1 Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra
INTRODUCCIÓN
El misterio de Dios
La serie de cuadernillos que ahora comienza está pensada para la formación de los grupos misioneros que tendrán a su cargo el desarrollo de la Misión en el Cusco. Cada cuadernillo desarrollará uno de los cuadros que forman el Tríptico de Aparecida y está pensado para ser estudiado en dos reuniones de grupo. La reunión de grupo servirá: 1- para estudiar los temas que luego habrá que transmitir; 2- para la consolidación espiritual de los misioneros por medio de la oración. En la última etapa de esta formación se tratarán temas de metodología misionera. Esta etapa de preparación de la Misión podría extenderse hasta la Cuaresma del 2010.
La oración del Credo comienza así: “Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tie rra”. rra”.
Intentamos acercarnos al misterio de Dios y lo hacemos desde la fe. No se trata de “e xplicar”, o de “probar” que (Monte Sinaí) Dios exista o no. Queremos profundizar nuestra fe en Él. Es que para el que cree, la fe no es motivo de preocupación sino, más bien, un sólido fundamento para vivir la vida con una actitud de solidaridad, de paz, y de esperanza. El misterio de Dios es alg o “que se lleva puesto” como se lleva puesta la piel. Un filósofo actual (Fernando Savater) ha podido decir: “Mientras sigamos siendo mortales nos pregunt a-
CUADRO 1
remos por Dios”. Y otro filósofo de otro siglo (Federico
Inicio de las reuniones
1. Colocar en lugar destacado el texto: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” . 2. Debajo una Biblia abierta con un cirio siempre encendido. 3. Repartir y cantar o recitar todos el Himno de las Criaturas de San Francisco.
Nietzche), ateo declarado, no tuvo más remedio que manifestar lo evidente: “Si Dios no existiera, habría que inventarlo”. Lo que primero que hay que decir del misterio de Dios es que está ahí para quedarse. Más que pretender explicar el misterio hay que vivirlo. Es en la vida donde se comprende. Un ejemplo: Alguien que estuvo
presente en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia (Alemania), en 2006, cuenta su experiencia: “Fue necesario e xplicar el desarrollo de la santa misa al encargado de la televisión responsable de la transmisión de la misa del papa, que ignoraba todo lo referente al cristianismo, para que pudiera dirigir profesionalmente el trabajo de las cámaras. Cuando concluyó la Jornada, este realizador telefoneó al sacerdote que le había explicado el desarrollo de la eucaristía y le pidió que lo bautizara. Una seria explicación del sentido de la liturgia había bastado para producir un giro en la vida”. ¿Por qué esto es así? Desde la primera vez que miraron al cielo Desde aquella primera vez, la gente quedó maravillada por el misterio. Los cambios en el día, el sol, por la noche los cambios en la luna y las estrellas. Sobre todo la experiencia de encontrarse con la muerte, con sus muertos. ¿Por qué la gente de todos los tiempos cuidó y mantuvo relación con sus muertos? ¿Por qué los monumentos funerarios, a veces tan enormes como las pirámides de Egipto? Es que la experiencia de la muerte, como ninguna otra nos pone delante el misterio de la vida, del más allá (Cielo al amanecer) y, al final, el misterio de Dios.
Y aparecieron las preguntas eternas. Unas preguntas que son de aquel tiempo remoto y también de hoy día. El misterio de Dios no tiene tiempo. Se esperan respuestas: respuestas: ¿De donde venimos? ¿Para qué estoy en la tierra? ¿Tiene sentido la vida? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué está el mal? ¿Por qué tenemos que morir? ¿Qué hay después de la muerte?
Porque, la verdad es, que en el fondo de su conciencia, la gente siempre tiene algo que la rebela contra la muerte, no queremos morir. Morir no es lo nuestro. Y la l a realidad es que la fe en Dios, a diferencia de otras ideologías posibles, nos da respuestas, buenas respuestas. Sin la fe aparece la oscuridad y nada se entiende. Y fue el mismo Dios quien se quiso dar a conocer para salir, de alguna manera, del misterio. Y se dio a conocer cuidando de su pueblo y conversando con nosotros. Un Dios cercano que escucha y atiende los gritos de su pueblo: (Manuscrito bíblico)
“Moisés, Moisés… Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham… He visto la opresión de m i pueblo… me he fijado En sus sufrimientos” (Ex 3:4)
A partir de ahí el misterio de Dios se fue aclarando poco a poco. Es lo que conocemos como la revelación de Dios y esa revelación la encontramos en nuestros Libros Sagrados. El comienzo de la revelación nos muestra a Dios creador. La Creación
Explicaciones filosóficas complicadas intentan entender cómo es eso de la creación de la nada, qué pudo haber antes de esto que conocemos, qué quiere decir que Dios existía antes de que apareciera el universo. Todo eso es difícil. La gente de todas las épocas (el fuego del comienzo) lo ha dicho de formas mucho más sencillas, simplemente lo ha contado.
