos de abusadores no presentan características exclusivas de abuso de sustancia solamente, A-MAC no es específica de abuso de sustancias, sino que parece medir algo cercanamente parecido a la sociopatía o "p si co pa t í a secundaria", en el sentido sugerido por Eyse nck. Pfost y colaboradores (1984) investigaron la re la ci ón de la escala A - M A C con el tipo de personalidad y el niv el de angustia emoc ion al , correlaci onando la s pun¬ tuaci ones de A - M A C con el tipo de perfil derivado y la ele vac ión media de las escalas del M M P I . De acuerdo con los anál is is est ad ís t ic os realizados, lo s autores describie ron tres perfiles bá s i co s de personalidad: 1) tipo I: soli tario s, sensitivos, inseguros (escalas 1 y 2 como pi co de perf il ); 2) tipo II: temperamentales, violentos.
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superiores (escalas F - K , 4 y 9 com o pi co de perf il ); 3) tipo III: abiertos, obstinados, quis quil loso s (escalas K, 3 y 4 como pi co de perf il). Un total de 35 de los 38 participantes de la muestra (92%) pudo ser clasificado por sus cargas factoriales, de acuerdo con uno de estos tres perfiles; 31 de los 38 tuvieron una puntuación mayor o igual a 24. Las elevaciones de las escalas del M M P I de esta muestra indi car on un ni ve l moderadamente alto de angustia p s i c ol ó gica, como se refleja en la puntuación T media de 61.9 (DE 8.0). La puntuación T medi a para las escalas de va li dez y cl í ni c as produjo puntuaciones má s altas para las escalas 2 y 4, respectivamente. El ni ve l de angu stia ps i c ol óg i c a , medi da por las puntuaciones T del M M P I promedio de cada indi vidu o, no cor re la ci on ó con las puntuaciones A-M AC . L os autoresconcluyeron que las puntuaciones A-MAC estaban relacionadas con el tipo de personalidad. La s personas con perfiles M M P I tipific ados por altas puntuaciones en las escalas F - K , 4 y 9 parecen tener relativamente a ltas puntuac io nesA-MAC. Por otra parte, el tipo II de personalidad parece corresponder al carác ter "alcohólico primario" de MacAndrew, cuyas características incluyen rápida y fuerte excitación emocional y orientación a la búsqueda de gratificación hacia el mundo ( Ma cA nd r ew , 1981, citado en Pfost et ai, 1984). La tasa alta de falsos positivos obtenida cuando la A-MAC es usada con algunas poblaciones de trata miento puede ser resultado de la relación entrelas puntuaciones A-MAC y el perfil tipo II de personalidad obtenido en este estudio. Por su parte. Alien (1991) sugiere que la escala A-MAC puede distinguir dos subtipos significativamente diferentes de dependencia a las drogas, basados en las diferencias entre los rasgos de la personalidad observados en los perfiles ob¬ tenidos. En el estudio de Wa s y l i w y colaborad ores (1993) se e x a m i n ó el efecto de la pr ed i sp os ic ió n de la r espuesta en una muestra cl ín ic a de de lincuentes y la utili dad de la A-MAC para predecir abuso de alcohol. Lo s autorespartieron de la idea de que los indiv iduo s con problemas legales tienen una mo t i va ci ón ex t r í ns ec a sustan ci al par a distor siona r la existencia o ext en si ón de ps i co pa t ol og ía . En este estudio participaron 63 pacientes delincuentes masculinos, de raza blanca, de tres grupos: a) criminales en proceso evaluados con cordura al momento de su ataque (n = 23), b) pacientes internos, internados voluntariamente, encontrados no culpables por razones de locura (n = 7), e c) individuos acusados de conducta sexual desviada o ile gal ( n = 33). De ell os, 31 t uvieron hist ori a posi tiv a de alcoh ol o drogas (grupo de alc ohol p osit ivo) y 32 tuviero n histori a negativa de alc oho l o drogas (grupo de alcohol negativo). La muestra se clasificó en grupos, de acuerdo con los criterios recomendados por Greene (19 91, citad o en Was yl i w, etai, 1993), de ca te gor ía s de pr ed is pos ic ió n de la respuesta, el grupo evidentemente exagerado, el claramente minimizado, y el e qu í vo co o no exag erado/minimizado , utili zando la s escalas F, K, L, D s - R (escala de Di si mu lo de Gough-Revisada; Goug h, 1954, 1957a, citado en Was yl iw , et al., 1993); Mp ("fingimiento positivo de enfermedad"; Cofer, et al., 1949, citado en Wasyliw, et al., 1993); el ín di ce F - K de Goug h (1950, 1957b, citado en Was yl i w, et
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ai, 1993); y la suma de puntuaciones T de la subescala Ob vi o menos S ut il o í nd i ce O- S (Greene, 1991; Wien er , 1948, citados en Wasyl iw, etal, 1993). Los autores compararon la efectividad y exactitud de tres diferentes puntos de corte de laescala A-MAC (27,25 y 24) con el reactivo 215, que indag a directamen¬ te sobre el uso de sustancias, encontrando: a) que el punto de corte óp t i m o de la escala A - M A C es de 25, el cual cl asi fi có de manera correcta 62% de los casos, y no fue mejor que la encuesta direc ta (reactivo 215 "He bebidoWalcohol con exceso"), existen posibles ventajas de la primera sobre la se¬ A-MAC gunda, si seutiliza el punto de corte de 24 la se vuelve más sensible queel reactivo 215, en tantoque siseutiliza el punto de corte de 27, laA-MAC es más específica. En cuanto a la relación d e las puntuacionesA-MAC con lasmedidas de vali dez d el M M P I , se enco ntraro n correlaci ones signif icat ivas, p ara el grupo de alcohol positivo, entrelas puntuacionesA-MAC y lasescalas K y Ds-R, y corre laciones casi signi fica tiva s con los í n di c e s F - K y O- S ; en otras palabr as, se corre laciona ron negativamente con medidas de mi n i m i z a c i ó n y positiv amente con medidas de exageración; por otra parte, para el grupo de alcohol negativo no se encontró relación significativa. Los resultados anteriores sugieren que es factible que la gente con historias de b) a pesar de qu e laA-MAC
abuso hol tengan r acdel te M r í stMi ca personalidad que elevan lastendencia puntuacio¬ nes dede lasalco escalas de valica dez P sI de , así como qu e posean mayor a exagerar psicopatología. Los autores sugieren que cuando se observa que los pa¬ cientes con bajas puntuaciones A-MAC minimizan su psicopatología en elMMPI, se debe ejercer may or cuidado al categorizarlos com o ind ivi duos sin hist oria de abuso de sustancias.
ESCALAS DE PREDISPOSICIÓN A PROBLEMAS CON LAS ADICCIONES Y DE RECONOCIMIENTO DE LAS ADICCIONES En 1992, Weed y colaboradores reportaron la in t r od ucción de las nuevas escalas de adicciones del M M P I - 2 : la de Pre di spo si ci ón a problemas con las adicciones (PP A) y la de Reconocimiento de las adicciones ( R A ) , con el objetivo de evaluar la consisten cia interna de ambas escalas. A todos los participantes se les aplicó la forma AE X del M M P I , de 704 reactivos, misma que fue utilizada en la reestandarizaci ón del instru mento. Se califica ron, ad e má s las escalas de Ma cA nd re w y la S A P (M ac And re w, 1986, citado por Weed, et al., 1992) con el objetivo de compararlas con las escalas nuevas. Los resultados obtenidos indican que: a) laescala A-MAC presenta puntua ciones má s elevadas en las mujeres de la muestra ps iqu iát rica ; b) la escala S A P muestra puntuaciones sustancialmente elevadas en la muestra ps iqu i átri ca en ambos gé ne r o s ; c) l a escala RA es un tanto m á s efectiva que la P P A en la di sc r i mi na c i ón de los individuos de las muestras normativa y de abuso de sustancias. Cua ndo la P P A es incluida con la RA en una correlación múltiple, el nivel de asociación se incrementa
de manera considerable, aunque no discriminan entre los individuos de la muestra
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(Cap itu lo
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ps iq ui át ri ca y de abuso de sustancias. L os investigadores conc lu yen que ambas esca¬ las tienen utili dad potencia l evaluando abuso de sustancias con el M M P I - 2 . En su in ve st ig ac ió n, Svanu m y Ehrmann ( 1992) identifi caron las caract erí sti ¬ cas de personalidad de dos grupos apareados de pacientes alcohólicos cuyas pun¬ tuaciones en la escala A-MAC estuvieron por arriba del punto de corte y por debajo del mismo (verdaderos positivos y falsos negativos, respectivamente). Los grupos fueron clasificados co mo al co hó l ic os tipo I y tipo I I, los prim eros se ca racteriza ron por inicio del consumo después de los 25 años y sin consecuencias legales por el mismo; en tanto que el segundo tuvo un inicio del consumo temprano (antes de los 25 años), con conductas beligerantes mientras están bebiendo y consecuencias le¬ gales o sociales relacionadas con el consumo. Todos los participantes tuvieron un nivel de dependencia al alcohol de sustancial a severo. Los pacientes del grupo con bajas puntuaciones en A-MAC presentaron una med ia de 19.6 en dic ha escala, y quienes arrojaron altas puntuaciones en A-M AC obtuvieron una media de 31.3. Los resultados indicaron que los pacientes con altas puntuaciones en A - M A C fueron má s jóve ne s, con un niv el educativo menor y con mayo r pro bab il ida d de presentar un si gni fi cat ivo uso de otras su stancias jun to con el consumo de alcohol. Los tipos de código encontrados fueron el 2-4 para los y el 4-9 para los altos A-MAC, bajosA-MAC característico de personas que pre¬ sentan conducta antisocial y son impulsivas, imprudentes, que manifiestan una conducta dirigida a la búsqueda de sensaciones y experimentan conflictos con los límites y la sociedad; además, este tipo de código predice un decremento en el control de la conducta, por lo que se incrementa el comportamiento precipitado y poco planeado. En cuanto a las escalas de contenido de Wiggins los alcohólicos altos A-M AC se caracterizaron por tener elevados niveles de ho sti lid ad, c onf lic to con la autoridad, rel igi osi dad y en er gí a evaluadas por las escalas de Host il id ad manifiesta. Conf li ct o con la autoridad, Funda mentalis mo religioso e Hi po ma ní a; a de má s se enc on tr ó que puntuaciones bajas en la escala de Desadaptación social fueron consistentes con calificaciones bajas en la escala 0, lo que sugiere alta sociabilidad entre los Este tipo de alcohólicos presentó un patrón de consumo alcohólicos altos A-MAC. con mayor tendencia al consumo social, más que solitario, ingesta para autoenaltecimiento, altos niveles de beligerancia mientras están bebiendo, uso más fre¬ cuente y fuerte de múltiples sustancias, y un mayor grado de problemas legales relacionados con el consu mo. La cl as if ic aci ón de los al co hó li co s de acuerdo con la tipología propuesta por Cloninger y colaboradores (1981, citadoAor Svanum y Ehrmann. 1992) fue significativa y sustancial, siendo los bajos A-MAC quienes tuvieron mayor probabilidad de s er clasificad os como tipo I y los altos A - M A C como tipo II. En otro estudio, Svanum y colaboradores (1994) evaluaron la validez de las tres escalas de abuso de sustancias, a saber, A- MA C, P P A y R A , en 308 estudiantes universitarios de ambos sexos, quienes contestaron el instrumento y la Diagn ost ic Interview Schedu le (DIS, escala de Entrevista diagnóstica; Robins, et a i, 1981; citado en Svanum, et ai, 1994). L os resultados muestran que l a A-MAC y la PPA
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tuvie ron una relaci ón ale no sign ifi cat iva a endeble co n dependencia de sustancias, de acuerdo con la de fi ni ci ón del D S M - I I I - R ; mientras que la RA tuvo una habi lid ad moderada para identif icar a los in di vi duo s diagnosticados con trast orno de uso de sustancias, e al coh ol islamo. resultados resaltan superio de lasprincipalment escalas directas, como R AEstos , sobre las sutiles, comolalarelati P P Ava y A-MA C, ridad al detectar dependencia de sustancias. Por otra parte, evaluaron la sensibilidad de las escalas de adicc iones para diagnos ticar de manera adecuada a las personas al c o h ó licas, para lo cual utilizaron las curvas características de operación del receptor (ROC, por sus siglas en inglés). L os inves tigad ores concl uyen qu e la curva R O C de l a escala RA ref lejó una modesta capacidad para detectar personas dependientes de sustancias: el punto de corte de T 59 presenta una adecuada sensibilidad (.73), manteniendo una adecuada proporción de falsos positivos (.24). Con respecto a las escalas A-MAC y PPA, la gráf ica R O C indica qu e poseen un poder de di sc ri mi na ci ón inefi cien te, siendo A-MAC la que tiene una sensibilidad menor. Los investigadores concluyen que la escala RA es la más útil para diagnosticar abuso de sustancias, a pesar de que su grado de exa ctitud predi ctiv a es modesta en co m p a r a c i ó n con otras escalas, como la Prueba de Al co ho li sm o de Mic hi ga n (Selzer, 1971, citado por Svanum, et al., 1994). Sawrie y colaboradores (199 6), por o tra parte, evaluaron la vali de z de la P P A del M M P I - 2 , en dos muestras, la primera estu vo constituida de 26 4 pacientes alco¬ hó l ic os en trat amiento y la segunda de 456 pacientes ps i qu i á t r i c os . C o n las res¬ puestas a los 39 reactivos de la escala se l le vó a cabo un an ál i si s factoria l de com¬ ponentes principales con ro ta ci ón varim ax. D e l aná li si s surg ieron ci nco factores que exp li ca ro n 30 % de la var ia nza tota l; los nombres de los fac tores se determina¬ ron de acuerdo con sus componentes cualitativos y cuantitativos, y fueron consis¬ tentes entre las muestras; los nombres son: Satisfacción/insatisfacción consigo mismo. Impotencia/falta de autoeficacia, Actuación antisocial. Agitación y Toma de riesgo/imprudencia. Stein y colab orado res (1 999) examinaron la uti lid ad del M M P I - 2 para diag¬ nosticar problemas de abuso de sustancias en pacientes que acuden a un centro de salud mental, especialmente evaluaron la efectivi dad de las e scalas de adicci ones A-MAC, PPA y R A . L a muestra estuvo cons tit uid a de 500 mujeres y 333 hombres cuyo perfi l del MM P I - 2 fue vál ido , a quienes se les as ign ó a 1 de 4 grupos con base en la cl as if ic ac ió n del uso de sustancias como alc oho l, marihuana, co ca í na y otras sustancias, los grupos fueron: "n i n gú n uso", " al gú n uso", "posi ble abuso" y "abuso definitivo". Los resultados del análisis de varianza muestran diferencias significa¬ tivas entre los grupos, en ambos sexos, en las escalas de adicciones; por otra parte, hubo una modesta correlación positiva entrelas escalas A-MAC, PPA y R A , al igu al que con la cl as if i ca ci ón de abuso de sustancias. Un análisi s de re gre si ón je rá rq ui ca ind icó que l a escala RA adic io nó varianza y PPA. Con respecto al análisis de exactitud de la predictiva a las escalas A-MAC cl as if ic ac ió n, los re sultados indi can que para a mbos gé ne r o s, un punto de corte de 28 en la escala A - M A C , proporciona la clasifi cación de exactitud total más elevada.
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ya que obtuv o 1 00% en la especif ici dad y el p oder pre dict ivo posi ti vo, aunque la se ns ib il id ad fue pobre; en la esca la R A , el punto de corte má s adecuado para obte¬ ner la clasificación más elevada fue de T 65 para las mujeres y de T 60 para los hombres; el punto de corte que pro porc iona la cl as i fi ca ci ón de exactitud total má s elevada para la escala P P A es T 60 y T 65 para mujeres y varones, respectivamente. L os autores concl uyen qu e las escalas de adicciones del M M P I - 2 tienen nulidad práctica en la evaluación de conductas de abuso de sustancias en la práctica clínica —en esp ecial la R A , puesto que es u na escala ob vi a—; las e scalas P P A y R A , son út il es pues proporci onan i nf or ma ci ón relevante para diagnosticar problemas de abuso de sustancias en instituciones de salud de consulta externa. Rouse y colaboradores (1999) re ali zar on un estudio cuy o objetivo fue evaluar la efectividad de las escalas de adicciones del M M P I - 2 en la ev al uaci ón de una muestra que i nc l uy ó a pacientes de varios ps icoterapeutas dedicado s a la pr á ct ic a privad a o de un centro de salud mental . La muestra estuvo cons tit uida de 271 mujeres y 189 hom¬ bres, quienes fueron in cl ui do s en dos grupos, de acuerdo con el di a g nós t i c o dado por el terapeuta (abusadores de sustancias y no abusadores). Los resultados indican di¬ ferencias e s t a dí s t i c a m en t e significa tivas entre las medias de los grupos en las tres escalas, por lo que suministran in fo rm ac ió n valiosa en el dia gn ós ti co de ab uso de sustancias; no obstante, la P P A produjo un moderado t a m a ñ o del efecto, debido a que parece estar rela cionada c on angustia ps i c ol ógi ca y no es tan efectiva en la diferen¬ ciación entre quienes abusan de sustancias y aquellos que no lo hacen. Por otra parte, el análisis de clasificación de la exactitud del sistema diagnóstico de las escalas de adicciones mostró que son dispositivos de evaluación efectivos, ya que identifican de una manera prec isa a los verdaderos pos it ivo s. L os autores co nc lu ye n que puede esperarse que la esca la P P A sea m á s efectiva, aunque no proporcione más información discriminativa que las escalasA-MAC y RA , en otros ambientes, ya que parece estar relacionada con afectos negativos y angustia emocional, como tensión, preocupación y autocrítica obsesiva, por lo que puede considerarse c om o un ind ic ad or de conductas de riesgo de abus o de sustancias pro¬ ducido por la angustia psicológ ica. Además , las escalas A-MAC y R A pueden iden¬ tif ica r problemas de ab uso de sustancias en la p r á c t i c a privada , siendo RA la q ue proporciona la mejor discriminación entre aquellos que abusan de sustancias y quienes no lo hacen.
