« LOS NIÑOS DEL CORO » APRENDER Y MOTIVAR EN EL AULA Paula De Castro Fernández
UNED
2011
« LOS NIÑOS DEL CORO »
“Los niños del coro” retoma con mucha exactitud la estructura, el escenario e incluso a veces los diálogos de otra versión de 1945: “La Cage aux rossignols” ( “La jaula de los ruiseñores” ) de Jean Dréville. A pesar de los 60 años de diferencia entre ambas películas, la versión de 2004 es una copia muy próxima del original, con numerosas escenas retomadas de forma casi idéntica. En un remake tan fiel, las diferencias, aunque ínfimas, son esenciales para el análisis. De 1945 a 2004 el niño se ha convertido en un individuo total. Al menos, es lo que nos exponen los cambios de la puesta en escena y de estructura de la película. Mientras que en “La jaula de los ruiseñores” (la modificación del título también es reveladora) comienza con la vida del protagonista después del internado, y a continuación presenta en flash back su llegada al mismo, recibido por un adulto, el padre Maxence, “Les Choristes” nos sumerge de entrada en el lado de los niños: el ex -niño Morhange, en el momento en que su madre fallece, o incluso la llegada de Clément al internado, donde se encuentra primero con un niño, Pepinot, antes de ver al padre Maxence, su único recibidor en “La cage…”. A los niños de 1945, indiferenciados en la masa (ver los numerosos planos generales en la película), responde el niño-persona, el niño-individuo de 2004: los planos cortos se
multiplican sobre las figuras fácilmente reconocibles, mientras que sus personalidades, sus historias y sus palabras están destacadas. La puesta en escena de Barratier reproduce, de forma inconsciente, una concepción del niño, persona e individuo muy alejada de la mentalidad de 1945. Las teorías psicologías aplicadas al aprendizaje que se transparentan en esta película son el constructivismo y el conductismo (traducido en el principio de acción-reacción defendido por el director del internado), la teoría de Piaget sobre la inteligencia y sobre las distintas etapas por las que pasa el sujeto antes de alcanzar el estadio de las operaciones formales en el proceso de aprendizaje. Se condiciona a los alumnos a través de la relación entre un estímulo y una respuesta, según los principios conductistas. Frente a una acción impropia del alumno hay una reacción que inhibe dicha acción no deseada (el castigo, a menudo injustificado, además). Con este tipo de conducta se busca, más allá de condicionar, el reformar y poseer un control absoluto sobre el sujeto a través del castigo. Es un perfecto ejemplo de condicionamiento operante, donde el castigo es la consecuencia de la acción y se refuerza en ocasiones, tanto de forma positiva como negativa. Encontramos en la película ejemplos de castigo por presentación (limpiar, etc.) y por supresión (encierros en calabozo, prohibiciones de todo tipo…). Se busca con ello el debilitar o disminuir todo tipo de conducta disruptiva, según el proceso siguiente:
CONSECUENCIA Conducta Castigo
-
EFECTO Conducta debilitada o disminuida
El profesor de música de basa en la teoría pedagógica constructivista para guiar a sus alumnos de modo diferente y sacar el mejor partido de sus capacidades y potenciales. Tal y como corresponde a esta teoría, en la metodología empleada se incluye la consideración del pasado de los alumnos, sus conocimientos o capacidades musicales, no considerándolos como una tabula rasa, o elementos vacíos sin contenido previo. El proceso de aprendizaje se realiza sobre las bases de conocimientos previos del sujeto, lo que lo hace diferente y único. El profesor tiene un rol de mediador, guiando a los alumnos para que ellos mismos descubran principios de conocimiento y lo construyan a través de la colaboración. La colaboración entre los alumnos existía ya, a pesar de la aplicación de métodos conductistas, y tenemos un claro
ejemplo en la solidaridad que los alumnos muestran ante la amenaza del castigo para el culpable del incidente en el que se hirió a uno de los empleados. El profesor de música va a servirse de esta cohesión colaborativa de los alumnos para crear un coro unido y compacto, donde la colaboración sea importante y necesaria, y cada sujeto sea consciente y disfrute de la relevancia de su aportación al grupo. Es así que llegamos a la motivación del alumnado por parte del profesor Clement; encontramos de nuevo los principios constructivistas en sus métodos pedagógicos, donde se sirve del lugar casi indispensable que cada uno de los jóvenes cantantes ocupa en el coro, para motivar su trabajo y su interés (se impone citar la escena en la que Pierre pregunta al profesor durante un ensayo del coro qué ha pasado con su solo, y él responde: “Tu solo? No, no hay solo. No tienes una mala voz, pero no eres indispensable”