“Tristeza persistente rode aba al mundo. Todo era noche, oscuridad, silencio. La tierra permanecía desolada y sin ninguna forma de vida. No existían el hombre ni los animales. Wiracocha, el Dios de los dioses, tuvo pena de la oscuridad que envolvía al mundo, y creó dos soles para alumbrarlo desde lo alto. Los dos soles se llamaban: Inti y Pajsi” (Leyenda kolla de la creación del mundo) . “Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos sin forma; sobre la superficie del abismo la tiniebla. Y el aliento de Dios volaba sobre la su- perficie de las aguas. Dijo Dios: “Que exista la luz” Y la luz existió. Dijo Dios: “Que existan lubreras en la bóveda del cielo para separar el día de la noche… una mayor p a- p a- ra regir el día, otra menos para regir la noche” (Gn
1:3)
El libro del Génesis cuenta la creación de dos formas. La primera lo hace en siete días. En los seis primeros Dios crea el universo y la tierra con todo lo que hay en ella y el día séptimo descansó de todo su trabajo. Un mensaje importante aquí tiene que ver con la semana. Es el capítulo primero: “Dijo Dios… y se hizo. Vio Dios que era bueno…
Hubo día, hubo noche hubo noche y el día…” Así se repite por seis veces para explicar “quien es el creador”; al que “todo obedece”; que todo lo creado “es bueno”; y se marca el “orden de los días”. La semana será, de esta fo rma “la lección mejor aprendida de la historia”.
La alabanza como respuesta “¡Señor, dueño nuestro, qué admirable eres tú en t o- t o- da la tierra! Cuando contemplo el cielo , obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has que has creado” (Sal 8)
“Alabado seas por toda criatura, mi
Señor
… por el hermano sol … por la hermana luna … por la hermana agua … por la hermana tierra … por la hermana muerte
Las criaturas todas, alaben a mi Señor”.
Y se desarrolla la creación Los “días” de la creación tienen que ver con la semana y no con la explicación científica de cómo fue realmente el crecimiento del universo desde su comienzo. Para conocer ese desarrollo del universo tenemos que preguntarle a los científicos que tienen una idea suficiente en nuestro tiempo de cómo pudieron suceder las cosas. El universo comenzó aproximadamente hace 14.500 millones de años y eso correspondería a la aparición de la luz. Cómo fue aquello resulta complicado de entender. Más seguro es decir que, más tarde, hace 5.000 millones de años empezó a formarse nuestro planeta. El planeta tardó como 2.600 millones de años en enfriarse y tener una atmósfera azul como es ahora. Por una se rie providencial de coinciden (la belleza azul) cias no perdió ni el agua ni la atmósfera. Quedó preparado para recibir la vida.
La vida fue apareciendo poco a poco y se ha descubierto que ya había tomado mucha fuerza hace más o menos 600 millones de años por los restos fósiles encontrados. Al parecer, desde esa época la vegetación y los animales superiores se desarrollaron rápidamente. Los dinosaurios dominaron la tierra por algo de 100 millones de años hasta desaparecer hace 65. Hace unos 2.5 millones de años el escenario quedó listo para la llegada del gran protagonista: el hombre. Aparece el reflejo de Dios “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza… Y creó Dios al hombr e a su imagen; a ima- gen de Dios lo creó; varón y hembra los creó… y era muy bueno” (Gn 1:26) “El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se con- virtió en ser vi vo” vo” (Gn 2:7)
(Capilla Sixtina – Roma)
De estas dos formas cuenta el Génesis la aparición de los hombres en la tie-
rra. Tampoco aquí se habla de fechas ni de años. Lo único que interesa es saber que nuestro origen está en Dios, que somos reflejo de su espíritu, que nos hicieron iguales, mujeres y hombres, y que venimos de la arcilla del suelo. Ahora también sabemos por la ciencia que se necesitó mucho tiempo para que, poco a poco, la gente se fuese perfeccionando hasta llegar a ser como somos ahora hace unos 150 mil años. La civilización moderna brotó hace 15.000 años y en la actualidad cambia cada vez más rápidamente. Consecuencias La gente había salido de las manos de Dios en la forma que lo han contado: una mezcla de arcilla y de espíritu. Por un lado, enorme en dignidad como imagen de Dios, “Lo hiciste poco menos que un dios, lo coronaste de gloria y dig- nidad; todo lo sometiste bajo sus pies” (Sal 8:6)
por otro lado vulnerable y frágil por venir de la arcilla del suelo. Esto tuvo consecuencias consecuencias muy importantes.