ESCALASDE ABUSO DE SUSTANCIAS EN MÉXICO En M é x i c o fue necesario evalu ar la efec tiv ida d de las escalas de abuso de sustan¬ cias del MMPI-2 (A-MAC, PPA y RA), como parte del proceso de validación, ada pta ci ón y est and ar iz aci ón del MM P I - 2 para este país. As í que se rea liz ó un
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estudio ( Leó n, 1999) cuyos objetivos fueron determinar la consist encia, exactitud diagnóstica y efectividad de dichas escalas en la elaboración del diagnóstico de pacientes a lc ohó li co s mexican os, el cual per mi ti ó comprobar que el M M P I - 2 eva¬ lúa rasgos de personalidad de individuos alcohólicos de esta población, ya que tiene una adecuada validez y consistencia interna, además de que discrimina entre dos muestras diferentes (alcohólicos y no alcohólicos). Asimismo, es posible ela¬ borar un diagnóstico diferencial preciso de individuos alcohólicos utilizando el M M P I - 2 , mismo que propo rciona in for mac ió n indispensable para la pla ne ac ió n de un tratamiento específico de acuerdo con el tipo de alcohólico y de los indicadores que contribuyen o frenan el proceso de tratamiento. Las escalas A-MAC, PPA y R A incluidas en el MMPI-2 (León y Lucio, 1998) tienen utilid ad prá ct ic a importante, tanto en la cl íni ca como en la in ves ti ga ci ón, para identific ar rasgos de personalidad de individuos a lc ohó li co s en co mp a ra ci ón con quienes no lo son, de manera que permiten realizar un diagnóstico más preciso. Dichas escalas mostraron sensibilidad y confiabilidad en las muestras mexicanas estudiadas, así como similitud en los resultados obtenidos en otros estudios con muestras culturalmente diferentes, lo cual demuestra las propiedades psicométricas en estudios transculturales. Los losque análisis factoriales de con las structo escalasy sensi de abuso depara sustancias del M M Presultados I - 2 indicaderon muestran vali dez de bilidad i den¬ tificar y evaluar a personas con problemas de abuso de sustancias, específicamente alcoholismo , en la pob la ci ón mexica na (L eón y Lu ci o, 1999), a co nt in ua ci ón se presentan dichos resultados. En la muestra de individuos alcohólicos, los factores de la escala A-MAC se conformaron de la siguiente forma, con sus respectivas cargas factoriales:
Factor Factor Factor Factor Factor Factor
1 2 3 4 5 6
Total de la varianza explicada Conducta antisocial Alteraciones en el funcionamiento corporal Conducta de riesgo Personalidad extrovertida Daño cognoscitivo Psicopatología
33.4 % 11.5 % 5.4% 4.6% 4.3 % 3.9% 3.7%
La s cargas correspondientes a cada factor de la escala P P A para el grupo de sujetos alcohólicos fue distribuida de la siguiente manera:
Factor Factor Factor Factor Factor Factor
1 2 3 4 5 6
Total de la varianza explicada Satis facci ón/insat isfac ción cons igo mismo Acting out
Egocentrismo Ineficiencia Actitudes hacia el tratamiento Conductas de riesgo
36.6 % 10.5 % 6.8% 5.7% 4.7% 4.6% 4.2%
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(Capítulo 9)
Lo s resultados del a ná li sis fact orial de la escala R A , arrojaron tres factores para la muestra de alcohólicos mexicanos, las cargas de los factores y sus nombres son:
Fact or 1 Factor 2 Factor 3
Total de la varianza explicada Reco noc imi ent o de consumo de alc oho l Reconocimiento de consumo de drogas Act itude s haci a el tratamiento
41.6% 16.4 % 14.6 % 10.6 %
C o n respecto a la escala R A , se re al izó un segundo an ál is is , en el cual no se espe¬ cificó número de factores; los resultados muestran que los reactivos se agruparon en cuatro factores que se presentan a continuación:
Facto r 1 Facto r 2 Facto r 3 Factor 4
Tot al de la varia nza expl ica da Reco noc imi ent o de consumo de alc oho l Reco noc imi ent o de consumo de drogas Reco noc imi ent o de dependencia al alc oho l o drogas Act itudes negativas hacia el tratamiento
50.9 % 16.4 % 14.6 % 10.6 % 9.3 %
Tales resultados indican que estas escalas tienen un funcionamiento similar al ob¬ servado con muestras estadounidenses (Weed,et ai, 1994; Sawrie, et ai, 1996), a pesar de que no comparten las mismas características, probablemente debido a las diferencias culturales, es decir, los reactivos se agrupan de manera diferente entre los factores, aunque hay algunas concordancias (León y L u c i o , 1999; León, 1999).
PUNTUACIONES DE CORTE PARA LA POBLACIÓN MEXICANA En cuanto a la ev al ua ci ón de la exacti tud dia gn ós ti ca , al definir un punto de corte adecuado para tales escalas, es posible identificar de manera correcta a quienes presentan rasgos de personalidad típicos de individuos alcohólicos o con conduc¬ tas adictivas, para lo cual es necesario un análisis de la sensibilidad y especificidad de las escalas en cuestión, utilizando la Teoría de la detección de señales diseñada por Gree n y Swets en 1966 (citados en Ega n, 1975) o la Te or ía de la ele cc ión desarrollada por Lu ce (1959, 1963a; citado en Ma c m i l l a n y Creel man, 1991) y las curvas R O C (Swets, 1988). De acuerdo con este procedimiento estadístico para determinar la exactitud de la medida, Berry (1996) define como punto de cortea la puntuación en la cual, o arriba de la cual, el signo de prueba es positivo y debajo de la cual el signo de prueba es negativo. La sensibilidad es el porcentaje de aquellos participantes con la condición que tienen un signo de prueba positivo; en tanto que la especifi¬ cidad es el porcentaje de aquellas personas sin la condición que tienen un signo
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de prueba negativo. El poder predictivo positivo es el porcentaje de aquellos ind ivid uos con signo de prueba posi tivo qu e tienen la co nd i ci ón y el poder pre dictivo negativoes el porcentaje de aquellos con signo de prueba negativo que no tienen prevalenciaes el porcentaje de la muestra que tiene lalacocondición; nd ic i ón . finalmente, la E l análisis estadístico proporcionó los siguientes resultados, para la A-M AC, se observó que el punto de corte de 24 tiende a ser el más idóneo para obtener un adecuado niv el de sens ibil idad (74%) y especifi cidad (71 %) , con un poder predictiv o posit ivo de 71 % y poder predictivo negat ivo de 72%; lo qu e permite un di a gn ó s t i co más preciso de individuos alcohólicos considerando un porcentaje de prevalencia de 50%. Este punto de corte proporciona un parámetro para determinar si existen tipos de alcohólicos en nuestra población; no obstante, puede variar dependiendo de los objetivos del profesional usuario de la escala, de acuerdo con el porcentaje de prevalencia, y si se des ea mayor especificidad o mayor sensi bili dad. C o n respecto a la P P A , se e s t a b l ec i ó el punto de corte de 22 para obtener un nivel adecuado de sensibilidad (81%) y especificidad (74%), con un poder predi ct iv o pos iti vo de 75 % y un poder pred icti vo negativo de 8 0% que permite diag nosticar, junto con la escala A-MAC, a quienes tienen tendencia a las adicciones. A l igual que en la escala A-MAC, es factible utilizar diversos puntos de corte, de acuerdo con la preva lenci a y los objet ivos del cl í n i co o invest igador que ut il ic e el instrumento. Para la escala R A , el punto de corte 4 proporcion a un niv el de sen sibi lidad de 88%, especifici dad de 8 6%, poder predic tivo po sit ivo de 86% y po der predic tivo negativo de 87%; debi do a que esta escala es tá formada por 13 reactivos cu yo contenido evalúa directamente el consumo de alcohol y otras sustancias.
OTROS ANÁ LI SI S E STADÍSTICOS
CON LAS ESC ALASDE ABUSO DE ST SU ANCIAS EN LA POBLACIÓN MEXICANA Adicionalmente, se reali zó un análisi s de varianza multivariado ( M A N O V A ) para determinar diferencias entre aquellos que obtuvieron una puntuación igual o ma¬ yor al punto de corte de 24 en A-MAC, y quienes arrojaron unapuntuación menor a dicho punto de corte; este análisis tuvo como finalidad determinar si existen ca ra ct er ís ti ca s de person alida d que permitan diferenciar a dos tipos de al co hó li co s en la po b l a c i ó n mexicana, comparando tales resultados con los obtenid os por Ba¬ bor y colaboradores (1994). Con base en este análisis se observaron diferencias significativas para las esca¬ las básicas, de contenido y suplementarias entre los individuos con puntuaciones
210 O Uso e interpretación del MMPl-2 en español
(Capítulo
9)
altas y bajas en laA-MAC: los pacientes con bajas puntuaciones en A-MAC, mues tran elevaciones mayores en l as escalas F, Is, IS O, R, Rs y G F ; mientras aquellos con altas puntuaciones en A-MAC
presentan elevaciones may ores en K , Pa, M a ,
OB S, D E L , EN J, CI N , PAS, PT A, F A M , EP K , Fp, PPA y R A . Tales diferencias son
de esperarse, principalmente, en las escalas de adicciones, lo cual indica mayor deterioro en los pacientes con elevadas puntuaciones en A-MAC, quienes se carac¬ terizan por ser má s imp ul si vos , con má s problemas con su fa mi li a o con la autori¬ dad, y sí nt om as ps iq ui át ri co s (p. ej., alucin aciones o deli rios posiblemente relacio ¬ nados con el síndrome de abstinencia); por su parte, los pacientes con puntuaciones menores en A-MAC se caracterizan por ser más aislados, introvertidos y con un mayor control sobre su conducta. Otro análisis estadístico realizado tuvo como objetivo determinar las dife¬ rencias entre el patrón de consumo y problemas relacionados con el mismo, el cual se b a s ó en la in fo rm ac ió n proporcionada por un cuestiona rio di s eñ a do espe¬ cialmente para evaluar estas variables, basado en la Encuesta Nacional de Adicciones (Medina-Mor a, e t al., 1991, citado en Me d in a- Mo r a, 1994) y la E n trevist a Dia gn ós ti ca Compu esta Inte rnacional (CI DI , Cottler, et al., 1990). Los resultados obtenidos indican que la edad de inicio del consumo para los pacien¬ tes con puntuación menor al punto de corte en la escala A-MAC es de 29 años, en tanto que para quienes obtienen una puntuación igual o mayor al punto de corte, la media es de 24.5 años.
De acuerdo con estos resultados, el tipo de alcohólico cuya puntuación en la escala A-MAC es menor al punto de corte, no consume otrassustancias de la mis¬ ma forma en que la consume el otro tipo de al c oh ó l i co ; las sus tancias má s util iza ¬ das son tranquilizantes y marihuana o hachís. Adicionalmente, el primer tipo no manifestó haber presentado conductas antisociales tempranas, mientras que el se¬ gundo af irm ó haberlas tenido antes de los 15 a ñ os de edad. Es notorio el hecho de que el grupo de altos A - M A C inform an un mayor n úm er o de problemas escolares y familiares, conductas de riesgo, problemas de memoria y sensación de ser eva¬ luados por los de má s . Finalmente, se re al iz ó un an ál is is de cor re la ci ón r de Spearman entre las varia bles sín to ma del cuestion ario de alcoh ol y las escalas del M M P I - 2 , para los dos tipos de alcohólicos, para el grupo de bajosA-MAC, las correlaciones más eleva¬ das se observan de la siguiente forma: la escala Dp con consumo continuo; K con consumo en grandes cantidades; H s, Hi y Es con di fi cul ta d para contro lar el consu¬ mo: Hi con necesidad de incrementar el consumo; y Es con síndrome de abstinen¬ cia . Para las escalas de contenido, A N S , E N J , D T R y R T R con consumo en grandes cantidades; S A U con dificultad para controlar el consumo, y A N S , P T A y R T R con síndrome de abstinencia. Finalmente, para las escalas suplementarias las asocia¬ ciones m á s elevadas son entre E P K y consum o continuo. A, Do , Dpr , E P K y EP S con consumo en grandes cantidades, y Dpr y Fp con síndrome de abstinencia. Para el grupo de altos A-MAC, las correlaciones para las escalas básicas son moderadas, principalment e entre Hs , Es e Is co n consumo conti nuo; Mf con dis mi¬ nución de actividades; Pt con necesidad de incrementar el consumo; Pa y Pt con
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholismo O 211
in t ox i ca ci ón frecuente o pelig rosa, y Hs con s í n d r o me de abstine ncia. Para la s es¬ calas de contenido, ig ualmente moderadas. S A U , E N J y IS O se vincul aro n con consumo continuo, y S A U con s í nd r om e de abstinencia. Finalmente, para las esca¬ las lascon asociaciones moderadamente elevadas se encuentran entre Dpr,suplementarias, E P K , EP S y RA consu mo continu o. Es necesario resaltar que los coeficientes de correlación para el grupo de bajos a pesar de que es un grupo pequeño, muestra mayores asociaciones que el A-MAC, de altosA-MAC de esteestudio. De estemodo, los tipos de alcohólicos difieren en ca ra ct er ís ti ca s de personalidad , patrones de consumo y variables soc io de mo gr áf i ca s, con lo que se observa una gran similitud entre dichos tipos y los propuestos por Babo r y colaboradores (1992). Tales car ac t er ís t ic as son las siguientes: •
•
Ti po A (bajos Ma cA nd r ew ) : edad de in ic io del consumo ta rd ía , dependen¬ cia menos grave, pocas consecuencias físicas y sociales relacionadas con el consumo de alcohol y dificultades menores en las áreas de salud, laboral y familiar. Con respecto a sus rasgos de personalidad, tienen mejores re¬ cursos para enfrentarse a las dificultades de su vida, mayor tendencia a deprimirse y presentar problemas de salud, así como a aislarse de los de¬ má s y ser m á s introvertidos; a d e m á s , poseen mayor control de sus impul¬ sos agresivos y son más responsables de sus conductas. Ti po B (altos Ma cAn dr ew) : edad de in ic io del consumo temprana, mayor gravedad de la dependencia, abuso de otras sustancias y consecuencias más serias, así como conductas antisociales tempranas, es decir, este grupo con¬ sume alcohol para aliviar el síndrome de abstinencia, su ingesta de alcohol es continua a pesar de haber tenido problemas, ingiere mayores cantidades de alcohol, sus actividades se ven disminuidas por el consumo y se les difi¬ culta controlarlo pues necesitan incrementar la cantidad que ingieren.
Con relación a sus rasgos de personalidad, se caracterizan por ser menos deprimi¬ dos, más rebeldes y con conductas antisociales (lo cual se corrobora en los dos instrumentos), son más susceptibles a los comentarios de los demás y más activos, con conductas extrañas o experiencias inusuales; afirman tener más miedos que los demás; son ansiosos y deprimidos; tienen más problemas familiares y laborales debido, principalmente, a su consumo de alc oho l. A d e m á s de lo anterior, son má s agresivos, competitivos y desconfiados de los demás, ya que piensan que están siendo evaluados constantemente; no aceptan ayuda profesional y son menos res¬ ponsables de sus actos. De acuerdo con los resultados de este estudio, los tipos de alcohólicos encontra¬ dos en la po bl ac ió n mexicana p resentan ca ra ct er ís ti ca s de personalidad que son com partidas y otrasque no lo son, es decir, los altos A-MAC, a diferencia de los bajos A-MAC, son má s agresivos y rebeldes, lo que les provoca mayores problemas familiares o laborales, además de que presentan comportamientos de riesgo, conductas antisociales tempranas y son más extrovertidos. Por otra parte, los dos grupos com¬ parten muchos rasgos de personali dad, c omo li mit ada confi anza en sí mismos, nece-
212 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
sidad de sentirse queridos y aceptados; ambos afirman haber bebido alcohol de ma¬ nera excesiva y reconocen que tienen varios defectos que no pueden cambiar. Co n base en la in fo rma ci ón proporcion ada por el M M P I - 2 , es fa ctible planear un tratamiento id ó ne o para cada tip o de al c o h ó l i c o , de tal manera que sean consi¬ deradas las c a r a c t e r í s t i c a s de cada tip o, as í como la s actitudes que tienen los ind i¬ viduos hacia el tr atamiento. E sp e cí f i ca me nt e , la e scala R T R indic a que los dos grupos tienen dificultades para adherirse al tratamiento, debido a que consideran que es di fí ci l encontrar a algui en que los compr enda y los ayude, mostrando actit u des negativas hac ia los m é d i c o s y terapeutas, lo que se re la ci ona con sus constantes recaídas que, a su vez, son influidas por la sensación de que son capaces de contro¬ lar el consumo o de que no es posible hacer cambios en su vida. De acuerdo con los resultados de esta investigación, es posible hablar de un modelo diagnóstico para la población mexicana, mismo que permite la clasifica¬ ci ón de tipos de alc oh ól ic os , con base en factores so ci od em og r áf ic os , rasgos de personalidad, patrones de consumo de alcohol y otras sustancias, y conductas antisociales tempranas. A co n t i n u a c i ó n se presentan dos estudios de caso que ejemp lif ican cada tipo de alcohólico observado (figuras 9-1, 9-2 y 9-3).
CASOS ILUSTRATIVOS Estudio de caso 1
Bajo MacAndrew Ficha de identificación Nombre: Edad: Sexo: Estado civil: Escolaridad: Ocupación: Lugar de srcen: Remitido por:
C . M. E . 32 años Masculino Casado Licenciatura Empleado D. F. Se en t e r ó por su esposa
Observaciones:Al momento de la evaluación el paciente reingresa al centro de tratamiento. Se observa consciente, orientado, cooperador y puntual. Edad aparente igual a la cronológica y bien aliñado. Cursa con abstinencia de dos días. Motivo de con sulta
Solicita atención médica y psicológica.