Colocar la violencia fuera de campo de visión permite al realizador la amplificación del impacto: los directores saben bien que la imaginación es a menudo más impresionante y más eficaz que el maquillaje más gore. Además ese fuera de campo de la película apela al fuera de campo social y el espectador podrá clasificar fácilmente esos dos actos en la larga letanía que circula sin parar en sus pantallas de televisión. De forma muy clara, el delincuente de “Les Choristes” es el delincuente mediático. Nos damos cuenta además de que la película propone un “décalage” muy interesante entre las imágenes y el sonido: el sonido describe a seres violentos y sanguinarios, mientras las imágenes muestran niños más bien turbulentos pero a fin de cuentas, calmados. “La cage…“ acababa con una toma de conciencia colectiva y una
respuesta inmediata de la institución frente a la oveja negra encarnada por el director del internado. En 2004 se da importancia al individuo, a la iniciativa personal y no a la colectiva. El film presenta así el final aparente de la institución, o quizá su no involucración, y una responsabilización no ya global sino individual; porque lo que podemos deducir de esta película es que la institución no tiene por qué hacerse cargo de ese tipo de problemas, que no son de su competencia. La respuesta dada es la de la represión ( “acción-reacción”). El verdadero éxito no está del lado del director, del dinero, sino en la ofrenda de sí totalmente desinteresada. El protagonista es la figura clave del compromiso, casi del voluntariado: un trabajo permanente, componiendo por la noche en su cama para el día siguiente, frente al profesor de 1945 que escribe su diario íntimo. Resultado de este compromiso personal, voluntario: un Jugnot que encuentra en su trabajo una realización total. La pedagogía bastante moderna del profesor de música, pedagogía basada en un acercamiento lúdico que siempre conduce a la inteligencia y el respeto de la regla, que se opone a la austeridad tiránica preconizada por el director. Contraste maniqueo, que no plantea ninguna dificultad al apoyo del espectador, tal como el punto de vista que adopta la historia: bajo la mirada nostálgica de Clement Mathieu, los alumnos rebeldes mutan rápidamente en hijos malqueridos, a quienes simplemente había que saber hablarles; milagro tranquilizador, factible por el buen carácter y el humor del maestro. Esta sociedad basada en la aplicación de la ley y el castigo todavía será capaz de integrar (sin aceptarlo!) los valores "humanistas" representados y defendidos por Clément Mathieu. Al final, la administración, la lejana responsable del funcionamiento de la institución, va a tomar la decisión correcta y encontrar una nueva legitimidad al expulsar al director del internado. El sujeto pasa de una pasividad a tener un rol activo en su propio aprendizaje, adoptando un proceso metacognitivo, consciente de sus avances en el aprendizaje. Contrariamente a la metodología aplicada por el director, de tipo conductista, que rechaza todo proceso cognitivo asociado a los sujetos y aplica el principio de “acción-reacción” a cada respuesta no deseada. El profesor de música no reacciona como los demás docentes de la institución, sino que sorprende a los alumnos con una respuesta atípica, a las faltas de disciplina. Tanto en los alumnos como en el profesor podemos reconocer un desarrollo a través de los procesos de acomodación y de asimilación necesarios en la nueva situación y en la nueva relación profesor-alumno.
Capacidad del protagonista de ir más allá de sí mismo, no imponer sus frustraciones , sino antepone su deseo de ayudar a los niños a crecer. Los alumnos de Fond de l’Etang son considerados como perdidos de antemano, sin futuro posible, debido a sus problemas de socialización, de disciplina, de historia familiar dramática, etc. Se les denomina incluso “demonios”, para los cuales la única forma de “domesticación” posible es responder con castigos a cualquier tipo de acción indeseada. Por supuesto, esta conducta institucional provoca fuertes tensiones entre el profesorado, la dirección y los alumnos, y un alto grado de frustración y agresividad contenida en los alumnos. El diálogo profesor-alumno no existe en el internado en un principio. Todo intento de expresión por parte del alumno es inmediatamente reprimida. No se respeta la necesidad de comunicación y de diálogo bidireccional del ser humano, hasta que llega Mathieu e interroga a los niños sobre sus deseos y sus sueños, y les brinda la oportunidad de expresarse y de ser realmente escuchados, simbólicamente a través de la música. Y es en el aprendizaje musical que reciben los niños donde encontramos las características propias del descubrimiento en acción (Bruner), y del aprendizaje por observación, imitación o modelamiento, no solo en lo referente a la disciplina musical, sino también en lo referente al comportamiento humano, donde el modelo observado e imitado es el profesor Mathieu.