“La serpiente era el animal más a stuto a stuto de cuantos el Señor Dios había creado… Dios sabe que cuando c o- c o- man de él , se les abrirán los ojos y serán como Dios… entonces la mujer tomó fruta tomó fruta del árbol… comió… y se les abrie ron ron los ojos” (Gn 3:5)
Una vez más vemos que al autor del Génesis no le interesan los detalles históricos y nos señala la realidad profunda de las cosas. Lo que está diciendo es que allí, escondido en algún lugar profundo de nuestra conciencia, se encuentra el sueño de llegar a ser como Dios, y más, ser Dios. Y a continuación señala también que tenemos unos límites que no es posible pasar. Por eso los sueños de poder acaban siempre mal:
(Franja de Gaza - 2009) lo mató” (Gn 3:23; 4:8)
“Y el Señor Dios lo expulsó del paraíso, para que labrase la tierra de donde lo había saca- do… Y cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y
Hasta el extremo de llegar a un punto en el que ya no hay remedio: “Al ver el Señor que crecía que en la tierra crecía la maldad del hombre… se arrepi ntió ntió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó en el corazón” (Gn 5:5)
Se anuncian otros tiempos Todo podía haber terminado ahí. Sin embargo los libros sagrados nos hablan también de algo que no hubiéramos esperado. Nos hablan del amor de Dios por su creación y por los hombres un amor que lleva a Dios a salvar incluso a los mismos que se apartan de Él. “Que el malvado abandone malvado abandone su camino, que regrese al Señor y él tendrá piedad; mis planes no son sus pla- nes, sus caminos no son mis caminos” (Is 55:7)
La forma que va a tomar esa piedad de Dios por la obra de sus manos, esos planes de Dios, sus caminos, aparecen anunciados por medio de los profetas de una manera que deja entrever otros
tiempos. Nadie podría descubrir poder y deseos de ser dioses en la sencillez de un nacimiento: “El Señor por su cuenta les dará una señal: Miren: la joven está en cinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios-con- nosotros” nosotros” (Is 7:14) “Dios con nosotros” será la gran solución para salvar. En
esta línea de pensamiento tenemos que escuchar otro relato que se ha hecho famoso en la meditación de la Iglesia. Se trata de un texto en libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola cuando nos invita a: “Contemplar como las tres
personas divinas miraban toda la planicia o redondez de todo el mundo llena de hombres, y cómo viendo que todos descendían al infierno, se determina en la su eternidad, que la segunda persona se haga hombre, para salvar el (LaTierra desde el espacio) género humano, y así ve nida la plenitud de los tiempos, embiando al ángel San Gabriel a Nuestra Seño ra” (EE, 103)
El largo camino de la creación se continúa ahora con la siguiente etapa de la salvación. Estamos preparados para proclamar después de: “Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”… “ Creo Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor”.
[Al considerar la creación que nuestro Padre Dios
puso en nuestras manos tenemos que tener en cuenta algo que toma una enorme urgencia en nuestros días: La preocupación por la ecología El planeta tierra es nuestra casa común. Cualquier cosa que le ocurriera a esa casa nos afectaría a todos. “Ecología” quiere decir “tratar, estudiar, sobre esa casa”. Durante siglos
lo que los humanos estábamos haciéndole a la naturaleza no se notó demasiado porque no éramos muchos, y porque no tenía (calle de Lima) mos las máquinas para hacerle demasiado daño. Todo eso ha cambiado radicalmente radicalmente en el siglo pasado.