©
Editorial
El
Figu ra 9-1. Perfi
manual
moderno
l m asculino de escal
as básicas.
Dos pacientes
alcohólicos
Abrev iatu ras: D, Depre sió n; Dp, Desviación psicopática; Es, esq uiz ofr enia ; F, Infrecuencia; Corrección; L, Mentira; Ma, Hipomanía; Mf, Masculinidad-femineidad; Pa, Paranoia; Pt, Psicastenia.
Hi, Histeria
conv ersi va; Hs, Hipo
cond rias is; I s, Introversión
soc ial ; K,
Figura 9-2. Perfil masculino de escalas de contenido. Dos pacientes alcohólicos
Abreviatu
ras: AN S, Ansie dad ; BAE , Baja autoest ima; CIN, Cini
Prob lem as familiares; ISO, Incom odidad social; MIE, miento; SAU , P reocupac ión por la salu d.
smo ; DEL, Pe nsamie nto delirante;
Mied os; OB S, Ob sesi vid ad;
PAS.
DEP,
Depresión; DTR, Dificultad
Práctica s antisociale
s; PTA, Pe
rsonalid
en el trabajo; ENJ
, Enojo; FAM
,
ad tipo A; R TR, Re cha zo al trat a¬
O Editorial
El
manual
moderno
Figura 9-3. Perfil masculino de escalas suplementarias. Dos pacientes alcohólicos
Abreviaturas: A. Ansieda d; A- M AC , Alcoho lism o de MacAndrewrevis ada; Do, Dominanc ia; Dpr , Desajuste Keane; EP S, Desorden del estrés postraumático de S chlen ger; Fp, Infrecue ncia poste rior; Fyo, F uerza del Hostilidad reprimi da; R, Repres ión; Rs, Respons abil idad soci al.
profesional; E PK , Desor den de estrés postraumáti co de yo; GF, Gén ero femenino; GM , Gén ero mascul ino; HR,
216 O Uso e interpretación del MMPl-2 en español
(Capítulo 9)
Antecedentes
Afirma haber bebido diversas bebidas alcohólicas, desde cervezas, destilados y alcohol de 96°, llegando siempre al estado de embriaguez. Refiere que su primera "borrachera" fue a los 16 añ o s , a los 21 c o m e n z ó a beber con má s frecuencia y a los 24 inició el consumo compulsivo. Ha recibido protestas por parte de su familia, con respecto a la cantidad de alcohol que ingiere. Asegura que ha reflexionado acerca de su consum o excesiv o; ta mb i é n ha rec ibid o quejas de sus amigos, a de m á s de tener dificult ades en su trabajo, p é r di da del emp leo, c onsumo de alco hol duran¬ te dos o má s dí as continuos, lagu nas mentales y s í nt om a s como tem blores y aluci¬ naciones por el efecto del a lc oh ol . C o m e n z ó a padecer estos problemas desde los 23 años de edad. Comenta que bebe cerveza de 1 a 3 veces al mes sin llegar a la embriaguez y destilados de 3 a 6 veces en el a ñ o. Su pa t r ón de consumo en un mes es el siguiente: ingiere de 1 a 3 vasos de cerveza o 750 mL de destilados durante 3 o 4 dí as por semana, por ocasión de consumo. Los motivos por los cuales ingiere bebidas alco hó l ic as son conflict os emocionales, afe ctivos y famil iares. Aco st umb ra beber solo, en cantinas y bares. Refiere que sus padres están separados y que su madre toma bebidas a lc oh ól ic as una vez a la semana. A d e m á s , menciona h aber tenido acciden tes por el a lc oho l, incl uso llegando a sufrir fractura de maxilares inferiores. Vi v e con su esposa y dos hijos en un departamento propio con todos los servicios. Los terapeutas señalan que el paciente presenta rasgos de inmadurez, poca toler ancia a la fr us tr ac ió n y dependencia. Diagnóstico S í n d r o m e de dependencia al alc oho l. Pers onalidad d ependiente. Pronóstico Poco favorable. Interpretación del MMPI-2 Clave del perfil
*• *"7'583+01-26/49:L-F/K: El perfil de las escalas de validez indica que el paciente niega sus defectos, desea mostrarse poco convencional y tiene suficientes recursos para el tratamiento; no obstante, se muestra dispuesto a colaborar en la evaluación. Es una persona que se muestra inseguro, preocupado y ansioso, además de ser aprensivo y tener muchos temores. Tiende a aislarse de los d e m á s , aunque afir ma ser amigable y platicador, esto se debe a que es retraído, tímido, extremadamente meticuloso e indeciso, además de ser cauteloso en sus relaciones interpersonales. Qu i z á reaccione de manera exagerada hacia algunos problemas reales, pres en¬ tando algunos problemas físicos; además puede ser egoísta, demandante e inesta¬ ble y con actitudes derrotistas. Manif ies ta sentir pesi mismo, d e pr e si ón , infe li ci dad e in sa ti sf ac ci ón consigo mi smo o con el mundo, pro bablemente a causa de su pro¬ blema con el consumo de alc oho l.
Uso del MMPI-2 en la evaluación del alcoholism o O 217
No obstante, es una persona responsable, modesta, confiable, sincera y tenaz; aunque no se siente con los recursos suficientes para enfrentarse a sus problemas. Se muestra sensible en sus relaciones interpersonales, manteniendo un control adecua¬ do de sus impulsos, ya que es una persona rígida, moralista y con sentido común. Afirma tener dificultades en su trabajo y profesión, sin embargo se muestra responsable en el ámbito social; puede ser ingenuo y contar con poca capacidad de insight. Aunque el puntaje de la escala A-MAC indica que el paciente no abusa del alcohol —probablemente debido al tiempo de abstinencia que presenta— se le considera como falso negativo; además reconoce tener importantes problemas con el alcohol y tiende a ser tímido y mostrar falta de confianza en sí mismo, por lo que la ingestión de alcohol puede ser una manera de enfrentarse a sus dificultades. El paciente tiene actitudes positivas hacia el tratamiento y hacia los doctores, se siente cómodo discutiendo sus problemas con alguien y desea cambiar algunos aspectos de su vida, por lo que su adherencia al tratamiento es adecuada. El paciente puede clasificarse como alcohólico del tipo A, de acuerdo con Ba¬ bor y colaboradores (1992). Estudio de caso 2 Alto MacAndrew
Ficha de identificación Nombre: Edad: Sexo: Estado c i v i l :
Escolaridad: Ocupación:
Lugar de srcen: Remitido por:
Observaciones:
R. G. G. 30 años Masculino Soltero Licenciado en Administración Desempleado D. F. Un amigo que lo llevó al Instituto Mexicano de Psiquia¬ tría y de ahí fue canalizado. Acude con siete horas de abstinencia. No asiste a Alcohó¬ licos Anónimos.
Motivo de consu lta
Desea apoyo para dejar de tomar o aminorar su consumo. Se presenta con males¬ tar: somnolencia, taquicardia, necesidad de seguir bebiendo, inapetencia (lleva tres dí as sin consumir alim entos). Antecedentes
Se pre se nt ó ac o mp añ a do por dos amigos. El úl ti mo per iodo de ingesta de alcohol fue desde un mes antes de presentarse al centro, con un periodo de supresión alco¬ hólica de dos días, ocho días antes de su primera consulta, para volver a reincidir. Habitualmente consume ron, brandy y cerveza, de preferencia ingiere bebidas des¬ tiladas en cantidad de 1 a 1.5 litros diariamente.
218
O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 9)
Es po rá di ca me nt e co ns um ió marih uana y co ca ín a en promedio de seis ocasio¬ nes en un año e inhalables en tres ocasiones en el mismo periodo. Afirma haber abandonado el consumo de estas sustancias. In ic ió el consumo de alcohol a los 13 añ os , con sus primos, la frecuencia era de 1 o 2 veces al añ o. A los 14 a ñ os c o n s u m i ó inhalables en forma continua, du rante 3 a 4 meses, actualmente no los ut il iza. De los 20 a 25 a ñ os tomaba con una frecuen cia de dos ocasiones por mes, con un incremento posterior, ingi ri end o alc oh ol 1 o 2 veces por semana; desde un año y medio antes de ingresar al centro, tomaba por periodos de un mes de du r aci ón en forma continua. Co mo consecuencia de la ingesta de alco hol ha dejado empleos, tiene problemas con su fa mi li a, t e r mi n ó con su úl t i ma novia —con quien pensaba casarse— un mes antes de su primera consulta. Tiene conciencia de su enfermedad. Vive con su madre, tres hermanos, dos cuña¬ dos y un sobri no. Me nc iona que tuvo un padrastro bebedor.
Diagnóstico Síndrome de dependencia al alcohol. Pronóstico Reservado. Interpretación del MMPI-2 Clave del perfil ** *854'296 3+7-10/F 'L:K#
La actitud del paciente ante la prueba fue adecuada, mostrando una necesidad im¬ periosa de ser ayudado, por lo que afirma tener síntomas graves. Se muestra con poca confianza en sí mis mo, a d e m á s es desorgan izado e inge¬ nuo. Por otra parte, es demandante hacia las personas que lo rodean y tiende a mani pular las, ya que es muy persuasivo. Le agrada tomar grandes riesgos, mi smos que pueden lle var lo al c onsumo exce sivo de al co ho l y otras sustancias en situacio¬ nes peligrosas ya que, en ocasiones, pretende vencer las reglas, pues no posee mu¬ cho control sobre sus impulsos. Se manifiesta demasiado sensible en las relaciones interpersonales, por lo que es retraído y cauteloso con los demás; puede tener un pobre contacto con la reali¬ dad y conductas ex c én t r i c a s y, como consecuencia del consumo de sus tancias, es probable que haya presentado alteraciones del pensamiento, así como alucinacio¬ nes (como parte del síndrome de abstinencia) y tendencias delirantes. Por otra parte, mantiene relaciones interpersonales superficiales; tiene proble¬ mas fami lia res, as í como en sus relaciones labora les, de bido, por una parte, al con¬ sumo de alcohol y, por la otra, a que es una persona que no tiene adecuado control de sus impulsos agresivos y que, en ocasiones presenta conductas antisociales. Afirma que experimenta síntomas de estrés provocados por un suceso t r a u m á t i c o . Rec onoce tener problem as de adiccio nes, aunque sus actitudes haci a el tratamiento son negativas, ya que no se siente c ó m o d o discutie ndo sus problemas
Uso del MMPl-2 en la evaluación delalcoholismo O 219
con alguien, pues considera que no pueden entenderlo y ayudarlo. Es importante hacer notar que en el expediente se reporta que tuvo una recaída y que no se logró el rescate, a pesar de haberse intentado en dos ocasiones. El paciente puede ser clasificado como alcohólico del tipo B, según Babor y colaboradores (1992).
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Integración del rep
ort e del M M PI-2
El c l í ni c o se enfrenta con una serie a mpl ia de inferencias acerca de la personalidad y de las características sintomáticas, que proce¬ den de varias fuentes, es decir, de los diferentes tipos de escalas, para interpretar el M M P I - 2 de alguna persona, de man era que al pr in ci pi o parecen di fí ci le s de integrar. Ha y diversas formas de con¬ juntar l os datos provenientes de los diferentes tipos de escalas. El enfoque interpretativo propuesto por Butcher y Williams (1992) se organiza formulando preguntas o tratando asuntos espe¬ cíficos con los que el clínico podría encontrarse al interpretar un perf il, para luego examinar los elementos en el perfil del M M P I - 2 que pueden ofrecer ind ica cio nes para res olver estas dudas. A q u í se señ al ar á la info rm aci ón basada en el M M P I - 2 que puede confir¬ mar la existencia de un problema o aclarar la presencia de un pa¬ trón de comportamiento. Nos referiremos a los diversos tipos de i nf or ma ci ón que pueden ayudar al cl í ni c o a fijar prioridades para las diversas inferencias e integrarlas en un informe organizado y significativo.
Es importante considerar que no es recomendable una inter¬ pr e t a ci ón a ciegas de los datos y que el c l í ni c o no puede llegar a una i nt e rp r et ac i ón correcta si los datos adicionales a la prueba no se toman en cuenta. Esto no sól o apli ca para el M M P I - 2 pues, de hecho, es vá l i do para la in te rp re ta ci ón de cualquier prueba psico¬ lógica, ya que en general lo importante es tener elementos para comprender a una persona en particular. Lo s datos provenientes del M M P I - 2 pueden llevar a m á s de una in te rp re ta ci ón posible y la tarea del clí ni co , entonces, es en¬ contrar una interpretación del perfil que sea interna y teóricamente
223
224 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
congruente y que tenga, además, validez empírica. Esto significa que, a partir de la i nt e r pr et a ci ón de las diferentes escalas , surgen varias hi p ót e s i s que a veces se con¬
tradicen con las provenientes de la interpretación de otras escalas; no obstante, para las autoras de esta obra es prec iso lograr un a in t eg ra ci ón d i n á m i c a que entien da cuáles contradicciones deben integrarse porque reflejan una contradicción de la persona y cuál es la información prioritaria que se debe incluir en la integración. Al interpretar el M M P I - 2 , es deseable prime ro real izar una serie de preguntas o tratar asuntos a los que es posible dirigirse sin importar la razón por la que nos referimo s a ello s. Lo que nos proponemos en est a parte del l ib ro es mostrar c ó m o se hacen las interpretacio nes con la finali dad de que, a partir de ah í , cada cl í n i c o, en cada caso, co ncl uya cu ál es la me jor i nt er pr et ac i ón , pues se sabe que no es posible h ablar de una interpretación única. Esa es la razón por la cual una interpretación por compu¬ tadora puede ayudar al ps i c ó l o g o , pero nunca sustituirlo.
PREGUNTAS SUGERIDAS PARA LAS INTERPRETACIONES DEL MMPI-2
Butcher y Williams (1992), propusieron una serie de preguntas pertinentes para interpretar el M M P I - 2 , las cuales se lis tan a cont in ua ci ón:
1. ¿Hay algunos factores fuera de la prueba que puedan explicar los resultados del MMPI-2? 2. ¿ C u á l e s son las actitudes del in di vi du o al responder? 3. ¿Cuáles son los síntomas y comportamientos del individuo sobre los que se ha informado? ¿E s t á la persona pasando por alguna cr isi s emo cio nal aguda? 4. ¿E x p e r i me n t a la persona problemas para controlar sus impulsos? 5. ¿Existen algunas hipótesis acerca de las características de la personalidad del individuo basadas en los rasgos que se observaron? 6. ¿ C ó m o son las relaciones inte rpersonales del in di vi du o? ¿S a b e tratar a los de¬ más de manera adecuada? 7. ¿Mu e st ra el ind iv id uo potencial para desarrollar problemas con el uso del alco¬ hol o de alguna otra droga? 8. ¿Cuál es la probabilidad de que el perfil del individuo tenga una estabilidad duradera o haya obtenido estas puntuaciones por estar pasando por una situa¬ ción crítica? 9. ¿H as t a qu é punto es tá alterado o adaptado el indi vi duo , en c o m p a r a c i ón con los demás? 10. ¿Cuáles son las consideraciones diagnósticas en el caso?
Integración del reporte delMMPI-2 O 225
D e s p u é s de estas generalidades, es necesario consi derar problemas o asunt os acer¬ ca de los antecedentes, más específicos del ambiente en el que se está evaluando al ind ivi duo. Por ejemplo, si se tr ata de evaluar ps i co ló gi ca me nt e a un ind ivi duo antes de que entre a tratamiento, como en algunos de los casos que se presentarán, es preciso hacer varias preguntas adicionales. A continuación se presentan algunas preguntas adicionales sugeridas por Butcher y Williams para las interpretaciones del MMPI-2:
1. ¿N ec es i t a la persona tratamiento ps ic ol óg ic o en el momento actual? 2. ¿H a s t a qu é punto est á conscie nte la persona de sus problemas? 3. ¿E n qué medida es con fiable la i nf or ma ci ón que la persona proporc iona sobre sí misma? 4. ¿E st á el in di vi du o dispuesto a revelar i nf or ma ci ón personal al terapeuta? 5. ¿H a s t a qué punto la persona est á dispuesta a re ci bi r tratamiento? 6. ¿P od r á la persona adquirir una mejor c o mp r e n s i ó n acerca de sus problemas ? 7. ¿La persona quiere realmente cambi ar su compor tamie nto? 8. ¿Sug ier e el M M P I - 2 alguna necesidad esp ec íf ic a para el tratamiento? 9. ¿Ti ene la persona algunos recursos o ventajas que puedan aprovecharse en su tratamiento? 10. ¿E xi s t e n algunos rasgos negativos de personalidad que po dr í an interferi r en la relación con el terapeuta durante el tratamiento? A fin de averiguar estos factores externos a la prueba que puedan explicar los resul¬ tados del M M P I - 2 , se pueden seguir varias estrategias, hacer una entrevista, como el clínico la realiza en general, o diseñar un formato de entrevista que pueda apli carse por escrito en e l caso de que la prueba se aplique en gru po. T a m b i é n se po dr í a apl ica r una p e q u e ñ a entrevi sta escrita y d e s p u é s entrevistar a la persona . Es mejor entrevistar a la persona de s p u é s de tener los resultados de las pruebas, pero esto es un poco dif íci l en ocasio nes por la pr es i ón de tiempo , en especial cuando se trata de casos de se l e cc i ón de personal o en casos de se le cc i ón de alumnos. Aunq ue hay mucha in f or ma ci ón acerc a de un in div idu o que se obtiene por medio de un perfil del M M P I - 2 o del M M P I - A , mientras má s sepa uno acerca de las circunstancias específicas de su vida, mejor será la interpretación de la prueba. Algunas de las variables demográficas y situacionales podrían influir en las res¬ puestas del individuo a las escalas de personalidad, por lo que estos factores deben tomarse en cuenta en las interpretaciones del M M P I - 2 . La si t ua ci ón para la cual se aplique el M M P I - 2 es un determinante fundamen¬ tal con respecto a las respuestas que den las personas a los reactivos de la prueba. La persona que interp reta el M M P I - 2 debe darse cuenta de los fa ctores que po dr í a n distorsionar las r espuestas en alguna s i tu ac ió n particular. Las situaciones que pueden producir dist orsiones má s fá ci lm en te inc luy en la se le cc i ón de personal y las evaluacion es de los juzgados de lo fa mil iar (en cuanto a la custodia de menores), circunstancias bajo las cuales los participantes hacen lo posi ble por dar una idea excesivamente favorable de ell os mis mos. Otras situacion es
226
O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
qu i z á proporci onen una di st or si ón opuesta pero igualmente molesta. Pei fl les exa¬ gerados de este tipo se producen, por ejemplo, cuando se trata de casos en la corte que i nvo lu cr an j ui cios sobre lesiones personale s o en las que se intenta aparentar locura después de haber cometido un crimen mayor. En estas circunstancias, el in di vi du o busca aparentar que padece al gú n desorden mental seri o que necesita ser atendido o que necesita servicios especiales, pues sabe que eso reducirá la pena.
FORMATOS DE ENTREVISTA En el cuadro 10-1 se presenta un formato de entrevista para apli car en grupo en casos de sel ec ci ón de alumnos. La entrevista bosquejada en el cuadro 10-1 se puede ll evar a cabo completa o elegir las preguntas más relevantes para el caso. Es factible elaborar otros formatos semejantes para situaciones de selección de personal o entrevistas clínicas; para estas últimas resultan de mucha utilidad las entrevistas no estructuradas o semiestructuradas. Asi mi sm o, es factible utilizar la té cni ca de la Aut ob io gr af ía a la que, desde nuestro punto de vist a, no se le ha dado la imp ort anc ia debid a, en vist a de que proporciona datos muy importantes. Una entrevista clínica semiestructurada incluiría: • Mo ti vo de consulta. • Pro ble mát ica actual. • Antecedentes fami lia res. • D i n á m i c a fami liar : relaciones con la pareja, padres e hijos. • Hi st or ia de su infan cia y adolescencia. • His to ri a escolar. • Datos de la hist ori a lab oral . • Pr obl emá ti ca anterior. • Puede ser útil tam bi én solicitarl e a la persona que escriba su aut obi ogr af ía .
D e s p u é s de realiz ada la entrevis ta y ya con la i nt er pr et ac i ón de las diferentes esca¬ las en forma integrada, se puede seguir el formato de informe que se presenta en el cuadro 10-2. Una vez que se ha confirmado que el perfil es válido y que la persona ha con¬ testado a la prueba en forma consisten te, las inferencias o hi pót es i s que se propor¬ cionan a través de las diferentes escalas son importantes, pues quizá representen rasgos centrales de la persona. Las inferencias contradictorias que se derivan de las diferentes escalas son importantes, porque se requiere que se resuelvan en el proce¬ so de interpretar el perfil. Después se deben interpretar los subgrupos de escalas o las intercorrelaciones entre las mismas.
Integración
del reporte del MMPI-2
Ejem plo de entrevista semiestructurada
Nombre: Sexo:
Edad:
Estado civil:
Ocupación:
I. Motivo de elección del posgrado 1. ¿Por qu é quiere ingresar al posgrado en ? 2. ¿Cuá le s son sus expectativas respecto al posgrado?
3.
¿Q ué haría si no lo aceptan en el posgrado?
II. Antecedentes educativos y laborales Área escolar 4. ¿Cuál fue su promedio en la primaria? 5. ¿Cuál fue su promedio en la secundaria? 6. ¿Cuál fue su promedio en la preparatoria? 7. ¿Cuál fue su promedio en los estudios profesionales? 8. Describa las relaciones con sus maestros cuando era ni ño . 9. Describa las relaciones con sus maestros en la preparatoria. 10. ¿En qué universidad estudió licenciatura? 11. ¿Cu ál es son sus habilidades para terminar con éxi to el posgrado? 12. ¿Cuá les considera que se rían las dificultades para terminar el posgrado? 13. ¿Q ué opi ni ón tiene de sus maestros de la licenciatura? 14. ¿Qué opinión tiene de sus compañeros de la licenciatura? 15. ¿Cuál es su situación laboral actualmente? 16. ¿Có mo han sido sus relaciones con co mpa ñe r os y jefes en el trabajo? III. Entorno familiar 17.
¿Con quié n vive?
18. ¿Con quién vivió la mayor parte de su infancia? 19. ¿C uá nt os hermanos tiene? 20. ¿C uá nt os medio hermanos(as) tiene? >[ 21 . ¿Qué lugar ocupa entre sus hermanos? 22. ¿Hasta qué grado de educac ión termin ó su padre? 23. ¿Cuál es (o fue) la ocupación de su padre? 24. ¿C uá nt as veces contrajo matrimonio su padre? 25. ¿Hasta qué grado de educación terminó su madre? 26. ¿Qué tipo de trabajo de se mpeñ a (o de se mpeñ ó) su madre? 27. ¿C uá nt as veces contrajo matrimonio su madre? 28. ¿Có mo era la re la ción con sus padres y sus hermanos? 29. ¿Cómo eran y como son sus relaciones de pareja? 30. ¿Cuál ha sido la causa de divor cio, en caso de que haya sucedido? 31 . ¿Cómo piensa que le va a afectar a sus hijos el que estudie el posgrado? 0
O 227
228 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
CUADRO 10-1. (Continuación) 32. ¿Cómo cree que afecte su rela ción de pareja el que usted realice el posgrado? 33. ¿D e dón de provienen sus ingresos familiares? 34. ¿A qu é clase social considera que pertenece su familia actual? 35. ¿Cuántos automóviles hay en su casa? 36. ¿Tiene pareja? 37. ¿Qu é grado de estudios tiene su pareja? 38. ¿Cuál es la ocupación de su pareja? 39. ¿Qu é piensa su pareja acerca de que estudie el posgrado? 40. ¿Cuántos hijos tiene? 41. ¿Cómo se describiría usted? 42. ¿Qué actitud asume ante los problemas que se le presentan? IV. Salud,hábitos y conducta 43. ¿Tiene algún problema de salud? 44. ¿Ha estado en tratamiento por problemas emocionales? 45. ¿Algún miembro de su familia ha estado en tratamiento por problemas emocionales?
46. 47.
¿C ómosider se adivierte? ¿Con que tiene alguna adicción?
V. Área laboral 48. ¿Qué trabajos ha tenido? 49. ¿Qué tan satisfecho está con el trabajo o las actividades que des em pe ña? * Este formato fue elaborado por las au toras en colaboración con la Maestra Mana Cri stina Heredia A.
Actitudes al responder
Es en extremo importante, como ya se dijo, evaluar la manera en que el individuo reacciona ante la prueba y hasta qué punto cumple con las exigencias que implica el contestarla. Lo s patrones de las escalas de val idez del M M P I - 2 proporcionan datos importantes acerca de la cooperación del individuo y de su habilidad para comprender lo que dicen los reactivos, acerca de su capacidad de lectura y de su dis poni bil ida d para seguir las instrucciones . Po r ejemplo, la pun t ua ci ón en la esca la ? (No puedo decir [o No sabría decir]), indica que el individuo ha contestado todos los reactivos o la mayor parte de ellos. La escala F indica que el individuo contesta de manera franca y abierta o que está exagerando los síntomas para con¬ vencer al examinador de que se halla más perturbado de lo que realmente está. Otras de las escalas de val ide z, co mo L y K, indi ca n que el ind iv id uo es tá dispuesto a admitir que tiene problemas relevantes; las puntuaciones de L y K menores a una puntuación T de 65 muestran un patrón no defensivo de síntomas. Las escalas I N V E R e I N V A R proporcionan info rmac ión ac erca de l a inconsisten¬ cia de las respuestas. Es importante evaluar la manera en que el individuo enfoca la
Integración
CUADRO 10-2.
Formato para un
sobre el informe
del reporte del MMPI-2 O 229
MMPI-2
Nombre.
> >
Sexo. Edad y ocupación o grado escolar.
>
Motivo de consulta o aplicación del instrumento.
>
Actitudes al responderla prueba (validez).
>
Síntomas y conductas.
>
Control de impulsos.
>
Relaciones interpersonales.
>
Problemas de alcoholismo y otras drogas.
>
¿Cuál es la eti olo gía y la ps ic od in ám ic a que subyace a estas conductas?
>
Cualidades o recursos.
>
Hipótesis acerca del diag nóst ico.
>
Recomendaciones para el tratamiento.
situación de prueba a fin de determinar la credibilidad que debemos considerar en sus puntuaciones al interpretar los perfiles que proporcionan las escalas básicas y de contenido. En este punto es esencial tomar en cuenta la configuración de las escalas de valid ez, tal como se dijo en el ca pí tu lo 4. Síntomas y conductas
Las elevaciones más notables de las escalas ofrecen una idea de los síntomas y conductas preponderantes de la persona. Es importante, entonces, interpretar pri¬ mero las escalas más elevadas. Se ha visto que en E U A diversos estados emocionales es tá n asociados con pun¬ tuaciones espe cíf ica s del M M P I - 2 (Butcher 1990). Estado de ansiedad: Pt 65-79; Pt mayor que Es (Moderado). Pt 80-89; Pt mayor que Es (Marcado). Pt 90 +; Pt mayor que Es (Severo). Estado depresivo: D 65-79; Ma menor que 40 (Moderado). D 80-89; Ma menor que 40 (Marcado). D 90 +; Ma menor que 40 (Severo). Estado maníaco: Ma es mayor que 80. Ma es la escala con puntuación más alta, D es menor que 55.
230 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Psicosis: Es es mayor que 80; Es es la puntuación más alta del perfil. Es es mayor que Pt en 10 puntos.
Recelo-desconfianza: Pa es mayor que 70; Pa es la escala con la puntuación más alta. Acting
out:
Dp es mayor que 65 o Ma es mayor que 70 y Is es menor que 40. E N J es mayor que 65. Confusión o desorientación:
F es mayor que 80, o la elevación media del perfil es mayor a 70 Estados crí ti cos : Los rea ctivos crí ti cos de Koss-Butcher y Lach ar- Wrobel sirven como guí a para resolver los problemas significativos de una persona. Evaluación del control de sí mismo y de la posibilidad de
acting out
Hay varios indicadores para medir la posibilidad de la existencia de control de sí mismo y de acting outen el M M P I - 2 . Estos indicadores deb er án evaluarse para estimar si existe la posibilidad de que haya problemas de control o de sobrecontrol que causen incapacidad. Los factores que se evalúan por medio de las escalas del MMPI-2 se listan a continuación.
• • •
•
Inh ib ic ió n (c ons tr ic ci ón) . Su existen cia se indic a por medio de puntuacio¬ nes mayores a 65 en la escala Is. Sobrecontrol (re pr es ión ). Se sugiere cuando las puntuaciones se elevan a más de 65 en las escalas Hi o HR. Acting out (impulsividad). Es factible que se halle presente si las puntua¬ ciones son mayores a 65 en las escalas Dp y M a , o cuando Is es bajo (me¬ nor a T 40) Ira (p ér di da del control ). Se sugiere la p o si b i üd a d cuando las puntuaciones en la escala E N J son mayores a 65.
Manera de generar hipótesis basadas en los rasgos
El M M P I - 2 , como la s version es anteriores del ins trume nto, contiene varios indicadores que se enfocan a las características o rasgos propios que tiene un indi¬ vid uo de tiempo at rá s. Var ias de las escalas del M M P I - 2 son medidas basadas en los rasgos que contienen muchos de los reactivos que estiman las características de personalidad. Algunas de estas medidas y los rasgos que reflejan son:
Integración del reporte del MMPI-2 O 231
• • • • •
Impul sivi dad. Indicada por la escala Dp con una pu n tu ac ió n superior a 65 o a 70 en Ma cuando la escala Is es menor a 40. In tr ov er si ón . Cuando Is es mayor a 65. Obs esi vid ad. Si Pt es tá por arriba de 65; Pt resulta el punto má s alto en el per fil . Si O B S es mayor que 65. Do min an ci a. Do es mayor que 65. Cin is mo. C I N supera 65.
Proble mas con el alco hol u otras
drog as
Varias de las escalas del M M P I - 2 proporcionan in fo rm ac ió n útil acer ca de posibles dificultades con el alcohol o el abuso de otras drogas. Investigaciones sustanciales sobre las escalas cl ín ic as del M M P I - 2 , D p, D y Pt para evaluar los problemas de abuso de sustancias tóxicas han demostrado que éstas se elevan en quienes tienen desórdenes de adicción. Además, las escalas Personalidad tipo A (PTA), Reconoci miento de la s adicciones (R A) , Alcoholi smo de M acAndrew-Revisada ( A - M A C ) y Predisposición a Problemas con las Adicciones (PPA), descritas en los capítulos 6 y 9, se han desarrollado para medir problemas potenciales de alcoholismo y abuso de drogas. Lo s patrones de las escalas del M M P I - 2 que co mú n me n t e se asocia n con des¬ órdenes en el uso o abuso de sustancias tóxicas son los siguientes: • • • •
Elevaciones marcadas en la escala Dp (T mayor que 65). Elevaciones marcadas en las escalas D y Dp (T mayor que 65). Elevaciones marcadas en las escalas D; Pt y Dp (T mayor a 65). Puntuaciones elevadas de moderadas a altas en las escalas M A C - R , P T A o RA (T mayor a 60).
Calidad de las relaciones interpersonales
El M M P I - 2 puede proporcionar hipó tes is ac erca de có mo inte ract úa un individuo con los demás y de cómo podrían otras personas influir en la adaptación psicológi¬ ca del individuo. La información acerca de las destrezas sociales de la persona y de sus problemas interpersonales se obtiene de varias fuentes en el M M P I - 2 . Más directamente, la escala Is se enfoca hacia la introversión y la mala adapta¬ ci ón soc ial . Is proporciona una ev al ua ci ón confiable con respecto a la sociabi lida d y comodidad del individuo en sus relaciones en sociedad. A fin de evaluar este aspecto son muy útiles las subescalas de Is, ya que permiten que el psicólogo determine cuál es la co nt ri bu ci ón de los componentes de ésta s (timidez , aislamie nto, enaj en ac ió n de sí mismo) con relación a las actitudes interpersonales que el individuo informa tener. Hay o tros i ndi cad ore s de ad ap ta ci ón y relac ión social en el M M P I - 2 ; los descriptores de las escalas y de los tipos de código ofrecen indicaciones adiciona¬ les de la manera en que in te ra ct úa el indi vid uo con lo s de má s . Al gu no s ejemplos de ello se mencionan a continuación.
232 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
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(Capítulo 10)
Se consi dera a quienes ca li fi ca n alto en la escal a 1 ( Hs) como pasiv os, preocupados por sí mismos, insatisfechos e infelices. Tienden a hacer que los demás se sientan muy mal a causa de sus quejas, lloriqueos, exigencias y comportamientos por lo que pueden llegar a expresar su hostilidad indi¬ rectamente. Quienes cal if ic an alto en la escala 4 (Dp) tienden a presentar problemas de adaptación. Aunque se les considere extrovertidos, abiertos, hablantines, activos, es po nt án eo s y confiados en sí mismos, ta mb ié n se les percibe como ostentosos, exhibicionistas, insensibles y manipuladores. Tienden a intere¬ sarse en los demás sólo en cuanto a usarlos para lograr satisfacer sus pro¬ pias necesidades. Aunq ue buscan c ausar una buena primera im p r es i ó n, sus relaciones probablemente sean poco profundas y sólo superficiales. Parece que no pueden llegar a formar amistades duraderas y afectivas. Aq ue ll os que cal ifi can alto en la escala 6 (Pa) les parecen a los d e m á s , hipersensibles moralistas y demasiado interesados en las reacciones de quienes les rodean. Sienten que las otras personas los quieren molestar, por lo que se enojan y resienten. Lo s que cal if ica n alto en la escala 8 (Es) t í p i c a me nt e no se sienten parte de la sociedad en que se mueven. Se aislan y apartan de los d e m á s y se sienten incomprendidos. Sus c o mp a ñ e r o s no los aceptan y a menudo se les consi¬ dera retraídos, con tendencias a la soledad y a ser reservados e inaccesibles en el ámbito emocional. Por lo general evitan tratar con la gente en situa¬ ciones distintas a las que les rodean habitualmente. Cuan do las personas cal if ic an alto en la escala D M , ya sea que es tén casa¬ das o separadas, se considera indicación de la posibilidad de que sientan angustia por su sit ua ci ón marital. Al cal ifi car alto en la escala de contenido I SO (Incomodidad soci al), se ofrecen indicios acerca de cómo se sienten en situaciones interpersonales.