En 1960 pasamos el nivel de 3.000 millones de personas y para el 2000 éramos ya 6.100 millones. En estos momentos pasamos de 6.700, esto nunca había pasado antes. Las causas son muchas pero entre las más importantes habría que señalar la mejora en las condiciones de vida de la población por el desarrollo de la agricultura y los servicios de salud. La tecnología hace también posible que ahora podamos cambiar las condiciones de la tierra. Lo vemos en el cambio climático. “Crezcan, llenen la Tierra y domínenla. Dominen a to- dos los vivientes sobre la Tierra” (Gn 1:22)
Una interpretación equivocada de ese texto en el sentido
de “explotación” y no de “respeto-conservación”, conservación”, combinada con aquel sueño de “ser dioses” por la vía del poder fue lo que dio
origen al problema medio ambiental que sufrimos.
(soñar una tierra nueva)
La preocupación por la ecología, en lo que ahora nos interesa, tiene que ver con la fe en Dios creador y también tiene una responsabilidad moral muy seria. En efecto,
Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo, afirmó que “sólo se puede ofender a Dios ofendiendo a la obra de sus manos”, y lo e ntendemos como dañar tanto a la madre tierra como a las personas. De modo que no vamos a decir que hay que defender el medio ambiente porque hay que defenderlo. Tampoco se puede decir que la tierra sea como una enorme mina para explotarla. Si pensamos que los bienes de la Tierra están destinados para el provecho de todos los que la habitan, destruyendo destruyendo esos “bienes”, se afecta a toda la población del mundo en su conjunto. De esta forma la emergencia ecológica, es una emergencia humana porque si destruimos el medio ambiente los siguientes que lo sufriremos seremos nosotros. Comprendemos que conservar los “bienes” de que disp onemos es un problema que nos toca a todos. Hay que adoptar para ello nuevos estilos de vida que no agoten los recursos (el agua, por ejemplo) y enseñarlos. Una y otra vez hay que volver a colocar en el centro de las preocupaciones preocupaciones a las personas. Esto vale tanto para la ecología, como para la economía o cualquier proyecto de desarrollo. Así se respetará la creación y a su creador, el Padre Dios. ]
Final de las reuniones Oramos con el método de la “ Lectio Divina ”.
textos que tienen relación con el Cuadro.
Usaremos
[Música de fondo en ambientación] El método tiene cuatro partes: 1- Lectio, “qué dice el texto”. Texto para la primera reunión: “ ¿Dónde ¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra. ¿Quién asentó su piedra angular entre las aclamacio- nes de los astros de la mañana? ¿Quién cerró el mar con una puerta cuando salía impe- tuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y niebla por pañales? ¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora para que agarre a la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados? ¿Te han enseñado las puertas de la Muerte o has visto los portales de las Sombras? Cuéntamelo si lo sabes todo”. (Job 38:4)
Texto para segunda reunión
“ Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen; a im a- im a- gen de Dios lo creó; lo creó; varón y hembra los creó… y era muy bueno” (Gn 1:26) “El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se con- virtió en ser vi vo” vo” (Gn 2:7)
Este primer punto es importante porque antes de intentar comentar o meditar los textos sagrados es necesario saber lo que dicen. Los textos sagrados requieren de una explicación. 2- Meditatio, “qué nos dice el
texto”.
Manifiesta las palabras que más de hayan llamado la atención y por qué. Es cada uno de nosotros es “tocado” por la Palabra. Hablamos en primera persona. 3- Oratio, “qué le decimos al Señor en respuesta” .
De nuevo en primera persona, habla con el Señor tu Dios, expresa tus sentimientos, pide, ruega, da gracias. Hazlo con tu propia oración espontánea. El Espíritu habla por cada uno de nosotros. Una palabra mía puede ser la luz que otro del grupo puede estar esperando. 4- Contemplatio, “que conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Se ñor”.
que te lleva. Ofrecelo.
En este momento comparte lo que sientas que provoca en ti lo orado como llamada a cambiar algo en ti, o cambiar a tu alrededor. A qué compromisos personales y sociales sientes
Terminar con un abrazo de paz y un canto apropiado. Para ampliar la lectura:
Catecismo de la Iglesia: Páginas 19-30; 58-107.