Estabilidad del perfil
La estabilidad de los perfiles del M M P I - 2 durante tiempo indefinid o es una cues tión importante. Los clínicos deben ser capaces de estimar si el comportamiento de una persona persistirá durante tiempo indefinido a pesar del tratamiento; el perfil del M M P I - 2 puede ayudar a evalu ar si un cambio es probab le o no. Al gu no s indicadores del MMPI-2 tienen características de test-retest estables. bastante La escala Is mide ca r ac t er ís ti ca s de personalidad qu e no es probable q ue cam¬ bien mucho. Otras escalas como D y Pt probablemente reflejen una situación en la que hay un problema y que podría cambiar al modificarse las circunstancias que lo provocaron. Como ya se mencionó, un factor importante para estimar la estabilidad de un perfil es determinar hasta qué grado se ha definido el mismo. Por ejemplo, si las dos escalas m á s elevadas tienen una difer encia de 10 puntos en la ca li fi ca ci ón T arriba de las escalas que le siguen en elevación, se considera que el perfil está
Integración del reporte del MMPI-2 O 233
altamente definido. Este tipo de perfiles tienden a resultar bastante estables a lo largo del tiempo; de hecho, los perfiles con una diferencia de 5 a 9 en la califica¬ ción T con respecto a las escalas que le siguen en elevación, tienden a ser muy estables. Los perfiles con diferencias menores en las calificaciones T entre las es¬ calas siguientes o entre el tipo de código que le sigue (definición baja de perfil), tienden a ser relativamente inestables a lo largo del tiempo (Graham. et al.. 1986) Hipótesis psicodinámicas
En la m a yo r í a de las evalua ciones clí ni ca s es deseable ir m á s all á de la mera des¬ cr i pc i ón de la conducta de la pe rsona y hacer inferencias ace rca de cu ál es la dinᬠmi ca que subyace a su comportamiento, as í como de la et i ol og í a de sus problemas . Es posible hacer este tipo de inferencias para algunas escalas o configuraciones de los perfiles. A fin de realizar estas inferencias, en muchas ocasiones es necesario basarse no en el M M P I - 2 , sino en o tro tipo de datos y entonces hacer inferencias de índ ol e má s bien t eó ri ca . P or ejemplo, si el protocolo de una persona in di ca que teme involucrase con otras personas por miedo a ser lastimado o explotado, es posible suponer que ha experimentado en M otras especialmente en las Más aún, las puntuacionesesto del M P I -relaciones, 2 in dic an que la persona tiene untempranas. gran resentimiento co si n la autoridad, es razonable inferir que éste puede tener su srcen en las relaciones padre-hijo. Las infere ncias te ór ic as e st án basadas en los datos del M M P I - 2 en com¬ bi na ci ón con ot ra in fo rm ac ió n acerca del exa minado y la com pr en si ón que tiene el cl ín ic o acerca de la conducta, la personalidad y la ps i co pa t ol og ía . Grado de adaptación o alteración
El nivel de adaptación psicológica y de la gravedad de alguna alteración son cues¬ tiones que pueden resolverse con la puntuación de un individuo en las escalas y por los patrones indicado s en el M M P I - 2 . Un a eva l ua ci ón de lo s perfiles del indiv idu o por medio de las escalas bá si ca s, de contenido y suplementarias, proporciona directrices generales para saber hasta qu é punto es tá perturbado el ind iv id uo.
Por ejemplo, un indi vid uo con un perfil de ntro de los lí mi te s normales po dr í a considerarse como bien adaptado siempre y cuando sus escalas de validez no indica¬ ran una actitud defensiva al contestar. De la misma manera, si una persona tiene varias escalas clínicas y de contenido en el rango de T 80 o más, se sugiere un des¬ ajuste ps i c ol óg i c o severo. Al gu no s ín di ce s y patrones de con fi gu ra ci ón descritos en el ca pí tu lo 8, se han desarrollado para ayudar al psi có l og o a evaluar la ad ap ta ci ón . Consideraciones sobre el tratamiento
Un uso importante del M M P I - 2 en el campo cl íni co in voluc ra la eva lua ció n de las ca r ac t e r í s t i c as perso nales relevantes para planear el trata miento. L os perfiles y
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De s c ri pc i ó nde s í nt o ma s actuales.
Ma rí a está deprimida y no tiene int er és en nada. Sus sí nt oma s son senti mientos de mi nu sv al ía , di sm i nu ci ón en su habili dad para pensar y concen trarse, in de ci si ón , de pr es ió n y trastornos del su eñ o como hipersomnia. Se siente ansiosa y sola . Lo ún i c o en lo que tiene i nt er és es en su nov io , pero tiene miedo de que él la deje. Tiene muchos pleitos con su madre y ahora también disgustos con la pareja de su padre. Cree que va a reprobar todos los exámenes que tiene que presentar en la escuela, además de que no quiere continuar ahí porque se siente un tanto e xt r a ñ a . Le pr eocup a que su padre pien sa que el la puede controlar todos sus sí nt om a s só lo con fue rza de voluntad.
MMPI-2 Actitudes al responder.
M a r í a tuvo una actitud s incer a ante la prueba, acepta que tiene problemas y considera que cuenta con pocos recursos para solucionarlos, ya que su capacidad de aafrontar los confli ctos se encuentra di smabiertamente in ui da . Se le di fi cu l¬ ta adaptarse las normas convencionales y acepta sus fallas sociales. De bi do a la magnitud de su s problemas so li ci ta ayuda para resol¬ verlos, sin embargo, se muestra escéptica y considera que es difícil que pueda obtener al i vi o con el t ratamiento psi co l óg i co . S í n t o ma s y co nductas.
María se encuentra deprimida y ansiosa, es pesimista y tiende a sentirse culpable de sus fracasos y fallas. Es indecisa y tiene poca confianza en sí mi sm a, p or lo que la may or parte del ti empo expresa sentimientos de inuti ¬ lidad e incapacidad para funcionar adecuadamente. Dado que se siente inadecuada s e le di fi cu lt a valorar su s logr os. Ti ene pensam ientos depresi¬ vos sig ni fi ca ti vos , se siente triste y cons ide ra que su futuro es inci er to, por lo que ha perdido interés en su vida. Su depr es ión es tan seria que se en¬ cuentra confusa y paral iza da, de modo que es necesario valo ra rl a co n otras técnicas en lo relacionado con la posibilidad de riesgo suicida. Dado que su capacidad de ju i c i o se encuentra di sm in ui da por la ansiedad que experi¬ menta, es factible que tome decisiones equivocadas. Co nt rol de imp ulsos, cali dad de las relaciones interpersonales e h i p ó t e s i s psicodinámicas.
M a r í a , po r otra parte, es una persona que se siente maltrat ada y atormenta¬ da. Manifiesta resentimiento y enojo con las figuras parentales, y es posi¬ ble que utilice la proyección como defensa. Ma r í a es hipersensible, responde de manera exagerada a las reacciones de los otros, considera que la vi da la trata con crudeza y por su tendencia a util izar
236 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
la pr oy ec ci ón como defensa es posible que culpe a los de má s de lo que le pasa, además de sobreinterpretar sus acciones. En ocasiones le es difícil controlar sus impulsos, por lo que qu izá presente conductas exhibicionistas, de las cua¬ les después se sienta culpable. En general, muestra dificultades para expresar su enojo, por lo que probablemente el resentimiento que tiene hacia sus padres lo vuelque hacia sí misma en forma autodestructiva. Tiene problemas con las figuras autoritarias, en especial las figuras parentales, considera que su niñez fue difícil y que en su familia había falta de calidez y de afecto.
No obstante lo anterior, es muy dependiente y necesita en forma exa¬ gerada del afecto de los demás por lo que es factible que establezca rela¬ ciones de tipo pasivo-dependiente en las que se somete de manera incondi¬ cional con tal de obtener aceptación, pero que aumentan su resentimiento al no sentirse valorada por ella misma. Quizá intente manipular a los de¬ más a través de una imagen devaluada y vulnerable, sin embargo, dado que es ambivalente, una vez que se acercan y le demuestran afecto es común que los agreda, probablemente en forma indirecta (en su autobiografía ella mencion a que siempre fue sa rc ás t ic a) . Al parecer, en su infa ncia ca r ec ió de vivencias que propiciaran la adquisición de seguridad y confianza en sí misma, así como de un autoconcepto realista basado en la aceptación de sus capacidades y limitaciones. Sus problemas escolares se deben, entre otras cosas, a dificultades para concentrarse y a actitudes negativas hacia sus maestros y comp añ er os así como a sentir que tiene poco apoyo de su fami li a con respecto a la carrera que el igió.
Estabilidad del perfil. Los rasgos de personalidad que se observan en el perfil reflejan la estructu¬ ra de personalidad y problemas que se han establecido a lo largo de la vida de María, por lo que si no recibe tratamiento es muy probable que se man¬ tengan sin ninguna modificación. Grado de adaptación o alteración. Los datos proporcionados por la prueba indican que María se encuentra desadaptada en varias de las esferas de su vida, como la escolar y la social y que, ade más , tiene una autoestima muy baja, algunas de las escalas está n muy elevadas, lo que indica que la alteración es marcada, en especial su depre¬ si ón . Lo anterior establece que no es cu es tió n de voluntad el qu e el la mejore, necesita ayuda y es probable que si no la recibe empeore, el perfil hace pen¬ sar en dos posibilidades igualmente riesgosas, la posibilidad de desarrollar un cuadro psicótico, o que pudiera llegar a presentar un intento suicida, por lo que es indispensable que reciba tratamiento a la brevedad posible. Consideraciones sobre el tratamiento.
Su hipersensibilidad y susceptibilidad le dificultan establecer relaciones interpersonales, por lo que prefiere aislarse y evitar las situaciones socia-
Integración del reporte delMMPI-2 O 237
les, es posible que en el tratamiento se le dificulte establecer ap r po r tcon el terapeuta. Sus dificul tades c on respecto a tratamiento se ven m á s marcadas debido a que no le gusta tratar sus problemas con nadie —esto a causa de que cree que no pueden entenderla—. pues se siente diferente a los otros. Además, como consecuencia de su pesimismo, siente que es difícil hacer al gú n cambio en su vi da . S i n embargo, cuenta con algunos buenos recur sos como su inteligencia y su capacid ad de n isi g h t . Se recomienda una psicoterapia de apoyo dir ect iva en un pri nc ip io , posiblem ente de grupo y más adelante una terapia reconstructiva que le permita reestructurar de manera profunda su personalidad. Dado que es una persona que requiere de trata¬ miento pero que al m is mo ti empo lo rechaz a, a fin de tener éxi t o debe trabajarse en las primeras sesiones en establecer la alianza terapéutica y aceptar sus cuestionamientos, es probable que una terapia de grupo, con otras personas que tengan problemas semejantes a los suyos, pu dier a ayudar en un pr in ci pi o a no sentirse tan diferente ni sin remedio. Los diferentes aspectos que debe incluir un reporte clínico deben conformar una vi si ón integrad a de la persona y no una in t er pr et a ci ón fragmentada.
GUÍA PARA LA ELABORACIÓN DE UN INFORME EN EL ÁREA LABORAL En entornos de se le cc i ón de personal, el r eporte puede tener ca ra ct er ís ti ca s algo diferentes y estructurarse de la siguiente manera:
ACTITUD ANTE LA EVALUACIÓN Es importante valorar la actitud de la persona ante la evaluación y en particular la franqueza que puede basarse en buena eneslas escalas de valid ez deldurante M M P Iella, - 2 . misma Po r ejemplo, un puntaje particular en lamedida escala K empleado para indicar defensividad, independientemente de los puntajes en las otras escalas; una el ev ac ió n de F significativamente mayor a L y K refleja una actitud demasiado abierta. Al gu na s elevacion es de las escalas cl í ni ca s y las relaciones e ntre ellas t a m b i é n entran en co ns i de r a ci ón para la ev al ua ci ón de la f ranqueza. Por ej emplo , las eleva¬ ciones en Hi o Pa ind ica n la capacidad o di s po si c i ón de un ind iv id uo de exponerse a sí mis mo en la sit ua ci ón de se le cc i ón de personal. La s elevaciones en algunas de las escalas especiales —como Re pr e s i ón ( R ) — t a mb i é n proporcionan c laves va¬ liosas de la di s po s i c i ón de un in di vi du o para exponerse a sí mi smo . Estas reglas se apli can a los puntajes del M M P I - 2 de un in di vi du o, y los resultados de prueba
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O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
pueden evaluarse como "extremadamente franco", "bastante abierto", "adecuado", "extremadamente cauteloso", "receloso" o "indeterminado". Deb id o a que la defensividad es una ca r ac te r í st i ca difundida de las respuestas de un in di vi duo a pruebas cl ín ic as en ambientes de se l ec ci ón de personal, la e va¬ l ua ci ón de esta ca r ac t er í s ti c a es una de las partes má s importantes de este proceso . Al gu no s in div idu os son tan renuentes para revelar in f or ma ci ón personal en las eva¬ luaciones preempleo que los resultados de sus pruebas resultan no válidos en, por ejemplo, el M M P I . Si se omite n má s de 29 reactivos, la escala L es mayor de T 75 o K se ubica por arriba de T 76, perfil que probablemente sea una apreciación demasiado baja de los problemas del individuo, por lo que su utilidad no es sufi¬ ciente. Debe tomarse en cuenta que en se l ec ci ón de persona l en M é x i c o , los perf i¬ les de personalidad, sobre todo de personas que tienen una escolaridad alta, mu¬ chas veces resultan con estas ca r a ct er í st i c as y, si n embargo, proporc ionan algun os datos út il es de esta persona. El n iv el de e l e va c i ón en L es importante para la evalua ción de la posible deshonestidad del individuo. Una elevación superior a 80 indica¬ ría la probabilidad de que la persona, al ser deshonesta en su contestación de la prueba, lo sea t a m b i é n en otro tipo de actividades. Es impo rtante s e ña la r que exis¬ ten algunas diferencias por género, por lo que deben utilizarse las normas de la p ob l a c i ó n mexi cana para h acer prediccione s con referencia a este aspecto.
ENTREVSTA La entrevist a es una t é cn i c a que permite h acer inferencias acerca de la do t ac i ón y ut il i za ci ón de los r ecursos intele ctuales. Lo s datos obtenidos mediante el la ac t úa n como criterios externos para fundamentar y comparar con los que proporcionan las pruebas ps i c o l ó g i c a s . Al gu no s aspectos a consid erar en la entrevist a en un contexto labora l son: •
N iv el
• • •
Lo gr os de la persona. Mane jo de la si t ua ci ón de entrevista. Forma de ex pr es ió n del ind ivi duo (lenguaje y vocabulario que ut il iz a y c ó m o lo emplea). Intereses de la persona (analiz ar si ést os es tá n de acuerdo con su acti vidad). Mane jo de las situacio nes cotidianas y conf lic tiv as. Capac idad para la c om pr ensi ón de contenidos abstractos: me táfor as , refra¬ nes, etc. Ambien te sociocult ural del que provien e el ind iv id uo.
• • • •
ac ad ém ico y rendimiento.
Alcanzar grados elevados de estudio, independientemente de las condiciones facilitado ras del am biente, proporci ona datos sobre la mot i va ci ón e in te ré s por la ad qu is ic ió n de determinados conocimientos, así como del desarrollo y uti li za ci ón de funciones intelectuales que subyacen al aprendizaje en las diferentes áreas del saber.
Integración del reporte delMMPI-2 O 239
Lo s datos que se obtien en sobre la eficaci a del in di vi duo en la re al iz ac ió n de actividades cotidi anas, estudi o, trabajo y así por el est ilo , son ín d i ce s de la adapta¬ ción intelectual al ambiente. Existen personas capaces de manejar conceptos que requieren de un alto grado de abs tr ac ci ón , pero con un nivel muy pobre en cuanto a una ad ap ta ci ón pr ác ti ca a la vida. O bien, aquellos que, aunque en una etapa de la vida fueron capaces de hacer uso adecuado de sus aptitudes, en el momento de la entrevista han perdido eficiencia para la resolución de los problemas que enfrentan. El observar la forma como la persona expresa sus ideas, proporciona datos sobre los procesos del pensamiento y la organización conceptual, así como del medio sociocultural en el que se desarrolla.
MMPI-2 El M M P I - 2 pro porcio na es pec íf ic ame nt e algunos datos sobre la uti li zac ión de la dotación intelectual, respecto al manejo de los conflictos en el balance entre las escalas L,más F y baja, K. Cuando L esque la más alta, F se encuentra niveladecuada intermedio y K es la se infiere el participante no utilizaen enun forma su dotación intelectual al enfrentar los problemas. Intenta mostrarse, desde el punto de vista social, ajustado a los valores sociales (L alta) y, aunque siente tener problemas, no consigue expresarlos abiertamente (F intermedia) y, por otra par¬ te, se siente incapaz de enfrentar sus conflictos, (K baja). Lo anterior alerta sobre una pobre utilización de los recursos intelectuales en la resolución y enfrentamiento d e sus conf lict os. En el caso contrario, L baja, F intermedia y K elevada, puede decirse que hay una mejor ut il i za ci ón de la d o t a c i ó n intelectual al en frentar y tratar de resolver los propios conflictos. Impulsividad
Es importante evaluar el nivel de control de impulsos que posee una persona, espe¬ cialmente cuando se le da un puesto de responsabilidad en el que no es conveniente que actúe impulsivamente. Esto se evalúa a través de algunas escalas básicas, como la 9, ya que cuando ésta se encuentra elevada (especialmente a más de 65) es poco probable que la persona logre controlar sus impulsos, lo cual se exacerba cuando la escala 9 es tá elevada y la 0 sumergida. T a m b i é n cuando la escala de Enoj o se en¬ cuentra elevada, es difícil que la persona controle sus impulsos de manera adecua¬ da. Esto se ve incrementado cuando la escala de Prácticas antisociales se eleva y Re pr es ió n, baja. Co mo ya se me n ci on ó , una persona con elev ac ió n en la escala de Ma cA nd re w qui zá sea impul si va y tome muchos riesgo s; lo que qu iz á aplique aun cuando las escalas mencionadas no lleguen a un rango muy elevado, pero sean los picos del perfil.
240 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
Adaptación
social y
relaciones
(Capítulo 101
interpersona les
Esta dimensión se dirige a las habilidades interpersonales del aspirante. En muchas ocupaciones y programas de entrenamiento para los cuales se uti li za el M M P I - 2 como una h erramienta de se le cc ió n, como oficiales de pol ic ía , programas de gradua dos del ár ea de l a salud mental o ejecu tivos de empresas, la habi lid ad para relacionar se con otras personas es una co ns ider aci ón importante. Vari as medidas basadas en el M M P I - 2 que reflejan habi lid ad en las relaciones sociales son de uti lid ad. La escala de Intr oversión social (Is) es la medida de intr overs ión-e xtra vers ión social del M M P I más extensamente validada; Is fue construida empleando personas normales y se ha relacionado ampliamente con las ca ra ct er ís ti ca s de sociabi lidad. En esta prueba hay otras escalas que también contribuyen a evaluar esta di¬ mensión, como la escala de Incomodidad social (ISO), que mientras más se eleve nos indicará una mayor dificultad para adaptarse a situaciones que impliquen el interactuar con grupos de personas. Deben tomarse en consideración las normas de la población mexicana para hacer predicciones en este aspecto, pues ISO es una de las escalas que presenta mayores diferencias con las de la población estadouniden¬ se debido, probablemente, a que desde el punto de vista cultural nos relacionamos de otra manera en las situaciones de grupo en comparación con los miembros de esa comunidad. Ta mb i én pue den emplearse para evaluar esta di me ns i ó n correlatos em pí r i co s asociados con las escalas clí ni ca s del M M P I y tipos de có di go s. Po r ejemplo, las elevaciones moderadas en la escala Dp están relacionadas a eficacia interpersonal, pero elevaciones superiores (es decir, mayores de T 65) sugieren relaciones socia¬ les manipuladoras y de rupturas frecuentes. Puntuaciones elevadas en Es reflejan en aje nac ió n social y retra imiento. Entrevista
En este renglón es importante observar desde cómo se relaciona el participante con el examinador —esto es, si muestra una actitud abierta, activa o bien si se muestra tímido sumiso, pasivo, demandante, agresivo y así por el estilo—. Incluso es im¬ portante registrar los sentimientos que desde el punto de vista contratransferencial genera el i nd iv id uo en el exam inador. Por otra parte, el relato con relación a diferentes figuras con las que el indivi¬ duo se ha relacionado durante su vida, así como el tono afectivo con el que matiza su discurso, p r op o r ci on ar á datos acerca de la forma en que se vin cul a con ellos. Ta mb i én conviene pon er at en ci ón al tipo de figuras con que se relacio na el partici¬ pante en forma más estable y adecuada, y dónde puede (o pudiera) eventualmente tener un conflicto. Capacidad para resolver problemas
En el área laboral es fundamental considerar este rubro, porque generalmente se presentan situaciones nuevas a las que es necesario enfrentarse, por tanto, es impor¬ tante conocer si se responde de manera adecuada ante cualquier situación, si existe
Integración del reporte del MMPI-2 O 241
capacidad para tomar decisiones, discriminar problemas y objetividad ante los mis¬ mos, así como t ener vi si ón hacia e l futuro, capaci dad de an ti ci pa ci ón y pl an ea ci ón . En la prueba del M M P I se pueden detectar estos indicadores a tr av és de las siguientes escalas: • •
•
•
•
•
Potencial
Escalas de val ide z ( L , F, K ) , mismas que ind ica n c ó m o se enfrenta la situa¬ ción de prueba. Es cal a 2 (De pr es i ón [D]). Lo s reactivos que conforman la escala D refle¬ ja n no só lo los sentimientos de desesperanza y pes imi smo , sino t ambi én características básicas de personalidad de responsabilidad excesiva, nor¬ mas personales estrictas y tendencia a sentirse frecuentemente culpables. Una puntuación media indica que la persona está conforme consigo mis¬ ma, que es estable, equil ibrada y realista. Si D es mayor a 65 se sugiere poca energía para realizar actividades, baja autoestima, falta de confianza en sí mismo. Una D con T > 70 sugiere que la persona tiene baja autoestima, poca ene rg ía , sentimientos de inseguridad e in ad ec ua ci ón , que es conven¬ cional y poca arriesgada. La resolución adecuada de problemas requiere que la puntuación sea media o baja. Esca la 4y (D es vi ac n ps ic opUna át ic puntuación a [Dp]). Dpmedia se relacio na con manejo normas control deióimpulsos. (entre 41 yel55) indi¬de ca que la persona puede ser sincera, confiable, tenaz y responsable, en tanto que una T > 65 sugiere asertividad, confianza en sí mismo y estar dispuesto a tomar riesgos. La puntuación T > 70 señala que el individuo puede emitir jui ci os descuidados, que tiende a tomar riesgos y que no res¬ peta las reglas. Es ca la 8 (Esqu izofr enia [Es]). Lo s reactivos de Es cubren un ampl io rango de conductas excéntricas y experiencias extrañas. Las puntuaciones me¬ dias (T de 41 a 55) indican que las personas son capaces de adaptarse a las circunstancias que les rodean, que son confiables y equilibradas; en tanto que las T > 65 sugieren a personas poco convencionale s, c on un j ui c i o pobre y, por tanto, con pocas habilidades para solucionar problemas. Las puntuaciones T > 70 son características de personas con poca confianza en sí mismas, desorganizadas y de quienes resulta poco probable que logren emiti r ju ic io s adecuados a las situaciones. Fuerza del yo (Fyo ). Fy o ind ica el ni vel de ad ap ta ci ón , fortaleza, recursos personales y funcionamiento eficiente; por tanto, la puntuación debe en¬ contrarse arriba de T 55. Perso nalid ad tipo A ( P T A ) . Las personas con puntuaciones elevadas en P T A son muy trabajadoras, activas y orientadas hacia el trabajo; frecuente¬ mente se muestran impacientes, irritables y tensas. de
adicción
Este aspecto se considera de especial importancia en la psicología laboral al eva¬ luar a personas que aspiran a puestos de responsabilidad. Para valorar el potencial
242 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
de adicción debe emplearse una combinación de puntajes de varias escalas clíni¬ cas y la escala de Alco holi smo de MacAn drew-Rev isada ( A - M A C ) . Los pu ntajes de T 70 en laA-MAC son suficientes para asegurar la clasificación en la catego ría "posibles problemas", y las elevaciones moderadas en A-MAC, manifestados con ciert os tipos de có di g o del M M P I - 2 (p. ej., 2-4-7), su gieren probl emas de adicción cuando se emplean los puntajes de corte estandarizados de adicción potencial. Debe mencionarse que en la población mexicana quizá resulten algu¬ nos falsos negativos debidos a diferencias culturales en cuanto al manejo del alcohol en la población mexicana, puesto que en situaciones de convivencia fa¬ mi li ar y soc ial el alc ohol d e se mp eñ a una func ión diferente que en la sociedad estadounidense. Es importante, entonces, tomar en cuenta no sólo la A-MAC e in clu ir las de Pr ed is po si ci ón a prob lemas con las adi ccion es (PP A) y Reconoci¬ mient o de las adiccio nes ( R A ) . La posibilidad de que un aspirante tenga problema con el alcohol o las dro¬ gas es cr ít ic a para algunas ocupacio nes (p. ej., tr ip ul ac ió n aér ea ). El usu ario del M M P I - 2 debe determina r la impor tanc ia de este factor para el puesto bajo revi¬ sión; si se desea colocar más énfasis en esta variable que el proporcionado por los puntajes de corte empleados en las reglas de decisión mencionadas, puede especificar anticipadamente el nivel opcional de puntajes de corte a fin de eva¬ luar la adic ci ón potencial. Tales puntajes de corte categorizan a un mayor n ú m e r o de ind iv id uos que posi¬ blemente tengan problemas, en comparación con lo que identifican los puntajes de corte es tá nd ar . Estos úl t i mo s fueron d i s eñ ad os para aquellos lugares en los cuales el profesional qu iere es cu dr i ñ ar con cuidado e ste potencial por el peligro de clasi¬ ficar de manera errónea a individuos que probablemente no tengan problemas. El ni vel op cion al de be rí a ser uti liz ado só lo en la se le cc ió n preempleo para las ocupa¬ ciones en las cuales el peligro causado por problemas de adicción no detectados puede ser serio. La adicción potencial puede ser clasificada como "aparentemente sin problemas", "p osibles dificul tades" o "alta". ( Vé as e cap ít ul o 9.) Tolerancia
al estrés
La determinación de la probable respuesta de un individuo bajo condiciones de est rés elevado es un a sunto complicado. Las ca ra ct er ís ti ca s de personalidad ind ivi ¬ duales y las respuestas previamente aprendidas para el estrés son importantes; al igual que la naturaleza e intensidad de los estresores. Incluso las personas mejor adaptadas tienen, por lo general, un "punto de rompimiento" si el estrés es dema¬ siado intenso. Por otra parte, la mayoría de los individuos son lo suficientemente hábiles para ajustarse a eventos muy estresantes —aunque sus respuestas iniciales pudieran indicar re spuestas de de s ad ap ta ci ón . Lo s factores de pe r s on a üd a d, medid os por el M M P I - 2 , que entran en la evalua¬ ci ón de la toleranc ia al est ré s incluy en a) las defensas car ac te rí st ic as del indiv idu o —como pr oy ec ci ón , ne ga ci ón y re pr es ió n—; b) la tendencia a somatizar conflictos ps ic ol óg i co s, la in cl in ac ió n a actuar de modo impul si vo, o a desarrollar sentimientos de poca confianza e n sí mismo o i n a d e c u a c i ó n ; c) la tendenci a a sentirse enajena-
Integración del reporte del MMPI-2
O 243
dos o aislado s. Estas ca ra ct er ís ti ca s de personalidad que predispo nen al indi vi duo a una respuesta de poca adaptación bajo condiciones estresantes, son reflejadas en varios patrones del M M P I - 2 . La eva lu ac ió n de la probable respuesta al es tr és de un
individuo, detectar estos factores de personalidad asumir que involucra ll eg ar án aelser desorganizados bajo elevado es t r és . predisponentes y La predicción de la conducta, especialmente las respuestas complejas a situa¬ ciones desconocidas es, por supuesto, imperfecta. Enfocarse ún i c a me nt e a los facto res de personalidad pe rtinentes que son medidos por el M M P I - 2 deja considerables espacios de error; esto es sólo parte de la ecuación. Las contribuciones ambienta¬ les, tanto positivas como ne gativas, a la experiencia de es tr és de un ind iv id uo , pro¬ bablemente sean desconocidas por el profesional que e va l úa al candidato . Ev i de n temente, algunos empleos —como oficiales de policía— son consistentemente más estresantes que otros; en contraste, los bomberos tienen periodos de relativa calma y rutin a seguidos por breves lapsos de elevado es t r és. El usuario de las pr uebas con conoc imie nto detallado del es tr és inherente al puesto bajo r ev is i ón y el apoyo de sistemas disponib les al aspirante, a d e m á s de los datos del M M P I - 2 , es una situa¬ ción adecuada para evaluar los problemas que el individuo probablemente experi¬ m e n t a r á al enfrentarse con las demandas del puesto. La tol era nci a al es trés es eva¬ luada como "adecuada", "posibles dificultades" o "baja". Valores
Bajo este rasgo se considera aquí si las personas se caracterizan por ser honestas, apegadas a las normas, que muestran respeto por los otros (al medio ambiente), cierta rigidez y que se conducen de acuerdo con el bienestar social. En el M M P I - 2 estas ca ra ct er ís ti ca s se pueden detectar a tr av és de las siguientes escalas: •
•
•
Es ca la L (Men ti ra) . Indica si el particip ante t o m ó una actitud natural o si se t rat ó de mostrar como vi rtuo so ante la prueba. L as puntuaciones eleva¬ das (arriba de T 70) sugieren que el individuo se presenta a sí mismo en una forma demasiado positiva, intentando crear un punto de vista favora¬ ble, pero irreal, de su ajuste. También llega a presentarse en personas que son demasiado ríg ida s. Es ca la 7 (Psi cast enia [Pt]). Media nte Pt es posi ble no só l o detectar ansie¬ dad y angustia, sino también se evidencia si la persona maneja normas morales estrictas, tendencia a culparse porque las cosas no salen bien y esfuerzos para controlar r í gi da me n t e los impu lsos . En el contexto de selec ci ón de personal, una pu nt ua ci ón T > 65 indic a que el individuo es perfec¬ cion ist a, eficiente, m e t ó d i c o . U n a T > 70 se presenta en aquellas personas que son me t ód i c a s , quisquil losas , indecisas, con poca confianza en sí mis¬ mas, propensas a sentir culpa, y a sentirse ansiosas e inadecuadas Es ca la 4 (D es vi ac i ón ps i co pá t ic a [Dp]). La s personas que se considera que tiene n el ra sgo de val ores obt e nd r án una pu nt ua ci ón medi a o baja en Dp .
244 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Responsabilidad y compromiso laboral
En se le cc ió n de persona l es importante considerar si el i ndi vi duo se caracteriza po r ser decid ido, í nt eg r o, compromet ido con el grupo, con una actitud posi tiva hacia el trabajo con un buen nivel de desempeño, capaz de colaborar con otras personas en el trabajo. Las escalas del MMPI que permiten detectar estascaracterísticas son: •
•
Respon sabi lid ad soc ial (Rs). Rs e va l úa la capacidad de la persona para aceptar las consecuencias de sus actos, responsabilidad, integridad y com¬ pro mis o con el grupo. Para poder afirmar que el i nd iv id uo posee la carac¬ te rí st ic a bajo ev al ua ci ón , la p un tu ac i ón debe ubicarse por lo menos dentro del rango de la normalidad o superior. Dom in an ci a (Do) . Median te Do es factible identificar la tendencia del in¬ dividuo a tener ascendiente y control sobre sus relaciones interpersonales. Se requiere que la puntuación se encuentre por lo menos dentro de los límites de normalidad.
Confianza en sí mismo
El individuo se caracteriza por poseer una autoestima adecuada, capacidad para resolver problemas, tomar decisiones adecuadas, defender sus puntos de vista, creencias y sentimientos, así como habilidad para reaccionar con firmeza ante cualquier situación. Las escalas que permiten detectar este rasgo son: •
•
•
Escal a K (C or re cc ió n) . Mi de la di sp os ic ió n del indiv iduo para exponer información personal y discutir sus problemas. Las puntuaciones elevadas (T > 65) reflejan una actitud poco cooperadora y renuente a revelar infor¬ mación personal; sugiere a un individuo que trata de mostrarse como una persona capaz de enfrentar y resolver sus problemas por sí mis mo. La s puntuaciones menores a T 45, sugieren sinceridad y franqueza, además de que el participante se siente incapaz de resolver sus problemas por sus propios medios. Es ca la 2 ( De pr esi ón [D]) . Se requiere tener puntuaciones menores a T 56 en D, pues eso si gni fi ca que la persona es estable, equi lib rada , rea lista , que está conforme y confía en sí misma, que es entusiasta y socialmente desinhibida. Escala 4 (De svi aci ón psi cop át ic a [Dp]). Una pun tu ac ió n máx im a de T 65
quizá indique que la persona es segura de sí misma, que expresa claramen¬ te sus opiniones y sentimientos, que puede ser creativa e imaginativa. No obstante, al interpretar Dp es importante observar la relación que guarda
Integración del reporte del MMPI-2 O 245
con otras escalas del perfil, debido a que la puntuación mencionada tam¬ bién se presenta en individuos impulsivos, aventureros, en cierta medida hedonistas, poco confiables e impacientes. • •
• •
Es ca la 7 (Ps icas teni a [Pt]). Esta escala debe encontrarse entre baja y moderada. Esc al a 9 ( Hi po ma n í a [Ma]). Cuando la prueba se ap li có con fines de selec¬ ción de personal, una calificación T > 65 sugiere a una persona enérgica, activa, co nfiada en sí misma. La pu nt ua ci ón T > 70 indica que el partici¬ pante muestra iniciativa, tiene un alto nivel de energía, confía en sí mismo, cuya au to ev al ua ci ón es poco realista, rebelde, agresivo, deprimido, irrit a¬ ble, susceptible, intrépido, persona que toma grandes riesgos, expresiva, conversadora, a quien le disgusta el trabajo en detalle. Fuer za del yo (F yo) . La p unt uaci ón de Fyo debe ubicarse entre los niveles medio y alto. Desajuste prof esi onal (Dpr) . Las puntuaciones de Dp r permit en identi¬ ficar la existencia de problemas emocionales y predecir futuras dificul¬ tades de adaptación. Para considerar que se tienen las características descritas en el rasgo de responsabilidad y compromiso laboral se re¬ quiere que la calificación T sea baja. Una puntuación elevada indica que la persona está poco adaptada y angustiada, que es ineficiente y pesimista.
•
Dificultades en el trabajo ( D T R) . Para ser responsable y comprometido con el trabajo se requiere que la puntuación obtenida sea baja; si ésta es alta se sugieren conductas o actitudes que provocan un desempeño laboral pobre. Algunos de los problemas de estas personas se relacionan con poca con¬ fianza en sí mismos, f alta de con ce nt ra ci ón , obsesi vidad y te ns ió n, así como dificultad para tomar decisiones.
•
Es ca la 7 (Psicastenia [Pt]). Para esta ca rac ter ís tic a se requiere que las pun¬ tuaciones no lleguen a ser mayores de T 65.
Adaptación
global
En muchas ocasiones, la selección de personal involucra la necesidad de conocer si un aspirante es "desajustado", más que las formas específicas en las cuales el individuo difiere de otras personas. Quizá sea suficiente, para muchas decisiones de personal, simplemente saber que el individuo no ha percibido problemas de adaptación.
Las reglas de decisión para la evaluación del ajuste total proporcionan un resumen de los resultados individuales del M M P I - 2 . Cada indiv idu o es clasifica¬ do en una categoría de ajuste, sobre la base de varios aspectos de ejecución del M M P I - 2 : "adecuada", "posib les dificultades" o "pobre". En esta ev al ua ci ón se emplean las elevaciones y las configuraciones de las escalas y subescalas clíni¬ cas y de validez.
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Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
CASO ILUSTRATIVO A c ont i n ua c i ó n se presenta el caso de una persona que es evaluada com o candidato a un curso y que es rechazada. FICHA DE IDENTIFICACIÓN Nombre:Maestra Ji mé ne z. Edad: 37 años. Escolaridad:Licenciatura. Estado civil: Soltera. RESULTADO DE LAS PRUEBAS
Rendimiento intelectual: Inferior al término medio. Sucesos buenos reportados en el úl t i mo a ñ o :
Le aumentaron el sueldo. Reco noci mie nto en el trab ajo. Le llamaro n para inic iar los trá mi te s de ingreso a un curso de ac tu al iz ac ió n. Sucesos malos reportados en el úl t i mo a ñ o :
Accidente automovilístico.
REPORTE
Se trata de una persona cuyo rendimiento intelectual es limitado, debido a que sus recursos son pobres, por lo que disminuye su eficiencia en situa¬ ciones de presión. Su actitud ante la prueba fue marcadamente defensiva, mostrándose muy convencional, conforme consigo misma y adaptada. No reconoce te¬ ner problem as pues es muy cautelosa con re specto a revelar i nf or ma ci ón personal, principalmente en situaciones relacionadas con su trabajo. Se consider a una persona adaptable, c onfiable y puntua l, es orga nizad a en sus actividades profesionales y muestra un sentido de responsabilidad con su grupo. Sin embargo, experimenta sentimientos de inseguridad y autodevaluación, así como cierta inmadurez y apatía al realizar sus activi dades. T a mb i é n lle ga a ser tí mi d a y sumisa, ya q ue depende de los d e m á s y necesita de su at e nc i ón y si mp at í a, aunque no lo rec onoce, pues es t á cen¬ trada en sí misma. En situaciones de trabajo, tiende a ser competitiva y siente que no tiene suficiente tiempo para realizar sus tareas. A s i m i s m o , es una persona impaciente y ríg ida, con un control exa gera¬ do de sus impulsos, por lo que en sus relaciones interpersonales se muestra cautelosa, lo q ue puede dificul tar su ad a pt ac i ón en grupos sociales diferen tes al que e st á integrada, particularmente en el progr ama. Po r lo anterior se
>.-.VMnr.
oneon
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O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
considera una candidata cuestionable, debido a que en situaciones de pre¬ sión su rendimiento se ve disminuido, ya que puede reaccionar de manera excesiva cua ndo es tá bajo pr es ió n. El anterior es un reporte sencillo dentro del área educativa-laboral, pues se trataba de hacer una se le cc ió n.
EL USO DEL REPORTE DEL MMPI-2 EN PSICOTERAPIA El M M P I se ha usado en diversos escen arios para evaluar los efectos del tratamien to (Butcher, 1994; Malee, 1983; Moras y Strupp, 1982; Walker, et ai, 1987 y Ho llon y Mand el 1979). En Mé xi co se ha util izado tam bi én como un elemento de pr on ós tico de la permanencia en psicoterapia (Jurado, 2002). En este último estudio se encontró que las escalas que mejor predicen la permanencia en psicoterapia son Hs, D , H i , E N J y Fyo . Butcher (1 990) considera que la ev al ua ci ón con las pruebas como el M M P I - 2 al i ni ci o de la p sicoterap ia puede ayudar a redu cir el tiem po del proceso al revelarle a la persona sus problemas de una forma clara. Además la in fo rm ac ió n del M M P I - 2 puede ser una forma objet iva y externa de proporcionar información acerca de los síntomas y falta de adaptación. La información descrip¬
ti va y predicti va que se proporci ona a tr av é s del M M P I hace posible dar a la persona y al terapeuta algunos indicadores acerca de los problemas del paciente. Un resul tado importante del uso del M M P I - 2 en la pl a ne a c i ón del tratamiento es que puede propi cia r una mejor c o m u n i c a c i ó n entre paciente y terapeuta. Cuando la gente se decide a buscar psicoterapia, está dispuesta a saber todo lo que sea posible sobre sí mismo, por lo que dar al paciente información acerca de las pruebas que contestó probablemente involucre más al paciente en el proceso cl ín ic o. Otra ventaja importante de uti liz ar el M M P I - 2 en la ev al ua ci ón pretratamiento es que identifica problemas que no resultan evidentes en una entrevista clí nic a. El uso del MM P I - 2 ta mbi én a yu da rá a valorar el progreso del tratamiento y a tener una va lo ra ci ón objetiva de la psi co pa t ol og í a del paciente. La evaluación psicológica al final de un tratamiento también puede ser un as pecto importante de éste, pues hace factible ayudar a paciente y terapeuta a valorar los cambi os que ha tenido el prim ero co n el tratamiento, as í como el tip o de proble¬ mas que se pueden presentar una vez que el proceso termine, y los recursos con los que el paciente cuenta para enfrentarlos. Esta evaluación postratamiento permite t a m b i é n una e va l ua c i ón de los ef ectos del tratamiento en la personalidad del p a¬ ciente y en sus sí nt o ma s . (Butcher, 1990). El establecim iento de una c o m u n i c a c i ó n honesta es una de las metas m á s im¬ portantes del tratamiento. En realidad, hace posible que al principio del mismo se logre desarrollar u na re l ac ió n c ó m o d a que permita al pac iente revelar al te rapeuta
Integración del reporte delMMPI-2 O 251
todo lo que le pasa y que a nadie le ha di ch o; en esto resultan de ut il id ad las pruebas como el MMPI-2 Butcher considera que se deben seguir algunos pasos para proporcionar al pa¬ ciente re tr oa li men ta ci ón sobre el M M P I - 2 (Butcher, 2002):
1) Ex pl ic ar le por qu é se le apl ic ó el M M P I - 2 . El terapeuta puede decir al paciente que quiere usar los m é t o d o s que es té n a su alcanc e para tener una co m pr e n s i ó n completa de sus problemas y que el M M P I - 2 proporciona in fo rma ci ón extema en este sentido. 2) Describi r al paciente lo que es el M M P I - 2 y lo ampliamente que se le ut il iz a. Es importante establecer la objetividad y cred ibi li dad del M M P I - 2 para el pa¬ ciente mo s t r á n d o l e que este instrumento ha sido uti li za do durante mucho tiem¬ po en escenarios cl í ni c os y subray ando el hecho de que se ut i l iz a ampliamente en mucho s paí se s debido al tipo de in fo rm ac ió n que proporciona. 3) Describa có mo funciona el M M P I - 2 . A este respecto se le pod rí a explica r un poco cóm o se construyeron emp ír ic ame nt e las escalas del MM P I - 2 y la amplia i n f o r ma c i ó n que hay al respecto. Ta m b i é n se le puede hablar un poco de lo que es un perfil típico del MMPI-2
la brevemente manera en que funcionan validez 4) Explicar M M P I -al2 paciente . Des cr iba los ind icadoreslas de escalas valide zde y hable condel el pa¬ ciente sobre las diferentes estrategias que utilizan las personas para contestar la prueba. La di s c u s i ón de las escalas de vali dez es una de las p artes importan¬ tes de la re tr oa li me nt ac i ón , ya que permite al terapeuta valo rar la mot iv ac ió n del paciente para el tratamiento. 5) Se ñ a l e cu á l e s son las escalas en las que la persona se aparta m á s de las normas del M M P I - 2 . Debe quedarle cla ro al in di vi duo que sus respuestas se comparan con las de mile s de partici pantes que han contestado el M M P I - 2 en diferentes cond ici ones . Des cr ib a al paciente cu á l e s son sus escalas m á s altas en fu nc ió n de actitudes, sí nt om as , ár ea s problema. Es co nveniente ta mb i é n hablarle sobre sus puntuaciones para proporcionarle un contraste con las que obtuvo en otras escalas en las que parece no tener ningún problema. Ya en las sesiones de psi coterapia es co nveniente no u sar t é rm i no s ps i co l óg i co s traduciendo los t é rm i nos cl í ni co s a palabras senc ill as que puedan ser entendidas por todas las perso¬ nas. El terapeuta debe tratar de no co mun ic ar todo a la vez, sino de ser sel ect ivo co n lo más importante. Es posible que el paciente tenga poco insight y se resis ta a las afirmaciones del tera peuta, s in embargo, el p s i c ó l o g o debe evitar en trar en una discusión con el paciente. 6) Trate de que el paciente dé algunas respuestas sobre las sesiones de retroalim e n t a c i ó n . Br in de a la pe rsona la oportunidad de pre guntar acerca d e sus re¬ sultados y de hacer preguntas para aclarar cualquier cosa que desee. Promover un intercambio activo sobre algún aspecto de los resultados puede crear una a t mó s f er a orientad a al tratamiento que facili te el proceso posterior. 7) E v a l úe la a c e pt a c i ón del paciente de los resultados que se le propor ciona ron. Es una buena ide a pedi rle que haga un resumen de lo que se le dij o para ver qu é
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Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo
10)
tanto obtuvo una imagen clara de sus principales problemas. El intercambio de información probablemente dé pie a temas en los que sea necesario enfocarse durante las siguientes fases del tratamiento. Con algunas personas es convenien¬ te programar má s de un a sesi ón de ret ro al im en ta ci ón , para ver hasta qu é punto asimil ó o r ec ha zó los resultados que se le dieron. P or ejemplo, quienes tienen la escala 6 elevada tienden a no asimilar lo que se les dice en las sesiones de retroa limentación. Esta segunda sesión es muy útil pues hay individuos que después de algunos días pueden hacer preguntas que no se atrevieron a hacer antes. Stephen Fi n n (1996) propone emplear el M M P I - 2 en sí mi smo como una herra mient a a ut il iz ar con personas que acuden por volunt ad pro pi a a consult a o que son enviadas por otro profesional de la salud mental. El objetivo de su programa es reunir i nf or ma ci ón exacta de los clientes con base en el M M P I - 2 y usar esta infor¬ mación para ayudar a las personas a entenderse a sí mismas y a hacer cambios positivos en sus vidas. F i nn considera que responder al M M P I - 2 puede ser una si tu ac ió n que altere a la persona, quien se ve precisada a proporcionar a alguien más —generalmente un individuo extraño— información de un valor incierto, que llevará al experto a obte¬ ner conclusiones que pueden resultar ya sea en ayuda o en daño al paciente. Por tanto, los pacientes sól o de be r á n ser evaluados con el M M P I - 2 cuando entiendan el tipo de i nfor mació n que es posible derivar del MM P I - 2 y có mo ser á utilizada ésta. El evaluador es finalmente el responsable de aclarar con el paciente las metas y pr op ósi to de la evalu aci ón con el M M P I - 2 . Los pacientes se sienten más motivados a contestar el M M P I - 2 cuando se les trata como colaboradores, cuyas ideas y co¬ op er ac ió n son esenciales para la eva lu ac ió n. Por otra parte, dar a los pacientes re t r oa l i me nt a ci ón con respe cto a los resulta dos del M M P I - 2 puede ayudarles a entender sus problemas emoci onale s. Si esta r e t r oa l i me nt a ci ón se les of rece de tal modo qu e ellos se sientan apoyados y segu¬ ros, esto quizá permita que se sientan menos ansiosos y con mayor esperanza, aun cuando se hable de resultados que resulten dolorosos. A fin de lograr esto, Finn considera que en la primera entrevista debe lograrse una empatia con el paciente, identificar las preguntas que él desea que se contesten a tr avé s del M M P I - 2 . Ta mbi én es importante obtener in fo rm aci ón acerca del am¬ biente socia l y en general del contex to de la persona, pues ello p r op or c i o na r á ele¬ mentos para su ev a l u a ci ón . Estas preguntas pueden inc l ui r aspectos como a) ¿d e s de cu á n d o tiene el problema?, b) ¿ ha y situaciones en las que el proble ma se vuel va m á s intenso, o mas lev e, o es té totalmente ausente?, o c) ¿ c ó m o ha tratado la perso na de soluc ionar el prob lema? A este respecto es importante sol ici tar au to r i za ci ón al paciente para hacer este tipo de preguntas y explicarle el motivo para hacerlas. Finn considera que es importante hacer preguntas acerca de evaluaciones psicoló¬ gicas anteriores, pues es frecuente que éstas hayan sido mal manejadas por los evaluadores o ma l entendidas por el paciente y, por consiguiente , é st e q ui z á se haya sentido lastimado si, por ejemplo, los resultados de la evaluación se dieron a su familia, sin haberle preguntado a él.
Integración
del reporte del MMPI-2
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Por otra parte, debe permitirse al paciente hacer preguntas acerca del evaluador: a algunas personas, por ejemplo, les interesa saber por qué el evaluador se dedica a este tipo de trabajo. Este tip o de in ter cambi o suele mot iva r al paciente para se r m á s cooperador la eevaluación. no .se sepacien le debe preguntar porenqué st á renuenteSi a laelevpaciente al ua c i ón U nmuestra a vez quecooperador, se hace con el te un cierto tipo de "contrato" acerca de la eva l uac i ón, se apl ic a la prueba, se inter¬ preta y el clínico se prepara para darle los resultados. A este respecto es importante organizar los datos que se darán al paciente. Se deben tomar en co ns i de r a c i ó n algunos aspectos: •
•
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Si el paciente c on t e st ó en una forma consistente a la ev a l ua ci ón ; es decir, si la prueba resulta válida, de cualquier manera es posible que haya algunos signos de inconsi stencia. Cu ál es el grado de malestar o gravedad de los s í nt o ma s . Esto sig nif ic a, en términos cuantitativos, cuál es el nivel del malestar ("ninguno", "poco", "moderado" y "severo"). A d e m á s , i mp l i c a determinar los tipos o niveles de malestar que se se ña la n en el perfil (ma lestar emoci onal, d ep r es i ón , ansiedad o ps i c op a t ol og í a ) tal como son entendidos por los profesionales de salud Cu la ál es sonmental. los principales sí nt om as del paciente que se obtuvieron a tr av és del perfil o que se manifestaron en la entrevista, mismos que pueden in¬ cl ui r los princi pales fac tores en la historia cl í ni ca del cliente. Cuá l e s son los pri nci pal es rasgos de personal idad del paciente; es decir , si fuera posible observar a la persona por un periodo de tiempo más largo, cu á l es se rí an los ras gos de personalidad má s sobresalientes relacionados, por supuesto, con la causa de sus síntomas. C ó m o se rela ciona el paciente con los d e m á s . A q u í se rí a importante tomar en cuenta có m o maneja la persona su enojo, sus necesidades de dependen¬ ci a, int imi dad y su sexualidad. ¿ Qu é tipo de tratamiento es recomendable para la persona? A este respecto se recomienda se r tan es pe cí fi co como sea posi ble . S er ía conveniente tam bién hablar de las dificultades que pueden anticiparse al principio, durante o al final del tratamiento. Impr esió n diag nós tica.
Qué diagn ós tico , ya sea específico
o general, es
sugerido por el perf il. Es factible listar varios di ag nó st i c os , incluso a lgu¬ nos que puedan contemplarse en un futuro, aunque no sean muy probables en la actualidad, pero que deben tomarse en cuenta en evaluaciones poste¬ riores de la persona. Reco mend aci ones . Si el per fi l sugiere algunas recomendaciones claras , é st as deben listarse a qu í .
La anterior es una forma en que el cl í ni co puede organiz ar los datos, pero no quiere decir que se le deban proporcionar tal cual a la persona. Una vez que el clínico ha organizado y entendido los resultados del M M P I - 2 , debe considerarse cu ál es la
254 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
mejor manera de hablar con el paciente acerca de estos resultados. En esta fase del proceso, los au tores se g uí a n por ci nco cuestiones:
1. En qué forma se relacionan las metas del paciente con los resultados del M M P I - 2 . 2. Cu ál es son lo s prin cipal es resultados del M M P I - 2 . 3. Has ta qu é punto el cli ente puede tener co noc im ie nt o de estos resultados y estar de acuerdo con ell os. 4. C u á n t a in f or ma ci ón parece la persona ser capaz de asi mil ar en la se si ón de retroalimentación. 5. Q u é p o d r í a pasar si la persona se siente abrumada por i nf or ma c i ón que es dis¬ crepante con su autoconcepto. En cuanto a la inf or ma ci ón que se pr o po r c i on a r á a la persona, es necesario tomar en cuenta que existen tres niveles de in f or ma c i ón . En el primero es t á n los resu lta dos que son fáciles de aceptar durante la sesión de retroalimentación porque verifi¬ can la forma usual de las persona de pensar acerca de sí misma; cuando se le dan este tipo de resultados, las personas generalmente dirán: "eso ya lo sabía". En el nivel 2 están los resultados que resultan una amenaza al autoconcepto o a la au to pe r ce pc ió n porque ampl ía n o modifican lo q ue el ind ivi duo usualmente piensa acerca de sí mi sm o; cuando se ofrece esta clase de in f or ma c i ó n, las personas q ui z á respondan di ci en do: "N un ca h a b í a pensado esto, pero puedo darme cuen ta de por q ué l o es t á dic ie ndo ". En el tercer ni ve l es tá n aquellos re sultados que tienden a ser rechazados por la persona porque son novedosos y discrepan de lo que piensa acer¬ ca de sí misma; se espera que este tipo de información resulte amenazante para la persona y mo vi l i ce , por tanto, mecanismos de defen sa. El cl ín ic o debe usar su empatia para saber cu ál es l a inf or ma ci ón que es má s útil para la persona, cuáles son los resultados que la persona puede asimilar e inte¬ grar, así como de qué manera es posible que reaccione ante información que le haga sentirse amenazado en cuanto a la concepción que tiene de sí mismo. Para el lo , es importa nte que el cl í ni c o "se ponga en los zap atos de la persona" . U n a vez que el clínico ha logrado esto es fácil planear la sesión de retroalimentación pen sando: "s i yo fuera la persona X, ¿c uá l s er í a la mejor forma de hablar co nm ig o de los resultados del M M P I - 2 ? " . Otro p unto importante para el cl ín ic o antes de em prender la se si ón de r et r oa l i me nt a c i ón es da rse cuen ta de qu é tan ansioso se siente él mismo acerca de la r e t r oa l i me nt ac i ón y, en caso necesario , buscar la ayuda de un supervisor. Durante la ses ió n de r e t r o a l i me nt a c i ón hay varios aspectos que deben tomarse en cuenta: • • • •
Calma r la ansiedad del paciente con respecto a la ses ión de re tr oa li me nt ac ió n. Log ra r una actitu d de c ol a bo r ac i ón de parte del paciente. Dar cierta in fo rma ci ón de tipo educativo a la persona sobre el M M P I - 2 . Procurar relacionar los resultados del M M P I - 2 con ejemplos de la vi da del paciente.
Integración del reporte del MMPI-2
O 255
• •
Responder las preguntas del cliente por medio de los resultados del M M P I - 2 . Compromet er al paciente para corroborar o modi fic ar los resultados de la prueba.
••
Ev al paciente reaccionesque defensivas. Apitar oy arabrumar al paciente acerca odeprov losocar sentimientos surjan a partir de los resultados. Co rreg ir las dist orsi ones que pueda hacer la persona acerc a de los re¬ sultados. Ayu dar a la persona a tener medios para tratar co n las preguntas y reaccio¬ nes que surjan después de la sesión de retroalimentación.
• •
A este respecto es importante tomar en cuenta la cual ida d de la re lación interpersonal que se debe dar durante esta se si ón de r e t r o a l i me nt a c i ón . en donde lo m á s impor¬ tante es que la persona se sienta compr endi da y apoyada. Es central t a mbi é n que el paciente recuerde que la evaluación está enfocada a contestar sus preguntas y pre sentar los resultados de la eva l ua ci ón como hi pó t e si s que deben ser corroboradas por él. Al i nic ia r una se si ón de r et r oa l i me nt ac i ón sie mpre se debe dar a la persona un resultado pos it iv o; en la ma y o r í a de los casos es má s fáci l que la persona acepte los resultados la se prueba algo positivo. Nunca debe decirseasim a lai¬ persona todo lode que en c osi n tse r ó inicia , pues con hay cosas que los pacientes no pueden lar. Es n ecesario ir del prim er nive l de i nf or ma c i ón al tercero y nunca a la inversa. El clínico debe evitar, en lo posible, asumir un rol frío y distante que no ayude a establecer un c l i m a de co l a b or a c i ón . Otr o aspecto pr im or di al es adecuar el len¬ guaje del clínico al del paciente, pues no a todos se les puede hablar de la misma manera. Cuando el paciente confirma alguno de los resultados que se le dan, es conveniente que lo corrobore con un ejemplo. Se debe promover también que el paciente modifique las interpretaciones del clínico de tal manera que resulten más exactas. Esto surge del respeto al paciente y de que el clínico debe hacerle sentir que el experto en lo relacionado con su vida es el paciente mismo, por lo que el profesional está abierto a aprender de él. Cuan do la persona rechaza al gú n resultado, lo pr imer o que debe tener en men¬ te es que hay una e qu i vo c a c i ón en el mis mo, de man era que se rí a un error disc utir con el paciente para que forzosamente lo aceptara. Sin embargo, también existe la posibilidad de que el resultado rechazado sea correcto, por lo que es posible hacer otras cosas cuando la persona rechaza un resultado, por ejemplo, repetir el resulta¬ do diciéndolo de otra manera y dando un ejemplo de cómo esto se muestra en la vida de la persona; preguntarle si alguna parte de lo que se le dijo podría ser correc¬ to; pedir a la persona que posponga su rechazo hasta tener mayor información, lo que puede i nc lui r que la persona hable con su f am il ia o sus amigos sobre esto. Ot ra opción es que, ya sea que el individuo evaluado esté de acuerdo o en desacuerdo, no deseche el resultado por completo, porque quizá más adelante llegue a tener sentido para él. El cierre de la se si ón de r e t r oa l i me n t a c i ón es una parte importante de la evalua¬ ción; tal sesión puede ser una experiencia crucial para la persona, por lo que es
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O
Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Cap itulo 10)
deseable terminarla adecuadamente. Para finalizarla es importante tener en mente varios aspectos: • • •
•
Preguntar a la persona si tiene cua lquier duda. Con fi rm ar que no hubo distorsiones. Per mit ir que haya contacto posterior con el cl í n i c o; és te puede ofrecer al paciente sus datos y decirle que si en cualquier momento quiere comuni¬ carse con él, s er á bienvenido. Despedirse aceptando que qu i z á no se vo l ve rá n a ver. Est o muchas veces produce un sentimiento de tristeza en el cl í ni co y es mejor que se dé cuenta de éste y lo acepte. Lo mismo puede pasar con el cliente.
Finalmente es importante que el clínico pase algún tiempo reflexionando sobre lo que pasó en la sesión lo cual, de hecho, debe hacerse en cualquier intervención ps ic ot er ap éu ti ca . En esta ref lex ión se pod rí an incl uir tres aspectos: 1) ¿qu é apre ndí del MMPI-2?, 2) ¿qué aprendí del paciente X? y 3) ¿qué aprendí de mí mismo?
En Mé x i c o ha habido una t r ad i ci ón en la que se dice qu e quien hace la psicote rapia no aplica las pruebas. Sin embargo, hay autores, aun dentro de la corriente ps ic oa na lí t ic a, que cuestionan esta tr ad ic i ón y considera n que las pruebas psi co ló ¬ gicas arrojan los diversos aspectos de las deficiencias que pueden estar producien¬ do un sí nt om a . A t ra vé s de ellos se inte nta aprehender la personalidad del ind iv i¬ duo. Las pruebas pueden ser utilizadas como un medio y un diálogo en el que se intenta des en t ra ña r un sen tido. En la pr á ct i c a cl ín i ca de las au toras de esta obra ha resultado muy úti l apli car el instrumento al inicio o al final de una intervención psicoterapéutica. En particular el M M P I - 2 ha sido ben éf ic o en el trabajo con las madres o los padres de los ni ñ os que acuden a consulta.
CASO ILUST RATIVO A con ti nu ac i ón se p resenta un caso en el que se uti li zó el M M P I - 2 como parte de un proceso psicoterapéutico con la Sra. Gómez, madre de una niña de ocho años, quien vino a consulta porque su hija tenía problemas escolares que, en realidad, se de bí an a dificultades emocionales. El M M P I - 2 fue muy úti l para detectar algunos problema s en la ma dre, de los cuales se ha bl ó con e ll a y, a partir de la retroalimen ta ci ón que se le dio acerca de los resultados del M M P I - 2 , ell a de ci di ó emprender un exitoso tratamiento ps i co t er ap éu ti co . Todo el lo ocu r ri ó cuando su hija llevaba ya unas sesiones en tratamiento (figuras 10-4, 10-5 y 10-6). Se trata de una mujer de 39 a ñ o s , prof esionist a. La hija que trajo a consul ta es la menor de dos, entre las cuales hay alguna diferencia de edad. El esposo de 40 años también es profesionista.
c Editorial El manual modamo
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moderno
260 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
¡Capitulo 10)
Actitudes al respo nder.
La persona fue defensiva al responder, ya que intentó dar una buena ima¬ gen de sí mi sma en una forma un tanto ingenua y co ns i d e r á nd o s e capaz de resolver los problemas por su propia cuenta.
S í n t o ma s y conductas. Si n embargo, la escala 2 (D ep r es i ón ) muestra un grado de ele va ci ón mode rada, que podría indicar que es una persona inhibida, tímida y deprimida. Qu i z á ta m b i é n sea pesimista y se pre ocupe en exceso; por otra parte, pro¬ bablemente t a m b i é n es responsable y modesta. La e l e va c i ón moderada en esta escala po dr í a indicar qu e tiene algu na di sp os i c i ón a la terap ia. La el ev ac ió n de la escala 5 (Masculinidad-femineidad) pod rí a indicar que es tá inconfor me con el rol t rad ici ona l femenino y q ue puede llegar a ser competitiva con el hombre, porque se siente presionada por él para asumir algunas actitudes. La escala 3 (Hi st er ia conversiva) probable mente indique que se t rata de una persona conv enci onal y moral ista . La escala M I E (Mi edo s) es la má s elevada de las escalas de contenido, lo cual p od ría i ndica r que es una persona temerosa ante situaciones es pe cí fi ca s. C o n respecto a las escalas suplement arias , todas e st á n dentro de la norm ali dad, excep to la escala GF (G é n e r o femenino), la cual est á baja, lo que conf ir ma que no se hal la conforme con el rol tr adi cio nal femenino. Las ún ic as esc alas moderadamente elevadas son P P A (P re di sp os i ci ón a problemas con las adicciones), con una puntuación T de 62 y que podría indi car que tiene alguna p r e d i s p o s i c i ó n a abusar de sus tancias, y la d e R ( Re p r e s i ó n ) , que conf irma que es una persona con ven cio nal , hasta cierto punto rígida, y que se siente presionada socialmente para cumplir con ciertas reglas.
Cont rol de impulsos, calidad de relaciones interpersonales, h i p ó t e s i s psicodinámicas. La pu nt ua ci ón en la escala 9 (H i po ma ní a) puede indica r que se trata de una persona activa , eq uil ibr ada , por lo que puede ver con objetiv idad a los demás y ser amistosa con ellos. Debido a su rigidez y convencionalismo puede tener un control exagerado sobre sus impulsos. Los datos anteriores indican que es una persona que se encuentra tensa, ya que se siente presionada a cumplir ciertos roles, por lo que puede haber algunos problemas con su pareja. Los temores que presenta, aun ante situa ciones inofensivas, qu i z á le produzcan te ns i ón con stante que le ocasion a gastos de en e r gí a . Lo ante rior p od r í a estar influe nciando a su hija, quien también se siente angustiada y presionada. El mostrar inclinación a abusar de las sustancias probablemente se deba a que se siente influenciada por el grupo y que represente un medio de aliviar la tensión que experimenta.
Integración
del reporte del MMPI-2
O 261
Estabilidad del perfil. El perfil par ece indi car una serie de ca r ac te r ís t ic as estables, sin embargo, es posible qu e la escala d e De p r e s i ó n estuviera m á s elevada si su acti tud hubiera sido menos defensiva. Grado de adaptación. La persona se encuentra adaptada, aunque está sufriendo internamente, pues se siente deprimida y tensa lo cual , como se m e n c i o n ó , im pl ic a un grado de desgaste importante para ella. Consideraciones sobre el tratamiento.
Es una persona a quien le serviría entrar a tratamiento, lo cual además fa ci li ta rí a el trabajo con sus hijas. Si n embargo, se muestran, por una parte, ciertas resistencias al tratamiento, lo cual quizá se deba a que se haya sen¬ tido presionada por el medio externo para cumplir con ciertas actitudes y conductas. Por otra parte, es una persona objetiva, capaz de establecer re¬ laciones profundas, lo cual es un recurso importante en el tratamiento ps i co t er ap éu t ic o. Lo má s importante es lograr sensi bili zarl a para que se invo lucr e en un pro ceso. Sesión de retroalimentación
Lo anterior constituye el repo rte en el cual se resumen los halla zgos m á s importan¬ tes encontrados en la prueba, sin embargo, no son los resultados que se le darían a la persona tal cual durante la r et r oa li me nt ac i ón ; má s bien de be rí a procederse de acuerdo con lo que dice Finn, es decir, es necesario pasar de lo que le resulta más familiar a la persona hacia aquello que desconoce y podría rechazar o angustiarle. Las autoras de esta obra consideramos que esto último no debe plantearse como afirmaciones y sí como preguntas, pues así es mas fácil que la persona responda en forma positiva. A la Sra. Gó me z se le acla ró que el moti vo de pedirle que contestara el MM P I - 2
fue que esto p odr í a ayudar a aclarar algunos de los proble mas de su hija, as í como ser de utilidad para que ella se conociera mejor y, en caso de que tuviera algún problema, r ecib ir ayud a para resolverlo. Se le pr eg un t ó si se s ent ía tensa, entonces ell a re sp on di ó que esta se ns ac ió n la experimentaba ante la menor si t ua ción, que todos los dí as le resultaba dif íc il levan¬ tarse muy temprano, como tenía que hacerlo, hacer el desayuno e ir a dejar a sus hijas a la escuela y de s p u é s ir a su trabajo. A d e m á s , considera qu e esto le resulta m á s di fí cil porque es una persona que se angustia ante muchas cosas. Ca si siempre piensa en lo malo que puede pasar, por ejemplo, si va a cruzar una calle con sus hijos, piensa que un automóvil los podría atropellar. Comentó que esto le ocurre desde que era niña, pues sus padres son muy rígidos, esperaban mucho de ella por ser la mayor y, en espec ial la madre, es poco c a r i ñ os a y constantemente le mencio¬ na sus errores.
262 O Uso e interpretación del MMPI-2 en español
(Capítulo 10)
Al preguntársele si se había sentido deprimida, comentó que desde hacía mu¬ cho tiempo, pero que su depresión había empeorado desde algunos meses atrás cuando le detectaron un problema de alergia, que sólo era posible tratar con un medicamento, m is mo que le pr o d uc í a algunos e fectos secunda rios desagradables; no obstante lo anterior, considera que éste quizá es un problema que tiene desde hace mucho tiempo, pues percibe muchas cosas como negativas. Se le dice que la d e p r e s i ó n qu i z á es mayo r de lo que aparece en la prueba, pues m o s t r ó cier ta resis¬ tencia a responder de manera más abierta sobre lo que le ocurre.
T a m b i é n se le c omu ni ca que la prueba hace referencia a una persona un tanto rígid a y perfeccionista. E l l a dice que esa rigidez se manifiesta en varias cosas, pero especialmente en su trabajo, donde intenta hacer las cosas bien y le angustia pensar que puede fallar, aunque en general las cosas le salen bien. Cuando se le preguntó sobre las relaciones con su esposo —pues la prueba indicaba que podría ser un área de problemas—, ella respondió que él es una perso¬ na responsable, pero demasiado r ígi do y que cons ide ra de manera obstinada que su punto de vist a es el correcto, por lo que el la evit a disc uti r pues él siempre busca impone r su punto de vis ta . Co nsi der a que su re l ac ió n en general es buena, pero que en algunos puntos existen diferencias; pordeejemplo, quiere que tenga servic io en su casa, pues sc on fí atienen de las conflictos sirv ientas.porque A d e mélá sno , le reprocha los problemas q ue tiene su hija (Susana ), dice que si l a ni ñ a e st á ma l en la escuela es porque ella no la ayuda lo suficiente con las tareas. Dado que el problema del abuso de sustancias podría ser importante, se le pregunta si ella se excede en beber, a lo que responde que sólo ha ocurrido 2 o 3 veces en fiestas celebradas en casa de la familia su esposo —quienes suelen orga¬ nizarías—, pero que el problema surgió en cierta ocasión que fue a casa de sus padres a recoger a sus hijos, pues su madre la vio y le dejó de hablar por un buen tiempo. Cuando se sigue ahondando en el tema, resulta que ella toma muchos medica¬ mentos, entre otros, ans i ol í t i c os l os fines de semana, debido a la t e n s i ón que siente. Est o s ól o lo hace los fines de semana porque es cuando puede do rm ir co n tranqui¬ lidad, entre semana no lo haría porque debe levantarse muy temprano para ir a trabajar. Lo anterior indica que los resultados de la prueba la están describiendo con objetividad. Se hace con ella un resumen de lo que se encontró y lo que se habló con ella durante esta ses ió n, y se le dice que el tratamiento psi c ot e r ap é ut i c o po dr í a ayudarle para sentirse menos dep ri mid a y tensa. E l l a afirma q ue cree que sí po d r í a ayudarle el tratamiento, que de hecho ha pensado iniciarlo, pero que en este momento no es t á dec id id a a tomar lo, en parte porque si lo hace el esposo va a decir le algo com o "y a lo ves, tú eres la que es t á m al ". Se le i nv it a a hacerlo cuando lo desee. Al poco tiempo el la decide in ic ia r un tratamiento que dura aproximadamente un año, en el que se van retomando de manera más profunda muchos de los aspectos que se vieron con ella en esta sesión de retroalimentación.
Integración del reporte del MMPI-2 O 263
EPÍLOGO Esperamos que después de leer esta obra los psicólogos tengan una mejor com¬ pr en si ón del fun cionamien to y las bondades del M M P I - 2 , así como de a lgunas de las condi cio nes para poder uti li za r adecuadamente un instrumento tan amp li o en l a evaluación de la personalidad. Como ya se ha mencionado a lo largo del texto, dicho inventario es un instru¬ mento de eva l ua ci ón ampliam ente uti liz ado en diversos paí se s, en los cuales se han realizado mú l ti pl es estu dios, tanto de es ta nd ar iz ac i ón , como para valorar s us pro piedades ps ic omé tr ic as . El trabajo que ahora se presenta incluye los resultados del esfuerzo de un equi¬ po de investigación, tantode profesores como de alumnos de la UNAM, cuya labor permitió iniciar y concluir el proceso de adaptación de la prueba en México el cual incluyó, además, diversos estudios en los que se evaluó la efectividad y sensibili¬ dad del instrumento para identificar y determinar los rasgos de personalidad en distintas muestras de la po bl ac i ón , a d e m á s de la ob t en c ió n de las normas para la i nt er pr et ac i ón de lapor prueba. Estos e studios realizars e gracias a diversos proyectos apoyados CONACYT y la UN pudieron AM . Se incluye además en él la experiencia práctica en la interpretación del inven¬ tario en diversas tareas de evaluación que se han realizado en diversos escenarios, pues el de las autoras es transmi tir nuestra expe rie ncia para fa ci li tar la la bor a otros profesionales. Por tal motivo, este trabajo pretende resumir años de trabajo continuo, que per¬ mita a los profesionales de la salud mental utilizar la prueba, haciendo uso de este trabajo como un li br o de consulta bá s i co en la apl ic ac ió n, ca li fi ca ci ón e interpreta¬ ción del MMPI-2, en todos los ámbitos de la evaluación psicológica en México. Qu i z á quien uti li ce el inventario por primer a vez conside re que el material que se incluye es demasiado amplio, pero estamos seguras que a medida que se fami¬ liarice con el instrumento encontrará la respuesta a muchas de las preguntas en el mate rial de cada uno de los c apí t ul os. P or lo que es probable que tenga que releerl o una vez que tenga una mayo r prá cti ca con el MM P I - 2 . Esperamos también que algunos de quienes lean esta obra tengan interés en investigar con el inventario y ayudarnos a continuar la labor que emprendimos hace aproximadamente una dé c a d a .
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